L’homme moderne peut-il encore préserver la nature ? Conserver son caractère sauvage (wilderness) sans en être exclu ? Quelle place peut-il y occuper ? Pour Aldo Leopold, pionnier de la pensée écologique, à l’instar de H.D. Thoreau ou John Muir, et père de la protection de la nature, la réponse se trouve dans la quête d’un équilibre harmonieux entre la nature et l’homme moderne. Il se distingue ainsi des courants, inspirés par Thoreau, qui évacuent l’homme et prônent une communion avec la nature.
Aldo Leopold (1887-1948) est l’un des pionniers, avec H.D. Thoreau et John Muir, de la pensée écologique et le père de la protection de la nature et des espèces sauvages. L'éthique de la terre (Land Ethic) est une référence incontestée de l'écologie.
A Sand County Almanac, published posthumously in 1949, of American writer and naturalist Aldo Leopold celebrates the beauty of the world and advocates the conscious protection of wild places.
His effect on resource management and policy lasted in the early to mid-twentieth century, and since his death, his influence continued to expand. Through his observation, experience, and reflection at his river farm in Wisconsin, he honed the concepts of land health and a land ethic that since his death ever influenced in the years. Despite more than five hundred articles and three books during the course of his geographically widespread career, time at his shack and farm in Wisconsin inspired most of the disarmingly simple essays that so many persons found so thought-provoking.
Life story of Aldo Leopold, the development of his career as a conservationist, scientist, and philosopher, and his open-mindedness, his vision, and the evolution of his thinking throughout his life inspire other persons to start or to further their own intellectual journey of discovery. A closer engagement with his story, his inspiration, and his family helps persons better to understand the contours of environmental history and the role in culture and to reflect on their own in the complex weave of the way in which our society relates to land. His vision of a society that cares about the connections between people and land provides a starting point for thinking about modern-day cultures, economies, ecosystems, and communities.
Starker Leopold, Luna Leopold, Nina Leopold, Carl Leopold, and Estella Leopold—children of Aldo—founded the Aldo Leopold foundation in 1982. People respected all members of the Leopold family as scientists and conservationists in their own right. They recognized the shack and farm as a focal point for legacy of their father for generations to come and for this primary reason established the foundation. This public charity owns and manages the Leopold center, including the Leopold shack and 264 surrounding acres in addition to several other parcels and also manages much of the adjoining 1,800-acre Leopold memorial reserve, which neighboring landowners established as an early trust in 1967. It acts as the executor of literary estate of Leopold, encourages scholarship on Leopold, and serves as a clearinghouse for information regarding Leopold, his work, and his ideas. It provides interpretive resources and tours for five thousand visitors annually, cooperates with partners on education and other programming off site, and maintains a robust website and numerous print resources. The Aldo Leopold foundation manages this Goodreads page.
Pese a las apariencias del título, es un libro más literario y de divulgación silvicultural que filosófico, aunque también tiene amplias dosis de filosofía, sobre todo en las tres últimas secciones, donde se encuentra el texto que da nombre a la antología. Aldo Leopold, en cualquier caso, fue uno de los grandes defensores de la naturaleza estadounidense e inspiradores del movimiento ecologista que poco después de su muerte eclosionaría en su país. Esas páginas dan buen testimonio de ello.
Un gran libro que da nombre a una nueva ética, una nueva urgencia: la ética de la tierra. Leopold dirige su mirada desde un aprecio sensible (léase espiritual) por la naturaleza, hacia la formación de un nuevo 'pathos': la integración del ser humano en el todo de una comunidad biótica. No es una cuestión de economía ni de flujos, tampoco de progreso científico, sino de simpatía pero también de inteligencia (humilde inteligencia y amor). Se trata de VER, de actuar, de dar un giro de 180 grados y desvelar, en el fondo de la maleza, las huellas de una cultura devastadora, la nuestra. Dicho actuar empieza por un compromiso individual, un ejercicio de autolimitación que parte del desplazamiento del propio ego particular y del yo antropocentrista. Tan solo entonces podremos avanzar juntos (humanos y no-humanos), integrados en la nueva cosmovisión de un mundo más amable y más sostenible.
Hondas barbaries se han cometido en nombre de la cultura. ¿De qué nos sirve ser seres culturales si hemos perdido la capacidad de ser seres ecológicos?, de cantar la canción de la tierra.
Vivimos rodeados de naturaleza que constantemente ignoramos y damos por sentado. No solo en plantas y animales, pero en clima y tiempo también. Cada ser en este planeta tiene su historia y la relata a través de dejar una pequeña huella en pequeños lugares. Y atrás de todo ello, el humano como gestor de todo aquello y al mismo tiempo como uno mismo con ese ecosistema. O mínimo así es como se plantearía que fuera, así es como viviríamos en armonía con todo lo que es igual a nosotros, pero ya en su temprana publicación, el autor se olía los problemas ambientales que se avecinaban debido a nuestra intervención en el mundo. Puedo ver el impacto del humano en la tierra (en toda su extensión de la palabra) desde incluso antes de mi nacimiento, a través de las historias de mis abuelos y mis padres noto como se van perdiendo animales, estaciones, campos, ríos. Noto como los insectos se volvieron oro durante mi crecimiento pues desconozco si encontrare otro de su tipo en mi jardín. El libro narra en su hermosa y poética manera sobre el paso del tiempo en una pequeña granja de Wisconsin, sobre el testimonio de nuestro narrador granjero y sobre los diversos personajes principales que nos presentan, no puedo evitar sentirme maravillada de poder ver a través de los ojos del autor la naturaleza, pero al mismo tiempo solo me siento desanimada e impotente ante todo lo que ocurre frente a mis ojos, sobre todo con los raros cambios de estaciones que hay ahora y con los pocos grillos y cigarras que suenan después de las lluvias. Descansa en paz Aldo Leopold, estarías decepcionado de nosotros como humanidad, perdón por tan poco y gracias por un bello libro verde.
"(...) dejar de pensar que el uso adecuado de la tierra es sólo un problema económico. Examinar cada cuestión en términos de lo que es correcto desde el punto de vista ético y estético, además de lo que conviene económicamente."
Cette compilation de nombreux articles impressionne par sa pertinence et plus encore par l’époque à laquelle elle a été écrite ; L’éthique de la terre a été publiée en en 1933 ! Oui, cela fait bien longtemps que le signal d’alarme a été tiré.
En plaidant pour une éthique de la terre, similaire à celle qui régit nos rapports humains ou avec les animaux, Aldo Leopold souligne l’importance vital, esthétique, culturel ou nourricier… de la terre sur laquelle nous vivons. Non, nous ne pouvons (pour notre propre survie et notre bien-être) en faire n’importe quoi. Il est essentiel de la préserver, ainsi que d’en conserver certaines zones intactes d’une dégradation humaine.
Certes, il s'agit ici de la parole d'un forestier du début du 20e siècle, et certains points de vues environnementaux ont probablement évolué, mais le fond de sa vision reste absolument actuel et se décline aisément pour l'entier du monde qui nous entoure
Un diario, un almanaque, una crónica de la vida en el campo, en relación con la tierra, que todo el mundo debe estar obligado a leer.
Debemos pensar en la ética de la tierra, no como una rama externa de cualquier profesión, sino complementaria. No olvidarnos que todos tenemos y jugamos un papel importante para mantenernos con vida, y que cada especie importa.
Maravilloso, la sensibilidad de Aldo Leopold es conmovedora y muchas de sus ideas no solo no han perdido relevancia con el paso del tiempo, sino que adquieren una especial importancia en el contexto de nuestra crisis medioambiental.
Me ha gustado, aunque no me ha parecido tan interesante como tenía entendido. Es un acercamiento a la forma de ver el mundo natural que tiene el autor, y me gusta en particular cómo no se esconde en ningún momento la evolución ética que tuvo a lo largo de su vida. Puede ser fundacional, pero a las alturas en las que estamos se queda corto. Recomiendo su lectura, pero sin esperar algo revolucionario para la fecha de esta reseña, 2024.
Ay, Aldo Leopold, en general, disfruté mucho leerte pero me genera conflicto que fueras cazador. Aunque ahora por lo menos entiendo mejor, sin apologizar, la relación entre el conservacionismo y los cazadores.