«De lo que no se puede hablar, más vale guardar silencio». Ludwig Wittgenstein revolucionó la historia del pensamiento en dos ocasiones. Es por ello que se distinguen dos etapas claras en su pensamiento: la primera corresponde a la teoría pictórica del significado y la segunda gira en torno a la máxima «el significado de una palabra está en el uso». Este libro presenta con sencillez los aspectos más importantes de su pensamiento al tiempo que ofrece un retrato de su compleja personalidad, según el propio convencimiento del autor, que sostenía que filosofía y vida no estaban desligados, sino que una era reflejo de la otra y viceversa. El lector descubrirá en Wittgenstein a un ser humano profundamente ocupado tanto con cuestiones éticas fundamentales como con preocupaciones de corte estético.
«No es gratuito que a Wittgenstein le gustara identificarse con aquel que incendió la Biblioteca de Alejandría. La vehemencia a sangre fría con la que arremetió en su segunda etapa contra sus primeras ideas filosóficas recuerda a la de alguien que quisiera acabar con los fantasmas más malignos, quemándolos en una pira perpetua. Esta faceta de pirómano también la puso en práctica en relación a la historia de la filosofía y a las investigaciones de sus colegas de Cambridge y de otros lares. Había que poner término a lo que la filosofía había hecho hasta entonces: a la metafísica, que tantos espectros aparentemente profundos había engendrado. Wittgenstein estaba dispuesto a ir con su antorcha incendiaria donde fuera necesario y entendía esa tarea como una obligación moral. No debía haber separación entre filosofía y ética, y en tanto que la ética no tenía otro modo de expresión válido salvo el propio comportamiento, tampoco había división posible entre filosofía y vida. Siempre tuvo la certeza de que habría de encontrar una solución común a los rompecabezas filosóficos y a sus problemas vitales. Ese remedio milagroso estaba en el trabajo sobre uno mismo, en la propia manera de mirar. Solo había que cambiar de perspectiva para que los fantasmas lógicos y los existenciales se disipasen»
Aunque Carmona dice que no se trata de un libro de divulgación, ese es el caso. Es una buena introducción al pensamiento de Wittgenstein con todo lo fragmentario, contradictorio, telegráfico y autobiográfico que tiene la prosa del gran destructor de la filosofía. Carmona parece entenderlo muy bien y explicarlo todavía mejor. Logra compartir ese extraño pulso anímico del que piensa en los límites. Es un pensar que deriva en la limitación del decir. Es una resignación a mostrar que opera como austeridad, pero escala hacia una nueva restricción, la del uso del lenguaje como patrón organizador del pensamiento. Lo mejor de todo es que hay algo que resiste contra el escepticismo. No hay ningún Sexto Empírico en el Olimpo de Wittgenstein. El límite se ha corrido hasta la candidez de la ampliación de los mundos personales. El Wittgenstein de Carmona es un paradigma de humildad.
"La consciencia del límite" de Ludwig Wittgenstein es una obra filosófica que explora los límites del lenguaje y el pensamiento humano. Sin embargo, su estilo denso y complejo puede resultar difícil de seguir para lxs lectorxs que no estamos familiarizad@s con la filosofía analítica.