La marea ha arrastrado el cadáver del pescador Justo Castelo hasta una playa gallega. Podría pensarse que ha muerto ahogado mientras faenaba, si no fuera porque sus manos están atadas. Sin testigos ni rastro de la embarcación a la que pertenecía el fallecido, el lacónico inspector Leo Caldas, que en lo personal atraviesa días difíciles, trata de esclarecer el crimen sumergiéndose en el ambiente marinero de un pueblo cuyos habitantes se resisten a desvelar sus sospechas y, cuando se deciden a hablar, apuntan en una dirección demasiado insólita.
Domingo Villar was a Spanish crime writer. He was born and raised in Vigo, Galicia, Spain, and lived in Madrid. He published novels featuring Inspector Leo Caldas, a dyed-in-the-wool Galician detective, and Rafael Estévez, his down to earth assistant from Zaragoza who finds it difficult to cope with the Galician sense of irony. He passed away from complications after a stroke.
Domingo Villar (Vigo, 1971) inauguró con Ojos de agua la exitosa serie protagonizada por el inspector Leo Caldas. El segundo título, La playa de los ahogados, supuso su consagración en el panorama internacional de la novela negra, obteniendo excelentes críticas y ventas. En 2019 se publica El último barco, el esperado regreso del inspector Caldas. La serie ha sido traducida a más de 15 idiomas y ha cosechado un gran número de premios, entre los que caben destacar el Novelpol en dos ocasiones, el Antón Losada Diéguez, el Premio Sintagma, el Premio Brigada 21, el Frei Martín Sarmiento, Libro del Año de la Federación de Libreros de Galicia. También ha sido finalista de los Crime Thriller Awards y Dagger International en el Reino Unido, del premio Le Point du Polar Européen en Francia y del premio Martin Beck de la Academia Sueca de Novela Negra.
4,75/5 A falta de hacer una reseña más amplia, diré que es una buena novela policiaca, con tintes muy gallegos y con un final trepidante. Muy recomendable sin duda.
Este es, de momento, el único libro que he leído de la serie Leo Caldas. Cómo diría yo.....muy gallego. La historia se va desarrollando demasiado lenta para mi gusto, van apareciendo posibles vías en la investigación que mantienen el interés y el final si que me ha gustado bastante, de ahí las 4 estrellas.
El desarrollo de los hechos en Vigo y sus rías, es un punto a favor, por lo novedoso y por la belleza del entorno, los guiños al mundo del vino me han gustado, ¿quien puede resistirse a un buen albariño?, pero el tema de los atracones gastronómicos, al estilo pepe Carvalho, no me cuadran demasiado y menos en una novela negra. ¿por qué en algunas novelas negras-policiacas, se da a entender que esta gente se pasa media vida en bares o restaurantes, comiendo y bebiendo? Más me parece a mi que se pasan media vida haciendo informes, pero esto no es muy glamuroso. En el tratamiento de estos aspectos de la realidad policíaca Lorenzo Silva, con su pareja de guardia civiles, creo que es más fiel a la cruda realidad, de ahí que de momento, salvo que Carmen Mola diga lo contrario, siguen siendo mi serie de novela negra "made in spain" favorita. En cualquier caso, libro muy recomendable. Tengo al primero y tercero de la serie en mi lista de próximas lecturas, aunque creo que voy a seguir por el tercero....
Curiosa pareja el inspector Leo Caldas y su ayudante Rafael Estevez, de la comisaría de Vigo. El aragonés Estevez no se acostumbra a cómo los gallegos responden con preguntas, incluido su jefe. El caso que están investigando, sobre el marinero Justo Castelo ahogado en Panxon son todo 'respuestas con preguntas' sobre preguntas. En el pueblo no suelta prenda nadie, pero todos ocultan algo. ¿Es posible que la muerte del marinero esté relacionada con el hundimiento de un barco pesquero 12 años antes y la muerte de su capitán? Las descripciones de toda la zona son impresionantes, dan ganas de irse allí inmediatamente, a disfrutar de esos paisajes de la costa gallega. Eso sí, todo el día lloviendo. La narración me ha parecido muy pausada, en general. Toda la investigación es muy lenta, para mi gusto. Pero debo decir que está magistralmente planteada, con muchos recovecos, idas y venidas, detalles aparentemente insignificantes que tienen mucha relevancia. Resumiendo, una novela de investigación criminal muy bien construida, con sabor a Galicia, aunque quizá demasiado pausada para mi gusto.
Me ha gustado bastante, buena ambientación, parece que estas junto con los protagonistas en Galicia comiendo y andando por las calles de Vigo y pueblos de alrededor. El discurrir del caso bastante aceptable con dos protagonistas el inspector Caldas y su compañero Estevez muy diferentes pero muy eficaces. El ritmo va incrementándose poco a poco y el final es bueno. El argumento va proponiendo posibles sospechosos y el final tine un giro bastante bueno al final. Lectura totalmente recomendable. 9/10
Novela policiaca de ritmo pausado y aires costumbristas gallegos, con sus pescadores, sus vinos, sus supersticiones costeras y cómo no, la lluvia siempre presente. Con el patrón clásico protagonizado por pareja de policías, uno serio y perspicaz, el otro pragmático y brutal, con sus momentos cómicos previsibles, que investigan la también clásica y misteriosa aparición de un cadáver, en el que los primeros indicios parecen no esconder mucho, pero el hallazgo de sucesivas pruebas evidenciarán finalmente lo contrario. Una historia construida con gusto, en la línea de la anterior entrega, pero ganando en complejidad y que acaba resultando una vez más, una novela policiaca seria y de calidad.
El cadáver del pescador Justo Castelo aparece varado en la orilla del humilde pueblo de Panxón. Al principio se asume que ha sido un suicidio, Castelo era un hombre callado y taciturno, superviviente de un naufragio y exheroinómano, uno de tantos hijos del mar que decide poner fin a sus días entregándose al medio que le ha permitido subsistir. Sin embargo, ciertas anomalías en la autopsia, así como el silencio supersticioso que guardan sus vecinos, hacen sospechar al inspector Leo Caldas de algo distinto, más complejo.
Este es el disparo de salida del segundo caso del inspector vigués Leo Caldas, el patrullero de las ondas, una novela mucho más ambiciosa que su primera parte que me reafirma al decir que Domingo Villar ha sido una pérdida injusta e irreparable para todos los amantes de la novela negra. Como en toda buena secuela, Villar recoge todo lo que funcionaba de su primera parte y lo amplia y mejora. Conocemos más de la vida de Caldas, ahondamos en sus relaciones familiares, las existentes y las rotas, y en sus frustraciones personales. El mejor desarrollo del protagonista se nota la eliminación de los típicos clichés del género: su amargura silenciosa inicial es sustituida por una circunspección lacónica mucho más creíble por gallega -en serio, esta novela es MUY gallega-, ni rastro del jazz, gracias a Dios, su fracaso matrimonial no se insinúa tan traumático, sino que obedece a motivos más pedestres, y en absoluto se nos muestra como un rebelde en el cuerpo, sino como un profesional competente. Su compañero, Estévez, sigue sin entender la retranca gallega y aporta el toque de humor a la historia. Eso sí, el maño es gracioso solo en papel, a nadie le gustaría saber que el cuerpo deja la correa tan larga con un policía que saca la mano a pasear a la primera de cambio. Si Estévez es cómico es gracias a la sencillez con que escribe Villar.
Y es que esa es la mejor definición del estilo de este autor gallego: su sencillez. La trama es sencilla pero no simple, el caso es interesante en todo momento y su misterio nos va a tener enganchados hasta el final, pues no deja de enredarse conforme se va ahondando en él. Lo lógico en una historia detectivesca, vaya. Sus personajes son sencillos, humanos, con sus aciertos y sus miserias, y sus investigadores no tienen arrebatos holmesianos; las epifanías, que las hay, demuestran lo que ya sabrán todos los amantes del true crime: que los casos se resuelven por detalles a priori triviales y gracias a la buena memoria de los detectives, sin más. La atmosfera de las rías bajas está cuidada al detalle, al igual que el retrato que se hace del moribundo negocio de la pesca de bajura, que aún mantiene parte de su mística ancestral.
Si como yo vivís en tierras de secano donde en verano la temperatura no baja de los 35 grados, el mejor bálsamo es un caso del inspector Leo Caldas. Ahora solo me queda un libro suyo, el más largo, y tendré que decir adiós a Domingo Villar.
Segundo libro de la trilogía Leo Caldas. Mejora la narración con respecto al anterior y el desarrollo de los personajes está más trabajado. También el caso de asesinato es más elaborado. Un 4 merecido.
Hacía mucho tiempo (y muchos libros) que una lectura no me enganchaba tanto. Me ha encantado la historia, la ambientación y por supuesto los personajes: la inteligencia y paciencia de Leo Caldas y el arranque y la ingenuidad de Rafael Estévez. Una muy recomendable maravilla.
Más madura, más pensada, menos fresca y con cierto "deje gallego" por las vueltas que da.
En esta segunda entrega de la serie del Inspector Leo Caldas, Domingo Villar ha mantenido la estructura marcada en Ojos de agua, el primero de la serie: capítulos muy cortos, no numerados, títulos nominados con una palabra seguido de sus posibles afecciones, para situarnos en escena. Sin embargo, algunos no me han resultado tan acertados como en la primera novela.
Aunque sigue siendo un buen libro, ha perdido parte de la frescura que tenía Ojos de agua. Las salidas de Rafael Estévez, que tanto me gustaban, casi brillan por su ausencia. La ambientación, potenciada por la extensión de la novela -más o menos el doble que la primera-, tiene un mayor peso. Casi puedes sentirte en las calles de Vigo, en su taberna Eligio, en la lonja de pescado, en las costas frente a las islas Cíes o paseando por las calles del pueblo.
Haciendo un guiño a las críticas de Rafael Estévez por los rodeos y la poca concreción en las respuestas de los gallegos y lo que cuesta sacarles la información en un interrogatorio, digamos que a La playa de los ahogados, se le ha pegado cierto "deje gallego". La trama de la investigación es más pausada, da más vueltas intentado conocer los motivos del asesinato y los posibles sospechosos. Como lector, hay pistas que te hacen deducir ciertas salidas, que aún tardan dos vueltas en aparecer en la novela. Y mientras avanzas en su lectura, surgen nuevas pistas que se van acumulando hasta que al final, después de algún que otro vaivén, acaban encajando.
Me ha gustado como trata las relaciones familiares, tanto la de Leo con su padre, como la de su padre con su tío. Y como la primera, le ha dado pie ha introducir el mundo del vino.
También he disfrutado dándome un paseo por su gastronomía. ¡Qué ganas de hacer una escapada para poder probar esos platos y ver todas esas maravillas!
En su conjunto me ha parecido una novela más madura, más pensada. Continuarémos con la siguiente: El último barco.
Pues nos fuimos de un extremo a otro, de las truculencias de Carter a esta serenidad gallega, donde haces un recorrido turístico de tierra y costumbres, de cosas que se dicen sin decir y de costumbres que se toman su tiempo. Ha sido precioso este segundo libro. Mucho más que el primero, que como recién venía de Carter, casi se sintió como un frenazo... pero creo que este caso también es más redondo y que... no sé si por ser de pescadores y estar todas las pistas enredadas en el ir venir del pueblo, es como si el crimen se mimetizara con la propia vida de allí. El humor socarrón y un poco satírico que lo salpica todo sin subrayados retratando la forma de interactuar del pueblo, termina de redondear este paisajeque prácticanente puedes oler y esta forma de ser de la que acabas formando parte. La pareja de policías forman un contrapunto perfecto. He escuchado la melodía que dice el libro que le ponen en la radio "mientras piensa" y se me saltaron las lágrimas de risa. ¡Qué mala baba, el de la radio!😂😂😂. Eso sí que es como para asesinarle!🤣. Voy a ver la peli ahora, a ver qué tal. Escuela (Sagas)
Novela de detectives e investigación, un poco a la antigua moda de las novelas de deducciones y de personajes, lenta, descriptiva pero con una trama sólida y personajes que enganchan. Abusa un poco de las descripciones, de buscar el contraste entre el carácter de los gallegos (incomprensible para el personaje de fuera) y en las descripciones gastronómicas. Pero es un buen libro de misterio, que se lee cómodamente mientras te imaginas estar en los lugares que recrea con tanto detalle y cariño.
Domingo Villar, con un lenguaje sencillo y ágil, nos hace un dibujo de la Ría de Vigo y sus gentes. Más que leer, vemos la historia. A medida que leemos vamos conociendo más a los principales personajes de la serie, Leo Caldas, Estévez y su padre. Buenísimos los tres. La trama, más compleja que en el primer libro de la serie, está muy bien pensada y resuelta. A destacar los toques de humor que tiene salpicados, que aligeran mucho el ritmo del libro. En definitiva, un libro muy bueno.
Pues otra novela policíaca, que últimamente he leído bastantes. Protagonizada por el inspector Leo Caldas, gallego de pura cepa y fumador empedernido, y por su ayudante, Estévez, aragonés (e incapaz de entender ese modo gallego de responder a todo con otra pregunta) y brutico brutico. Es la segunda novela de Domingo Villar, la primera de la serie "Ojos de agua" no la he leído, para variar (no sé cómo lo hago para empezar siempre las series por donde no son). La acción transcurre en Panxón, donde un marinero aparece muerto en la playa con las manos atadas. Parece un suicidio, ya que el marinero era un ex-drogadicto taciturno y poco hablador, pero la autopsia confirma la imposibilidad de que el hombre se atara a sí mismo las manos. La investigación les lleva de los antiguos compañeros del marinero hasta el naufragio de otro barco diez años atrás, en extrañas circunstancias. La madeja se va enredando mientras el inspector fuma y fuma, se marea en los coches, bebe vino blanco y soporta como puede el programa de radio semanal en el que colabora y a su compañero, un poco tendente a la violencia como modo de conseguir las cosas. Hay momentos en que crees saber más que Caldas y conocer quién es el asesino, pero una cosa te lleva a otra y descubres tu equivocación (o la mía, que vete a saber si a otros no les parece evidente la autoría del asesinato). Y hay momentos en que te partes con ese pobre ayudante desesperándose por la forma de responder de los gallegos. La recomiendo. Me ha gustado mucho, mucho.
Brilliant. Maybe not as good as the first one, but highly recommendable. I spent 13 years living in Vigo and I know the area, so I guess that I am a bit biased, but the way that Vigo and the Galician character are described, 5 stars. 3rd instalment, looking forward to reading it.
Otro excelente libro de Villar. Me encantó. Buena trama, excelente descripción de Galicia, su cultura, su geografía y sus comidas. Me parece genial cómo va armando la historia y hasta se da el lujo de tirar pistas falsas que siembran un misterio increíble. 5 ⭐️ rotundas para Villar.
The discovery of the crime in any crime fiction, regardless of the culture it is based in, obviously becomes the major focus of a police procedural styled book. Increasingly this is balanced by the life, personality and colleagues of the central investigator. How those major elements blend together is becoming one of the strongest indicators of the cultural background of the story for this reader. Whilst there are some aspects that are universal, there are also aspects that really draw on local flavour. The food, the climate, the weather, the place, and how the characters interact with their environment, and most importantly the attitude of the people around the investigation, as well as some aspects of the characterisations.
The central investigator in DEATH ON A GALICIAN SHORE is Inspector Leo Caldas. A policeman first, he's also a man with a longing for his estranged girlfriend, close ties to his ill uncle, and a strong relationship with his ageing father. Most interestingly, through those relationships, Caldas has a way to connect with the past. He's also a boss with a tricky underling to manage. Estevez is, to put it mildly, a bit of a loose-cannon. A man lacking sensitivity. Somehow the taciturn, and very sensitive Caldas, and the firebrand Estevez manage to work together, although the sense of exasperation and confusion in both men is always present.
Presented as a classic who and why-dunnit, the story is set in a beautiful part of the coast, in a small village in which relationships and loyalties go back many years, and there are secrets in a lot of dark places. It might seem from this description that DEATH ON A GALICIAN SHORE is a pretty sombre book, and whilst there are parts of the book that are darker and restrained, there are also lovely touches of humour and humanity. There's a longing in Caldas that's not sad, it's hopeful, there's joy in the way that his father approaches the illness of his brother, and the relationship between father and son is very well portrayed.
Perhaps it's also partially the setting, but there's something of the good old-fashioned police procedural about the way that this book proceeds. Caldas and Estevez walk the lane-ways and streets of the small towns, they poke around the fishing boats, stand in the sand, eat in the cafes, talk to people and notice the inconsistencies. There's no high tech cleverness or forensics and not a single solitary torch in sight. What there is, however, is a nicely twisty and plausible plot, peopled by some excellent characters that I'd be happy to spend a lot more time with in the future.
La he disfrutado mucho pese a no ser gran lector de novela policiaca. La narración es muy tranquila, sin grandes giros, con una trama principal sencilla que se va haciendo muy interesante, y un toque de humor. Los personajes increíblemente realistas, no parecen creados para un thriller sino que viven allí y es el thriller el que pasa por sus vidas. La ambientación es magnífica, muy natural y lograda. Lectura totalmente inmersiva, tanto en la investigación del caso como sobre todo en la recreación del lugar.
A caballo entre el pasado y el presente, no se trata de la típica novela policiaca en la que el instinto del inspector (o la figura del detective) es siempre acertado y, poco a poco, se van resolviendo impolutamente cada una de las incógnitas que plantea el caso. Por el contrario, "La playa de los ahogados" no tiene miedo a errar; por eso incluye deducciones erróneas del inspector protagonista Leo Caldas, así como líneas de investigación que acaban en nada. En resumen, Domingo Villar plantea una novela que huye de los cánones y se propone ser humana e imperfecta. He ahí donde reside la grandeza de este libro y la empatía que el lector siente por el lacónico inspector Caldas, quien debería ya llamar a Alba.
Fantástica! Quizá me pareció un desarrollo algo lento, pero a medida que avanzaba ya no podía parar de leer. Me ha encantado seguir la investigación, las teorías y los sospechosos, me encanta la pareja de Caldas y Estévez y, por encima de todo, me ha maravillado la ambientación en esos pueblos pesqueros, el olor a mar, la niebla y el frío.
Este libro fue un regalo de mi novio puesto que, de alguna forma, se enteró que lo quería con todas las fuerzas de mi alma y me sorprendió con él. La playa de los ahogados, ha tenido una muy buena acogida por los lectores y de la misma forma, con la severa crítica. Su manera de escribir está en el punto ideal y perseguido por muchos autores: Es descriptivo al punto de sentirte que estás viendo una película o en su defecto, que estás viviendo los sucesos a flor de piel cuando te pierdes en la lectura. No es simple ni su nivel de complejidad es demasiado elevado, y también es un autor que piensa en sus lectores, se preocupa por el lector y no por que él solamente lo entienda y que el resto se las arregle para comprender qué intentó decir (lo cual viene a ser el problema de varios autores contemporáneos). Me gustó que en vez de decir al principio de cada capítulo el número de cúal era o un título relacionado a su contenido, tiene el significado de una palabra que podría ser de relevancia al contenido de éste. Los personajes vienen a ser muy completos: tienen sus defectos como sus virtudes. Tal es el caso del agente Estévez. Fue un personaje que puedes quererlo o llagar odiarlo, dependiendo de la persona, pero en mi caso, me encantó. Porque me pareció muy real y los defectos de este personaje (¿y por qué no?: Sus Metidas de pata), hicieron sentir durante sus 435 páginas que estuviera leyendo algo que realmente sucedió. He de decir que el inspector Leo Caldas se ha convertido en uno de mis personajes favoritos dentro de la literatura. Me gustó la forma en que interactua con los otros personajes y usa su inteligencia para no dejarse llevar por la corriente del resto (a excepción de su padre, quien parece ser el único que logra un poco más que el resto hacerlo). Otra cosa que me agradó mucho fue cómo llevó la historia, la manera en que Domingo Villar nos lleva a formar nuestras propias conclusiones hasta al grado de no estar seguros de nosotros mismos y hacerte creer que no estás en lo correcto y que probablemente, nunca lo estuviste. Es un enredo de historia que no te hace soltar el libro ni un solo segundo. Personalmente, me leí las últimas doscientas páginas en una madrugada y no pretendía dormir hasta que encontrara un punto en el que pudiera pegar el ojo tranquilamente, pero cada final de cada uno de los capítulos me dejaba con la tentación se saber más hasta que me percaté, tristemente, que ya había terminado el libro. Y es que, sin ánimo de dar spoilers, la historia da un giro inesperado que te hace sospechar de todo mundo, pero menos de la persona que realmente es. Les recomiendo apliamente esta lectura porque personalmente, me ha fascinado y pienso contarlo dentro de mis relecturas del año que viene y además, si me es posible, comprarme el libro de Ojos de agua porque Domingo Villar promete mucho. Ojalá podamos ver más libros de él en un futuro....
Posiblemente unha das mellores novelas da literatura galega contemporánea. Unha excelente ambientación, unha boa trama relatada dun xeito moi intelixente, cun ritmo in crescendo que convirte o relato en impredecible por moitos momentos.
Muy por encima de Ojos de Agua, la primera de Caldas. Quizá soy yo que la necesitaba, pero he agradecido mucho una novela negra típica: una maravillosa ambientación, personajes muy bien definidos y un paso a paso sin interrupciones pero con la pauta y pausa necesarias para el devenir de la trama. Por supuesto que se agradecen los retazos de Montalbán y su Carvalho, desde las comilonas y reuniones de bar hasta el sosiego de su protagonista, desde la morriña amorosa hasta el contrapuesto de Estévez con el carácter gallego. Soy hombre de mar, y eso también ha hecho que disfrutara del atrezo del paisaje marinero. No pesco xoubas, ni hay en mi zona, pero corrí al mercado a por unas... Domingo Villar tiene que seguir y no parar con Leo Caldas, que ya nos ha regalado la tercera, a ver qué tal.
Aunque es la segunda parte del inspector Leo Caldas, la novela es autoconclusiva. La pluma de Domingo Villar es ágil y por eso me resulta tan fácil engancharme a sus novelas.
Expone de manera directa los hechos y va resolviendo el caso con sentido común, sin trucos mágicos.
Describe muy bien a los personajes y los lugares pero sin llegar a abrumar. Además decora el relato con pinceladas de humor y tópicos gallegos.
Casi al final de la novela el autor hace un interesante giro de tuerca.
Me ha gustado como el autor ha ido paso a paso, dando detalles de todo lo que hacía el inspector en la investigación. Quizás por eso mismo en algún momento tenía la sensación de que la historia no avanzaba, pero también era en los momentos en que no sabían cómo avanzar en la investigación.
Por el mes de las letras galegas, me propuse leerme un libro en galego, y por eso me quise reencontrarme con esta lectura, la cual tuve que leérmela en segundo de bachillerato y me había encantado, tras 8 años solo puedo decir que me ha gustado mucho mas esta segunda relectura. Además, de que volver a leer en mi lengua materna hace mas bonita la lectura.
La trama de la novela gira en torno a la investigación de un suicidio/ asesinato, en esta ocasión el de un pescador solitario y depresivo encontrado en una playa famosa por ser punto final de muchos ahogados.
Leo Caldas y su ayudante, que, aragonés de pura cepa, es incapaz de comprender la ambiguedad gallega, se enfrentarán al habitual muro de desconfianza de las poblaciones rurales a la hora de desentrañar tanto el misterio de esa muerte como la de unos hechos sucedidos diez años antes.
A eso habrá que añadir sus problemas personales, que incluyen esta vez la enfermedad de un familiar, así como su trabajo en la radio, que ama y odia al mismo tiempo y problemas en su relación.