A writer, working in a Paris hotel, tries to create a novel from his experiences as a young man before the war and his memories of Germany during and after the war
Gregor von Rezzori was born in 1914 in Chernivtsi in the Bukovina, then part of the Austro-Hungarian Empire and now part of Ukraine. In an extraordinarily peripatetic life von Rezzori was succesively an Austro-Hungarian, Romanian and Soviet citizen and then, following a period of being stateless, an Austrian citizen.
The great theme of his work was the multi-ethnic, multi-lingual world in which he grew up and which the wars and ideologies of the twentieth century destroyed. His major works include The Death of My Brother Abel, Memoirs of an Anti-Semite and his autobiographical masterpiece The Snows of Yesteryear.
"Vea usted: como extranjero de oficio, por predestinación y vocación, estoy acostumbrado a ir por el mundo en cierto estado de abstracción; el bello comienzo de mi libro, por desgracia todavía inconcluso podría habérselo insinuado. [...] Ahora, aquí, de regreso al país donde estoy condenado a forjar mi propio mito, soy todavía otro, alguien nuevo, ese que hasta ahora no he sido: alguien que es un extranjero en todas partes, pero que sobre todo lo es en su propia casa."
Gregor von Rezzori es un escritor del que no había oído hablar hasta que por casualidad investigando sobre literatura alemana conectada con los austrohúngaros y los balcánicos, llegué hasta él, y la verdad es que no es un autor que surja fácilmente en ninguna lista, y de hecho no había surgido, fue una mera casualidad que me lo encontrara en el camino (a partir de esta novela, me he hecho con todo lo que hay disponible suyo). Ahora después de terminar esta obra descomunal, excesiva y desbordante, todavía me sorprende más que siga siendo un autor tan desconocido teniendo en cuenta la riqueza de su estilo, que se riza como un bucle infinito y pasa casi inconscientemente del modernismo y/o posmodernismo más elaborado a la novela más tradicional. Es una novela que estilísticamente desborda en giros narrativos. Ya digo que el manejo que tiene Rezzori del lenguaje me ha dejado hechizada sobre todo porque esta novela abarca un largo periodo de tiempo, desde 1918 hasta 1968 y a su vez se atreve con todos los grandes temas del siglo XX: "Porque hace tiempo que los bandos son indeterminables, los frentes son vagos, borrosos, se han desplazado de sitio, cada cual se ensaña con el otro, dan igual las ideas y las convicciones que los muevan...", y sobre todo abarca el terror en el que se vio sumergida Europa, pero lo hace ya digo saltando cronológicamente del presente al pasado y viceversa, o del modernisimo con sus voces cacofónicas a la novela histórica más tradicional, pareciera que casi sin esfuerzo por parte de Gregor von Rezzori. Mientras leía “La muerte de mi hermano Abel” no podía dejar de acordarme de Vollmann porque ambos conectan en esta riqueza del lenguaje, combinando historia con casi autobiografía, ficción y realidad narrada desde un punto de vista muy personal, excesiva en momentos, épica e íntima a la vez.
“Hablo con fluidez cuatro de los principales idiomas europeos, así como otros menos significativos (como por ejemplo el rumano y el yiddish, que hablo con soltura), por no mencionar mi sospechoso talento para imitar del modo más divertido cualquier dialecto: canto cuplés de operetas húngaras, rumanas y griegas; mi esencia balcánica, que en ciertos momentos entendí y ejercí como una profesión, fue el verdadero contenido que di a mis años de formación en Viena; y de cualquier manera, he leido de cabo a rabo obras de siete literaturas nacionales, como con cuchillo tenedor, me afeito todos los dias y padezco los mismos males dentales que Tintoretto, Blaise Pascal u Oscar Wilde.”
El narrador de “La muerte de mi hermano Abel” es Aristide Subics (aunque es un detalle ambiguo, porque nunca queda claramente definido que sea él el narrador) y que cuando comienza la novela está encerrado en un hotel de París intentando escribir una novela en la que lleva embarcado mucho tiempo, y aunque en un principio es un narrador anónimo, con el tiempo vamos descubriendo que su identidad es camaleónica. Es una novela compleja argumentalmente hablando, porque una vez terminada, no sé realmente si es novela o un texto que podría abordar la autobiografia del mismo Gregor von Rezzori porque al igual que su narrador, von Rezzori también nació en el extremo oriental del imperio europeo, descendiente de una familia aristocrática, vivió en primera linea el fin del Imperio austrohúngaro, la llegada del nacionalsocialismo, el reparto de Europa, las nuevas fronteras asi que aunque Aristide no sea Gregor von Rezzori está clarísmo que compartían las mismas convicciones en torno al mundo en el que vivían y la misma forma de transmitir ese fin de una época, ambos escribían también guiones de cine para pagar las facturas.
"Usa un tono suave y elegante, delicadamente irónico y algo informal que cambia de idioma de forma arbitraria, según el objeto de conversación, aunque casi todo el tiempo emplea su francés de los Balcanes demasiado literario, pronunciado con afectada corrección, y de vez en cuando también usa el inglés de su generación el cual, con la inocente creencia de que era preciso hablar The King’s English, imitaba el acento alemán de Eduardo VII; otras veces recurre a su austro-aleman aristocrático, asombrosamente natural, aunque de acento duro, como el hablado en la periferia y en otras ocasiones hace uso del rumano, que confería de repente a su discurso un colorido campesino, vigoroso y terrenal."
El libro está estructurado en cuatro carpetas que se encuentran frente al narrador después de disfrutar de una especie de Prólogo (un preludio bellísimo) con una prostituta: “Pneuma”, “A”, y “B”. La carpeta "C" vendrá contenida en otro volumen al que la editorial Sexto Piso tituló: Caín, el último manuscrito. El contenido de las tres primeras carpetas compone este primer libro (“La muerte de Abel”), y a través de estos apuntes contenidos en estas carpetas, el narrador nos va ofreciendo un relato fragmentado e interrumpido por reflexiones personales de su turbulento pasado: la primera infancia en Rumania,y es en estos recuerdos de su infancia donde surge su estilo más rico y hechizante, por la forma en que describe su infancia y adolescencia en una sociedad tan multicultural “Sin embargo, ella lleva en sí cierta poesía romántica. Su esencia es oscura e insondable como el hueco de un pozo. En lo más hondo ya un límpido espejo, redondo y oscuro, el ojo de una liebre con la mirada clavada en en el cielo. Para verla, sin embargo, es preciso sorprenderla." . Esta infancia se ve trastocada por la muerte de su madre y es en la adolescencia en Viena donde vive en primera linea el Anschluss de Hitler, un momento recurrente que sale a la luz una y otra vez a lo largo de estas 800 páginas...
"He invertido muchos esfuerzos en mis manuscritos para explicar cómo esa ausencia, ese estado de trance surgió a partir de mis vivencias el 12 de marzo de 1938, el día en que Hitler regresó a su país de origen, Austria, y las tropas alemanas ocuparon el país en medio de la aclamación delirante de la población. Pero aun el análisis mas concienzudo deviene en este caso inexplicable. Aquel fue un día esos que marcan un cambio de épocas. Un día de solstitium en el que el sol se detuvo en medio del cielo. "
Más tarde pasa a relatar el servicio en el ejército rumano y los años pasados en la Alemania de la posguerra, donde incluso llega a asistir a los juicios de Nüremberg, y a partir de ahí buscarse la vida de alguna forma escribiendo guiones para la industria del cine. El poderoso narrador nos conducirá a través de la historia de la Europa que vivió narrando momentos cruciales. Es en esta voz desbordante de datos, referencias, pensamientos mezclando su vida con los momentos históricos tan negros a las que él califica como “la era glacial”, lo que de verdad me acabó fascinando de esta novela y lo que me recuerda tanto a un autor como Vollmann. Es en la atmósfera que consigue crear Gregor von Rezzori narrando estos tiempos oscuros, dónde de verdad brilla su estilo. Una atmósfera que impregnará toda la novela incluso en momentos del presente, pero esa “era glacial”, estará ya continuamente presente en el texto:
“En todo caso, la era glacial de la que estoy hablando ahora dura ya casi dos años en febrero de 1940, y a partir de entonces se haría cada vez más gris; quiza porque poco a poco se fue llenando de grises hombres de hierro, de armas, también de hierro, que escupían fuego y humo, porque bajo el diluvio de humo y fuego salido de las bocas de esas armas fueron cayendo cada vez más hombres de hierro grises, los cuales se convertían en sombras, en centenas, centenares de miles de sombras grises que se iban uniendo para formar una bruma invernal cada vez más espesa, que envolvía el mundo y cubría el sol con un velo, un sol que se quedaba suspendido sobre una superficie gris como un pequeño y pálido disco impotente, aun después de que cayera el temporal de fuego.” [...] "También llevo un casco de hierro con una correa sobre la barbilla... Porque aunque hemos jurado defender nuestra patria hasta la muerte con las armas en la mano, no somos más que un puñado de hombres afligidos, estremecidos por el miedo cada vez que el asunto parece tornarse serio, resignados a nuestro destino cada vez que el peligro inminente queda aplazado al menos hasta el día siguiente."
Este narrador erudito y políglota nos somete a una avalancha de referencias culturales, conceptos filosóficos y alusiones literarias que demuestran el conocimiento universal. característica del intelectual arquetípico centroeuropeo criado en esa bomba de relojería multicultural de la desintegrada Austria-Hungría, y hay continuas referencias a la desintegración de un orden preestablecido que va sembrando el mundo de sombras grises a causa de los estragos del fascismo, tal como él calificará a los supervivientes de esta era del terror. Yo diría que parte del misterio estaría en resolver quién es realmente el narrador porque quizás en esta ambigüedad o vaguedad de quién esté narrando, estaría la clave de cuál es la función de una novela contenida dentro de otra, la novela que está escribiendo el narrador y el texto que estamos leyendo...
"...sin que la duda paralizante no me haya saltado a cualquier hora: dudas sobre mí mismo, sobre mis fuerzas, sobre mi talento, mi inteligencia, mi saber, mi memoria, mi intuición, mi rectitud, mi carácter, mi vocación, mi fortuna, sobre todo lo que se necesita para escribir. La duda sobre la necesidad de escribir y, sobre todo, sobre su utilidad." [...] "Porque escriba lo que escriba, siempre, a la larga, me escribo a mí.. Cualquier cosa que narro, siempre a la larga, me narro a mí. En otras palabras: no soy yo quien vive mi vida, mi libro me vive."
Además de la historia de la apasionante vida del narrador, que va colando a retazos, Gregor von Rezzori sazona este texto de largos párrafos convertidos en monólogos algunos muy filosóficos, otros sardónicos, en los que reflexiona sobre el sexo, el amor, la realidad, el mito, la muerte, la escritura, y sobre todo la culpa, porque tanto Aristide como los otros posibles narradores, ciudadanos del imperio austrohúngaro, se vieron implicados en los horrores de la Segunda Guerra Mundial, asi que esa ambigua complicidad se convierte casi en otro de los temas claves de esta novela, una culpa que va implicita en el título de la novela. Gregor von Rezzori convierte este texto en una obsesión continua por retratar a la sociedad desde finales de la Primera Guerra Mundial hasta finales de los años 60. Son tantas las capas, tantos los temas a los que nos enfrenta Rezzori, que llegado un punto cuando abandona los fogonazos de su vida para centrarse en sus reflexiones, el lector puede entrever que estamos siendo testigos de la narración de un hombre con una mente distorsionada por todo lo que le tocó vivir, los recuerdos, las asociaciones, las conexiones que establece están firmemente asentados en él pero no sabemos hasta qué punto su percepción es la realidad. ¿La vida que vivió y la que nos está transmitiendo es la misma?
"...aquel asco por la ´condition humaine´ en general: por esa criatura llamada hombre y la tragicomedia de su existencia. Pero ello solo me habría llevado a la conclusión de que sufro, y eso es precisamente lo que evito con todas mis fuerzas desde que perdí la primera mitad de mi vida. Desde entonces abundan los motivos para mostrar compasión, y ya apenas puedo manejarlo."
“La muerte de mi hermano Abel” es una novela compleja no solo por los temas que trata sino porque nos enfrenta continuamente a nosotros mismos y al mundo en el que vivimos, y a que las eras glaciales vuelven a repetirse una y otra vez. El narrador repite hasta el cansancio durante la novela que vive atormentado por la pérdida de la primera mitad de su vida y quiere evocar como en un bucle esa realidad desaparecida que ya no volverá, que forma parte del pasado. Lleva diecinueve años intentando escribir una novela a partir de esta evocación, pero realmente el narrador que viene de haber vivido una era de terror y de mentiras, no sabemos hasta qué punto se podrá conocer a sí mismo y, si lo que nos está revelando, es realidad o ficción. Una novela inmensa, rica, única.
"Entonces era un apátrida como yo, aunque nadie habría dudado de que se sintiera polaco, que fuera polaco y siguiera siendo.polaco, whatever that may do to you. La primera vez que vine aquí y le entregué mi pasaporte , examinó primeramente el extraño documento (Pasaporte para Extranjeros de la República Federal de Alemania. El portador de este pasaporte no tiene la nacionalidad alemana), luego me examinó a mí con gesto reprobatorio nada disimimulado, como si hubiera olvidado limpiarme los zapatos en el felpudo de la entrada, y dijo con tono insolente ... - Vous êtes apátride..."
A lovely, rambling novel that, like all of Rezzori's books I've read, covers the forgotten world. More than in any of his works, he comes off as the ultimate European gentleman of the dying-breed type, and this time he makes Paris the focus of much of his attention, which, unlike the Bukovina, is a place I actually kind of know and can relate to. It's an old theme, that Paris just isn't Paris anymore, one that Somerset Maugham kind of made fun of in The Razor's Edge, but one you find weirdly sympathetic. And The Death of My Brother Abel feels, more than any of the others, like the writing of an old man, who can sit back and reflect on how the world has changed around him. Like all of his best writing, it's dense, rich, and is filled with the sort of lovely, surreal imagery that my generation would later associated with Neutral Milk Hotel songs.
«Hors catégorie». Estoy seguro que von Rezzori disfrutó como un enano escribiéndola, no tengo tan claro que José Aníbal Campos disfrutara del mismo modo traduciéndola. Excesiva, en el mejor sentido de la palabra. Leer la 'La muerte de mi hermano Abel' es toda una experiencia.
This is a tough book to read, but is ultimately very rewarding. I can't find the words or reasons to describe why, but feel Goodreads needs a decent review and so here's a cut and paste of Daniel Myers' review on Amazon:
This book (I hesitate to utter the word novel) is so undoubtedly a modern - meaning post WW II - classic that it is more than a tad difficult for me to believe that I only ran across it a few months ago. But then, it is not so difficult. The book predicts its own obscure destiny due to the death of the cultured reader, or cultured person for that matter. It is an essentially a swan song for the civilized Western World (particularly Paris) before it became, as our narrator tells a friend (who is also the vicarious reader, of course), "for Americans: a super-dimensional Disneyland. People like us are looking for something completely different: namely, THE CITY, the metropolis with all its perverse charms and exquisite terrors, above all the unreal and surreal." Beware all who pick up this book and do not know basic French! And yet, the tone is jaunty rather than jaundiced, comical, world-mocking and self-mocking. Rezzori's poetic prose skips over the destruction of Western values with a wry smile. How else could one make it through the 600 pages? During the funeral of his dear friend Schwab near the end, he describes the officiating priest thus: "By way of demonstrating that he truly believed in the faith with which he wanted to fortify the faith of all the others, he had disguised himself as a mountebank at a medieval fair." The book is strewn with such chuckling observations, even during the Nuremberg trials! But, let there be no doubt, the book is one of loss, the loss of a whole world, an entire mindset, above all, of the art of remembering. In the new world, in our world that is, "Memory is a sin."
So many lovely passages abound here. The narrator describes his memory of his childhood strikingly, as it was in 1938: "Bessarabia, the landscape of my childhood, has also frozen, a land of hoar and frost, with white foggy mornings before the icy blue of the sky stiffens the mist into feathery star crystals." But, again, the overarching theme is bleak. The shared culture that held people together and the language that has bound them has been destroyed along with the burned out European cities. A passage describing the attempt to be a literary author in such a milieu, with such a lack of a zeitgeist, where everything - language and people - are, not to put too fine a point on it, "For Sale" is shattering:
"What a blessing: to be loved by a whore, who submits to anyone, whom anyone uses unhesitatingly, and to be loved by her because of your superior dealings with language, which is similarly a whore, whom everyone (aside from a chosen few) uses unhesitatingly...the never wholly dissolved remnant of hatred and disgust that lurks in every love, beyond the struggle between the sexes, a battle never waged to the point of purification..."
In the end, old Europe has the crepuscular charm of "one of the old hookers who have wafted around the Place des Terres like autumn leaves and whose final lure is despair."
The book teems with so many gems that I'm unable to cover in the space of this review. The ultimate "Abel" of the book is meaning itself. Why remember, why reflect, why contemplate in such a world?
I'll conclude here with the narrator's thoughts on his fading memories of two of his former selves:
"Still, a secret rapport existed between the two of them (the realization they were I), in which I was not included. They existed through me and beyond me, in a higher form of existence than I had yet attained...It (the rapport) sounded like my own echo, but I had forgotten the words of the original call, and the echo had died away no sooner than I thought I had caught it."
A humane and beautiful swan song indeed -Lovers of language, lovers of literature, lovers - Read it!
"Questo libro che cresce e si riproduce come una formazione cancerosa nutrita di tutti i miei umori e capricci, di tutte le mie speranze, e desideri, sogni, visioni, e fremiti, illuminazioni, contrizioni, disperazioni, rivelazioni, convinzioni, cognizioni, false conclusioni ed errate conclusioni, ottenebramenti, impulsi, coercizioni, inclinazioni e ripulse; della mia saggezza e della mia stupidità... [...] io in questo libro voglio dire tutto, tutto quello che so, ritengo, credo, conosco e sento, tutto quello che ho vissuto e sperimentato nel modo in cui l'ho vissuto e sperimentato e, se possibile, perché e a qual fine ho dovuto viverlo e sperimentarlo." (p. 559)
REZZORI, G. «La muerte de mi hermano Abel». Sexto Piso, Madrid, 2015. REZZORI, G. «Caín. El último manuscrito». Sexto Piso, Madrid, 2016.
Gregor von Rezzori nació en 1914 en Chernivtsi, Bucovina. Hijo de un conocido funcionario del imperio austrohúngaro, vivió en Bucarest, Alemania Oriental y la Toscana. Estudió Medicina y Minería y, gracias a su talento como dibujante, llegó a la literatura. Es autor de más de veinte novelas, entre las que Sexto Piso ha publicado «Edipo en Stalingrado» (2011) y el volumen de relatos «Sobre el acantilado y otros cuentos» (2014). Murió en 1998, con el reconocimiento internacional de ser uno de los grandes escritores del siglo XX.
Publicada en Alemania en 1976, «La muerte de mi hermano Abel» (Der Tod meines Bruders Abel), de Gregor von Rezzori, es una novela que trata de la imposibilidad de armar una historia. El protagonista, Aristides Subicz, es un guionista de cine desencantado que lleva diecinueve años tratando de componer la gran obra maestra de la segunda posguerra europea, la que pudiera ser merecedora del Premio Nobel...
Impresionante novela, llena de de temas y situaciones que se encuadran dentro de un período de tiempo cuya extensión abarca los años 1919 a 1968. El desarrollo de la historia tiene lugar en una Europa no estrictamente de posguerra, aunque sí alude a una etapa en la que, tras la Segunda Guerra Mundial, el continente aún trataba de recomponerse tras la contienda, de sobreponerse a las ruinas no sólo materiales. Subicz, el protagonista de la historia, acompañado por un elenco de personajes cuya relación y parentesco es muy variado: Schwab, Brodny, Christa, Nagel, Dawn, Gisela, Christine, Scherping, Astrid... narra su vida a la par que la ordena en papel en su afán por lograr el Premio Nobel de Literatura. Instruido, excéntrico, narcisista, sátiro, misántropo, apátrida y cainita: Arístides Subicz es un guionista de cine que vive en París la segunda mitad de su vida, pues ha perdido la primera en Viena...
Yo me busco en las ciudades de Europa a las que me arrastra mi cambiante oficio; pero no como si fueran las ciudades y los lugares de mi pasado, sino los de hoy. Dividido en dos, alienado del pasado y del futuro, no tengo lo que se dice, propiamente, un presente. Busco, estimado mister Brodny, mi identidad... (p. 34)
Convencido de que todo individuo parece sentir el apremio de realizarse a través del arte y, por tanto, hacerle la competencia, Subicz comienza su combate personal con una infinita disertación: se sienten obligados a realizarse y a hacerlo por medio de la creación artística [...] en la segunda mitad del siglo XX [...] el arte es el opio del pueblo. Justifica, así mismo, su propia inquietud literaria: «cuando gente como nosotros se mete en un circo semejante es porque tiene que haber algo muy exquisito detrás» (p. 39), y, también, deja entrever su mal disimulada envidia por Nagel, escritor al que admira y al que intentó imitar una vez (pp. 263-267)
Por otra parte, Subicz es demasiado consciente de la realidad que vive y reflexiona sobre ella con la mirada del artista misántropo que es, con su capacidad para dignificar a veces lo que muestra en su obra bajo un disfraz que embellece o afeándola a placer para crear su propia imagen elaborada, prefabricada, de su mundo: París, Hamburgo, Viena...
Mire [J. G. Brodny], en el cine, durante las labores de rodaje, cuando se quiere conferir a una imagen actual de la ciudad un carácter histórico, se emplean de vez en cuando decorados falsos [...] Son fijadas delante de la cámara de modo que puedan sustituir y ocultar lo que en realidad falta o estorba. Es decir, aquello que no encaja con la idea deseada. Cuando se fotografía el conjunto, el resultado es la perfecta imagen que se buscaba (p. 72)
La muerte de su hermano Abel (Johannes Schwab), que ocupa la historia (centrándose en su vida más que en su muerte) y que da pie a todo el desarrollo posterior, se prolonga a través de sucesivos recuerdos acaecidos entre la realidad y la caprichosa memoria ficcional de Subicz, extendiéndose sin problema hasta el fin de la obra. Hay tanto que destacar en esta novela, acerca del minucioso análisis que lleva a cabo el narrador de cada situación, de cada personaje con el que se cruza o comparte algún momento, o de la propia figura que él mismo representa... que apenas puede uno esbozar el cuadro que se compone ante sus ojos a medida que lee y se adentra en la mente del narrador.
Quizá que «Caín» haya venido a servir de continuación y cierre, de justificación a una obra que no lo necesitaba, haga que el lector de «La muerte de mi hermano Abel» inicie la lectura de su secuela con cierta predisposición a la crítica prejuiciosa. No es de extrañar, pues, en cierto modo, la interpretación de ambas obras en su conjunto es inevitable. Acaso puede entenderse Abel sin Caín, pero Caín no tiene sentido si uno no ha leído Abel. Subicz se nos presenta ahora más cínico que nunca y las razones son múltiples. Razones que Rezzori pone en boca del protagonista como una necesidad de dar continuación a La muerte de mi hermano Abel, de llevar a cabo este final y hacerlo de modo tal que el personaje principal se desnude y desmienta, acuse y muerda, tienda a denodarse por traer al presente lo que del ayer ya no puede.
This was a story of a writers inability to deliver his novel of post WWII western civilization. And while I was not disappointed in his inability to deliver the novel of the era, as I had no expectations of anything new or revealing about the state of man, I had hoped for more about his life. How did he spend only one year in the Romanian Army after WWII broke out? What allowed him to avoid Stalingrad? How did he avoid military service in Germany for the last three years of the war? How did he survive without legal status in Nazi Germany?
Rezzori is an excellent writer, a magnificent story teller. He shared his angst and thoughts, failures and relationships but it was at least 400 pages too long and failed to reveal what IMHO was really interesting about his experiences.