Doscientos años después de las llamadas independencias, América Latina es un conjunto de Estados que en su mayoría evidencian una profunda debilidad aunque en todo caso nunca ha llegado a suponer su desaparición. Esta condición permanente de debilidad compartida ha generado una especie de larga paz internacional en la que la violencia se manifiesta en la dimensión interna generando líneas divisorias en sus sociedades.