Os vais a encontrar una historia de amor del feo; obsesión, acoso y celos. Protagonizado por un par de chicas que no os dejarán indiferentes. Y el final. Al terminarlo, necesitaréis volver a leerlo para vivirlo una segunda vez desde otra perspectiva.
El festín es la primera novela publicada de Marina Pintor. Es verdaderamente impactante estar leyendo algo y descubrir que, desde la primera frase, la escritora ha sido capaz de juntar palabras de una manera tan increíble que te agarran con fuerza, te meten en la historia y hacen desaparecer todo lo que tienes alrededor. Hay quien lo llama talento.
Leer El festín es estar viendo el nacimiento de una gran escritora con su primera novela. El primer paso de un largo camino que espero que nos deleite con muchas obras más.
Marina Pintor nos explica una historia sencilla, la más ancestral de todas: un amor no correspondido, pero en un contexto muy actual sin justificaciones ni explicaciones vanas.
Nora no tiene clara su identidad en este mundo, y sus circunstancias familiares le hacen vivir la realidad a su manera. Novela tremendamente introspectiva, con pocos diálogos, nos mete de lleno en el corazón y la mente de Nora: sus miedos, sus anhelos, sus frustraciones, sus traiciones. Nora va a explicar qué siente y cómo se siente, y en ese monólogo postmortem con su padre, los lectores vamos a conocer cómo era su progenitor, con la misma técnica (o parecida) que utilizó Miguel Delibes en su obra Cinco horas con Mario.
Más allá de un amor no correspondido veremos la relación de Nora con los personajes de esta novela: con su padre, y de qué forma las ideas de un progenitor nos influencian; con Claudia, y cómo vivimos al lado de personas que nos son próximas sin que conozcamos sus secretos, secretos que muchas veces nos incumben...
La trama se puede explicar de forma sencilla si nos ceñimos a que Nora se siente atraída por alguien que parece que no le corresponde. De forma complicada la podemos explicar también cuando los celos gobiernan la razón. No busquéis romanticismo en esta novela. Aunque sí que habrá sentimientos. Sentimientos descarnados y brutalmente mostrados.
La novela es corta, cortísima. Poco más de 100 páginas. Yo soy de historias largas, de disfrutar durante páginas de personajes y de situaciones, pero claro, Marina Pintor ha querido desprenderse de lo superfluo e ir directamente al meollo, a lo importante. No sobra nada, por supuesto. Pero lo más importante es que no falta nada tampoco.
La estructura de la novela es, también, muy diferente. A mí me hubiera gustado que hubiera un índice, porque, de entrada, cuando empiezas a leer piensas que quizás ha habido un error al titular los capítulos. Pero no. Todo es correcto.
Cuando abrimos el libro, nos encontramos que, después del epígrafe (una cita de Miguel Hernández), empieza la novela, así, de repente, sin título de capítulo, sin nada más que las palabras abruptas y directas sobre algo que pasó trece años antes de que empiece la historia. Y luego el capítulo 4. Empezamos por el final. Seguimos con el capítulo 3. Nos paramos para que la historia cobre sentido y acabamos con el 0, con el principio de todo, con el nacimiento de Nora que nos lleva a la conclusión de la historia. Una novela desestructurada que no te hace perder en ningún momento el hilo de la trama que te están contando.
El final es extraño, distinto, macabro. Nada que se parezca a algo que haya leído con anterioridad. Y aunque la escena que clausura la novela se entiende, sentí que había algo en ese final que se me escapaba. Algo sublime que tenía delante y que no veía. Como conozco a la editora del libro, se lo pregunté directamente. A lo que me contestó que el final tenía que ver con la leyenda medieval catalana relacionada con el trobador Guillem de Cabestany. Aunque soy filóloga catalana, confieso que había olvidado en qué consistía la leyenda. Lo busqué por Internet y entonces entendí la magnitud de esta novela. Me di cuenta de que esta historia es redonda. Y que, más allá de una novela bien escrita, que además atrapa y que es lo suficientemente corta para leerla sin interrupciones, consigue adaptar un clásico medieval a nuestros días.
Cerré el libro con ganas de volverlo a empezar. Es una de esas historias que con cada lectura estoy segura de que descubriré nuevos matices.
En fin, es una novela muy recomendable. Distinta a cualquier historia que hayáis leído antes, escrita de manera magistral. Espero que os guste tanto como a mí.
Esta no es sólo una historia de amor. Tampoco es sólo una historia de sufrimiento. Es una historia sobre los sentimientos humanos y cómo cada uno intenta superar como puede aquello que, a veces, no se puede evitar. Fantástica y recomendadísima ópera prima de Marina Pintor. Esperaré con ganas su siguiente novela!
El festín es un libro que inicialmente elegiremos por su portada, creo que es imposible no intentar abarcarla entera. Notar como se superponen los diferentes planos: los dos pájaros por un lado, después las hojas en otro y finalmente, las caras de las mujeres.
Marina Pintor se centra en lo esencial, no es una historia cargada de detalles innecesarios que solo buscan aumentar su número de páginas. Descripciones claras y precisas, sin diálogos que rompan el ritmo narrativo y la atmósfera creada.
Este libro no sigue una estructura lineal, está contada de forma desestructurada y nos damos cuenta al final de hasta que punto es así, ahí es cuando todas las piezas encajan y nos hacemos eco de la historia.
Es una historia que por otro lado no parece demasiado original, al menos cuando leemos la sinopsis: Nora ha perdido hace poco e su padre. De pequeña conoció a Claudia cuando su padre la apuntó a clases de ballet y, a pesar de empezar su relación como enemigas, con el paso de los años Nora se sentirá fascinada por ella, su baile y su personalidad. Pero, su relación poco a poco va cogiendo tintes cada vez más macabros y oscuros, sin deducir su desenlace final y eso que las pistas estaban bastante claras... creo que os sorprenderá como evoluciona la historia y repasaréis mentalmente todos los detalles al terminar.
Hay mucha introspección en la novela, sentimientos encontrados, amor, celos, deseos, obsesiones... y la autora ha logrado reflejarlo todo en pocas páginas, cosa que es de agradecer y aún le supone más mérito.
Libro muy recomendado, es la primera novela de la autora y la verdad es que me ha gustado mucho. Su estilo depurado, fácil de comprender y efectivo, me ha parecido agradable de leer y me ha dejado con ganas de más.
Mi primera impresión con la historia era que iba a ser una montaña rusa de emociones por la enfermedad de Claudia, pero me ha sorprendido mucho el encontrarme una historia que, aun a día de hoy, la tengo muy fresca. No me ha dejado indiferente ni mucho menos, ha sido de esas historias que se te quedan a fuego.
Empecemos por nuestras protagonistas; Nora acaba de vivir un suceso culmen que marca el inicio y el final de la historia. A raíz de ello, empieza a escribir un diario de como ha conocido a Claudia con un estilo natural, personal e intimista. Por otro lado, Claudia aparece como pieza esencial de su relato, pero también se presentará en la historia por medio de su propio diario.
Mientras que Nora odia los tutús, Claudia se deshace viva en el ballet. Nora pone todo en una balanza y sopesa la verdad de su padre, mientras que Claudia es cuidada por su abuela durante toda su vida, pero a la que apenas ve cuando su carrera de bailaría despega. Las dos viven una vida que es frágil y que está llena de decepciones y angustia.
Una vez que empiezas a leer la historia de Nora no puedes dejar de leerla, es adictiva. La forma tan intimista con la que relata su vida me ha llegado, sobre todo cuando habla de esos encontronazos que tiene con la vida a lo largo de los años. Al mismo tiempo, habla sin pudor; ella sabe que hizo algo que a ojos de otras personas no es agradable, pero le da igual. Cuenta el relato porque quiere exponerlo, no para que no la juzguen. Esto es uno de los aspectos que más me atraparon de Nora, además de que me he visto relajada en lo que contaba.
Claudia también me ha gustado, pero no al mismo nivel que Nora. La diferencia que existe entre ambas es que Claudia es como una bomba de relojería; va guardando y guardando hasta que estalla en el peor momento. Han sido más bien sus acciones las que me han hecho pensar así, pero este es un detalle que se entiende cuando terminas el libro.
Relacionado con lo anterior, "El Festín" tiene unos giros de trama brutales, me han dejado con la boca abierta. Vienen uno detrás de otro, así que tardas unos segundos en asimilar la nueva información. Si bien la mayor parte de la historia se centra en Nora y Claudia, manteniendo un ritmo paulatino, el final es apoteósico, aparecen nuevos puntos de vista y el final culmina de repente. Aun no lo he asimilado, pero si lo he entendido, o al menos tengo mi propia interpretación.
Una historia que rompe desde el inicio, que se vuelve adictiva con cada página y que culmina con un final apoteósico. Es una lectura que no te deja indiferente, porque no te esperas nada hasta que lees el desenlace.
Lo último que quiero comentar del libro es que me ha fascinado el enfoque de la autora, su estilo irregular y los personajes. Tengo muy claro que esta historia volverá a mis manos pronto, porque se descubren nuevas cosas cada vez que piensas en ellas. Así que, si estáis buscando una lectura que rompa con lo habitual dándole importancia a unos personajes que son puestos a prueba de mil formas diferentes, os recomiendo muchísimo leerla.
Tremenda impresión me ha dejado este libro. La estructura narrativa, los personajes, sus procederes y las decisiones personales. Una explosión final que reconstruye verdades, y provee de una segunda lectura que lo conecta todo.
“Decía la verdad. No podía moverse. Conozco la tristeza y aquello no lo era. Era una dilatación del tiempo: las horas extendidas al sol, derritiéndose... Era el peor de los letargos, era dejarse la vida –deshilachada, fragilísima– en cada minúsculo gesto.”