Un niño traumatizado por la desaparición de su cordero empieza a comer lana, que vomita en forma de bolas; un ama de cría sueña con emigrar a América mientras mantiene la leche utilizando a un perrito; a un marqués le proporcionan dentaduras postizas de dudosa procedencia; a un niño le extirpan las amígdalas y acaban convertidas en trofeo; una anciana toma una decisión inaudita tras la muerte de su marido; un oficinista se trae una novia seleccionada por catálogo que resulta no ser la mujer con la que soñaba... Estos cuentos son una excelente muestra del particular, inimitable y estimulante universo literario de Cristina Sánchez-Andrade. En ellos asoman la Galicia rural, la España profunda, los escenarios de sainete, los personajes estrambóticos y las situaciones imposibles. Aparecen la muerte, el sexo, la codicia, las ensoñaciones, los engaños y los desengaños, pero también algún que otro crimen, toques grotescos, pinceladas macabras y un humor peculiarísimo, descacharrante y a veces perturbador.
Cristina Sánchez-Andrade (Santiago de Compostela, 1968) es licenciada en Ciencias de la Información y en Derecho y colaboradora de la prensa y crítica literaria.
“Mi madre enferma, dormía más, mi padre estaba en la taberna y yo leía y leía. No pensaba que los poetas hablaran de sí mismos, como decía el maestro, sino que más bien pensaba que los poetas hablaban de mí. Me decían cosas y yo ascendía desde un pozo que tengo dentro, desde la oscuridad de esos días, a un mundo luminoso donde veía gente y cosas como si fueran árboles, pero caminando”
Recopilación de cuentos que da la impresión de tratase de un único libro con una misma temática (hay de hecho algún cuento que usa los mismos personajes, o se habla de ellos en distintas etapas de su vida en cuentos distintos). El tono es uniforme: el transcurso de la vida, el inevitable retorno a la niñez. En todas sus obras se percibe el toque gallego de Cristina Sanchez Andrade, pero aquí hay mucho más mundo rural y galicismo en todos los cuentos.
Aquí hay meigas, magia, fantasía, morriña, vida rural. Hay infancia, hay locura, tristeza, pobreza, hay desarraigo. Hay vida, hay enfermedad y muerte y recuerdos y dolor.
La seña de identidad Cristina S. Andrade es la imaginación desbordante un tanto mágica y loca. Aquí eso está, aunque los relatos son un poco más sobrios (a ver si se me entiende, clásicos dentro del mundo creativo de la autora), con sus toques geniales y disparatados.
El cuento Enterrada para mi es el mejor, el más original, la mujer enterrada ya salía en Bueyes y rosas dormían. La historia es muy loca, muy graciosa y buena.
Lo compré por curiosidad y me ha gustado muchísimo. Una colección de cuentos inquietantes, tristes y dolorosos de los que hay que dejar reposar. Muy recomendable.
Creo que no ha podido gustarme más esta antología de cuentos de Cristina Sánchez-Andrade. Me ha gustado absolutamente todo: personajes con personalidades complejas, atmósferas a menudo perturbadoras, una prosa sobria, inteligentísima, aderezada con el punto justo de sordidez que a mí me gusta. La mayoría de los relatos son dramáticos, aunque la autora nos deleita también con algunas historias tragicómicas realmente buenas (como el relato “Melocotones en almíbar”; lo que me pude reír leyéndolo…).
Me ha llamado mucho la atención la importancia que tienen los olores en las descripciones de Cristina Sánchez-Andrade, olores que son a menudo de pobreza y de miseria. Pero ella no se limita a dar adjetivos, sino que los describe con una originalidad y una intensidad brutales. Vean este ejemplo: “El marqués olía como los caracoles cuando los aplastas contra el suelo en los días de lluvia”.
Esta antología es también un ejemplo de lo que significa un libro de relatos en el que los cuentos “dialogan entre sí”. Muchos de los personajes aparecen y reaparecen en distintos momentos de su vida, como también lo hacen algunos objetos o anécdotas (como por ejemplo, el tarro con las amígdalas en formol que le arrancan a un niño, que da mucho juego a lo largo de varios relatos).
Lo he disfrutado muchísimo como lectora, pero también como escritora; sin duda, este es uno de esos libros inspiradores que le avivan a una el deseo de ponerse a escribir.
Excepto por los últimos dos, tres cuentos del libros, cómo me ha gustado el estilo de la autora... y las tramas, inesperadas; y los personajes, complejos, profundos... qué genia ❤️❤️❤️
"Cómo describirla. La niña del palomar es una sombra descolgándose en la noche, ágil y silenciosa, es la gallina a la que tu tía retorció el cuello una vez, es el olor a manzana podrida, es el vuelo de las moscas azules alrededor de los higos maduros y abiertos, es la oscuridad y el efluvio enloquecedor de los negros cimarrones, es el dolor escurridizo que desde hace un tiempo va y viene subiéndome desde el estómago o sorprendiéndome con una punzada instantánea en el corazón. La niña del palomar es todo eso; todo eso y más".
Sánchez-Andrade logró su objetivo: mostrarnos Galicia, pero no solo en el entendido de ser un pedazo de tierra, un territorio al norte de España. Logra que sus cuentos sean atemporales, aunque desvela ciertos episodios históricos, pero eso convierte a estas historias en objetos atemporales, y con una carga de femineidad terrible -en el mejor sentido de la palabra-, rozando a veces la prosa poética, pero sin dejarnos sumidos en el marasmo de un relato incompleto. Y no solo es una carga femenina contundente, es que la antología está concebida como femenina, sin caer en el feminismo barato y mucho menos victimizante. Otra de las sensaciones sorprendentes -y agradables, debo decir- es que parece que vas leyendo una novela, ya que casi todos los cuentos funcionan como piezas de puzle que se unen en una gran historia. Y la unen bastante bien.
Seguiré buscando otras obras de esta autora; logró despertar mi curiosidad.
Me pasó algo raro con este libro. Es un libro de cuentos, la mayoría (o todos?) están relacionados entre sí por personajes o lugares o épocas o sucesos, pero son independientes en cuanto a argumento, tono, estilo. Y muchos están muy buenos, tienen una onda muy Mariana Enriquez tries to be Marco Denevi. Esa cosa del terror de la lucha de clases, de la diferencia de géneros.
Y entonces los cuentos terminaban y no me dejaban absolutamente nada. Era como comer una tarta que estaba buenísima pero cuando la terminabas no podías recordar a qué sabía. Había en algo en cada uno de los cuentos que no llegué a aprehender. No es problema de la autora ni de los cuentos; Sánchez Andrade escribe de puta madre y en serio que los cuentos están muy buenos y no entiendo cómo no están hypeando más este libro.
Pero me parece que se me rompió el cosito para leer cuentos y no encuentro el repuesto.
Esta colección de cuentos es de las cosas más incomodas que he leído en tiempo. Como siempre pasa hay algunos relatos mejores que otros, algunos más inquietantes que otros pero creo que hay una coherencia y un muy buen equilibro entre ellos. Me ha sorprendido que haya varios relatos conectados entre sí, y en algun caso no me ha acabado de convencer. Pero me ha encantado la forma de narrar de Cristina y pienso leer más cosas suyas.
Ah, y un gran acierto por parte de Anagrama acercar este tipo de historias al gran público
Un llibre de quinze relats sòrdids, però en la justa mesura, on l'autora tracta la dignitat en la pobresa, el dolor per la pèrdua dels fills, el part i la maternitat, la Galicia rural en un moment de canvi, com si els personatges d'aquestes pàgines fossin llegendes orals: "Galicia desaparecía lentamente. Los días eren largos pero no importaba porque el mundo estaba empezando".
M'ha agradat molt que hi hagi personatges que reapareixen en diverses històries i, sobretot, que l'escriptora té un gran domini de la descripció de les olors, una constant en tots els relats: "La manta huele bien y a la boca me llega el gusto áspero de la infancia. La huelo, aprieto la lana entre los dientes: es la sangre del grillo o el sabor del abandono".
No li poso un 5 perquè hi ha algun relat que és més fluixet que els altres, però en general està cohesionat i em sembla que té un estil personalíssim.
El estilo de Cristina es muy pulido, desde cómo describe los olores hasta cómo consigue que cada unx de lxs narradorxs de cada relato tenga una forma de expresarse perfectamente identificable, como si ella misma los hubiera oído hablar durante años.
Los temas de los cuentos son muy variados, pero coinciden en estar siempre envueltos en un halo de intriga, misterio, incomodidad y fantasía que los vuelve inquietantes y cautivadores a partes iguales.
Si bien es cierto que hay varios relatos muy claramente relacionados entre ellos, para entender los vínculos entre algunos otros hay que haber leído el libro con mucha atención. De hecho, me pregunto si las pocas que me han parecido historias aisladas, tienen en realidad alguna conexión oculta con otras.
La lectura se me ha hecho muy ligera, ya que Cristina es concisa y contundente en sus palabras. Es difícil apartarse del libro entre capítulo y capítulo.
Algo que no puedo dejar de comentar y que estoy viendo últimamente con mucha frecuencia, no sólo en este libro, es la dejadez en la edición. Hablo concretamente de citas en las que el punto aparece arbitrariamente antes ("Gracias.") o después de las comillas ("Gracias".), cuando siempre ha de ir al final de la frase y nunca antes de otro símbolo. Una minucia, sin duda, pero al fin y al cabo un error ortográfico que a mí me ha llamado la atención a cada pocas páginas.
"Por entonces yo era un niño de unos doce años y mi corazón no sentía nostalgias, ni dudas, ni aprensiones. Las cosas aún eran enteras e indiscutibles", página 149.
La prosa de Cristina me ha fascinado y atrapado. La palabra justa, la frase justa, la capacidad de hacer sentir y oler los textos. Hay relatos que son verdaderas joyas, entre los que destaco Hambre, mi favorito, que me trajo a la mente a Caravaggio. Cristina Sánchez-Andrade es la Caravaggio de las letras. Ojalá se le reconozca pronto como la maestra de la literatura que es.
Este libro está compuesto por 15 increíbles cuentos que están para helar la sangre. No son precisamente cuentos de terror, sino que más bien son imágenes que despiertan tanto la inquietud como el asco y la tristeza. Me gusta mucho este tipo de escritos. En algún otro momento intentaré hacer una reseña más extensa, pero la dejo hasta aquí con mi recomendación.
Grata sorpresa con este libro que lo cogí porque me llamó la atención el título. Son historias cortas, perversas e inquietantes que hacen la lectura muy amena y rápida.
Si te gustan las historias que mezclan lo fantástico con el realismo más cotidiano, que te cuentan lo más escabroso y sucio de una forma sublime, tienes que leer este libro de Cristina Sánchez-Andrade.
Me ha encantado descubrir que los relatos tienen nexos de unión entre sí, sobre todo, porque en alguno de los casos no son tan obvios y esas pequeñas pinceladas me hacían sonreír. He ido pasando por muchos sentimientos mientras leía este libro, me he descubierto odiando y amando personajes casi a la vez y dependiendo de las decisiones que tomaran, porque créeme que esto no va a dejarte indiferente.
Además la autora ha sabido plasmar la decadencia, la pobreza, los prejuicios y las habladurías de las zonas rurales y nos muestra perfiles de gente muy dispar, con muchas luces y sombras, que podremos llegar a entender o quizás no, depende de lo mezquinos que nos parezcan.
Pienso que todos los relatos están a la misma altura unos de otros, quizás el que más mal rollero me ha parecido ha sido "La olla exprés" y el que me ha dejado el sabor más agridulce ha sido "El Pacheco", porque me ha parecido triste y bonito a la vez. Seguramente sean los que más recordaré cuando piense en esta antología.
Este año quiero volver a probar leer a la autora y ya me he apuntado en la wishlist "Las Inviernas" que seguramente caiga en breve.
honestamente soy muy chico libro de relatos, y más aún si entre ellos se revisita a un personaje y te deja ampliar la visión. me gusta lo perturbado que tienen, no se deja ver del todo pero… cala hondo. me ha recordado un poco a mariana enríquez por usar el contexto como elemento de “terror”, no hacen falta monstruos existiendo las personas.
«No pensaba que los poetas hablaran de sí mismos, como decía el maestro, sino que más bien pensaba que los poetas hablaban de mí. Me decían cosas y yo ascendía desde un pozo que tengo dentro, desde la oscuridad de esos días, a un mundo luminoso donde veía gente y cosas como si fueran árboles, pero caminando».
«¿Se ha visto usted alguna ver atraído por el imán candente de la masa? Yo quería recoger a la criatura y, sin embargo, mis brazos y mis piernas no me llevaban hasta ella. Mis brazos y mis piernas me gritaban que me quedara quieto, riendo con los demás, criticando con los demás porque el rebaño calma y da consuelo, porque el rebaño protege del peor de todos los males: la soledad».
3,5. Interesante propuesta. Tenía ganas de leer algo diferente y, desde luego, no me ha dejado indiferente. Todos los relatos comparten ese punto de incomodidad y de extrañeza, aunque hay altibajos. Como es normal, algunos son más memorables que otros, pero no mentiré: algunas historias han resonado en mi cabeza justo antes de dormir.
"No pensaba que los poetas hablaran de sí mismos, como decía el maestro, sino que más bien pensaba que los poetas hablaban de mí."
Maravillosos relatos, de una atmósfera rural antigua gallega. Son historias que enganchan y reflexivas. Los personajes son muy originales y hay unos giros en la trama espectaculares.
Me van a compañar durante mucho tiempo:
-Manuela Das Fontes - Las amígdalas de Pepín - Enterrada - La olla exprés - Mal de alturas - El Pacheco - Lolita Parker
Medio rural, Galicia, la puta, el viejo verde, el tonto del pueblo, el médico getas, una mujer lactante, la emigración gallega, bebés muertos, niños raros, ambiente caciquil, cierto humor negro, esperpento, una prosa entre juvenil pero inteligentísima y muy especial, etc. Libro de relatos con personajes conectados entre sí. Sin ser mi tipo de literatura, me ha dejado pensando y leeré más de la autora. Libro especial e inteligentísimo.
La boca me sabe al pan que comen los protagonistas y los huesos se me deshacen de frío, el mismo frío que sienten quienes viven dentro de las historias que escribe Cristina Sánchez-Andrade. La belleza de este libro solo se puede contemplar a la luz de sus letras. Lean, lean.
Quince relatos sobre la Galicia profunda, nada amables sino todo lo contrario, duros, algunos demasiado, en los que se ven unos personajes perfectamente trazados, fantasticos, que hacen de todo debido a su miseria, a su soledad, a su miedo. Aunque parezcan relatos independientes y de hecho se leen como tales perfectamente, hay personajes que aparecen en varios relatos, eso sí, en momentos distintos de su vida haciendo que las historias se entrelacen. Es un libro maravilloso, me encanta el estilo, qué bien escrito, qué maravilla. Utiliza las palabras con tanta maestría que se huele, se oye, se ve, se siente lo que está describiendo. De esos libros que no puedes dejar de leer hasta el final. Espectacular.
El último libro del año. Hay algún cuento brillante, otros menos interesantes, pero el conjunto es interesante. Según leía estos relatos no me quitaba de la cabeza a Cristina Fernández Cubas. Aunque Cristina Sánchez-Andrade no se acerca nada al fantástico ni al maravilloso, sus cuentos son inquietantes y algo bizarros. No me ha alucinado pero me ha gustado y lo he disfrutado.
Tenía muchas ganas de leer una buena recopilación de cuentos y este libro ha cumplido su cometido. Y no solo porque los relatos están llenos de inteligencia y tienen una buena trama; también porque consiguen estremecer y hacerte sentir. Son perturbadores, oscuros, angustiosos e inquietantes. Son breves y punzantes. Bizarros, tal vez. Además, por si fuera poco, están ambientados en la Galicia rural del siglo XX y, como descendiente de gallegos que soy, pues qué queréis que os diga, me ha hecho mucha ilusión poder recrearlo todo de manera tan cercana.
Hay gente a la que no le ha gustado el libro y opina que Cristina Sánchez-Andrade tiene una voz demasiado juvenil y la tilda incluso de mediocre. Joder… Como profesora de instituto solo os digo que ¡ojalá a mis alumnos les gustara este tipo de libros! Ni en sueños, vamos. En mi opinión, no es para nada vulgar; creo que es muy poética a la hora de escribir, y eso a lo mejor desconcierta. Pero es que precisamente con este libro lo que pretende es desconcertarnos. A lo mejor nos falta entenderla.
De todos los cuentos no podría quedarme con uno en concreto: todos guardan algo único y especial. No te dejan indiferente. Aparte, tienen un hilo que los conecta y los hace inseparables. Pueden funcionar solos o unidos. Mi consejo: leerlos individualmente, dejarlos respirar, permitir que reposen en vuestra mente. Si los leéis de golpe, no obstante, cuidado: puede ser que en vuestro estómago se forme un nudo mugriento que uno por sí solo no puede sajar. Es el malestar. Es lo que provocan estos relatos que, si no sabes cómo asimilar, se apoderan de ti. Son como una mancha grotesca que se acomoda e incomoda pero que, una vez la tienes adherida a la piel y la miras diariamente, te acostumbras. Y hasta te llega a gustar.
El perfecto balance entre tenebroso y humor negro. Entre una sensibilidad introspectiva de todos los amores -maternos filiales sensuales y todo- y una violencia que se siente súbita pero, más bien, por fin fue desenterrada. Me encanta que muchos cuentos estén interconectados (multiverso de Sánchez-Andrade, chi cheñol). Los españolismos me resultaron encantadores en vez de confusos.
Esta mujer sabe cómo dosificar la información para volver al misterio insostenible y jalar al lector, sabe dar los golpes de gracia para rematar el núcleo emocional de sus cuentos. Las amígdalas de Pepín me parecieron el elemento mejor construido, casi chillé.
Niños muertos, sensorialidad que remarca olores nefastos y sabores de guisos de infancia, España en dos períodos diferentes, barcos que parten, identidades que llegan, dentaduras que no encajan y ojos cosidos, infidelidades, lutos, naufragios, lactancia, recuerdos, pérdidas, remordimientos y mucha mucha nostalgia.
Fue una verdadera sorpresa y se sintió como encontrar oro en un pajar.
'El niño que comía lana' no es de los relatos que más me ha gustado de este libro pero resume bien la esencia: historias dolorosas, de familias y personas extrañas, revestidas de incomodidad. Sin duda la forma de narrar de Cristina Sánchez-Andrade encaja bien con esto, y sobre todo me han gustado los detalles, la mira hacia los olores de la gente, del ambiente, o las pequeñas piezas que hay en las casas.
Hay relatos que me han gustado menos (quizá los que tienen un tono más poético), pero otros me han gustado un montón. Para mí es un puntazo los que traen de vuelta personajes de otros relatos, cómo se interconectan entre sí. Pero sobre todo lo es el ambiente de la Galicia rural, cómo puedo notarlo en algunas escenas, en algunas imágenes. La emigración, el hambre, las misas, las tardes en el campo... Había detalles que resonaban un montón con la tierra.
Ojalá haberlo leído en gallego. O ojalá poder volver a leerlo algún día en gallego.