Memória de elefante é o primeiro romance de Lobo Antunes. Lançado em Portugal em 1979 e inédito no Brasil, alcançou um sucesso tão extraordinário que permitiu a seu autor abandonar a Medicina e dedicar-se integralmente à carreira de escritor. António Lobo Antunes nasceu em 1942, em Lisboa. É um dos autores mais conhecidos e prestigiados de Portugal. Formado em Medicina, com especialização em psiquiatria, Lobo Antunes foi destacado para Angola entre 1970 e 1973, durante a fase final da Guerra Colonial portuguesa – experiência que utilizou como tema em vários de seus livros. Após o lançamento de Memória de elefante, não mais exerceu a Medicina. Atualmente, vive em Lisboa, dedicando-se exclusivamente à literatura. Com mais de 15 livros publicados, já recebeu inúmeros prêmios literários e foi traduzido para vários países. No Brasil, a editora Objetiva lançou Os cus de Judas e Boa tarde às coisas aqui em baixo.
At the age of seven, António Lobo Antunes decided to be a writer but when he was 16, his father sent him to medical school - he is a psychiatrist. During this time he never stopped writing. By the end of his education he had to join the Army, to take part in the war in Angola, from 1970 to 1973. It was there, in a military hospital, that he gained interest for the subjects of death and the other. The Angolan war for independence later became subject to many of his novels. He worked many months in Germany and Belgium.
In 1979, Lobo Antunes published his first novel - Memória de Elefante (Elephant's Memory), where he told the story of his separation. Due to the success of his first novel, Lobo Antunes decided to devote his evenings to writing. He has been practicing psychiatry all the time, though, mainly at the outpatient's unit at the Hospital Miguel Bombarda of Lisbon.
His style is considered to be very dense, heavily influenced by William Faulkner, James Joyce and Louis-Ferdinand Céline. He has an extensive work, translated into several languages. Among the many awards he has received so far, in 2007 he received the Camões Award, the most prestigious Portuguese literary award.
Magical and bewitching. Vertiginous with cruel purity, so much that it becomes invigorating. Despite the words, metaphors, and avenging allegories, this work is a sensitive book. You must have suffered a lot and finally not have finished growing up, never to want to accept the unspeakable horror of war. However, it is to be read with close attention so as not to lose a bit of it.
Finalmete consegui terminar! Nunca pensei ter tão pouca vontade de ler um livro tão pequenino e admito que só não desisti de o ler devido a esta minha persistência em não deixar nenhum livro a meio e claro, tendo em conta o autor que é. Este livro além da escrita complexa é uma confusão tremenda! Cheio de metáforas e introspecções misturadas com descrição de cenário onde se sobrepõem a 1ª com a 3ª pessoa e eu acabei meia perdida na história. Não foi um bom começo na aventura, que eu acredito que seja, ler António Lobo Antunes. E a história passada num único dia de vida de um médico atormentado não me fascinou minimante, nem tão pouco consegui criar uma ligação amistosa com o personagem. Fica para a próxima, pois este apesar de ser a primeira não será (espero eu) o última vez que irei ler algo do autor.
Acordar na manhã do dia do teu aniversário e leres as 30 páginas finais maravilhosas de António Lobo Antunes é a melhor prenda que podes dar à ti próprio. ALA é tão enriquecedor.
Deliciosa novela esta, que constitui o primeiro livro de António Lobo Antunes, que foi editado em 1979. Numa escrita rica e atraente, Lobo Antunes, leva-nos pelos dias de um psiquiatra, amuado com a vida, pelo que eu penso, deve ser um livro autobiográfico. A escrita dele sempre me atraiu e nesta pequena história, temos comprimidas as palavras, que depois se virão a dar origem a múltiplos livros. Como eu digo todas as desculpas são boas para ler um livro de António Lobo Antunes.
A veces me pregunto por qué seguimos leyendo novelas que parecen escritas contra nosotros. No me refiero a las difíciles, sino a esas que te exigen un tipo de atención que casi nadie ofrece ya, como si fueran perros viejos que solo obedecen a quien tiene paciencia. ¿Y si la verdadera pregunta es por qué, aun así, les tenemos cariño?
Eso fue lo que pensé cuando cerré Memoria de elefante y me quedé mirando un punto fijo del salón, preguntándome si Lobo Antunes quería que lo abrazáramos o que lo mandáramos a paseo. Supongo que eso también es literatura: ese momento incómodo en el que no sabes si te ha encantado o te ha atravesado.
De la historia puedo contarte muy poco sin arruinarte el vértigo, pero basta decir que seguimos a un psiquiatra que atraviesa un día de esos que parecen una vida entera, con recuerdos que irrumpen sin pedir permiso y una Lisboa que lo observa desde todos los ángulos, como si fuese otro personaje más. Lo importante no es lo que ocurre —que no es mucho, en apariencia—, sino cómo ocurre: a saltos, a fogonazos, como si la memoria fuera un animal nervioso que no se deja acariciar. Es un día, sí, pero también es el eco de otros muchos días que lo moldearon y lo rompieron a partes iguales.
Sé que aquí tocaría hablar de técnica y de estilo, pero sería deshonesto no decir antes lo esencial: este hombre está hecho trizas. No es simplemente un protagonista melancólico, sino alguien que se ha arrojado a una depresión que no sabe ni cómo nombrar. Ha abandonado a su mujer —o eso intenta repetirse—, pero la verdad es que no puede ni respirar sin ella. Todo lo que hace, todo lo que piensa, todo ese deambular por la ciudad, está contaminado por ese vacío que lo devora. Y lo más duro no es la tristeza, sino esa convicción íntima de que él mismo ha provocado su ruina.
Ahí es donde Memoria de elefante se vuelve incómoda: no estás leyendo la crisis de un personaje, sino el desmoronamiento de alguien que intenta fingir que aún tiene algún control sobre su vida. Y cuando crees que no puede hundirse más, Antunes te suelta una de esas verdades que hacen daño incluso desde lejos: “Y acabamos fatalmente desembocando en la pregunta esencial, que se encuentra por detrás de todas las otras cuando todas las otras se apartan o han sido apartadas y que es, si me permiten, ¿Quién Soy Yo? Me interrogo y la respuesta vuelve, obcecadamente, invariablemente, así: Una Mierda.”
Y sí, la prosa es la bestia de este libro, no nos engañemos. Si vas buscando una voz dócil, retrocede. Aquí Lobo Antunes hace lo que hacen los debutantes que saben que tienen algo grande dentro: lo sueltan todo. Las frases se estiran, se retuercen, se contradicen, se iluminan. Sí, a veces se le va la mano —parte de su encanto torpe, como cuando alguien brillante aún no sabe regular su talento—, pero qué electricidad hay ahí dentro, amigos. Las metáforas se amontonan, se superponen, algunas casi se derrumban sobre sí mismas, y aun así funcionan como un milagro: es en ese peligro de colapso donde la voz debutante de Antunes cobra electricidad y te arrastra, te hiere y te fascina a la vez.
Esa mezcla de lirismo desbordado y desesperación me recordó más a Saramago en sus primeros viajes por la conciencia de sus personajes, o a Lispector cuando el pensamiento interno se enrosca sobre sí mismo hasta volverse casi físico. Incluso hay un toque de Nabokov en la forma en que cada imagen y cada símil parecen colgar de otro, creando un entramado de metáforas que te atrapa sin escapatoria. Aun así, lo que hace aquí Antunes es suyo, inconfundible: un lenguaje que parece brotar directamente del sistema nervioso, salvaje, íntimo y electrizante. Si tuviera que buscar un eco en la literatura europea, quizá Céline se acerque en su furia, aunque con un flujo distinto: donde Céline lo arrastra todo a un torrente rápido, Lobo Antunes levanta un río lento, que se va cargando de sedimentos hasta sumergir al lector, un aluvión silencioso que engulle la ciudad, la memoria y la propia carne del protagonista.
La estructura fragmentaria no es un capricho ni una pose; es la mente del protagonista en carne viva. La alternancia entre primera y tercera persona, y los saltos entre presente, recuerdos de la guerra en Angola y la infancia, no son caprichos: son un espejo del caos interior del protagonista. Cada cambio de voz te hace sentir que la mente no se detiene, que la memoria y la identidad se desplazan y se confunden constantemente. Saltamos de escena en escena como quien intenta seguirle el paso a alguien que cambia de tema cada dos minutos, no porque no pueda concentrarse, sino porque concentrarse le duele. Todo está conectado por hilos invisibles que el lector termina siguiendo casi sin darse cuenta. Y ahí está uno de los grandes logros del libro: te obliga a leer con lentitud, con respeto, como si entraras en una casa ajena donde cada mueble tiene una historia que nadie va a explicarte. Esa exigencia no es gratuita: es coherente con el propio universo emocional del protagonista.
Los personajes que orbitan alrededor del psiquiatra —familia, pacientes, sombras del pasado— no aparecen como figuras completas sino como presencias, recuerdos, heridas. No tienen la nitidez de los personajes de las novelas más clásicas porque aquí la subjetividad lo borra todo, lo distorsiona, lo engrandece o lo empequeñece. Hay momentos en que parecen más síntomas que personas, pero lejos de ser un defecto, esto refleja cómo vive él su mundo interno: lleno de voces que no consigue ordenar. Si has leído más Antunes, verás que este es uno de sus grandes temas: el yo como multitud, la identidad como escombro.
Y lo curioso es que, en medio de toda esa devastación emocional, Lobo Antunes saca un humor corrosivo que roza lo cruel. El protagonista se ríe de sí mismo, de su miseria, de sus gestos patéticos, como si el sarcasmo fuera la única herramienta que le queda para no desplomarse en la calle. Esa voz irreverente le da a la novela una temperatura especial: no estás solo ante la tragedia de un hombre roto, sino ante alguien que entiende perfectamente lo ridículo de su situación y decide contártelo con la ironía de quien ya ha perdido la batalla. Y cuando llegas al final, te das cuenta de que ese humor es casi una súplica disfrazada: una forma torpe, humana, conmovedora de no desaparecer del todo.
Pero detrás de la melancolía y la ironía hay una rabia implacable: contra el mundo, contra Portugal, contra su propia torpeza, contra todo aquello que le recuerda la vida que ha perdido. Esa furia silenciosa, contenida entre saltos de memoria y sarcasmo, da a la novela una tensión constante, como ese río lento del que hablábamos, que amenaza con desbordarse en cualquier momento. Y es que detrás de esa risa ácida lo que late es la memoria: no la amable ni la que uno invoca para consolarse, sino esa otra que aparece como una punzada, sin avisar, para recordarte justo aquello que más duele. En el protagonista funciona como una corriente subterránea que lo arrastra siempre al mismo punto: la mujer que dejó y a la que no sabe cómo renunciar. Por ahí se cuela también la guerra colonial, no como capítulo histórico, sino como un eco persistente que contamina su forma de mirar el mundo. Al final, lo que uno lee es el retrato de una masculinidad que ya no sabe sostenerse, un cuerpo emocional agotado que intenta disimular sus grietas, la imposibilidad de vivir sin que los fantasmas te tiren del abrigo. Hay momentos en que la novela parece una sesión clínica involuntaria, un examen cruel —y por eso tan verdadero— de lo que ocurre cuando la melancolía toma el control de una vida.
Leí Memoria de elefante pensando todo el tiempo en esos comentarios de Goodreads que dicen que la prosa es excesiva, que el arranque es barroco, que hay metáforas por todas partes. Y sí, claro que las hay. Pero también hay algo hermoso en ese exceso, como si el autor intentara desesperadamente traducir lo intraducible, poner en palabras un mundo interior que no se deja domesticar. Esa torpeza brillante —esa mezcla de ambición y descontrol— es lo que hace que esta primera novela tenga un calor que a veces se diluye en obras posteriores, más depuradas pero quizá menos viscerales.
Le doy cuatro estrellas, no porque no reconozca la brillantez absoluta de Memoria de elefante, sino porque es una novela exigente: su prosa exuberante y su densidad emocional ponen a prueba al lector. La fuerza del libro reside en una belleza eléctrica y a veces —sí, es cierto— abrumadora. Hay momentos en que a Antunes —reconozcámoslo— se le va la mano con metáforas o símiles que pueden fatigar al lector, restando algo de fluidez. Y, sin embargo, quién podría resistirse a imágenes como aquel burdel convertido en “altar de blenorragia con taxímetro” o un viejo reloj en “almacén de minutos”. Fue su primera novela y aún no alcanza la madurez de sus obras posteriores, aunque tal vez sea más “legible” que muchas de ellas. Es un bautismo con una novela autobiográfica: un psiquiatra en crisis, Lisboa nocturna, la semilla de todos sus demonios. No es cómoda ni indulgente, pero para quien se deje atrapar, la recompensa es un viaje intenso, visceral y profundamente vívido, que deja huella mucho después de cerrarlo.
Não dá, Lobo Antunes e eu não combinamos. É uma pena. Já tentei quatro vezes, mas só acertei quando li as suas Cartas de Guerra. Não deixa de ser escritor genial, com a escrita nervosa, galopante, a tremer-lhe nos dedos. Mas tudo o que narra é o TODO ao mesmo tempo: o antes e o agora; o assertivo e o inseguro; o jeitoso que é também um anormal. Preciso de alguma sanidade na leitura, só um pouco que seja. Lobo Antunes é demais para mim, é sôfrego, é mórbido, é obcecado por si mesmo e pelo seu sofrimento, é um génio trepidante com velocidade a mais para o meu cérebro meticuloso e lento. Desculpem, mas não dá.
Este livro é um caso peculiar. Reconheço-lhe várias qualidades, narrativas e de escrita, mas não consegui propriamente gostar dele. Reconheço, também, a genialidade do Lobo Antunes. A sua capacidade de fazer de tudo uma metáfora, de oscilar entre passo e presente, entre um narrador na primeira e na terceira pessoa. Reconheço, até, a sua capacidade de usar palavras que, de todo, desconhecia. Assim, umas atrás das outras. Mas, para mim, a literatura é um escape. Se quisesse algo tão genialmente difícil teria escolhido um livro técnico. Dispenso bem todo o esforço mental que uma obra destas, embora não muito grande, exige. Ou seja, é um ótimo livro para mentes igualmente complexas e para leitores que gostam de um bom esforço mental...
António Lobo Antunes is generally considered to be one of the foremost Portuguese writers and there are many who think that he, rather than his compatriot José Saramago, should have received the Nobel prize for literature in 1998. However, since the Nobel prize committee has a distinct penchant for awarding mediocrity, it appears unlikely he will ever get it; for if there is one thing Lobo Antunes’ writing is not, it is mediocre, or indeed middle-of-the-road or mainstream, but each one of his (at the moment I am writing this) 24 novels has an irrepressible tendency towards the extreme, the unrestrained and excessive in their form as well as in their content.
This is already noticeable in his first novel Memória de Elefante from 1979 (which apparently has not been translated into English yet). The novel has no plot whatsoever; it simply follows a day in the life of a Portuguese psychiatrist who works in a hospital in Lisbon, hates his job, regrets just having left his second wife, remembers his time serving in the war in Angola and generally despises everything Portugal is, everything it was and everything it is turning into. In other words, Elefantengedächtnis (I read this in the German translation by Maralde Meyer-Minnemann who translated most of Lobo Antunes’ novels into German and who appears to have done an excellent job) is one long, angry rant and from the sheer intensity of his hate one might guess that this novel is autobiographical even if one were not already aware of it from the back cover. The novel is mainly written from the third person singular but occasionally veers into first person – and veering is probably the kind of motion that best describes the way Elephant’s Memory proceeds on all of its levels.
Even the novel’s non-plot does not unravel in a linear fashion but shifts and changes constantly between the present, the protagonist’s time in Angola during the war and his childhood as part of a bourgeois family – even the protagonist himself is not quite fixed and stable, as the frequent switching of the narrative voice indicates. In fact, reality itself appears quite elusive as Lobo Antues does his best to obscure and obfuscate what is happening by piling metaphors upon metaphors, shovelling hills, even mountains of images on top of each other that shoot off wildly in all kinds of different directions making it hard, if not impossible for the reader to follow their trajectories. This is where it is most apparent that Memória de Elefante is a debut novel – the author doesn’t have much control over his imagery, it seems like he lets his metaphors run wild and use his novel rather than reining them in and putting them into the service of his novel. As a result, his huge piles of images are always close to toppling and and often indeed come crashing down by veering into incoherency – metaphors here do not just get mixed but clash violently with each other and instead of making the narrative more vivid and intense they constantly threaten to make it more abstract, to make it poof in a cloud of glittering but ultimately random and insubstantial rhetoric.
However, Elefantengedächtnis to some degree makes up for that by a fervour, a furor even, that later, much more polished novels by Lobo Antunes never quite reach again – every sentence, every line of this novel is infused with anger, a relentless, unceasing rage against the world, mankind, Portugal, at its decay, its ugliness, its absurdity, at the stupidity, the blind greed and unrestrained malevolence of people. It is probably this which has garnered Lobo Antunes frequent comparisons with French author Louis-Ferdinand Céline, even though they read completely differently – where Céline’s writing is a fast-flowing stream that tears down everything in its way and pulls it along, Lobo Antunues’ writing is a slow river that rises slowly but steadily and floods everything along its path. But it is no less intense for that, and for all its flaws and occasional awkwardness, Elephant’s Memory already bears the distinct promise of greatness, a promise which Lobo Antunes would go on to fulfill with his second novel and several more (he is a very prolific writer) since then.
«Te amo tanto que no sé amarte, amo tanto tu cuerpo y lo que en ti no es tu cuerpo que no comprendo por qué nos perdemos si a cada paso te encuentro, si siempre al besarte besé más que la carne de la que estás hecha, si nuestro matrimonio se consumió de juventud como otros de vejez, si después de ti mi soledad se acrecienta con tu olor, con el entusiasmo de tus proyectos y con la redondez de tus nalgas, si me sofoco con la ternura de la que no logro hablar, aquí en este momento, amor, me despido y te llamo sabiendo que no vendrás y deseando que vengas del mismo modo que, como dice Molero, un ciego espera los ojos que encargó por correo».
El debut de Lobo Antunes demuestra que nació siendo un grande. Se nota el estilo aún en construcción, pero ya capaz de mandarse con líneas de la prosa más poética y oscura de nuestros tiempos.
Li-o de uma assentada. Em dois dias. Se tivesse lido este livro quando foi publicado, teria detestado. Agora, depois de ler as suas entrevistas e crónicas e conhecer bem a vida do autor, acho que o compreendi bem e consegui acompanhá-lo num dia da sua vida que descreve e em que expõe quase toda a sua vida, desde a infância à passagem pela guerra em África e toda a angústia que sente. É um livro triste. Muito triste. Os sentimentos de um homem separado da mulher e das filhas que continua a adorar. Não encontra sentido para a sua vida e tanto se acha um génio, como se considera um farrapo humano sem préstimo e "com vontade de se vomitar a si próprio"! Acho que usa e abusa de metáforas, que por vezes são cansativas e nos aborrecem, mas no cômputo geral gostei.
Lembra-me inevitavelmente Os Cus de Judas. Já o li há uns anos, mas o estilo e a temática são reconhecíveis. São ambos uma espécie de auto-biografia do autor, ou pelo menos, têm bastantes pontos em comum. Tal como o outro, a história passa-se num único dia, a personagem principal parece ser a mesma, neste fala um pouco menos sobre a guerra colonial. Uma maratona de memórias e metáforas que não perde a atualidade apesar de ter a mesma idade que eu (o que não é muito antigo para idade de pessoa, mas pode ser o suficiente para datar uma obra). Cada passo que o personagem dá, cada cena observada, despoleta uma memória, formando uma manta com mais retalhos do passado que do presente. Consegue encontrar metáforas que eu jamais me lembraria, mas que me oferecem uma imagem precisa do que quer dizer com elas (acho eu). Também consigo sentir isso nas crónicas regulares na imprensa, sem sentir tanto a angústia depressiva que povoa estas duas obras que li. Sim, sem dúvida prefiro as crónicas.
Estuve viendo una entrevista en la RTP realizada con motivo de la promoción de Esplendor de Portugal, en la que Lobo Antunes adelantó que su primera obra tenía un charme del que carecía su obra posterior. Como es un escritor que siempre se me ha resistido, allá me fui.
Una lástima. El arranque es pésimo. Los dos primeros capítulos son tan, pero tan afectados: lo quiere todo, todas las imágenes, todas las metáforas, todas las frases ingeniosas apuntadas durante años en la libreta de escritor novel están insertadas a calzador en un proyecto de lirización extrema. Es a partir del tercero cuando desbroza parte de la hojarasca ornamental y la narración fluye, aunque para entonces, el daño está hecho. Me declaro más que agobiada con su lenguaje. Ya me había expulsado de la lectura de El orden natural de las cosas por maniobras similares. Pese a todo, sospecho que algún día volveré a leerle porque ahora entiendo mejor al atribulado que la parió.
Я не знаю як доречно про цей твір написати, бо це шквал, бурлеск, феєрверк, при чому тема досить депресивна - криза середнього віку, пошуки себе, розставання з дружиною, ПТСР після війни в Африці і в цілому натуральний дурдом.
Але написано такою вітальною мовою з такими метафорами і так ніби косплей Джойсівського Улісу (але коротше рази в три і доступніше для читачів). І стиль є свій неповторний, такий афектований, ніби на грані. Ну що може бути краще?
Автор, здається, був номінантом на Нобелівку (якийсь час), що ж, почитаю ще його твори, слава богу, їх багато (звичайно, жодного українською, шкода).
Vistas as reviews que aqui foram feitas, chega-se à conclusão que Lobo Antunes, ou pelo menos este seu primeiro livro, é bastante polarizante. Para mim faz todo o sentido, António Lobo Antunes tem uma escrita fora do normal. Não é um autor que possa ser recomendado a qualquer um, como por exemplo, José Saramago. Dos autores de Língua Portuguesa que li, ALA é sem dúvida nenhuma dos mais difíceis. Desde as suas metáforas e comparações que são duma imaginação genial e por vezes não tão óbvias, às frases longas que se chegam a estender por meia página e os tempos que se confundem (ora passado, ora presente).
Este livro é um dos meus preferidos de sempre e, mesmo não sendo eu dado a reler livros, um do qual já reli passagens vezes sem conta. É um livro autobiográfico, introspectivo, e de certo modo melancólico (a melancolia e a introspecção parecem ser inseparáveis). Resumindo, são os relatos e pensamentos duma pessoa que vive o dia-a-dia monótono, que vê o tempo a passar e olha para trás. Este livro não tem princípio meio e fim, é um livro no qual a "viagem" parece ser o mais importante. Através da escrita tão habilidosa* deste autor, o dia-a-dia dum médico cansado torna-se num romance cativante, e uma personagem com a qual é fácil se identificar.
*Poesia em prosa. ALA podia estar a relatar uma corrida de tartarugas que seria de qualquer das maneiras um deleite de leitura. Uma mão cheia de escritores na história terão o domínio que ele tem sobre a língua portuguesa.
Memória de Elefante é a estreia de António Lobo Antunes como escritor. Já com um estilo muito próprio, mas ainda em formação, que requer uma leitura atenta e cuidada. Estamos perante a história de um homem, psiquiatra, que vive um momento conturbado da sua vida.
O livro de carácter autobiográfico é perturbador pois concentra-se no protagonista, homem de meia-idade, divorciado, que vive um intenso conflito interior. A narrativa relata os acontecimentos de um dia de trabalho, mas incide sobretudo nos seus pensamentos, memórias, saudades (da mulher e dos filhos) e dúvidas existenciais. “Mas ele, ele, ELE quando é que se lixara?” (p.27).
A solidão, a desilusão e a revolta são os sentimentos dominantes desta narrativa. O protagonista amargurado com a vida e consigo mesmo odeia tudo, o local onde trabalha, os colegas, os pacientes, a sociedade hipócrita. Porém, no final, surge uma réstia de esperança ou será resignação?
“Amanhã recomeçarei a vida pelo princípio, serei o adulto sério e responsável que a minha mãe deseja e a minha família aguarda, chegarei a tempo à enfermaria, pontual e grave, pentearei o cabelo para tranquilizar os pacientes, mondarei o meu vocabulário de obscenidades pontiagudas. (…) preciso de qualquer coisa que me ajude a existir.” (p.188)
Interessante! Partes geniais, misturadas com banalidades, brejeirices e destilação de veneno inútil. As forçadas referências intelectuais, o "name-dropping", são constantes por toda a obra, e deixam a dúvida se resultado da inexperiência do autor em seu primeiro livro ou puro pedantismo em flor (quem leu mais dele sabe que melhorou bastante deste último mal, mas nunca se curou por completo). Em suma, livro que precisava de uma profunda revisão, que lhe podaria pelo menos um quarto da sua extensão e que pedia um acrescento de pelo menos igual volume a compensar, mas ao nível do que não fosse cortado.
Extraordinaria proeza verbal de un autor distinto. Lo que quizá se hace algo repetitivo es casi leer el mismo libro elijas el libro que elijas suyo, pero es tan complejo y potente que al final te acaba arrastrando.
Complejo en el estilo, extremadamente ácido en la crítica a la sociedad (aunque no por ello deje de tener razón)y cargado de múltiples referencias literarias y artísticas que te dejan sin aliento. Sublime. Seguiré leyendo a Lobo Antunes.
Algunas citas:
"Te amo tanto que no sé amarte, amo tanto tu cuerpo y lo que en ti no es tu cuerpo que no comprendo por qué nos perdemos si a cada paso te encuentro, si siempre al besarte besé más que la carne de la que estás hecha, si nuestro matrimonio se consumió de juventud como otros de vejez, si después de ti mi soledad se acrecienta con tu olor, con el entusiasmo de tus proyectos y con la redondez de tus nalgas, si me sofoco con la ternura de la que no logro hablar, aquí en este momento, amor, me despido y te llamo sabiendo que no vendrás y deseando que vengas del mismo modo que, como dice Molero, un ciego espera los ojos que encargó por correo." (pág. 37)
"Y aquí estoy yo, se dijo el médico, colaborando sin colaborar con la continuidad de esto, con la pavorosa máquina enferma de la Salud Mental trituradora de raíz de los menudos gérmenes de libertad que nacen en nosotros bajo la forma desgarbada de una protesta inquieta, pactando mediante mi silencio, el sueldo que recibo, la carrera que me ofrecen: cómo resistirse desde dentro, casi sin ayuda, a la inercia eficaz y muelle de la psiquiatría institucional, inventora de la gran línea blanca que separa la "normalidad" de la "locura" a través de una red compleja y postiza de síntomas, de la psiquiatría como alienación grosera, como venganza de los castrados contra el pene que no tienen, como arma real de la burguesía a la que pertenezco por nacimiento y de la que se vuelve tan difícil renegar, vacilando como vacilo entre el inmovilismo cómodo y la rebelión penosa, cuyo precio se paga caro porque, si no tuviese padres, ¿quién llegaría a querer, en la Rueda, enderezarme? El Partido me propone la sustitución de una fe por otra fe, de una mitología por otra mitología, y llegado a este punto me acuerdo siempre de la frase de la madre de Blondin "No tengo la Fe, pero tengo tanta Esperanza...", y giro en el último instante a la izquierda con la expectativa ansiosa de encontrar hermanos que me valgan y a quienes pueda valer, por ellos, por mí y por el resto." (pág. 40)
"... y la curva de su empeine se asemejaba al de las bailarinas de Degas suspendidas en gestos a un tiempo instantáneos y eternos, envueltos en el vapor de algodón de la ternura del pintor: siempre hay quien se extasía cuando las personas vuelan." (pág. 74)
Escrita típica, iniciação adequada e necessária à linguagem característica de A. Lobo Antunes. Referências autobiográficas muito presentes. Sensação de empatia total com o protagonista, mesmo que a sua história não seja, necessariamente, a nossa. Passa a sê-lo, por momentos e pelo menos, enquanto dura. Ainda que de leitura por vezes difícil, a escrita magistral do autor mostra o seu perfeito domínio da língua, a forma como as palavras lhe são tão familiares, que a sua manipulação se revela de uma facilidade estonteante.
Uma releitura. Algo que mostra que ALB não se lê igual agora ou depois. Que um livro pode ter bem mais do que um significado. Que aos 18 e aos 23 as coisas mudam.
"Podes achar idiota mas preciso de qualquer coisa que me ajude a existir."
Mi primer "seis estrellas" del año. Reconozco que "Uma viagem à Índia", de Gonçalo M. Tavares, es muy superior en lo que a la técnica se refiere, pero "Memoria de elefante" me fascinó de principio a fin. He disfrutado muchísimo de los toques de poesía, las referencias artísticas, las cartas de amor fragmentadas y el paseo por una ciudad sumergida en un bruma de melancolía. Creo que hay muy pocos autores portugueses con esta capacidad para desnudar el pueblo luso. Ahora bien, el problema de leer y escribir sobre "Memoria de Elefante" es que uno tiende a caer en la tentación de subrayar y citar cada una de las frases del libro.
Alguns momentos verdadeiramente geniais perdidos numa torrente quase excessiva de "perífrases e metáforas e imagens, da preocupação de alindar, de pôr franjas de crochet nos sentimentos", que apesar de contribuírem para o tom claustrofóbico da obra acabam às vezes por sufocá-la. Não sou muito fã do estilo do Lobo-Antunes-ainda-à-procura-do-seu-estilo, mas vale a pena ler. E tomar uns prozacs a seguir, talvez.
Al fin una novela realmente estimulante. Lobo Antunes abre con bisturí nuestra memoria, inserta sus oraciones (su memoria) y sutura. Son píldoras para los achaques de la mente sus párrafos y a la vez son los achaques de la mente mismos. Es médico y artista. Tiene algo de metal, de madera y fuego. Es fascinante, lascerante: potente.
Conclusión honesta y envidiosa: Lobo Antunes es un verdadero hijo de puta para escribir…un talentoso hijo de puta.