Héctor Rojas Herazo fue un poeta, novelista, pintor y periodista colombiano. Empezó su carrera periodística en diarios como El Relator de Cali, La Prensa y El Heraldo de Barranquilla. Fue compañero de oficio de Gabriel García Márquez como reportero y cronista en el diario El Universal de Cartagena de Indias hacia 1949. De esa época quedan importantes referencias de lo que se llamó luego, Literatura del Caribe Colombiano. La obra literaria de Héctor Rojas Herazo ha sido traducida al inglés, francés, ruso y alemán. Su poesía y novelas son ampliamente reconocidas en el ámbito latinoamericano. Además, su actividad como pintor fue siempre paralela a su actividad literaria dando como resultado múltiples exposiciones en Colombia y en el exterior.
Dulce materia mía, lento ruido, de hueso a voz en nervios resbalando. Tibia saliva mía, espesa mezcla de mis células vivas y mi lengua. De sigilosas venas, de sonidos, por extraños follajes amparados, mis dos brazos irrumpen, mis dos brazos, ávidos de tocar, de ser externos, como dos instrumentos de agonía. ¡Y tánto muro para tántos besos, para tántas miradas y tobillos para tánto plumón y cabellera al viento somatén dolido y frío! Este soy yo. Lo sé, lo reconozco, lo dicen mi volumen y mi sombra, lo repite una casa y una aldaba, y un vientre azul lo esparce por el aire a otras narices y rodillas solas. Este soy yo. Lo digo con mi fuego, lo afirmo con mi olor y mi latido y la luz de mi traje lo pregona. Ahora soy de cartílago y rocío, de tarde, de vainilla y cementerio. Un hombre oculto, un hombre que camina, un pueblo celular, desconocido, con hígado y pulmón tras su mirada. ¡Con tánta rosa viva, tánta luna, tánto ruido bramando y yo tan solo! Yo solo aquí, miradme, entre mis huesos, embutido en mi piel y mis maneras. Náufrago de mi sangre. Responsable de un pecho y una risa, apretado de nombres y temores, con orejas corriendo atolondradas, con suelas que deshacen la madera, con hambre de vivir y ser vivido, con hambre de gritar y que me entiendan los lirios, las monedas y las tapias. Este soy yo, lo digo simplemente: un hombre que se muere por la tarde para encender al alba su garganta, un hombre que conoce sin saberlo a todo lo que vive y se incorpora, a todo lo que mueve y resucita, a lo que duerme entre la sal y el cielo. No me pongan un rótulo. No le pongan color a mi destino. No me pinten de azul o de amarillo o de rojo encendido o verde mora el sudo de mi axila o mi cabello. No pongan a derecha mis sentidos ni a izquierda mi dolor y mi sonido. Yo soy de aquí. De aquí, de donde piso, de donde crezco y muero, donde tiemblo y espero, donde tengo parada mi estatura y mis cinco sentidos verticales. No me llamen, siquiera, por un nombre. Llámenme simplemente como se llama frío a lo que hiela o fuego a lo que quema o viento a lo que esparce y multiplica. Porque esto soy, no más, esto que miran sufrir aprisionado en el vacío: una mezcla de sangre, hueso y nada, de agua sedienta y clamoroso frío. _____________________
"Yo nada quiero, nada, sino llegar, mirar, olfatear y después dejar que otros deshagan, con su furia de vivos, mi paladar, mi huella, mi sangre y mi camino". Fragmento: "Cantilena del desterrado" _____________________
"El lecho es mi gran zona de aire, mi oscura geografía de placer. Soy el amo absoluto de la toalla y del jabón con que he de limpiar el lodo de mis espasmos. Soy el rey de esta alcoba. Aquí soy grande, espléndido y triunfal. (...) Cada movimiento, aquí, en mi lecho, es júbilo de mi alma. (...) Acá hay un dulce perfume y el cuarto es silencioso, vibrante, imperativo, como el gesto acordado entre dos cómplices. Mi cuarto me conoce y me vive". Fragmento: "El carnaval de Nausícrates"
Un libro con versos muy bonitos en ciertas partes. Atrevido en el uso de temáticas, pero en ocasiones se me hizo que la poesía perdía ritmo. Sentía que saturaba. No conecté en la mayor parte de poemas, sin embargo, no digo que todos los poemas sean malos, de hecho, los buenos son muy buenos, pero lo califico como unidad. No me encantó.