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136 pages, Paperback
First published January 1, 1940
“El amor es en sí mismo una exageración que tiene tendencia a ser contagiosa.”Es verdaderamente sorprendente lo desconocidos que son novela y autor, muchísimo más de lo que se merecen. “El halcón peregrino” es una magnífica novela, una novela que, como Sontag en su ensayo “Cuestión de énfasis” o Michael Cunningham en el prólogo que acompaña a la obra en la edición que he tenido la suerte de leer, relacionan o equiparan con obras como “El buen soldado”, “Los papeles de Aspern” o “El gran Gatsby”. A mí me recordó muchísimo a la obra de Fitzgerald, por su estilo, por el tipo y la complejidad de los personajes, porque en ambas se elige la primera persona y el punto de vista de un espectador más o menos neutral respecto de los hechos escandalosos que narra.
“Cuando el amor te ha dado satisfacciones descubres que una gran parte del resto de tu vida es solo el pago por ellas.”
“Poseía ese aire de inocencia que suele ser típico de las mujeres adoradas por muchos y atormentadas por uno solo.”Una mirada melancólica, reflexiva y lastimosa de un ya maduro Alwyn Tower (protagonista de una novela anterior del autor, “Las abuelas”) a un significativo hecho de su pasado. Como toda narración en primera persona, lo dicho es una visión subjetiva, quizás reconstruida, quizás reinterpretada, del suceso en verdad acaecido, del que además solo se tiene, claro está, una perspectiva parcial. Tan importante es lo que se dice como lo que se calla y tan o más interesantes que las acciones de los personajes protagonistas del suceso son las reflexiones y conclusiones del que las cuenta y lo que de él nos dicen ambas.
“Odio a los animales que adquieren ese tipo de sentimientos: que reconozcan el timbre de tu voz y acudan a tu olor deseando ser tocados… Lo detesto. Es como una parodia de nuestra conducta, todavía peor.”
“¿Cuánta libertad constituye un estímulo para el hombre, y cuánta empieza a ser un desperdicio, una locura?”... y, sobre todo, un gran símbolo.
“Solo un halcón como individuo es esclavo; la especie es libre… Entonces sucede al revés que en la especie humana… solo el individuo puede aspirar a liberarse a sí mismo.”
To my mind, The Pilgrim Hawk stands unembarrassed beside Ford Madox Ford’s The Good Soldier, F. Scott Fitzgerald’s The Great Gatsby, and Henry James’s “The Aspern Papers.” […] Each shares the conviction that, as far as human affairs are concerned, it may be better to live hugely and tragically, even in the service of some grand, ardent mistake, than submit to the seductions of mildness, reason, and order.One sees what he means—and yet I wasn’t convinced that The Pilgrim Hawk is quite as good as that. Certainly, the narrator of the novel, Alwyn Tower, is a figure reminiscent of Nick Carraway in Gatsby: a participant in the action, but as the observing centre, always on the outside.
Unrequited passion; romance put asunder by circumstances or mistakes; sexuality pretending to be love—all that is a matter of little consequence…compared with the long course of true love, especially marriage. In marriage, insult arises again and again and again; and pain has to be not only endured, but consented to; and the amount of forgiveness that it necessitates is incredible and exhausting. […] To see the cost of love before one has felt what it is worth is a pity; one may never have the courage to begin.Just who Tower is talking about here I leave readers to ponder for themselves.
