Jump to ratings and reviews
Rate this book

Venciendo la Adicción al Porno: 7 Pasos para tener una Vida Sexual Sana

Rate this book
Con Venciendo la adicción al Porno, Gonzalo Salinas nos entrega un revelador testimonio, donde le damos una mirada al mundo oscuro y destructivo de la adicción a la pornografía. El autor nos cuenta de forma impactante historia, como estuvo cautivo en esta adicción por más de dos décadas y como ella casi lo lleva al suicidio. Este libro da una mirada cruda, rigurosa a una industria que ha encarcelando la atención del hombre contemporáneo, dictando las reglas de la intimidad, afectando la salud y secuestrando la esencia de la sexualidad. Un alegato a favor de la vida y lleno de herramientas prácticas para ayudarte a salir de la prisión de la pornografía, Venciendo la Adicción al porno, es una obra directa, polémica y sin pelos en la lengua, que te hará reflexionar sobre una de la epidemias más atroces que recién asoma en nuestra sociedad.

206 pages, Kindle Edition

Published April 11, 2019

19 people are currently reading
110 people want to read

About the author

Ratings & Reviews

What do you think?
Rate this book

Friends & Following

Create a free account to discover what your friends think of this book!

Community Reviews

5 stars
18 (48%)
4 stars
12 (32%)
3 stars
3 (8%)
2 stars
3 (8%)
1 star
1 (2%)
Displaying 1 - 4 of 4 reviews
Profile Image for Steven Medina.
291 reviews1,362 followers
June 21, 2022
La pornografía te destruye. Tú no necesitas estar masturbándote frente a una pantalla, no necesitas llenar tu mente de morbo, no necesitas consumir esta porquería. No destruyas tu vida.

La honestidad es una regla de oro en mi vida. Después de los conflictos emocionales que sentí en mi adolescencia por ocultar mis deseos, he procurado ser honesto la mayor cantidad de tiempo porque las mentiras me llevaron por el indeseado camino de la depresión: No quiero regresar a ese estado jamás. En esa búsqueda de mi verdadero «yo» hace varios años, descubrí que poseo un espíritu libre y rebelde que necesita expresarse, atreverse, y desnudarse —incluso literalmente—. Esa es mi verdadera esencia, necesito seguir ese camino incluso si lo que tenga que decir pueda dejarme en ridículo, ser tachado por pensar de X o Y forma, etc. Es por ello que esta reseña puede ser una de las más importantes que haya realizado hasta el momento, ya que me obliga a ser valiente y contar una oscura verdad, a pesar de que me genera muchos conflictos emocionales en mi interior. Reconocer que soy adicto a la pornografía no es nada fácil de declarar. Cuando se da a conocer que tenemos una adicción, la que sea, oportunidades de trabajo, amigos y familiares parecen rechazarnos automáticamente con su gran barrera de escudos invisibles que imposibilitan nuestro acercamiento. No propongo que sean hipócritas y finjan que no les importa, pero si sería mejor si existiera un poco más de tolerancia por los defectos y adicciones que puedan presentar las demás personas. A todos nos puede pasar, nadie quiere ser un adicto, pero poco a poco nos volvemos en uno sin siquiera darnos cuenta.

El problema con el porno es que crecemos con la idea de que mirarlo está bien. Todos lo hacen, se masturban, conocen los nombres de las actrices y de los actores, en Twitter lo publican sin censura, etc. Vivimos en una época donde se buscan romper todos los tabús sexuales, eso es genial, pero la industria del porno se aprovecha de ello usando nuestra necesidad sexual como un negocio. De la misma forma como muchos padres —incorrectamente— compran celulares a sus hijos pequeños para tenerlos entretenidos y que no molesten, la industria del porno publica obscenidades por todas partes para mantenernos excitados en todo momento, para que anhelemos tener sexo con mucha más frecuencia, pero principalmente para que sigamos consumiendo cada vez más, mucho más porno. «¿Tu vida es un asco? ¿Te sientes deprimido? ¿Te sientes solo? A nosotros no nos importa, solo mira pornografía, drógate, y vuélvenos millonarios. Tú no sirves para nada así que sigue mirando videos, aquí hay unos cuantos más con tus preferencias. ¿Ya terminaste? No te preocupes, recupera tu energía y aquí te esperaremos siempre.» Esa es la verdadera forma como actúa esta industria.

Con este libro he aprendido que durante muchos años he sido manipulado, y que tantos orgasmos, noches de adrenalina, y fantasías extrañas, no eran sino trampas en las que estaba cayendo repetidamente y que no me permitían salir de este abismo jamás. Siempre he buscado formas de explotar todas las capacidades de mi cerebro —porque es la mejor arma que tenemos—, pero no lograba entender porque tantos métodos e intentos parecían no dar resultado. No comprendía por qué mis emociones eran tan inestables, no entendía por qué ninguna chica me miraba o hablaba, no descifraba por qué siempre tenía tan poca energía, la razón de mi acné, de mis ojeras a pesar de dormir. No entendía por qué mi autoestima era tan baja a pesar de ser muy habilidoso, o por qué no era capaz de tener disciplina para emprender un proyecto a pesar de poseer buenas ideas y sentir motivación. Todo eso lo estaba haciendo el porno; el porno te destruye física y psicológicamente con el tiempo, y en mi caso me ha destruido drásticamente. Todo adicto tiene una historia diferente, y lo bueno de este libro es que el autor también cuenta su propia historia para sentirnos identificados con él, para que entendamos que él es un amigo que vino a ayudarnos, y no a criticarnos. Afortunadamente, en mi caso, al final he comprendido lo que me estaba ocurriendo, y afortunadamente logré controlarme para no caer más bajo de lo que pude haber llegado. Todo el tiempo que he dedicado para ver pornografía ha sido tiempo perdido en el cual he deteriorado mi cuerpo y mi mente, a pesar de que nunca tuve intención de hacerlo. Los principales daños que quiero mencionar es la liberación excesiva de dopamina por observar muchas penetraciones y desnudos simultáneamente: escenas que alteran nuestro cerebro y lo vuelven perezoso, ya que después de ver porno, nuestro cerebro no quiere volver a esforzarse para recibir placer y recompensas; también es pésimo porque sexualizamos a la mujer con mucha más frecuencia, de tal forma, que nos volvemos incapaces de no crear fantasías en nuestra mente al observar cualquier chica que observamos en el camino; nos altera la calidad de nuestras erecciones; nos genera muchísima ansiedad; perdemos completamente el tiempo; y lo más peligroso es que poco a poco vamos anhelando tener sexo cada vez más intenso, salvaje, y violento.

En mi caso esta adicción surgió después de cumplir 16 años. Antes de esa edad, sí, me masturbaba, pero podría calificarlo como algo «normal» porque tenía mis hormonas alborotadas; no obstante, en esa época no tenía prácticamente acercamiento a internet. Sin embargo, después de esa edad empecé a usar internet con más frecuencia por mis estudios, pero en el tiempo libre empecé a volverme un pervertido. Primero, comencé buscando ecchi/hentai de algún personaje femenino de anime. Por un tiempo fue suficiente, pero el problema con la pornografía es que esta adicción aumenta rápidamente, por lo que siempre resultas buscando algo diferente, algo nuevo, algo que te genere más dopamina. Como me gustó buscar este tipo de contenidos, entonces proseguí con la descarga de imágenes explícitas, lectura de relatos eróticos, videos de striptease, y posteriormente videos pornográficos extensos. Se volvió un hábito buscar porno y masturbarme cada fin de semana, en mi cerebro lo tomaba como un premio por ser un buen estudiante, pero a pesar de ello no sentía esa necesidad de observarlo frecuentemente: solo fines de semana y nada más que eso. Cuando cumplí 20 ya estaba atiborrado de fantasías en mi cerebro, y lo peor es que aumentaron mucho más, debido a que conocí virtualmente a una gran amiga de nacionalidad chilena, que vivía en Suecia. Con ella hablábamos diariamente por horas sobre todos los temas posibles, nos etiquetábamos, nos reíamos, nos entendíamos, era genial su amistad. Un día, bromeando, le pedí que me enviara una foto sexy de ella, pero lo hice sin intención, sabía que no lo iba a hacer porque no teníamos ese tipo de amistad; lo que yo desconocía es que mi amiga tenía una faceta ninfómana de la que no me había hablado nunca: Ese día no me envío ninguna foto, me invitó a una videollamada, y me hizo el show virtual más inolvidable de mi vida. Todo el morbo que tenía acumulado salió a flote ese día y ella me dejó completamente satisfecho. Los fines de semana que dedicaba a ver porno y masturbarme pasaron a ser completamente de ella; todo me lo mostró, todo lo hizo, todas mis peticiones las acató, y todo sin condiciones. Luego de un tiempo discutiríamos y no volveríamos a hablar, pero yo, ya me había vuelto adicto al sexo virtual. Intenté controlarme pero no lo logré, mis hormonas tenían el poder y fue entonces cuando cometí la estúpida decisión de hacer lo mismo que ella: desnudarme con una webcam. Durante varios años mi rutina fue entrar por las noches a sitios como Chaturbate, u Omegle, para quitarme toda la ropa, mostrarle mi cuerpo desnudo a cualquier persona que quisiera observar, fuera hombre o mujer, y masturbarme innumerables veces hasta finalizar satisfecho. Luego de finalizar, mi conciencia no me dejaba tranquilo, me recriminaba, lloraba un montón, pero cuando sentía de nuevo necesidades volvía a recurrir con mis artimañas a mis viejos hábitos. Además, como naturalmente encontré mujeres que también les gustaba hacer lo mismo, eso alimentaba mi deseo por repetirlo una noche más: fueron noches intensas, llenas de placer, pero mañanas de incertidumbre, culpa y suciedad. Pero, al sentirme mal, la única medicina para curarme era seguir viendo porno y desnudándome en internet. Me encontraba atrapado en esta cárcel que yo mismo edifiqué. Después vinieron las chicas webcams; esas chicas que se vuelven sumisas, y todo por un token. Ellas, conectan un aparato a su vagina, y cada vez que reciben un token (criptomoneda) este aparato les genera placer en sus genitales. Yo nunca pagué un peso, pero si me desvelé noches enteras observando como otros usuarios «bombardeaban» de tokens a aquellas chicas: Gemían, se retorcían, sufrían múltiples orgasmos, incluso se deshidrataban, fui adicto a ver esas escenas tan extremas. Desafortunadamente ese no fue mi límite. De todo lo que hice lo que más me hace sentir sucio, enfermo, e inmoral, fue cuando dejándome llevar por la tentación de muchos relatos eróticos que leí, me empecé a subir al transporte público solo con la intención de realizarle arrimones a las mujeres. Como sé, que en diferentes países se le conoce de otras formas, quiero aclarar que un arrimón es cuando buscas placer al frotar tus genitales contra el cuerpo de otra persona aprovechando que no hay espacio para moverte. Podría haber omitido esta parte, dejar mi nombre en limpio, y ser hipócrita, pero mi conciencia exige que me arrastre por el piso y pida perdón —por lo menos por este medio— a muchas mujeres que incomodé en aquellos días. Me siento muy arrepentido de eso, por ser tan vulgar, tan enfermo, tan cochino, tan desagradable: Por haber hecho eso no merezco tener pareja, no merezco tener una relación, esa suciedad no la puedo eliminar de mí. Inesperadamente, de pasar de buscar ecchi en internet, pasé a desnudarme en internet, e incluso a llegar a tocar mujeres en el transporte público.

Ese fue mi límite. Sentí que mi alma estaba infectada de putrefacción y por tanto empecé a buscar paz. Darme cuenta de que mi vida sexual era anormal, y de que la lujuria me tenía completamente controlado empezó a preocuparme muchísimo porque sabía que la necesidad de placer podría llevarme incluso a convertirme en un violador. Nunca quise convertirme en esto, yo nunca fui así antes, yo era un chico bueno, noble, tímido, incluso tierno, ¿cómo pude degradarme de forma tan extrema? Todo esto ocurrió aproximadamente antes de cumplir 24 años, y desde entonces he procurado mantener mi mente ocupada en otros temas para alejarme de la pornografía, y asimismo para buscar sabiduría, consejos, y un plan para reconstruir mi vida y mi mentalidad. Por ello me gusta leer, por ello me dedico a jugar ajedrez: Para limpiar mi mente de tanta porquería. Esta historia nadie la sabe, pero en este mismo instante que estoy destapando esta bomba de nitroglicerina, me empiezo a sentir mucho mejor: La verdad nos libera.

En aquel entonces para recuperar el control, mi decisión fue seguir viendo pornografía y masturbarme, pero con la condición de no volver a desnudarme públicamente, no hacer nada extraño en el transporte, etc. Ese fue mi objetivo inicial, tuve la fuerza de voluntad de lograrlo, pero a pesar de alejarme para siempre de estas erráticas costumbres, nunca me había comprometido a alejarme también de la pornografía. Esto ocurriría en octubre del año anterior cuando decidí realizar una extraña búsqueda en Youtube sobre Wikipedia. Para no extenderme más, omitiré las razones de aquella búsqueda —aunque quizás podría realizar una versión mucho más completa y detallada de los hechos si algún día me animo a escribirlo todo en un libro—, pero si mencionaré que, el canal que visité para investigar sobre el tema, tenía publicado un video sobre un extraño reto llamado «El reto NoFap». La curiosidad me llamó la atención, abrí el video, lo vi completo, y gracias a ello descubrí que existe una gran comunidad de hombres que intentan superar su adicción a la pornografía y a la masturbación. Se menciona que alejándonos 90 días de la pornografía, de la masturbación, y privándonos de sentir orgasmos, empezaremos a sentir beneficios increíbles en nuestra vida, como lo es poseer mayor confianza, crecimiento de cabello, una piel más limpia, voz gruesa, más energía, humor estable, mejores erecciones, etc. No es 100% comprobado, pero las personas que han realizado el reto afirman que sus vidas han cambiado mucho, y los beneficios son enormes, todo debiéndose a que cuando nos masturbamos estamos desperdiciando nuestra testosterona, hormona importante para muchos procesos del cuerpo. Busqué grupos en Facebook sobre el tema, encontré varios muy buenos, y el sentirme identificado me motivó a intentarlo.

Mi primer intento fue bueno, logré resistir 53 días (mi récord personal son 66), pero al fallar me sentí mal por no tener autocontrol y regresar a mis viejos hábitos. No obstante, en este primer intento, noté muchos beneficios como tener más energía o ser emocionalmente más estable. Es por eso, que desde esa fecha estoy comprometido completamente a dejar la pornografía. He recaído, sí, varias veces, pero cada vez ocurre menos, y la limpieza que mi alma estaba anhelando ahora sí la estoy sintiendo. Sé que encontraré tentaciones en el camino, pensamientos que me harán dudar, sé que puedo volver a recaer, pero me siento muy orgulloso del esfuerzo tan impresionante que estoy realizando para cambiar mi vida. Poco a poco, he venido destruyendo todas las conductas y hábitos que me llevaban a masturbarme o ver pornografía. Sé que esta historia de suciedad siempre será parte de mi vida, pero ya no puedo cambiar mi pasado; sin embargo, sí puedo cambiar mí presente y obviamente mi futuro. Es por ello, que como parte de mi recuperación, he decidido contar mi historia, exponiéndome a la vergüenza, a los insultos, a las críticas... Posiblemente, el lector debe estar sintiendo mucho desagrado hacia mí, es completamente comprensible, y si quieren dejar un montón de comentarios con insultos no los juzgaré, ni me defenderé. Lo único que quiero, mi anhelo, es que mi relato sirva de ejemplo para que ninguna persona vuelva a consumir pornografía en su vida. El porno nos destruye, nos corrompe, nos vuelve enfermos, yo no quiero que más personas vivan lo mismo. En el fondo, todos somos muy valiosos, y tenemos grandes capacidades para realizar creaciones que cambien positivamente el mundo. No se dejen contaminar, no se hagan ese mal.

Este libro es perfecto para motivarnos y alejarnos de esta porquería. El autor hace un increíble trabajo explicando a fondo cada detalle en la recuperación de un adicto al porno. Nos explica sobre la industria del porno, ofrece un montón de consejos, nos cuenta sobre los beneficios de dejar la pornografía, escribe sobre la dopamina, la transformación que sufre nuestro cerebro, hay grandes frases para enmarcar, etc. Y lo mejor, es que usa un lenguaje cercano que nos hace sentir como si él fuera nuestro amigo. En sus palabras hay comprensión, cariño y paciencia. No nos juzga, nos motiva, nos inspira a progresar, a salir adelante, y a ser libres para siempre del verdadero cáncer de la sociedad. La narración no es completamente perfecta, pero el contenido sí, vale la pena muchísimo. Este libro se lo recomiendo bastante no solo a los adictos al porno, sino también a todas aquellas personas que han visto alguna vez pornografía. De la misma forma como es beneficioso ver documentales sobre el consumo de la marihuana para concientizarnos, es también recomendable leer esta obra para comprender al adicto a la pornografía. Quizás esta lectura puede cambiarte la vida a ti, o a alguien cercano que quieras. Todos estamos tan expuestos a la pornografía que mientras tú lees esta reseña, millones de personas se están destruyendo con un click. Lo triste es que la mayoría aún no comprenden todo lo que nos perjudica la pornografía; sin saberlo, al visitar una de estas páginas, están tomando la peor decisión de sus vidas. Libro súper recomendado, libro que puede transformar vidas.
Profile Image for Sebastian Morales Concha.
135 reviews1 follower
December 27, 2019
Un excelente libro. Probablemente es el mejor que he leído sobre el tema y definitivamente el más completo de todos en español. El porno es difícil y este libro lo cuenta desde la propia experiencia y perspectiva del autor.

Cosas a destacar: El libro está dividido en varias partes. La primera es la experiencia personal de Gonzalo y lo que lo llevó a dejar el vicio. La segunda es una estrategia de siete pasos para poder ir dejando el porno. La última y la más conflictiva habla de los psicodélicos y sus beneficios en los adictos.

Es un libro completísimo. Realmente recomendado si quieren consejos.
1 review
February 22, 2021
Excelente, definitivamente un libro que fuera de todo tipo de tabúes, nos ayuda a entender de una manera clara, el daño mental y sicologico que causa la pornografía en general.
Displaying 1 - 4 of 4 reviews

Can't find what you're looking for?

Get help and learn more about the design.