«“El hombre es un ser de lejanías”, escribió Heidegger. Esta frase tiene muchos sentidos, como todas las suyas, pero yo le aplico el más modesto y usual. Ir muriéndose es ir alejándose de las cosas, o ver cómo las cosas se alejan. Así, acudo a fi estas, tareas, usos cotidianos inmediatos, y me parece venir desde muy lejos, desde mis lejanías de hombre que agota a grandes pasos su biografía. A uno le queda ya poco, pero no poco o mucho de vida o de muerte, sino poco de uno mismo, poco de lo que fue, de lo que fui.» Francisco Umbral
Francisco Alejandro Pérez Martínez (11 May 1932 – 28 August 2007), better known as Francisco Umbral, was a Spanish journalist, novelist, biographer and essayist. He was half-brother of Leopoldo de Luis.
Qué cosas. De renegar durante años de Umbral -las pocas veces que acababa leyéndolo, si antes no me rendía- a reconocerlo como autor de dos de los libros más emocionantes que he leído nunca: Un ser de lejanías y Mortal y rosa. Ahí sigue el sordo que pontifica sobre música aunque no la entiende, pero ahora no me irrita. Tampoco se ha ido el misógino al que hoy crucificarían en las redes, ni el esteta que menosprecia a los buenos narradores, pero nada de eso importa. Eso es lo de fuera, la carcasa, parte del disfraz.
Poesía escrita en prosa sobre los pensamientos de un escritor en el final de sus días. No es mortal y rosa, no tiene un hilo argumental tan definido y hay mucha diferencia de calidad (o quizá interés por el tema tratado) entres unas partes y otras, pero aún así es Francisco Umbral en todo su esplendor y tiene tiene muchas partes para leer y releer, además es un libro breve.
Se le traspasa al maestro demasiada amargura en este escrito. Para mi gusto pierde mordacidad y ahonda en demasía en su visión negra de la vida. Se le nota muy cansado y despotrica de casi todo (como siempre, ahí no hay problema) lo que pasa es que encuentro en este diario menos gancho que en otros libros suyos del mismo tipo. Declara casi estar muerto y, en ciertos momentos, parece casi la reflexión de un difunto. Bueno, yo al maestro le perdono todo, incluso el pesimismo del que ve que se le acaba el carrete. ¡¡Continuaré siempre leyendo a Umbral!!
El día que tope con un libro de Umbral que me decepcione, cosa que es harto natural que acabe aconteciendo, lo reflejaré con la misma sinceridad con la que ahora le reflejo lo mucho que me conmovió el Umbral de que este libro. Intenso, sincero, cínico, optimista y pesimista (casi) a partes iguales. Una lectura con la que reflexionar y disfrutar a partes iguales. En este libro él dice que no sabe que le lleva a escribir lo que escribe, pero yo digo que somos afortunados de tener lo que él escribe, más allá de estar o no de acuerdo en todo lo que dice. Pero eso sí, lo que dice lo dice con una belleza y unas formas que no dejarán de conmoverme y de llegarme a lo más interior de mí.
Leer a Umbral es como volver a aprender a leer. Cada frase es una miscelania de sus aventuras y sus pensamientos. Dolorosas expectoraciones de su ser nos traen los retazos de despedida del mayor prosista de España. Un ser de Lejanías es bello por naturaleza pero es parco, es bruto, es hiriente y despedaza al lector, porque te engaña. Al final, Umbral lo dice claro, "hay ocasiones en las que uno escribe un libro para sí mismo, pero estamos en un tiempo en el que el ser de lejanías compravende hasta sus sueños. Y de eso viven los soñadores". Al menos se sincera, cosa que también hace durante el resto del relato y nos avisa de que este libro está vacío, que nada le importa sobre lo que diga en él pues es un diario de cercanías (precioso y doloroso término) en el que el lector puede encontrar cierta verdad. Y no le pongo 4/5 por su novedad o por su contenido en cuanto a la trama. No es un libro entretenido. No es un libro divertido. No te distrae. No te hace olvidar el mundo. Te recuerda que el tiempo se acaba y que no eres más que fuego. En definitiva. Es fácil leer a Umbral por lo difícil que resulta leerlo. Sus reflexiones y sus pensamientos son dignas de enmarcar, aunque vacío de trama, el librl tiene una forma espectacular, aunque queda muy por detras de Mortal y Rosa, obra cúlmen, a mi criterio, de su biblografía.
Un ser de lejanías es uno de los últimos trabajos del gran Umbral. La lectura de este libro ha sido muy gratificante como lectora. Es cierto que hay ciertos puntos del libro que me molestan dado que la mentalidad del autor (sobre todo en lo referido a las mujeres) es totalmente incompatible con mi forma de ver las cosas.
Entre sus páginas podemos encontrar los pensamientos de un poeta que se acerca a sus últimos años de vida junto con detalles autobiográficos. A mi parecer, las reflexiones del autor sobre los grandes por qués de la existencia junto con sus reflexiones sobre la muerte son las joyas del libro.
Un placer perderse en Umbral y dejar que Umbral te pierda.
Tiene muchas citas citables, jo. Y me ha gustado mucho. No le pongo más estrellitas porque no sé si en conjunto me convence del todo, si se pudiera estrellar solo a algunos de esos pequeños capítulos o lo que sea, la mitad, por lo menos, tendría cinco. Todos los temas del mundo están en este libro de Umnbral. Y de todos habla con pura poesía. Como ya había dicho: soy Umbralísima.
Si no le diese 5 estrellas a este libro, la mayoría tendrían que estar apiñados entre 2, 1 y 0 (que creo que no se puede).
Poca gente Escrito en español como este señor, a lo largo del siglo XX. La edad le concedió, además, destellos de lucidez notables y vislumbres de belleza que acuña a metáfora limpia.
El título de esta pequeña obra del escritor Francisco Umbral se refiere a una sentencia del filósofo alemán Martín Heidegger en la que describió el hombre como ‘un hombre de lejanías’, lo que según él significaba que la esencia del hombre consiste en su tendencia a superar su estancia presente dándose cuenta del pasado inmediato y de su futuro inminente. Esta idea se podría extender hacia un anhelo de lo desconocido. La naturaleza del hombre consistiría en su deseo de ir más allá de sus límites. Por mucho que esta idea parezca profundísima, a mí me parece un poco arbitraria, porque se puede igualmente defender que las personas tienden a la búsqueda dentro de sí mismas. Sin embargo, la idea de la lejanía era el núcleo del librito, ostensiblemente uno de los más llamativos del escritor español bastante famoso. Lo tomé prestado de la biblioteca y encontré una agregación de textos desconectados sobre asuntos cotidianos, sin ninguna historia coordinante. Más bien la obra consistía en ejercicios cortos, como las bastardillas en un periódico, escritos en un cierto estilo, que realmente disfruté después de algún tiempo. Aunque la manera de la escritura parecía ser un poco solemne, incluso exagerada, sobre los conmociones privadas del autor, que sabía que estaba envejeciendo, ésta evocaba poemas en la forma de prosa compacta. Los temas eran muy diversos: su gato siamés, el ambiente de una mañana dominical en Madrid, esa ciudad, el pan, el ateísmo, la escritura misma, sus amigos, otros autores españoles, la literatura, la muerte, su hijo, la sexualidad y sus amigas y amantes, pero faltaban cuestiones sociales y políticas. Todas estas descripciones formaban elogios de los pequeños placeres banales de la vida del autor. El escritor Umbral llamó su colección de confesiones un ‘diario íntimo’, a pesar de que esta designación me interesó por sus asociaciones inesperadas y a veces provocativas. La cuestión, sin embargo, que restaba era la justificación del título tan extraño. Puedo imaginar dos opciones, de las cuales la primera se refiere a la manera de escribir sobre asuntos pequeñísimos en una forma más general, no a través de razonamientos o comparaciones sino a través de medios literarios, así ampliando los límites del motivo concreto. De esta manera la descripción de una conmoción privada se convirtió en una contemplación cautivadora para el lector. La otra opción no consistía en la amplificación del tema, sino en la manera de describirlo, que a causa de los giros y vueltas nunca era tediosa. Muy estética. El propio Umbral decía en su libro que en la literatura a él no le gustaba cualquier historia sino más el estilo lírico. Por más que había leído una gran cantidad de libros, nunca encontré una obra como la mencionada. Por supuesto que me impresionó, pero al mismo tiempo me di cuenta de que el librito está pasado de moda, perteneciendo a una época sin compromiso, con mucha aleatoriedad.
El propio Umbral describe este libro como “Diario íntimo. Queda el lector advertido. Abra por cualquier parte y lea. Uno a veces, ser de lejanías, escribe un libro para si mismo. Pero estamos en un tiempo que compravende hasta los sueños. De eso vivimos los soñadores”.
Después de leer Mortal y Rosa, uno de los libros más bonitos que he leído, quería escoger otra obra de Francisco Umbral. Más que un hilo argumental es un conjunto de fragmentos escritos a destiempo, con reflexiones y metáforas, en una prosa íntima, pero con marcado tono de cansancio, de una vida que se ve ya vivida pero que se enfoca en las pérdidas de la misma.
Dos reflexiones:
“El hombre es un ser de lejanías, escribió Heidegger. Esta frase tiene muchos sentidos, como todas las suyas, pero yo le aplico el más modesto y usual. Ir muriéndose es ir alejándose de las cosas, o ver cómo las cosas se alejan. Así, acudo a fiestas, tareas, usos cotidianos, inmediatos, y me parece venir desde muy lejos, desde mis lejanías de hombre que agota a grandes pasos su biografía. A uno le queda ya poco, pero no poco o mucho de vida o de muerte, sino poco de uno mismo, poco de lo que fue, de lo que fui”. “Todos somos seres de lejanías porque no sabemos de dónde venimos ni a dónde vamos”.
“¿Dónde está el placer de la metáfora? En la fruición de un encuentro inesperado, de dos cosas que copulan sin conocerse. Desde niño fui metaforista. «Esto se parece a lo otro.» La coincidencia de dos cosas o de una persona y una cosa en un rayo de sol o de luna es un milagro del ver o del imaginar. Hay quien disfruta presentando a personas que no se conocían. El metaforizar es el mismo proceso hedonista. Que el invierno sepa lo que tiene de capote de campaña. Que la muchacha sepa lo que tiene de cabra griega. Que el gato sepa lo que tiene de capitular gótica. Y a la inversa”.