En la noche del 9 de noviembre de 1989 una noticia urgente se transforma en cayó el Muro de Berlín . En esos días y meses cuando el mundo cambió para siempre Liliana Villanueva, una joven arquitecta argentina que acaba de mudarse a Berlín, se convierte en circunstancial testigo de la Historia. Una caminata por la ciudad, un viaje al Este, un concurso de urbanismo, una noche en un tren pero sobre todo las historias de las personas a uno y a otro lado del Muro son los temas y protagonistas de este libro que también es memoria y testimonio personal, además de la historia de una amistad y un canto a Berlín y a su gente.
Liliana Villanueva, arquitecta y periodista, empezó a ir al taller de escritura de Hebe Uhart en febrero de 2003, y desde entonces hasta ahora se ha convertido en una de sus más fervientes discípulas.
Liliana Villanueva tuvo - más bien tiene, porque todavía vive - una vida extraordinaria; entre otras cosas porque estuvo en el lugar exacto a la hora indicada del que tal vez sea el día más feliz de la historia del Siglo XX: el de la caída del Muro de Berlín. Sobre esta experiencia de vida trata este libro.
Villanueva es autora del primer libro que reseñé acá, el de la clases de Hebe Uhart, que me había parecido una idea muy buena pero mal editada. Con este me pasa algo parecido. Tiene un problema de base: el Muro se cae en el primer tercio del libro y después de eso es complicadísimo superar ese clímax. Pero está bien, historias de aquel día podemos leer por todos lados y este libro trata de las benditas sensaciones personales, como la clásica pregunta del periodista al deportista que tiene una copa en sus manos. De todos modos siento que cuenta cosas que desvían la atención, que suman poco, que son un buen tema para sobremesa de asado, pero no sé si para este libro. La historia de la mina que compra el cuadro de Chagall o las tres de la parte final, por ejemplo.
Es un libro recomendable porque todos los testimonios sobre aquel 9 de noviembre del 89 son fascinantes y ella, no sólo es una argentina que fue testigo privilegiada sino que además, por su laburo de arquitecta, después participó de la reconstrucción del Este.
Aclaro que doy un dedo por haber vivido lo que vivió ella y poder expresarlo así en un libro mientras yo escribo tristes reseñas que nadie lee.
Un poco más largo que Sombras Rusas, un poco más enfocado en la profesión de arquitecta de la autora durante sus años en Berlín y un poco menos deslumbrante por lo reiterativo de la temática, Liliana Villanueva sigue siendo una de las mejores cronistas argentinas de este tiempo. Poniendo el ojo en lo nimio y lo imposible de ver, hace de cualquier historia, una perla de brillo inusual.
Un libro bellísimo lleno de Historia e historias que te hace sentir como si estuvieras habitando Berlín. Al principio casi lo largo porque habla mucho en tono arquitectura pero eso se torna accesorio y se deja leer sin problemas.
Siempre salía renovada de la lectura, con una mirada nueva de aquello que me rodeaba. Es raro decir que tenía más ganas de respirar después de leerlo pero es así, es increíble la vitalidad de la escritura, que va más por el lado de una alegría increíble y de un tono coloquial, en total sintonía con las emociones que no siempre son felices pero sí sinceras.
Me dio pena terminar este libro hermoso. Amo Berlin y me fascina su historia soviética, que haya estado partida en dos. Liliana escribe una crónica sobre la época en la que cayó el Muro, sobre cuando ella trabajaba como arquitecta en esa ciudad un poco en ruinas todavía, pero tan viva, anárquica, y tan distinta a la Berlin gentrificada del presente. Es una crónica histórica desde su perspectiva de joven extranjera, pero también hay muchísimo sobre su trabajo como arquitecta y eso me encantó porque el amor por el oficio se desprende de las páginas y conmueve. Es un texto que respira.
Soy consciente que la primera parte me ha emocionado especialmente porque me hizo recordar mis años soviéticos, y que es probable que no sea tan emotiva para los demás, pero como mínimo sería interesante, curiosa.
La segunda parte me emocionó por igual, por la capacidad de Liliana de trazar las relaciones humanas y hablarnos de su profesión de arquitecta de tal manera que acabas sumergida en su mundo, por muy poco que pueda interesarte la arquitectura.
La tercera parte, las más chiquita, es una delicia: sensible, melancólica, emotiva.
Liliana Villanueva tiene una vida interesantísima, pero lo que tiene, además, es una voz única para contarla. Y yo quiero escucharla, mientras ella quiera seguir hablando.
Aunque me gustó más "Sombras rusas", probablemente porque el tema me resultaba más interesante, este libro de crónicas sobre la vida de la autora en Berlín en 1989/90 es bastante bueno. La primera parte está dedicada casi íntegramente a la caída del muro y sus viajes a Alemania del Este. La segunda parte en cambio se enfoca en su trabajo en un estudio de arquitectos en Berlín. El libro gira en torno a los encuentros con personajes de distintos orígenes y nacionalidades en un Berlín donde aun quedan las huellas de la guerra (la segunda guerra mundial y la aun vigente guerra fría), el tono íntimo con que describe estos encuentros y la ambigüedad de estas relaciones me pareció lo mejor del libro.
me encantó, amo q tenga tantas referencias a palabras alemanas y juegue tanto con su significado, y su manera de describir a sus compañeros de trabajo, amigas, etc, muy poético todo
Es un libro hermoso. Ver ese Berlín posguerra, con el muro y pos muro. Sentir cómo se sentía entonces y ver lo diferente que es hoy. Una visión de Alemania, su gente en ese entonces y es alemán desde una mirada muy argentina que rompe que muchas cosas muy sentadas en la Alemania de ese entonces y de ahora. Me encantó.
Con una minuciosidad propia supongo de su inicial formación como arquitecta, Liliana Villanueva nos lleva en estas crónicas a vibrar a través de la historia, a asombrarnos con un idioma en apariencia robusto; combina con justo equilibro sus vivencias con las de quienes a su lado protagonizaron los cambios ocurridos en la Alemania de principios de los 90.
En la pizarra de la vereda podría decir que la autora acababa de mudarse a Berlin cuando cayó el Muro, esto haría que todo el que lo viera entrara, pero adentro el menu es variado y lo que Villanueva tiene para ofrecerte es fabuloso. Personalmente todo el acercamiento al idioma (alemán) me pareció un condimento exquisito, con pizcas de explicaciones acerca de su composición, pronunciación, plurales, géneros o ubicaciones del verbo refresca y sustenta peculiaridades estupendas. “Muro es un sustantivo femenino: die Mauer, Al muro de Berlin lo llaman metafóricamente “la madre de todos los muros”, die Mutter ayer Mauern, una frase enteramente en femenino que traducida pierde la suavidad y la sonoridad de las palabras y sobre todo su representación simbólica”.
Y volviendo a la analogía de la pizarra no te deja con hambre respecto a la premisa, con un estilo rico “el mundo ha cambiado en los ultimo 40 minutos, pareciera que el tiempo también festeja” ella esta ahi, relatando las escenas grandiosas de su memoria del 9 y 10 de noviembre de 1989 soportadas además en potentes vigas de conocimiento histórico, con humor y normalidad vamos viendo como el muro fue cayendo o mas bien como pedazo a pedazo se lo fueron llevando.
Este libro es un viaje recomendadísimo, con arquitectura y sus lineas, vacíos, sombras, puntos y planos; con nombres de calles, plazas, lugares destruidos, centros… con los hechos que retratan la historia pero sobre todo es un viaje a la existencia de quienes soportan las memorias.
Wie ein Gedicht!
✍🏽 “el otoño berlinés me conecta con un tiempo antiguo, anterior a las modas y a los edificios, a una época a escala de las calles y fachadas anteriores a la guerra, a la ciudad dividida, al clima que se cuela y toca diferente a uno y a otro lado del Muro”. (p. 34)
No recuerdo cómo descubrí este libro, pero cuando supe que narraba la experiencia de una joven argentina que vivía en Berlín durante la caída del muro en 1989, lo ubiqué alto en mi lista de lecturas. La razón es que yo había pasado, también por motivos laborales, una semana en el lado oriental de la ciudad, en la RDA, a finales de 1987, dos años antes de esos acontecimientos. Aquella experiencia me dejó recuerdos intensos que el tiempo, lejos de borrar, contribuyó a explicar. Por ejemplo, en esa época yo todavía no había leído El diario de Bolivia, y entonces no pude conjeturar que el matemático argentino, al que una tarde visitamos en la universidad con mi director de doctorado para invitarlo a que viajase a devolvernos la visita en Ciencias Exactas, era el hermano de Tania, la "novia" del Che. Así que con esta y otras historias en mi cabeza, entreví que Otoño alemán sería el sucedáneo de una reunión con viejas amistades tras largos años sin vernos.
No me equivoqué. Además, tuve la suerte de conocer a esta autora, Liliana Villanueva, arquitecta políglota, escritora viajera y pintora (seguro que la lista es incompleta). Gracias a este relato, pasé unos días, el tiempo que demoré en leerlo, en compañía de una persona culta e inteligente que vivió su juventud con intensidad, y sin dejarse vencer por la timidez paralizante o la cobardía oportuna. Leyendo Otoño alemán, volví a comprobar lo mucho que necesito estar cerca de personas como ella, de cómo me reconforta conocerlas y, de ser posible, encontrar puntos de conexión con mi propia existencia.
Esta crónica te transporta directamente al Berlín de fines de 1989. De una manera magistral, esta crónica cuenta, describe y muestra cómo fue vivir la caída del muro desde el lugar de los hechos. Tiene una manera de contar el día a día y el lugar que permite que viajes instantáneamente pero sin volverse aburrido en ningún momento. Con recursos literarios muy bien utilizados, esta autora logra pintar las escenas cual obras renacentistas, donde cada detalle y cada trazo es elemental. Desde sus ojos, siendo una Argentina en medio de Berlín occidental, permite contar los hechos de manera bastante objetiva y con la frescura de un extranjero en un mundo que no conoce, permitiendo al lector empatizar en este aspecto. Más allá de la crónica de los hechos, este libro brinda también datos fácticos que permiten entender el contexto y lo marcador que fue este evento en la historia de la humanidad. Por último, en sus viajes “al este”, muestra como se vivía en la Alemania oriental (o rusa) y como esto se contraponía y confrontaba con la Alemania oriental. El libro tiene unos hechos y relatos que valen la pena subrayar cual libro de historia. Conclusión: se los recomiendo como alternativa a las ficciones históricas y también para conocer sobre un momento del cual no se habla mucho en los textos: La caída del muro de Berlín y la “absorción” de la Alemania Oriental por parte de la Occidental.
Lo más hermoso de este libro es que empecé a leerlo en mi último día en Berlín, mientras tomábamos un café en Viktoria-Luise-Platz (y era primavera, no otoño, pero bueno). La lectura simultánea del libro con R. fue un deja vú a cuando leíamos libros con mis amigas en el recreo de primaria, pegadas hombro con hombro (por suerte convivo con este ser humano y tenemos señaladores).
Es cautivante la narración de las visitas de la autora a Berlín Este y la caída del Muro, pero los detalles sobre la vida antes del Autocad tienen un lugar especial en mi corazón. Me trajeron muchos recuerdos del oficio de mi papá y todos esos artilugios de arquitecto que rondaban por mi casa. Estrellita extra por la nostalgia de la profesión en los 90.
Esta autora que escribe en primera persona sobre la Caída del Muro en 1989, que celebra con sus amistades cosmopolitas la reunificación de Alemania y que logra trabajar con el arquitecto que la desvela, también llora en silencio cuando escucha a su pareja hablar en castellano: “dejar que el idioma me abrace, me abrigue, como las paredes de una casa amiga”. Porque si. Estar lejos de tu propio país no solo te convierte entre una especie de embajadorx involuntarix: la gente proyecta en el extranjero sus propios sueños, sus anhelos y hasta sus vacilaciones.
“Vivir el lento día a día de una ciudad, palpar sus ritmos y tomarle el pulso a sus calles y a su gente es un privilegio”
3.5 Es increíble todo lo que vivió Liliana Villanueva en sus viajes y tiene una forma de contarlo que te lleva ahí con ella. Algunas crónicas me gustaron más que otras. Las del principio, que cuentan la previa a la caída del muro y los momentos posteriores, son super interesantes. Por ahí algunas sobre ciertos personajes con los que se cruza en Berlín o el estudio de arquitectura me sobraron (en ese sentido, Sombras rusas, también de Villanueva, me gustó un poco más). Pero en general es un libro muy lindo para los que les interese la historia de Berlín en los 90s y ella siempre tiene muy buenas reflexiones sobre lo que es ser una extranjera en una tierra y lengua ajenas.
Literariamente relajado, pero no precisamente "de fácil lectura". Con formato de crónica por momentos. breves instantes poéticos. Descripción relativamente técnica de los lugares (en especial Berlín). Y detalles triviales y curiosos, casi cómicos, de los "personajes". Relata de manera muy calurosa las frustraciones y felicidades de su temprana experiencia como arquitecta, increíbles escenas y momentos durante viajes al Este (o viajes en el tiempo).
Interesante relato de las vivencias de la autora en Berlin durante los días previos a la caída del muro. Interesante su relato sobre las interacciones con los ciudadanos de cada lado del Muro. Luego de narrado ello, desarrollará vivencias personales en la ciudad Alemana donde profundizará sus vivencias como arquitecta y el recuerdo de amistades que la acompañaron en ese momento.
Interesante relato de las vivencias de la autora en Berlin durante los días previos a la caída del muro. Interesante su relato sobre las interacciones con los ciudadanos de cada lado del Muro. Luego de narrado ello, desarrollará vivencias personales en la ciudad Alemana donde profundizará sus vivencias como arquitecta y el recuerdo de amistades que la acompañaron en ese momento.
Memorias que a veces parecen crónicas, escritas con mucha delicadeza y detalle. Nos transportan directamente a Berlín, donde podemos oír, sentir y oler todo lo que sucede. Quizás mi punto de vista sea un tanto subjetivo, ya que lo leí después de vivir un año en Berlín, pero realmente se nota que la autora sabe transmitir sus experiencias vividas.
Liliana te hace conocer Berlín durante el Muro y luego de su caída. Su mirada de arquitecta atraviesa la crónica y le suma muchísimo. Tiene la sensibilidad para describir de manera sencilla lo ordinario y para pintar de cuerpo entero a los personajes. Gracias Liliana por ayudarme a conocer más Berlín.
Una pluma brillante de una mente brillante. Juventud y arte en medio de la caída del muro de Berlín. La autora es de las más generosas que he leído y no se guarda nada para ella, o sí pero nos hace sentir parte de su mundo.
Liliana logra hacerte tener frío, caminar las calles de Berlín y sentir los mismos temores y alegrías que siente a lo largo de su vida en esta ciudad, que por cierto, no conozco. Excelente pieza para cualquier momento.
Es el primer libro que leo de Liliana. Al principio no me enganché pero luego ya no pude dejarlo. Me gustó mucho su universo de arquitectura y también que explicara un hecho histórico tan importante desde lo cotidiano. Sin dudas quiero leer más de Liliana
Konfliktangst= miedo al conflicto. Angustia o temor hacia una situación conflictiva o que implique peligro; conducta defensiva, negación que puede llegar a convertirse en fobia.