Wagner contra Kasperle. El primero señorea campos, templos y fortalezas del arte contemporáneo. El segundo, un joven iconoclasta decidido a jugarse la vida a la carta más alta, abre las hostilidades con un bofetón conceptual. Museos, galerías y talleres son el escenario del duelo en el que se decide el sentido del arte, y también el sentido de la vida de los duelistas. Las armas de Wagner son las del poder, la corrección política y la razón práctica mientras que las de Kasperle son las obras que le inspira una imaginación delirante.
En esta breve novela, una agudísima fábula sobre el mundo del arte, sus sumos sacerdotes y sus impíos caníbales, la inventiva de Ignacio Vidal-Folch y su feroz sentido del humor brillan con todo su esplendor.
lo he tenido que leer en un día para escribir ahora una reseña para clase que no sé cómo hacer
me ha gustado leerlo, aunque odio leer con una cuenta atrás
trata muchos conceptos interesantes, más allá del arte también, y te deja pensando en muchas cosas
los críticos de arte son unos pedantes, no todo son grandes palabras y límites que determinan qué es arte y qué no, me parece absurdo el concepto de encajar el arte, porque cada uno va a percibirla de una manera según sus valores, lo cual hace que todo pueda ser considerado arte, y por tanto que nada lo sea en realidad
yo sólo sé que hay determinadas cosas y obras que me producen o transmiten emociones que son intrínsecamente mías, y me da igual que tengan la etiqueta de arte (para una serie de desconocidos que nada tienen que ver conmigo o mi realidad) o no, porque eso no cambia lo que yo siento, por tanto me es indiferente el concepto de lo que es el arte
igualmente, me resulta interesante leer estos debates entre personas claramente más inteligentes que yo - partiendo de la idea general que se tiene de lo que es la inteligencia, claro - y plantearme cosas en las que no se me ha ocurrido pensar
me siento, consumiendo este tipo de obras que para otras personas tienen muchísimas más lecturas, que abren debates en los cuales no me veo capaz de participar desde mis conocimientos actuales, una mera observadora, que se queda con pequeñas cosas que le llaman la atención, ideas que me hacen pensar, me pasa a menudo esto, que siento que igual no he comprendido la idea general de la obra como el autor esperaba, pero me ha aportado una serie de conceptos, cosas en las que pensar, igual malentendidos pero igualmente legítimos
de hecho creo que es mejor que algo pueda tener tantas lecturas distintas, de cierta manera esto hace que cada vez que alguien "consuma" o aprecie una obra la enriquezca, aportando algo de su propia realidad que el autor nunca habría imaginado que se pudiera asociar con lo que hizo
así "su" obra, al volverse pública, abierta a todos los públicos, pasa de ser algo personal suyo, con un solo significado, una sola visión, a ser algo universal, que se puede entender de múltiples maneras, y eso me parece bonito (igual sería ahí donde se produciría el fenómeno de arte? no sé)
en fin pensaba que no iba a saber escribir ni un solo pensamiento decente sobre este libro y al final me he explayado, igual hasta me sirve algo de lo que acabo de escribir para la reseña misteriosa que tengo que redactar ahora
La propuesta me parece súper buena: debate sobre el arte y el concepto que se tiene actualmente, además sobre la mercantilización del mismo; sin embargo, le falta ingredientes que lo convierta en una novela que esté a la altura de su prosa, ya que escribe muy bien. El final me gusta, pero para llegar a el es muy flojo: hay cambios bruscos en la novela, hasta los llamaría forzados, porque considero que para hacer un cambio de emociones, de intensidad en el debate, en la trama misma, se debe preparar el terreno, se debe hacer gradualmente. Le hubiera dado unas diez hojas más a la intensidad del encuentro entre Wagner y el iconoclasta.
Vidal-Folch presenta un excelente debate bajo la cobertura de una novela mediocre. Sobre todo, cuanto más avanzamos sus páginas. Y es una pena. No solo por lo interesante de la propuesta. Tengo la certeza de que tiene medios. Vidal-Folch escribe muy bien. Embelesa al lector en las primeras páginas, tan pocas, que casi sin darnos percatarnos hemos dado cuenta de la mitad de la novela. Sin embargo, no tarda en perder fuelle. Al menos, la sustenta un debate sobre la propia existencia del arte, sobre su concepción actual y cómo no sobre su mercantilismo.
A quien le interese el tema: recomiendo el documental de Banksy “exit through de gift shop”.
Parecía prometer el libro, de fácil lectura con prosa sencilla pero con un resultado que me ha defraudado un poco. No había leído nada de este autor y no se si llegará a mis manos algún otro libro de él aunque seguro que le daré otra oportunidad ...
Está bien el planteamiento que trata el sinsentido del "arte contemporáneo" pero no va más allá.