Enrique se instala en una casa familiar en La Cañada, un pueblo de Teruel, para alejarse del ritmo de la vida en la ciudad, montar un huerto colaborativo y olvidar a su exnovia. Hace yoga en el corral por las mañanas, busca quinoa en la tienda, intenta encontrar cobertura en las eras para alimentar su Instagram y monta un taller con sobre nuevas masculinidades. Es -aunque él no estaría a favor de la comparación especista- un pulpo en un garaje, pero se comporta como una especie de extraterrestre en el Maestrazgo o de Quijote moderno.
Para sorpresa de todos, encuentra su sitio, se enamora y se convierte en alcalde del pueblo, dispuesto a resolver algunos conflictos: problemas con las localidades vecinas, el rodaje de una película sobre la Guerra Civil que hace pensar a unos miembros de Vox que la revolución anarquista ha estallado en Teruel, el secuestro de Greta Thunberg durante la cumbre del clima o que una cantante estadounidense utilice en un concierto el traje tradicional de La Cañada, en un caso flagrante de apropiación cultural.
Un hipster en la España vacía es una historia de aventuras y un retrato irónico del choque de la sensibilidad urbana y la visión rural. La Cañada es una galería de excéntricos dotados de una rara humanidad, pero también un microcosmos que refleja los debates centrales de la actualidad con una perspectiva reveladora.
(Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Ha publicado los libros de relatos La edad del pavo (Xordica, 2001) y El fumador pasivo (Xordica, 2005). Sus cuentos han sido seleccionados en las antologías Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual y Pequeñas resistencias 5. Es coguionista de la película de Jonás Trueba Todas las canciones hablan de mí. Colabora en Letras libres y en el suplemento Artes & Letras de Heraldo de Aragón. Ha traducido a autores como William Faulkner, David Vann, Christopher Hitchens y Sherman Alexie. Mantiene el blog danielgascon.blogia.com
Nada sorprendente, no me gustó mucho la manera en que lo narró, parecen apuntes o notas que se la han venido a la cabeza inacabadas o copias y pegas. Hay un pequeño detalle en el libro que me hizo casi no poner ninguna estrella a este puñado de apuntes y notas .. Me ha recordado un poco a la serie el pueblo, pero con la serie el pueblo me reí muchísimo más.. Siento mucho tener que poner esto en la reseña, tenía muchas esperanzas puestas y ha sido otro decepción de lectura..
En general me ha parecido estar leyendo un guión de 'Aquí no hay quien viva' o algo parecido, con chistes fáciles y enredos de manual, con situaciones excesivamente absurdas que ya ves venir de lejos. Lo cual no es malo pero si llega a ser un poco más largo se haría pesado.
Tiene algunas expresiones donde arrea patadas rozando lo políticamente incorrecto. Pero cada día es más complicado reírse de una sociedad dispuesta a ofenderse por todo y se nota que el autor ha preferido mantenerse en lo seguro. No lo culpo pero de haberse adentrado más en ese sendero a mí me tenía comprado.
Una lectura ligera, entretenida, de la que es fácil encariñarse con sus personajes y pasar un rato divertido sin más trascendencia.
Pffff, me ha parecido terrible en general, con un humor bastante cuñao en muchos casos y tramas, no sé si por lo inverosímil o por la forma de narrarlas, horrorosas.
Nunca espero mucho de un libro de humor, pero éste lo he disfrutado. Una sátira que refleja los distintos polos que han surgido en nuestra sociedad en estos últimos años. Los personajes viven situaciones inverosímiles y divertidas. Pensaba que se me acabaría haciendo pesado, pero al terminarlo me he sorprendido sintiendo lástima por acabar y preguntándome qué más les podría deparar a los habitantes de La cañada.
Empezó bien pero llega un momento en que la narración se mezcla con notas y con ideas sin mucho sentido de una forma muy poco ordenada, casi me hace dejar de leerlo. Lo siento pero me decepcionó bastante
Tiene momentos bastante divertidos pero es muy irregular: Los personajes tanto son unos ingenuos que no se enteran de nada como son muy espabilados a la vez que las situaciones pasan del costumbrismo al delirio puro sin transición. Todo eso me rompe el ritmo de libro.
Empieza de forma excelente e hilarante, pero luego va por un camino diferente al que yo esperaba. Primera parte que es un retrato de los “bioguays” que dice una amiga y luego una segunda de historietas divertidas y absurdas.
El libro a veces esta narrador en primera y otras veces en tercera persona, es un poco caótico, como su protagonista. Más que una novela , es un diario. No es un historia en si, son varias notas y vivencias den un madrileño en un pueblo ( digo pueblo por no decir aldea ya que viven 200 personas)de Teruel en la España vaciada. Un montón de palabras dentro de la cabeza de un hipster de Lavapiés, que cambia la leche de soja por la leche de oveja recién ordeñada. Puede estar pensando en una obra de Tolstói , mientras se toma una cerveza con un minero jubilado, que puede hablar de Montessori entre diez niños que solo quieren jugar al fútbol....Es el Quijote de Teruel, enredado entre amor, política y amistades.
Es un caos dentro del caos, al principio con sus chistes facilones y el rollo del pueblo me empecé a enganchar, pero llega un momento que hay tal desbarajuste en lo que estás leyendo con tantas citas y frases hechas dentro del contexto que no sabes ni lo que estás leyendo. Pensaba que iba ser una lectura más amena y divertida, pero me ha costado un poco terminarlo. Seguramente no vuelva a leer nada de este autor, sátira e ironía si, pero la historia no tiene buen hilo conductor.
“No hay la nube de contaminación de Madrid pero muchas tardes, cuando sopla viento del este, llega un olor fuerte. «Sopla el cerdal», dice mi tía. Es el olor de las granjas de cerdos.” ~ Un hipster en la España vacía de Daniel Gascón.
Enrique escapa de su vida urbanita al pueblo de sus tíos en La Cañada en Teruel. Allí quiere poner en marcha una empresa ecológica y colaborativa pero trasladar sus ideas al mundo rural real no es tan fácil. Para empezar internet no existe y la cobertura llega a su móvil cuando buenamente puede; tampoco hay hamburguesas vegetales ni leche de soja y descubre que las tradiciones son difíciles de cambiar. Pero Enrique poco a poco se va integrando y acaba siendo elegido alcalde del pueblo lo que lo sitúa ante situaciones dispares.
Este libro lo leí después de Los chicos de la Nickel por aquello de “coger un poco de aire”. La verdad es que esperaba una historia más al estilo de Los asquerosos de Santiago Lorenzo y me he encontrado una mezcla que no sabría definir. El libro comienza narrado en forma de diario pero luego intercala otras fórmulas como entrevistas periodísticas, crónicas del periódico e incluso diarios de otros personajes. Supongo que también una forma de reflejar ese caos que supone la llegada del hipster a La Cañada.
Los personajes me han parecido demasiado caricaturizados, quizá un poco menos exagerados hubiese estado mejor. Y tiene algunos toques de humor originales. En el trasfondo, una crítica al mundo volcado en las redes sociales, en intentar llevar una vida artificialmente natural y una defensa de la vida rural, con su dureza, su sinceridad y el riesgo de despoblación.
En conclusión, un libro para leer de forma distendida. Quizá me hubiese gustado más si no lo hubiese leído después de Los chicos de la Nickel que es una súper historia pero claro, ¡cuántas veces nos influye el historial!
Un libro muy simpático, que buscando la caricatura del hipster (del progre a veces) dibuja a su vez la caricatura del pueblerino aunque no parezca la intención del autor. Tiene ese lado divertido cuando Gascón se permite disparar con mala uva
Tuve que dejarlo porque me ocasionó un parón en las lecturas. Empieza bien y te ríes bastante pero luego llega un momento que ya no lo soportas y deja de hacerte gracia. Tal vez estaría bien como un cómic por entregas, que lees poquito a poco y te ríes, pero de seguido…
Lo empecé con ganas pero me ha costado acabarlo... entretiene pero hay un momento en el que baja el ritmo y no me enganchó. Aún así lo he terminado. Se deja leer.
Un joven entusiasta de ideas urbanitas modernas se muda a vivir con sus tíos en La Cañada, una localidad de unos doscientos habitantes. Sus peculiares formas de ver en mundo no tardarán en verse comparadas con las costumbres rurales.
Un libro simple en su planteamiento, pues el título ofrece una amplia explicación de los comportamientos repetitivos que van a irse desarrollando. La mayor parte del tiempo está hablando el protagonista, un personaje muy plano que ralla la ensoñación y lo ingenuo. De hecho, incidir demasiado en este último aspecto va restando credibilidad al personaje. La narración, además de basarse en su diario, también acoge otros formatos en los que hablan otros personajes, pero me habría gustado más un enfoque convencional porque creo que se disfrutarían más los matices.
La historia no ofrece mucho, pero sí que se pueden ver dos partes. Durante el principio, que es cuando suceden la mayor parte de anécdotas por la capacidad del personaje de adaptarse al mundo rural, la lectura me ha arrancado carcajadas auténticas (son buenísimas escenas como la del pedido a Amazon o los parlamentos que hace a los aldeanos mencionando a Jared Diamond o sobre distintos ideales). Sin embargo, esto se va desgastando fundamentalmente por el carácter pretendidamente cándido del protagonista, obcecado en no comprender las críticas de los habitantes y sobre todo por un acontecimiento clave que tiene que ver con la política. Este hecho va a marcar lo que yo concibo como una segunda parte dentro de la novela, cuyo ritmo cambia del todo y pasa a narrar una serie de sucesos que pueden considerarse como aventuras autoconclusivas, con un gran carácter de exageración y que me han gustado menos.
Es una curiosidad que diría que sólo merece la pena por los primeros capítulos en los que hace reír. Más allá, los tópicos y la arquitectura frágil de la trama lo derriban casi por completo.
Partiendo de la base, que es complicadisimo hacer reír...en un libro, este lo consigue en algunos momentos. No de carcajada...pero está simpático. Son pocas páginas, y algunas son insulsas....pero es difícil mantener las gracias o ironías durante 100 páginas. No esta mal.
El argumento promete y los personajes son geniales, pero a ratos me ha aburrido la trama. En algunos puntos me he reído mucho, la verdad, y por eso le doy un cuatro. No es un gran BEST Seller pero es correcto y creo q puede aportar más.
Las hilarantes aventuras de un moderno en un pequeño pueblo donde no llega Amazon. Algunas píldoras: "Se me había acabado la Moleskine y en la tienda del pueblo solo hay cuadernos de dos líneas", "Hago yoga en el corral". Algunas de las anédotas son un tanto inverosímiles pero en general... ¡Divertidísimo!
El viejo truco de meter un pulpo en un garaje y darle la palabra siempre funciona. El libro recuerda bastante al famoso "Sin noticias de Gurb", pero con un urbanita en un pueblo en lugar de un marciano en una ciudad. Situaciones divertidas a las que se le saca jugo y todo con la sanísima intención de reirse de todo el mundo, empezando por uno mismo.
La historia al principio es prometedora pero la verdad es que no consigue engancharte. Tiene algún punto de humor pero en general me ha resultado aburrido y en ocasiones confuso, me perdía en algunos momentos que cambiaba de personaje o de situación sin una estructura muy clara. Yo no lo recomendaría, hay demasiados libros buenos esperando.
Un relato sobre todos los temas de actualidad desde la ironía, me he reído bastante con algunos episodios porque te muestran lo absurdo de la realidad en muchas ocasiones. La recomiendo.
En un paseo por la biblioteca UN HIPSTER EN LA ESPAÑA VACÍA llamó mi atención. Y, sí, en este caso el título es un buen resumen de lo que encontramos entre sus páginas.
Un hipster. Un buen chico. Enrique lo es. Un chico ingenuo al que no puedes evitar adorar. Un chico de ciudad que tras un fracaso sentimental decide dar un vuelco a su existencia y resetearse.
Un pueblo. Un pueblo de la #EspañaVacía Un pueblo cualquiera. Un pueblo de Teruel.
La historia de @danielgascon81 va de un chico y un pueblo. Sí, pero de muchas cosas más. Una burla constante en las distintas voces que nos hablan entre sus líneas.
A la grandilocuencia. Esas cuestiones tan de actualidad y de nombre tan complejo que, aunque sean reales, resuenan ridículas frente al grito silencioso, y desesperado, de mucha parte de la población.
Al “postureo”, tan moderno, de todas esas personas que llenan sus bocas con teorías, citas, reflexiones, etiquetajes y demás, de todas esas personas que saben de todo, pero no han hecho realmente nada.
Al ritmo de vida actual “…la sensación de moverse deprisa y sin avanzar a ninguna parte”.
De fondo situaciones cotidianas – algunas no tanto - que se convierten en delirantes, absurdas. En tu cara, mientras tanto, una sonrisa.
Puede palparse la realidad de los municipios pequeños – que tan bien conoce Daniel – pues para alguien que mínimamente conozca la vida política local es una oda a los pequeños grandes problemas del día a día. Para mí una frase resumen y que es muy, muy irónica, aunque pase desapercibida es: “Compara el efecto de una guerra comercial con China con cambiar el sentido de la calle Mayor”.
Es una lectura sencilla, ágil, de capítulos cortos que combina alegremente distintos narradores y formatos. Entrevista, diario… Una fresca opción para nuestra mente y nuestras tardes de sofá.
¿Alguna vez habéis leído un libro donde el personaje os caiga fatal, pero fatal fatal? Pues este libro es de esos. Enrique es un hipster que huye del caos de Madrid y se instala en un pueblo tranquilo de Teruel. Allí quiere montar un proyecto sostenible, ecológico, fundamentado en la paz, el feminismo y con un trato a la tierra y animales respetuoso. La novela relata de forma entretenida y con una pluma sencilla y ligera las peripecias de Enrique, el choque cultural entre lo urbano y lo rural y las aventuras que vivirá como alcalde del pueblo. ¿Por qué me cae mal Enrique desde la página 14? Porque es un esnob que cae en prejuicios y clichés añejos y que llega al pueblo imponiendo su cultura y su modelo de sociedad neohippy fantasiosa. Para él los gallos sólo fomentan el patriarcado y el único extranjero del pueblo (un rumano que vota a VOX) come jamón porque necesita sentirse acogido y parte de la sociedad y no porque realmente le guste comer cerdo. Vamos, que el protagonista es un cantamañanas. Además, habla con palabras rimbombantes. Mis personajes favoritos han sido Lourdes, Javier y Ramiro. El libro tiene algunas tramas divertidas, pero la idea general que queda cuando lo terminas es que simplemente entretiene y es muy rápido de leer (tardé dos días). Este libro lo recomiendo para épocas de exámenes en las que la cabeza no está para pensar, para leer en el transporte público o para leer en la piscina, mientras esquivas el Sol y los salpicones de agua y vigilas a los niños. Puedes poner el cerebro en modo automático, que vas a entender la trama perfectamente.
Libro extraño que empieza de una manera (Sin noticias de Gurb pero en vez de un extraterrestre es un trasunto de Errejón el que aparece en un pueblo perdido de Teruel) y acaba al estilo de Forrest Gump, en el que el personaje de quen menos sospecharías acaba resolviendo todos los problemas que aparecen, ayudado por sus amigos. Hay momentos épicos (como cuando el protagonista convence a un toro para que deponga las armas y luego y hay momentos psé. Por entre medias del libro el autor no sabe por qué ruta tirar y mientras cambia de estilo se hace más bola el relato, pero al final vuleve a ser fluido. Entretenido.
El titulo te lo está diciendo todo: esta es la historia de un joven hipster que se muda a una aldea de Aragón para olvidarse de su ex y, claro está, para disfrutar del "slow life" y de paso, enseñarles a esos pobres pueblerinos de lo que trata la civilización, el feminismo, el cultivo ecológico y otras muchas cosas que solo se tienen en las ciudades. Daniel Gascón retrata perfectamente lo que la palabra "hipster" significa, la gracia de reírse de uno mismo y de toda una generación que cree (o creemos) saberlo todo porque hemos ido a la universidad y a un par de manifestaciones. De forma cosmopolitamente divertida, el autor refleja los sinsabores de la ciudad, el tedio de los jóvenes que se cuestionan absolutamente todo, la sencillez de las cosas sencillas, la realidad de España (vacía o no) y el humor que puede residir en el lenguaje más castizo.