La campagna elettorale permanente, un partito che non è di destra né di sinistra ma “del popolo”, un improbabile contratto di governo, la voce grossa che mette a tacere i giornali, l’odio che penetra nel discorso pubblico, le accuse ai tecnici infidi, il debito, la gestione demagogica e irresponsabile delle finanze. Sono le analogie che minacciano il presente e rischiano di farlo somigliare pericolosamente a un passato che credevamo di esserci lasciati alle spalle.
Quando Hitler nel 1933 divenne cancelliere del Reich, i cittadini tedeschi cominciarono a seguire incantati il pifferaio che li portava nel burrone. La cosa più strana, ma niente affatto inspiegabile, è che avrebbero continuato a credere religiosamente in lui anche dopo che erano già precipitati.
“I nazisti,” scrive Ginzberg, “non erano bravi solo in fatto di propaganda. Toccavano tasti cui la gente era sensibile, blandivano interessi reali e diffusi (non solo gli interessi del grande capitale, come voleva la vulgata). A elargizioni concrete corrispondeva un consenso reale, crescente e formidabile. La cosa che più impressiona è come siano riusciti a trovare consenso anche sui comportamenti più atroci e disumani del regime.”
Le analogie superficiali possono portare fuori strada. Eppure non possiamo farne a meno. La mente umana funziona per analogie. Le analogie si sono sempre rivelate uno strumento potentissimo per capire e distinguere, cioè l’esatto contrario del fare di ogni erba un fascio.
Siegmund Ginzberg è nato a Istanbul nel 1948 in una famiglia ebrea giunta a Milano negli anni Cinquanta. I nonni furono sudditi dell'impero ottomano. Dopo gli studi in filosofia ha intrapreso l'attività giornalistica ed è stato una delle storiche firme de "l'Unità".
Siegmund Ginzberg was born in Istanbul in 1948 into a Jewish family who moved to Milan in the 1950s. His grandparents were subjects of the Ottoman Empire. After studying philosophy, he turned to journalism and has long been a contributor to "l'Unità", the newspaper which he has worked extensively as a correspondent.
Como estudio social, económico, político, electoral y periodístico sobre el fracaso de la República de Weimar y el auge del nazismo el libro es, sin duda, un 4. Sin embargo, y dado que la revisión histórica se presenta como la premisa desde la cual poder desarrollar las analogías presentes en la geopolítica mundial actual, creo que reducir este análisis al argumento "mm, esto parece que me suena de algo" o "esto es como si ya lo hubiera vivido" queda bastante pobre (y no sé si se podría llegar a considerar algún tipo de falacia). En otras palabras, pensaba que gran parte de los elementos globales que definen el ritmo de nuestro tiempo -entre los que podemos destacar la tensión provocada por un clima de continua campaña electoral marcada por la rápida difusión de discursos de odio a través de las redes sociales- iban a tener un peso mucho mayor en esa analogía entre el contexto de 1933 y el de 2024.
Todo esto para que ese 'no sé qué' en el ambiente pueda sintetizarse infinitamente mejor en un simple tweet: Tiempos orwellianos...,
I nostri anni come quelli culminati con l’ascesa al potere di Hitler nel 1933. Leggere Sindrome 1933 a sei anni dalla sua pubblicazione, gli anni della prima presidenza di Trump e del governo Di Maio/Salvini, è ancora più pregnante di allora. ”Corsi e ricorsi storici”, analogie, similitudini? Ginzberg, che scrive ”In realtà la storia, ammesso che sia ripeta, non si ripete mai allo stesso modo. […] Il nostro mondo è molto diverso da quello dal 1933. Ma alcuni sintomi, segnali, processi, atteggiamenti si assomigliano”, ricostruisce il percorso verso la catastrofe attraverso la crisi politica ed economica della Repubblica di Weimar, tra demagogia, populismo, antisemitismo, elezioni politiche ripetute e non risolutive, ruolo dei media, utilizzando fonti storiche pubblicate, giornali e letteratura dell’epoca. Come Ginzberg, anch’io ”Da qualche tempo quasi non passa giorno senza che le notizie mi diano una sgradevole sensazione di déjà vu”. L’alter ego letterario di questo saggio potrebbe essere ”Da noi non può succedere”, di Sinclair Lewis, una illuminante ucronia distopica pubblicata nel 1935 in cui si può leggere ”Perché hai tanta paura della parola ‘fascismo’, Doremus? È solo una parola… solo una parola! La sostanza, poi, non è così cattiva, con tutti quei vagabondi, straccioni, mendicanti di oggi che vivono con le mie tasse sul reddito e con le tue… non sarebbe così male un vero Uomo Forte come Hitler o Mussolini… come Napoleone o Bismarck ai vecchi bei tempi… che abbiano la possibilità reale di governare il paese e renderlo di nuovo efficiente e prospero. In altre parole, noi siamo malati, ci vuole un medico che rimetta in salute il malato, che lo voglia o no.” Ha certamente ragione Ginzberg secondo cui ”Il linguaggio becero, la maschera da cattivo, le sparate retoriche, le iperboli sono una componente costante del linguaggio populista. Servono a ‘parlare come il popolo’, a ‘farsi capire dal popolo’. ma non sono mai neutri, innocenti. la propaganda costringe chi la fa a mantenere la parola, osservava lo storico tedesco Martin Broszat a proposito della retorica incendiaria e apocalittica di Hitler. Notava che la popolarità di Hitler era dovuta in buona misura al fatto che diceva apertamente, brutalmente, a voce alta quello che la sua audience pensava tra sé e sé.”
Lo mejor que he escuchado sobre el fenómeno fascista-oligárquico que parece gobernar el mundo ha sido la reflexión de Ezra Klein sobre el primer discurso de Donald Trump ante el Congreso estadounidense a principios de marzo. Klein decía que Trump, rodeado de racistas, “tradicionalistas” y conspiranoicos, busca imponer un orden antiguo, pero no el orden retrógrado sin mujeres ni minorías, sino uno mucho más viejo: el orden del clan que le rinde tributo a su jefe.
A Trump no le importa una agenda concreta, le importa la lealtad de los que se acercan a su poder. En palabras de Klein: “The hierarchy he wants is the hierarchy of the clan with the big-man chief at the top. What matters is the tribute you pay to the chief. And I think he’s perfectly happy to have you pay that tribute if you are white, if you are Black, if you are a woman, if you are male”. Trump puede ser racista, machista y negacionista, sin ninguna duda, pero lo que esconde es más difícil de enfrentar.
Pensaba en eso mientras leía este libro, que señala paralelismos entre la Alemania que eligió al nazismo y nuestra época de elecciones enloquecidas. Desde la búsqueda de un enemigo interno –el judío o el migrante moderno–, la debilidad de los políticos tradicionales perdidos en batallitas internas, o –esta me pareció sensacional– una obsesión mediática-cultural por el ‘true crime’ y la crónica roja, las coincidencias que encuentra son brutales, pero Siegmund Ginzberg parece querer decir algo mucho más complejo que “¡Han vuelto los nazis!”.
El gran acierto y el miedo que enciende este libro está en demostrar que Hitler inauguró una manera de hacer política que entró en fase de aceleración en nuestros días. Como la Agrupación Nacional francesa, Hitler se vendió al mundo como alguien que respetaría las reglas; como Donald Trump, Hitler premió a los leales a su causa y destruyó a sus enemigos; como Javier Milei, Hitler entendía que a la verdad se le gana con sensacionalismo, que importa muchísimo más el ánimo que enciende una noticia falsa que los datos de la realidad. Como todos ellos, Hitler construyó hegemonía y comunidad de las ruinas de un sistema político que no le da nada a los que menos tienen.
La reflexión de Ginzburg sobre el saludo nazi, que llegó a sustituir a cualquier saludo normal, sirve de ejemplo. No lo hacían los leales y los que no se querían meter en problemas, sino que terminó construyendo algo mucho más profundo: “El ‘Heil Hitler!’ también podía servir para reivindicar un reconocimiento social, ya que sustituía en lo cotidiano las fórmulas más corteses. Cuando el cartero saludaba a los vecinos con un ostentoso Heil Hitler!, denotaba que era un ‘Volksgenosse’, un compatriota, un semejante. De manera parecida, cuando a la entrada de la cantina el patrón recibía con el brazo extendido a trabajadores que antes no merecían su saludo, no borraba las diferencias sociales pero reconocía nuevos derechos a sus empleados. En definitiva, transmitía una sensación de igualdad, de objetivos comunes, a la manera del «camarada» de la izquierda de antaño, del «tovarich» de la Unión Soviética o del «tongzhi» en China. Así, en palabras del historiador Peter Fritzsche, «Poner [el nuevo saludo] solo en boca de los fanáticos supone ignorar que los alemanes se adaptaron más o menos voluntariamente al ideal unitario de la Comunidad del Pueblo (Volksgemeinschaft)”.
La pregunta que Ginzburg deja en el aire no parece ser la de si los malos de ahora son tan malos como los de antes, que eso está claro. Ya está todo inventado. La pregunta, mucho más horrible, es cómo vamos a hacer para ganarles esta vez.
El libro me decepcionó bastante. Más allá de que se puedan trazar algunos paralelismos entre los gobiernos de derecha actuales y el nazismo, me parece que es una reducción simplista el solamente limitarse a narrar los hechos terribles de 1933 y resumir la reflexión en "esto me suena a algo".
El libro no cumple las expectativas que se le esperan. Ni desarrolla con profundidad las causas del auge nazi en Alemania (lo que hubiera sido de suma curiosidad por cuanto ciertos datos que aporta son interesantes) ni tampoco llega a definir con claridad las analogías que-a su juicio- existen en el presente.
Las comparaciones con la actualidad son superfluas, llanas y cogidas por pinzas. En la mayoría de casos son simples ataques -legítimos- a la administración Trump y a la extrema derecha italiana.
A modo de ejemplo: el autor llega a asemejar los campos de reclusión de inmigrantes con los campos de concentración y exterminio (¿?), completándolo con el hecho de que cualquier política europea contraria a la entrada irregular de inmigrantes se iguala a las políticas antisemitas nazis (¿por qué no cita países como Australia o China que tienen una política más agresiva a este respecto?).
3.5 ⭐"No dejo de repetirme que la de 1933 es otra historia, una pesadilla de la que desde entonces nos hemos esforzado por despertar. Parecía que lo habíamos conseguido. Intento esperanzarme con el reconfortante aforismo, popularizado por Marx, de que la historia siempre se repite dos veces: la primera, como tragedia; la segunda, como farsa. Pero ¿y si no ocurriera así?¿Y si se invirtiera el orden, se comenzara por la comedia y se acabara con la catástrofe, o en ambos casos se produjera como tragedia? Las pesadillas de ayer dan coletazos hacia el futuro. ¿Y si, de repente, una pesadilla de la que habíamos despertado hace tiempo, que apenas recordábamos, arremetiera mortalmente contra nosotros?".
Un libro necesario. Producto de una sensación, "esto me suena de algo", dice el autor. Y muestra las (demasiadas) similitudes de la situación actual con lo que pasó en Alemania en 1933. Y es le preocupa. Mucho. Muy bien escrito, te mete en la historia, engancha (no pude dejarlo, lo acabé en tres días). Es un buen periodista, y se lee como un reportaje, muy documentado, y hablándote de lo que pasa y pasó, ¿comparando?. No es un pronostico, dice el autor, "no pretendía hacer predicciones, y menos aún vaticinios. Aparte, de poco servirían.(...) Es bien conocida la aversión que despiertan los profetas, en especial entre su propio pueblo.(...) Que circunstancias similares desembocaran en determinados hechos no implica que el resultado se repita. Crucemos los dedos porque podría ser peor."
Fantástico libro que narra cómo Hitler llego al poder en 1933. Da miedo ver las analogías que se empiezan a dar (países al borde la llegada del populismo y la derecha radical) y ya se están dando (segundo mandato de Trump). Recomiendo leer paralelamente En el Jardín de las Bestias de Erik Larson.
La sindrome del titolo si riferisce a "una serie di sintomi e segnali che costituiscono le concause di una malattia o processo degenerativo". Nel parlare del 1933, anno fondamentale per l'ascesa nazista, Siegmund Ginzberg cerca, in modo esplicito, analogie e rassomiglianze con il mondo di adesso. Sindrome 1933 non è un saggio storico che ha intenzione di spiegare e ricostruire l'anno in cui i nazisti, in modo apparentemente repentino e sorprendente (sottolineo apparentemente) sono saliti al potere in Germania, bensì è più vicino a un trattato di storiografia medica: "Il nostro mondo è molto diverso da quello del 1933. Ma alcuni sintomi, segnali, processi, atteggiamenti si assomigliano. Non sono identici, ma si evocano in qualche modo". Il grosso equivoco, quando si parla del rischio che stiamo correndo questi anni, della deriva autoritaria, del revanscismo dei fascismi è credere che la Storia si ripeta in modo identico. Che l'abisso sia unico. Il nazismo non tornerà, così come il fascismo. Non con quello stesso aspetto. Non voglio dire che l'abisso verso cui stiamo andando sarà migliore o peggiore rispetto a quello di settant'anni fa, perché farebbe soltanto gioco dell'abisso: quale orrore può reggere il confronto senza essere sminuito davanti alla Shoah? Ma di certo non ci rende le cose meno cupe. Tutt'altro. Significa che sarà un abisso diverso, ma pur sempre abisso. Non ma consigliabile fare una classifica di gradevolezza dei regimi autoritari. Comunque, tutto questo per dire che l'analogia che porta Ginzberg va fatta non tanto fra la roba brutta che scorgiamo (anche se non vogliamo) all'orizzonte e il Nazismo, quanto più fra oggi, adesso, 13 maggio 2019 e il 1933. "Più proseguivo nell'indagine, più la vittima, la Repubblica di Weimar, aveva un volto vagamente famigliare". Noi siamo il 1933. E ad ammazzarci non sarà il Nazismo, ma qualcosa di altrettanto spiacevole. Ecco, perché è questo il punto fondamentale - e forse uno dei più inquietanti: il Nazismo non è stato un fulmine a ciel sereno. Non è stato un cancro che ha colpito un corpo altrimenti sano. Per carità, è vero che la Repubblica di Weimar era una democrazia particolarmente libera, dotata di suffragio universale, con un'enorme numero di quotidiani pubblicati (quanto Francia, Regno Unito e Italia messi insieme). Ma appena sotto la superficie si muovevano forze oscure e violente: i governi crollavano con una frequenza spaventosa, la situazione politica era instabile, se non proprio ingovernabile, i quotidiani davano grande spazio al sensazionalismo, a notizie (inventate) di violenza, spesso a sfondo antisemitico - "Non erano stati i nazisti a inventare l'antisemitismo. Si sarebbero limitati a portarlo alle estreme conseguenze". Emblematico è l'esempio che fa Ginzberg della fascinazione dei tedeschi per i serial killer, per i loro aspetti più truculenti e scandalosi. Come una febbre, una sete, che profetizzava l'enorme spargimento di sangue che sarebbe avvenuto da lì a poco. L'avvento del Nazismo, quindi, non fu una malattia improvvisa, ma fu qualcosa che fu covato a lungo dentro la Repubblica di Weimar e che, infine, accadde, esplose, come un bubbone pieno di pus. L'uno e l'altra sono legati inestricabilmente: "Praticamente erano stati i giornali di Hugenberg [magnate dei media ultraconservatore] a creare il clima di opinione, l'isteria xenofoba, antigiudaica e antibolscevica, le fandonie sulla "pugnalata alla schiena", sul "complotto internazionale" su cui sarebbero cresciuti i nazisti". Questo caos, soltanto superficialmente mitigato da una struttura democratica è stato il caos perfetto per lasciar spazio al nazismo. Anzi, è proprio grazie alla struttura democratica che il nazismo è riuscito a salire al potere prima di tutto: nelle elezioni del 1933, le ultime libere, prima della repentina svolta autoritaria (così poco sorprendente, eppure così inattesa), il partito nazista s'era preso il 33% dei voti. Il partito più votato. Ma, la Repubblica di Weimar era una democrazia basata sul proporzionale. Il 33% non sarebbe bastato a salire al potere. A quello ci pensarono la destra e la sinistra, Dnvp (Partito popolare nazionale tedesco) e Spd (Partito socialdemocratico): entrambi in forte declino, incapaci di capire il pericolo rappresentato dal partito nazista, convinti che fosse soltanto un fuoco di paglia, un abbaglio momentaneo e che il vero nemico fosse l'altro, il Dnvp, la destra, si alleò con i nazisti in un contratto di governo, certi che a) sarebbero riusciti a tenerli a bada e b) che se li sarebbero mangiati in poco tempo. Ovviamente, col cazzo in entrambi gli scenari. Il punto di svolta per il partito nazista all'interno del sistema elettorale tedesco, fondamentalmente polarizzato in destra e sinistra, fu quello di "dichiararsi né di destra né di sinistra, ma del popolo. Si dicevano allo stesso tempo nazionalisti e socialisti, oltre che partito dei lavoratori. Beninteso dei lavoratori tedeschi. [...] L'elettorato tedesco, che prima oscillava con regolarità tra i poli tradizionali, divenne mobile". E' così che muore la libertà, insomma, tra scroscianti applausi. Uno dei concetti fondamentali ora come ora è la Finestra di Overton - Ginzberg non ne parla, ma ormai sto partendo per la tangente, sopportatemi. In pratica, una nuova idea, che so, lasciare morire la gente in mezzo al mare, inizialmente ci appare come impensabile, viene rifiutata completamente. Overton ipotizzò che, tramite l'opinione su quell'idea potesse essere manipolata e spostata man mano da impensabile a legalizzato, attraverso quattro momenti intermedi, radicale, accettabile, sensato, diffuso. Per rendere accettabile quell'idea del cazzo - ripeto: lasciar morire delle persone nel mare - è necessario innanzitutto sminuire quelle persone, non renderle più persone, bensì clandestini, stupratori, invasori. L'idea ci apparirà allora esagerata, ma in fondo non così sbagliata nei fini. E così via. L'apertura della Finestra di Overton, nel caso del 1933, con gli ebrei, non fu a opera del nazismo. Ci si inserì, ne cavalcò l'onda: "Un guadagno enorme, tanto enorme da farmi ritenere che l'antisemitismo dei nazisti non sia un'applicazione particolare della più generale teoria della razza, ma che essi abbiano ripreso e sviluppato la teoria generale solo per dare un fondamento durevole e scientifico all'antisemitismo. L'ebreo è la persona più importante nello stato hitleriano: è la testa di turco, il capro espiatorio più popolare, l'antagonista del popolo, il denominatore comune più evidente, la parentesi più adatta a racchiudere i diversi fattori. Se al Fuhrer fosse finalmente riuscita l'auspicata eliminazione di tutti gli ebrei, ne avrebbe dovuti inventare di nuovi, perché senza il diavolo ebraico [...] senza l'ebreo tenebroso non sarebbe esistita l'immagine luminosa del tedesco". Ebrei, Patto di Versailles, complotto giudaico, nulla fu inventato dai nazisti. I nazisti sfruttarono soltanto ciò che era già radicale, ma forse quasi quasi accettabile. E se sostituiamo agli ebrei, i migranti a che punto stiamo noi? Quanto è già troppo tardi? Sindrome 1933 è un libro scritto da un uomo che è terrorizzato, che guarda al futuro con angoscia, con la sensazione di trovarsi davanti a un incubo imminente, a un uroboro infernale. A un certo punto Ginzberg fa emergere tutta la sua angoscia, tutta la sua paura, annotando come non ci sia alcun motivo per cui la Storia debba accadere una prima volta in tragedia e una seconda volta in farsa. Potrebbe accadere due volte in tragedia. O anche peggio. Perché, ecco, la verità è piuttosto angosciante: non abbiamo la più pallida idea di quanto potrà andare male stavolta. Certo, difficilmente accadrà un altro nazismo, il mondo non è più quello del 1933, l'Europa ha perso la sua importanza, il cambiamento climatico è la nostra spada di Damocle e così via. Ma nulla di tutto questo è rassicurante. Tutt'altro. E' come stare per buscarsi la peste bubbonica mentre si guida una macchina a duecento all'ora contro un muro. Eppure, il dovere morale che abbiamo tutti è quello di non far finta di non vedere. Perché gli abissi sono tanti e sono uno diverso dall'altro, ma non siamo giustificati a far finta che non ci siano. A far finta che vada tutto ok. Abbiamo il dovere morale di essere spaventati. E il perché è semplice: perché ciò che ci fa spaventa non è normalizzato. Perché ciò che ci spaventa non è accettato. E finché è così, allora, forse forse, ci sta un po' di speranza di guarigione da questa Sindrome 1933.
L'idea di trovare elementi di similitudine tra il 1933 e oggi mi era sembrata interessante, ma questo libro è, per il 95%, un manuale di storia con fatti dettagliati e poco commentati, mentre resta solo un 5% scarso per la comparazione.
Un obiettivo interessante, quello di spiegare una sensazione di déja vu/vécu nell'osservare la situazione sociopolitica dell'Italia gialloverde, andando ad associarvi per analogia l'anticamera del Terzo Reich, le condizioni socioeconomiche e le dinamiche politiche che contribuirono a e determinarono l'ascesa del nazismo.
Peccato che un libro potenzialmente di grande impatto si risolva in una scrittura approssimativa, un ibrido insipido tra racconto e documentario, risolto in una serie di dettagli storici (di grande interesse e ampiamente documentati, per quanto la bibliografia non sia sufficientemente "scientifica" nell'indicazione esatta delle fonti) alla fine di ciascuno dei quali l'autore si sente in dovere di spiegare (in realtà accennare in modo superficiale) "for dummies" l'analogia di per sé già evidente con episodi o atteggiamenti ricorrenti nel "Governo del cambiamento", dando per scontato che il lettore non abbia dimestichezza con o consapevolezza di ciò che gli sta intorno.
Insomma, un libro utile e fruibile in quanto a nozioni storiche, ma che può risultare fastidioso per la velata presunzione (probabilmente inconsapevole) con cui viene trattato il lettore.
Excelente planteo desde lo histórico pero sin hacerlo de una manera aburrida o arrastrada. Su planteo dinámico y lleno de referencias hace que todo marche bien en la lectura. En mi caso también me llevo más material para seguir investigando y datos nuevos.
Es terrible pensar o dilucidar, a raíz de esta lectura, que muchas veces no tomamos las lecciones que la historia nos ha deparado. Como "se dice": quién no conoce la historia, está condenado a repetirla. Y parece que en pleno Siglo XXI estamos llevando esa sentencia a la realidad.
Ginzberg, simplemente nos narra como Hitler llegó al poder: desde sus primeros discursos, la noche de los cuchillos largos, el papel de la prensa, la negociaciones políticas y dejases; para ir rastreando los paralelos, terribles, que tenemos hoy en día con un pensamiento fascista. El enemigo, que hoy son los migrantes en general y en esa época las y los judíos, la mentira de hacer crecer y hacer grande nuevamente a Alemania (¿no te suena ese lema hoy en día?), como los partidos de centro y de izquierda no veían una grave amenaza más que en el discurso, para luego verse simplemente acorralados y expulsados del ejercicio del poder, y cómo un pueblo entero "cayó" bajo una política que les indicaba que volverían a sentirse orgullosas y orgullosos de quiénes eran. Todo, de manera terrorífica y lamentable, podemos encontrar un paralelo con lo que vivimos hoy en día con la nueva ola neoconservadora que atraviesa gran parte del mundo, o al menos, sus centros neurálgicos de poder.
Es por ello, que la lectura de una libro como este, se hace indispensable para comprender, entender y quizás que nos invite a actuar de alguna forma u otra, para que el año 1933, no se vuelva a repetir nunca más en la historia de la humanidad. Vamos en desventaja, pero aún no está todo perdido: ¿lo estará en algún momento? Tengo fe que no.
El libro es sencillo y, en ocasiones, vago. No encontrarás grandes reflexiones ni análisis profundos sobre el tiempo presente o los acontecimientos de 1933, pero tampoco creo que ese sea su cometido. Su papel es sembrar la duda y la reflexión en el lector, invitarnos a pensar qué papel jugamos en el mundo en el que vivimos. En ese sentido, cumple una función interesante, aunque muy pobre.
Como estudiante de Historia, este libro me parece un auténtico desastre, porque está construido a partir de los acontecimientos futuros y no de la realidad que trata de narrar. Fuerza constantemente la relación entre hechos del pasado y la realidad del presente; a veces aprieta tanto la maquinaria que resulta hasta estúpido, como si un padre regañara a un hijo por cosas que aún no han ocurrido. El presente no es 1933; vivimos en un mundo diferente. Y, mientras sigamos fijándonos en los gigantes (fantasmas del pasado) que creemos ver a nuestro alrededor, perdemos de vista los molinos que realmente rigen nuestro modo de vida.
Creo que no hace falta relacionar los hechos del pasado con acontecimientos del presente para meter miedo al lector: la realidad es suficientemente cruel como para darnos cuenta del mundo en el que vivimos. Mientras asistimos a una degradación constante de nuestras condiciones materiales, al mismo tiempo nos encontramos en un nuevo periodo de carrera armamentística y en un genocidio en Palestina. Los que se lucran con la guerra son llamados hombres de paz. El pasado rima, pero nunca se repite, y, si queremos aprender de él, deberíamos empezar por tener claro que las luchas de antaño no son las mismas que ahora.
Aunque compara a los judíos con los inmigrantes de toda índole actuales, creo más bien que es un repaso histórico muy interesante y bien elaborado sobre 1933 y lo que supuso para el partido de Hitler, ya que fue cuando se hizo con el titulo de Canciller.
En el repaso histórico es muy interesante como va comentando cómo se veía entre la sociedad alemana la amenaza de Hitler, sus estrategias de comunicación, que para ser "nacionalSOCIALISTA" acabó tanto con la derecha como con la izquierda (siempre tan exageradamente fragmentada, da igual país y época), como se iban perpetrando campañas contra los judíos (aunque hubiesen muchos totalmente alemanes, separando algunos de mixtos o casi mixtos...), por qué el pueblo llano lo aceptó, etc.
Me falta que hubiese comentado el contexto desde la primera guerra mundial. Se que hay muchos libros al respecto, pero muchos tocan el tema del holocausto (es decir, la historia entera) o son densos y quería leer algo más ligero.
Aunque se centra en 1933 (intentando comparar cosas de aquel entonces con algunas de ahora, sobre todo con Trump o, intuyo, políticos actuales de Italia), también menciona de forma breve años anteriores (diría que va desde 1931 a 1934).
Es el primer libro de la editorial que veo, y me ha gustado bastante la edición. A ver si puedo pillar alguno más (este apunte son por mis manías estéticas...).
Conclusión, me ha parecido muy interesante y entraba solo, lo leía realmente rápido. No profundiza en exceso (para mí fortuna) en el lado más salvaje o bestia que tenían los nazis en sus campañas, pero no lo veo nada negativo.
Este libro recopila una serie considerable de similitudes entre la llegada de los Nazis al poder y los lideres de ultra derecha actuales en todo el mundo.
Se destacan el comun uso de las constantes acusasiones a las minorias, principalmente los inmigrantes o la comunidad LGBTQ+, de crimes sexuales a menores, el uso del insulto y la demonizacion constante del oponente, las figuras de ultra derecha payasescas, subestimadas por los partidos políticos tradicionales, el empresariado y los intelectuales, la fagotización de los partidos tradicionales de la derecha conservadora, el odio extremo a la prensa tradicional, insultada y acusada de mentirosa constantemente por los populistas de derecha, el uso de los medios alternativos (tabloides en el caso de los Nazis) que ganaron una popularidad "viral", alcanzando una distribución de 2 millones de ejemplares entre un público mayormente adolecente, gracias al uso de la sexualidad y el lenguaje soez para demonizar a los inmigrantes (en su mayoría judios escapando de la violencia en el este durante 1933) y a los homosexuales, valiendose casi exclusivamente de la desinformación y la mentira.
En algunos paises modernos se repite tambien la concetración del poder gracias a la claudicación del parlamento que le otorga al lider poderes excepcionales con la sola oposicion minoritaria de los social demócratas.
Las coincidencias son tantas que uno llega a sospechar que los actores actuales están usando esta experiencia anterior como un manual a seguir para alcanzar el poder.
Llegué a Síndrome 1933 con muchas expectativas, avaladas tanto por la prensa como por distintas figuras políticas, pero la lectura me ha dejado sensaciones encontradas. El libro ofrece un recorrido claro y accesible por el año 1933 y explica cómo los nazis ascendieron al poder y acabaron con la República de Weimar.
Como aproximación a ese periodo histórico concreto, funciona bien: es didáctico, se lee con facilidad y resulta inquietante comprobar lo frágil que fue el sistema político que permitió la llegada de Hitler al poder.
El problema aparece en los paralelismos que el autor establece de forma constante con la actualidad. En muchos casos estas comparaciones se quedan en simples déjà vu (así mismo lo asegura el autor en algún pasaje del libro) y no terminan de estar suficientemente justificadas. Interesante como repaso histórico, pero menos convincente en la tesis que intenta trasladar al presente.
Interesante incursión en el año del ascenso del nazismo –de doce meses que se convertiran en doce años de repercusiones y horror–. Me interesaron los capítulos alrededor de la fascinación alemana con los asesinatos seriales y la influencia de estos hechos en el cine expresionista de Murnau y Lang; la manera en que Ginzberg enuncia las relaciones del Tercer Reich con la institucionalidad y los diferentes planos discursivos: comunidades religiosas, empresarios, periódicos; y el análisis de diferentes aristas de la Alemania de Weimar.
Me pareció contundente en principio y, ya hacía el final, un poco laxo.
El planteamiento de paralelos con los gobiernos de Trump, Salvini y Orban inquieta. Me habría gustado más profundidad en ese abordamiento de equivalencias y mayor rigor a nivel general en el texto.
Me pareció un muy buen libro que explica la caída de la República de Weimar y el ascenso de A Hitler al poder con su ideología el nazismo en Alemania. Alemania en esa época estaba dividida en muchos partidos. Los cuales de a poco fueron desapareciendo o fusionándose hasta que el pueblo le otorgó la mayoría de votos al partido Nazi porque querían un CAMBIO de lo que venía sucediéndose hasta la fecha. Muchas Bibliografía consultada para realizar este ensayo que muestra cómo desde 1933 hasta 1945 se silenció a la prensa, los discursos eran violentos, se aplicó la política de emigración de la raza no aria, se exterminaron millones de judios, que llevó a desatarse la guerra.
Es un libro recomendable para entender la política Alemana de los años 20 y 30. Y como varios hechos políticos se repiten en la actualidad.
Es un libro con mucho hype quotes no es mas qué un señor enojado que quiere que sepamos que está enojado. Esperaba encontrarme con un estudio de la sociedad de 1933, la política y la circunstancia que llevó a Hitler al poder y como podemos encontrar esos rasgos en la actualidad. pues no, no es más que un compendio, un collage de datos de otros libros, netamente sobre la política, social y económica, de Hitler, y su relación con la actualidad es que al autor le dan deja vú que no explica, simplemente su sensación. Todo está argumentado con frases como "está en YouTube" o el uso de adjetivos para nombrar a personas, sin explicación. No es un estudio serio, simplemente dice que siente lo que muchos sienten y por eso lo entronizan.
Impresionante analogía entre el ascenso del nazismo y el actual auge de la extrema derecha en Europa, que sirve para entender cómo los alemanes aceptaron el régimen nazi. Cuenta con muy buenos ejemplos de la utilización del odio hacia el migrante y hacia la izquierda y de cómo los nazis supieron explotar las debilidades de la democracia para sentenciarla a muerte. ¿Puede repetirse la historia? Este libro no da la respuesta, entre otros motivos porque el propio autor admite que los tiempos son distintos, pero sí obliga a analizar el momento histórico que vivimos ahora y el riesgo de que derive en algo parecido.
El libro esta escrito desde el presente comparando de manera permanente el momento actual( en eeuu y en italia) con lo q ocurrió con la aparicion y crecimiento del nazismo. no estoy de acuerdo en nada, pero es cierto q se encuentran muchas coincidencias sobre todo en los momentos muy iniciales del movimiento en alemania. cuestiones sociales vinculadas a la seguridad, el tratamiento a los inmigrantes la relación con la.prensa, el populista, el otro como enemigo son llamados de atención q incluso para tipos q no están de acuerdo con el espíritu de asimilación del libro merecen atencion
Es un libro que creo que la segunda vez que lo lea va a ser un 5/5. Da una visión muy distinta a las demás sobre como fue el auge del nazismo en la Alemania de los años 30, y el símil con la actualidad es bastante realista; sobre todo, viendo como ha evolucionado el 2º mandato de Trump. Si bien hay conceptos de economía o política que no entiendo del todo, es muy sencillo de seguir y no suscita ningún tipo de problema.
Otra vez más, se demuestra que los humanos somos los únicos animales que tropezamos 2 veces con la misma piedra, y le echamos la culpa al camino.
Un assaig històric i polític molt ben lligat amb els discurs d’extrema dreta del present. Pot ser es nodreix molt d’aquesta visió que estem tornant a viure els anys 20 del segle passat: inestabilitat econòmica i geopolítica que obre la porta a discursos d’odi i genocides. Pot ser si, però les imatges de la policia anti-imigració dels EUA té uns aires molt semblants a aquells anys 20-30 a l’Alemanya de l’auge nazi amb grups com les SA patrullant i impartint “justícia”.
"E invece, a rileggere di come fece una brutta fine la più vivace e avanzata democrazia dell’Europa di quei tempi"
Ma si negli anni '30 tutto andava bene, scorrevano fiumi di latte e miele, i tedeschi si saranno impazziti. La democrazia liberale era bellissima, fantastica, chi avrebbe potuto rifiutarla? Libricino non molto serio.
Maravilloso y espeluznante a la vez. Sabiendo que todo lo que narra es cierto, no deja de parecer en ocasiones una novela distópica de ciencia-ficción, me sigue pareciendo increíble todo lo que cuenta. Una lectura obligatoria para estos tiempos que corren.
¿Cómo puede ser que pueda detectar cosas que suceden ahora, iguales a las que sucedieron en los años 1930? ¿Cómo puede ser que no se aprenda nada? ¿Cómo a veces la gente puede ser tan despreciable? muy buen libro, muy triste la realidad.
Bel libro e bella scrittura, molto scorrevole. La lettura trasmette un senso di inquietudine per il parallelismo tra la Germania del 1930/1933 e l’Italia di oggi...