Amador Guallar aterrizó en Afganistán en 2008 con un contrato precario en una productora audiovisual local de dudosa reputación; el peaje necesario para emprender la aventura, sin duda descabellada, de convertirse en corresponsal de guerra y de hacerlo directamente sobre el terreno.
Acabó viviendo casi diez años allí. Viajó y convivió con las tropas estadounidenses, diseñó operaciones de propaganda militar para la OTAN y campañas para la ONU, visitó campos sembrados de minas antipersona y sufrió, muy de cerca, diversos atentados. Una experiencia que destila en esta crónica en primera persona sobre la vida en una democracia más cerca del fogonazo que de la luz estable, doblegada por los ataques terroristas, las desigualdades sociales, la violencia extrema contra las mujeres y el éxodo de una juventud harta del conflicto.
Pero este no es solo un testimonio sobre la guerra. También es una inmersión en una tierra que se sale de los márgenes de la historia, en sus paisajes de leyenda que esconden mundos que han prosperado aislados, en sus joyas arqueológicas olvidadas y habitadas por muyahidines transformados en ascetas. Porque Afganistán no solo es un país, también es un estado mental. Y este libro lo demuestra.
Fueron varias las motivaciones que me llevaron a comenzar la lectura de este libro: -Conocer un poco más de la historia de este país y de esta región de Asia Central. -Conocer las circunstancias del actual conflicto en el que está inmerso tras la intervención de EEUU y de la OTAN en 2001, más allá de los retazos que nos llegan por la prensa cuando ocurre una salvajada mayor que las que allí suceden a diario. -También me interesaba conocer un poco más de los conflictos que ocurrieron en el siglo XX y que preceden al actual, que arrancan desde la invasión soviética, su retirada y la posterior e interminable guerra civil entre talibanes y la llamada Alianza del Norte.
Puedo decir que el autor toca todos y cada uno de estos temas, pero sin orden ni concierto, sin lograr plasmar un cuadro efectivo y didáctico que permitan hacerte una composición de lugar un poco coherente de la evolución histórica del país y de los distintos conflictos que lo han arrasado durante siglos y que parece que no van a acabar nunca.......este no es el libro para buscar estás respuestas.
Sin embargo, a cambio, lo que encuentras son las experiencias de un reportero español, que se ha pasado 10 años viviendo y sufriendo desde dentro esta terrible guerra. Una guerra cuya dimensión ni siquiera somos capaces de imaginar: nos habla del sufrimiento extremo de la población, sobre todo de las mujeres, objetivos no solo de talibanes, si no de una sociedad afgana extremadamente machista, cuyo único objetivo es explotarlas, abusar de ellas, someterlas y sobre todo silenciarlas. Nos habla de un gobierno corrupto que tiene los días contados desde el momento en que se retire el apoyo occidental (lo que está ocurriendo en estos momentos). Nos habla de una sociedad afgana que ninguna potencia occidental ha entendido a lo largo de la historia. Una sociedad tribal que nunca ha sucumbido, ha resistido a todos y a todo pero a costa de hundirse en una espiral de violencia y embrutecimiento. Una espiral de la que ninguna intervención militar extranjera podrá sacarlos. ¿Alguna vez podremos entender esto? Y ¿cuál es la alternativa? , nos preguntamos, ¿dejarlos a merced de los talibanes? La respuesta no es fácil y quizá no exista, pero si quieres conocer una parte de la realidad, no entenderla, pero si sufrir con ella, este es el libro. También es de agradecer que existan personas, cómo el autor de este libro, que se juegan el pellejo para darnos un testimonio real de lo que está pasando en estos conflictos olvidados y que dignifican la labor del periodista, profesión tan denostada en los tiempos que corren en nuestro país, donde la necesidad de mantener el puesto de trabajo, lleva a visualizar a muchos periodistas como paniaguados de los distintos poderes fácticos y económicos.
Toca muy por encima muchos aspectos de Afganistán, tanto históricos como culturales con el objetivo de que el lector llegue a entender en qué se situación se encontraba el país hacia 2018.
Una pena el incendio que relata el autor, que provocó la destrucción de su material fotográfico, hubiese quedado un trabajo más redondo.
Es un magnífico libro escrito en tono periodístico que relata la vida y la muerte en Afganistan, donde el autor, periodista freelance y posteriormente corresponsal del diario El Mundo, vivió entre los años 2008 y 2018. Una visión cercana de los seres humanos que viven en un país muy complejo que trasciende los tópicos y los titulares sensacionalistas de la prensa.