What do you think?
Rate this book


Audiobook
First published January 1, 1923
I could feel that my life was no longer what it once might have been; and that to have, in this way, a woman with whom, quite naturally, when she came home, I would be expected to go out, to whose embellishment the strength and activity of my being would be increasingly devoted, made me into something like a twig which has grown in length, but is weighed down by the plump fruit in which all its reserves of strength have been concentrated.
Furthermore, we can feel that in these lies there is always a measure of truth, that if life does not bring changes to our love, soon we ourselves will want to do so, or to pretend that they have occurred, and to talk of separation, so evident is it that all loves and all things move rapidly towards farewells. We want to weep the tears that the ending will bring, long before it happens. No doubt this time, in the scene I had just been playing, there was a practical consideration.
“Sólo se ama aquello en lo que se persigue algo inaccesible, sólo se ama lo que no se posee.”Qué atractiva es en la distancia de la literatura la figura de Marcel, más fascinante cuanto más odioso se empeña en retratarse y más cuanto más seguros estamos de que el retrato es fidedigno. Compadezcámonos de él porque es una forma de compadecernos de nosotros mismos.
“Habría que escoger entre dejar de sufrir o dejar de amar. Pues así como al principio está formado por el deseo, más tarde el amor sólo es mantenido por la ansiedad dolorosa. Sentía que una parte de la vida de Albertine se me escapaba. El amor, en la ansiedad dolorosa lo mismo que en el deseo feliz, es la exigencia de un todo. No nace, no subsiste si no queda una parte por conquistar. Sólo se ama lo que no se posee por entero.”Marcel pasa sus días postrado en la cama, disfrutando de los goces de la soledad, de la intensidad con la que es capaz de evocar sus recuerdos, multiplicando por mil sus efectos al fusionarlos con la contemplación de una lámina o la audición de una música querida. También eran para él un precioso objeto de contemplación las muchachas que pasaban ante la ventana de su habitación, una lavandera con su cesto de ropa, una panadera con su mandil azul, una lechera con peto y mangas de tela blanca, una altiva muchacha rubia siguiendo a su institutriz. Pero, sobre todo, su postración le permitía disimular una debilidad mayor a la real por evitar los paseos parisinos con Albertine y morir de celos a cada movimiento de sus ojos. Un tormento que se agranda hasta el infinito debido a que él mismo proyecta en ella su “propio deseo perpetuo de agradar a nuevas mujeres, de esbozar nuevas aventuras”. Se obsesiona por repensar el pasado en busca de pistas que le confirmen sus miedos, por rumiar todas las conversaciones que con ella mantiene rastreando contradicciones, deslices, confesiones no intencionadas, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, como el que no puede evitar pasar la lengua por la muela cariada, hasta desesperarse él y exasperar a sus lectores con una cantinela repetida mil veces. Y así, quizás, era él el más cautivo, el más esclavo, aunque su martirio estuviera perversamente atenuado por la seguridad de que Albertine padecía cruelmente su situación y porque bajo su sumisión privaba de sus placeres a todos los demás hombres.
“Los celos son también un demonio que no puede exorcizarse, y siempre reaparece encarnado bajo una forma nueva. Y aunque consigamos exterminarlos todos y conservar perpetuamente a nuestro lado a la que amamos, el Espíritu del Mal asumiría entonces otra forma, todavía más patética: la desesperación de haber obtenido la fidelidad sólo por la fuerza, por la desesperación de no ser amado.”Resultan conmovedoras y patéticas sus congojas, sus sospechas, al mismo tiempo que se obstina en convencernos de que ha dejado de amar. Su deseo oscila, de este modo, entre la necesidad de mantenerla a su lado cuando la cree perdida y la de abandonarla en cuanto recupera la calma, entre su visión de la Albertine de Balbec, que le inspiraba amor porque le hacía sufrir, y esta esclava, dócil y aburrida de la que le gustaría liberarse.
“No es que no me permitiera experimentar muchas alegrías de las que el dolor intenso me había privado, pero, lejos de debérselas a Albertine, quien, por lo demás, apenas me parecía ya hermosa y con la cual me aburría, a la que tenía la clara sensación de haber dejado de amar, las saboreaba, al contrario, cuando Albertine no estaba a mi lado.”Y uno llega a pensar si todos esos celos, todo ese amor que dice sentir y, al momento, no sentir, no se reducirá a un horror insuperable a ser abandonado, a volver a sentir esa indignación que le embargaba en el pasado cuando su madre se alejaba de su cama sin darle las buenas noches o cuando le despedía en la estación de tren.
“Había podido llegar hasta mí la extraña llamada que ya nunca dejaría de oír, como la promesa de que existía algo distinto- cuya realización dependía probablemente del arte- de la nada que había encontrado en todos los placeres y en el amor mismo, y de que si mi vida me parecía tan vana, al menos no estaba enteramente acabada.”Aun así, son más de mi gusto sus elucubraciones en soledad, sus pensamientos, sus particulares sensaciones, aunque versen simplemente sobre su fetichismo por los vestidos de mujer o los gritos de los vendedores callejeros. Me es realmente fascinante cuando saca a trabajar su bisturí emocional y nos muestra toda la sangre y pus que brota de los modos y maneras de la sociedad que le rodea y de él mismo. Roza la perversión esta satisfacción que obtenemos de sus comentarios acerca de, por ejemplo, la decepción que se siente ante la dama virtuosa que a poco se convierte en una lúbrica Furia o, por el contrario, el desengaño ante la que nos confiesa aliviada que su dureza y agresividad no es más que una barrera construida alrededor de su profunda timidez; el sufrimiento que nos confiere la carta no recibida de la mujer que abandonamos y que hemos vuelto a amar a causa precisamente de ese desplante epistolar; la rara aritmética de algunos deseos cuya satisfacción conjunta hace disminuir el placer que habríamos obtenido de cada uno de ellos por separado; lo poco que queda a veces del amor cuando este se disocia de las circunstancias que lo rodean; la extraña inclinación a sustituir con inocentes mentiras verdades igualmente inocentes; la vileza de hacer oídos sordos a la muerte de un familiar o conocido por no arruinar la velada prevista; lo mucho que la pertenencia a nuestra especie explica nuestros actos (“obramos a ciegas, pero eligiendo como los animales la planta que nos resulta favorable… todo ocurre como si entráramos en ella (la vida) con un fardo de obligaciones contraídas en una vida anterior”); en fin, la gran alegría que procura la posesión en cuerpo y alma de una mujer, mayor aún que la del propio amor.
“Su sueño realizaba en cierta medida la posibilidad del amor; estando solo, podía pensar en ella, pero me faltaba, no la poseía. Presente ella, le hablaba, pero me encontraba demasiado ausente de mí mismo para poder pensar. Cuando ella dormía, ya no tenía yo que hablar, sabía que ya no me miraba, ya no tenía yo necesidad de vivir en la superficie de mí mismo. Al cerrar los ojos, al perder la consciencia, Albertine se había despojado, uno tras otro, de sus diferentes caracteres de humanidad que me habían decepcionado desde el día en que la había conocido.”
فقط آنی را دوست می داریم که در آن چیزی دست نیافتنی می جوییم، فقط آنی را دوست می داریم که نداریم.
جلد ۵: اسیر
همان آنی که جرعۀ آمیخته با خرده های شیرینی (مادلن) به دهنم رسید، یکه خوردم. حواسم پی حالت شگرفی رفت که در درونم انگیخته شده بود. خوشی دل انگیزی (شادی، خصوصیت نشانه های محسوس) خود در خود، بی هیچ شناختی از دلیلش، مرا فراگرفت. یک باره با انباشتنم از گوهره ای گرانبها، کشمکش های زندگی را برایم بی اهمیت، فاجعه هایش را بی زیان و گذرایی اش را واهی کرد، به همان گونه که دلدادگی می کند (نشانه های عشق). دیگر خودم را معمولی، بود و نبود یکی، میرا حس نمی کردم.
ج ۱، ص ۱۱۱

Ceux qui apprennent sur la vie d'un autre quelque détail exact en tirent aussitôt des conséquences qui ne le sont pas et voient dans le fait nouvellement découvert l'explication de choses qui précisément n'ont aucun rapport avec lui.which I might paraphrase as
People who note some striking detail in someone else's life often draw conclusions from it which are entirely incorrect, and see in the fact they have just discovered explanations of things which have absolutely nothing to do with him.Indeed, on the occasions when I have had an opportunity to check my theories about people's books by asking the authors directly, I've been surprised to see how many times Proust's observation turned out to be accurate. So, maybe not as clear-cut as it seems.
Je pouvais mettre ma main dans sa main, sur son épaule, sur sa joue, Albertine continuait de dormir. Je pouvais prendre sa tête, la renverser, la poser contre mes lèvres, entourer mon cou de ses bars, elle continuait à dormir, comme une montre qui ne s'arrête pas, comme une bête qui continue de vivre quelque position qu'on lui donne, comme une plante grimpante…
I could put my hand in her hand, on her shoulder, on her cheek; Albertine continued to sleep. I could take her head, turn it round, press it to my lips, put her arms around my neck; she continued to sleep, like a watch still running, like a creature still living whatever position you put it in, like a creeping plant…
son ventre (dissimulant la place qui chez l’homme s’enlaidit comme du crampon resté fiché dans une statue descellée) se refermait à la jonction des cuisses, par deux valves d’une courbe aussi assoupie, aussi reposante, aussi claustrale que celle de l’horizon quand le soleil a disparu.
her belly (concealing the place which in men is disfigured as though by a stud sticking out of a dilapidated statue) ended at the junction of her thighs, in a bivalve curve that was as soporific, as restful, as cloistral as the curve of the horizon when the sun has disappeared.
Mes paroles ne reflétaient donc nullement mes sentiments. Si le lecteur n'en a que l'impression assez faible, c'est qu'étant narrateur je lui expose mes sentiments en même temps que je lui répète mes paroles. Mais si je lui cachais les premiers et s'il connaissait seulement les secondes, mes actes, si peu en rapport avec elles, lui donneraient si souvent l'impression d'étranges revirements qu'il me croirait à peu près fou.
And so my words in no way reflected my feelings. If the reader has only a faint impression of this, it’s because as a narrator I tell him my feelings at the same time as I repeat my words. But if I concealed the former, and if he knew only the latter, my actions, corresponding so little with them, would so often give him the impression of strange changes of opinion that he would think me half mad.
If the reader has no more than a faint impression of these, that is because, as narrator, I reveal my sentiments to him at the same time as I repeat my words. But if I concealed the former and he were acquainted only with the latter, my actions, so little in keeping with my speech, would so often give him the impression of strange revulsions of feeling that he would think me almost mad.At both the beginning and end of this volume, I experienced my typical exasperation over the narrator's claustrophobic obsessiveness, but the feeling was not long-lasting, as this is arguably the best written installment so far. The authorial intrusions, and their connection with the narrator, are fascinating and exciting. The middle includes, easily, the best salon scene so far, due to the character of Charlus, and the narrator's musings on music and art and their relationship to the understanding of human nature.
But what were their words, which like every human and external word left me so indifferent, compared with the heavenly phrase of music with which I had just been communing? I was truly like an angel who, fallen from the inebriating bliss of paradise, subsides into the most humdrum reality. And, just as certain creatures are the last surviving testimony to a form of life which nature has discarded, I wondered whether music might not be the unique example of what might have been—if the invention of language, the formation of words, the analysis of ideas had not intervened—the means of communication between souls. It is like a possibility that has come to nothing; humanity has developed along other lines, those of spoken and written language. But this return to the unanalysed was so intoxicating that, on emerging from that paradise, contact with more or less intelligent people seemed to me of an extraordinary insignificance.
all the residuum of reality which we are obliged to keep to ourselves, which cannot be transmitted in talk, even from friend to friend, from master to disciple, from lover to mistress, that ineffable something which differentiates qualitatively what each of us has felt and what he is obliged to leave behind at the threshold of the phrases in which he can communicate with others only by limiting himself to externals, common to all and of no interest
if at [Vinteuil’s] death he had left behind him—excepting certain parts of the sonata—only what he had been able to complete, what we should have known of him would have been, in relation to his true greatness, as little as, in the case of, say, Victor Hugo, if he had died after the Pas d’Armes du Roi Jean, the Fiancée du Timbalier and Sarah la Baigneuse, without having written a line of the Légende des Siècles or the Contemplations: what is to us his real work would have remained purely potential, as unknown as those universes to which our perception does not attain, of which we shall never form any idea.







"A arte extraída do real mais familiar existe efectivamente, e o seu domínio talvez seja o mais vasto. Mas não é menos certo que um grande interesse, e às vezes beleza, pode nascer de acções decorrentes de uma forma de espírito tão distante de tudo aquilo que sentimos, de tudo aquilo em que acreditamos, que nem sequer conseguimos compreendê-las, de tal modo que se desenrolam à nossa frente como um espectáculo sem causa. Que existirá de mais poético que Xerxes, filho de Dario, mandando açoitar com vergastas o mar que engolira os seus navios?"
"...não é verdade que é a arte, a arte de um Vinteuil [músico], como a arte de um Elstir [pintor], exteriorizando nas cores do espectro a composição íntima desses mundos a que chamamos indivíduos e que, se não fosse a arte, nunca conheceríamos? Asas, e outro aparelho respiratório, que nos permitissem atravessar a imensidade, não nos serviriam de nada. Porque se fôssemos a Marte e a Vénus mas conservássemos os mesmos sentidos, eles revestiriam tudo o que pudéssemos ver do mesmo aspecto das cores da Terra. A única verdadeira viagem, o único banho de Juventa não consistiria em partir para novas paisagens, mas em ter outros olhos, em ver o universo com os olhos de outro, de cem outros, em ver os cem universos que cada um deles vê, que cada um deles é; e eis o que podemos fazer com um Elstir, com um Vinteuil, com os seus semelhantes: voar na verdade de estrela em estrela."
"Enterraram-no, mas durante toda a noite fúnebre, nas vitrinas iluminadas, os seus livros, arrumados em grupos de três, velavam como anjos de asas abertas e pareciam ser, para aquele que já não existia, o símbolo da sua ressurreição."