Andrés Felipe Solano vio su mundo sacudirse durante cien días febriles. Desde el centro de Corea del Sur, país que el mundo tomaría como ejemplo para frenar el Covid-19, escribe en Los días de fiebre su testimonio literario, un libro sobre lo que hemos sentido todos y las preguntas que aún demoraremos en responder.
En marzo de 2020, Corea del Sur se convirtió en un ejemplo de cómo frenar el Covid-19 y eso podría justificar que este libro fuera un recuento de las medidas que tomaron para lograrlo; un reportaje sobre las restricciones lúcidas o polémicas del país que nunca mirábamos -el mismo de Parásitos- o un ensayo sobre todo aquello que los asiáticos hacen diferente. Podría ser un texto especulativo sobre el futuro de la sociedad y sobre cuáles son los límites de la privacidad frente al bien común. Podría ser todo eso, sí, y tal vez lo sea, pero ante todo es un testimonio literario de alguien que vio perplejo cómo su mundo se sacudía durante cien días febriles. Es decir, un libro sobre lo que hemos sentido todos y sobre las preguntas que demoraremos años en responder.
Las plagas medievales nos pusieron a pensar de una forma diferente en Dios, nos plantearon por primera vez la duda sobre su existencia. Este nuevo virus, ¿qué pregunta nos hace? ¿Serán las brigadas de desinfección los nuevos bomberos? ¿Cómo nos relacionaremos emocionalmente a través de las mascarillas? ¿Cómo será la soledad compartida en compañía de veinte personas en una sala de conciertos habilitada para trescientos? Andrés Felipe Solano se detiene en lo cercano, lo doméstico, lo cotidiano, para contarnos el nacimiento de un mundo nuevo, de un mundo desprovisto de sombras.
Andrés Felipe Solano es novelista y periodista. Autor de la novelas Sálvame, Joe Louis (Alfaguara, 2007) y Los hermanos Cuervo (Alfaguara, 2012). Sus artículos han aparecido en diversas publicaciones como SoHo, Arcadia, Gatopardo (México), La Tercera (Chile), Babelia-El País (España), Granta (España, Reino Unido), The New York Times Magazine y Words Without Borders (Estados Unidos).
En 2008 fue finalista del Premio Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, institución presidida por Gabriel García Márquez, por su crónica Seis meses con el salario mínimo, que fue incluida en Lo mejor del periodismo en América Latina (FNPI-FCE, 2009) y en Antología de crónica latinoamericana actual (Alfaguara, 2012). En 2016, gana el premio Biblioteca de Narrativa Colombiana por su obra Corea: apuntes desde la cuerda floja (Ediciones Universidad Diego Portales, 2015).
Andrés Felipe Solano es uno de los mejores narradores jóvenes en español según la revista GRANTA.
Elegido como uno de los Nuevos Cronistas de Indias por la Fundación Nuevo Periodismo, presidida por Gabriel García Márquez.
Andrés Felipe Solano es un profesor y escritor colombiano que vive en Corea del Sur. En este libro narra cómo se enfrentó el país al COVID-19 a principios de 2020, cómo gestionó la crisis el gobierno y cómo los surcoreanos se implicaron a la hora de cumplir las normas (con unos pocos casos aislados en los que no se cumplieron). También incluye reflexiones sobre cómo ha cambiado todo esto el ritmo del mundo, prioridades, cosas en las que antes no reparábamos.
Me ha gustado mucho. Con párrafos cortos, a modo de entradas de diario pero sin fechas, y un lenguaje directo y cotidiano, ha conseguido tenerme pegada al libro. Creo que más de uno debería leerlo, tomar conciencia social y apuntarse unas normas básicas de civismo. Muy, muy interesante documento sobre este momento histórico que nos ha tocado vivir.
Las plagas medievales nos pusieron a pensar de una forma diferente en Dios, nos plantearon por primera vez la duda sobre su existencia. ¿Este nuevo virus qué pregunta nos hace?
Solano tiene esa capacidad de comunicar la cotidianidad coreana en un estilo universal. Sus tres últimos libros han estado inmersos en este ambiente y lo que termino leyendo es casi que el relato de una imagen que se posa en su mente. Todo es tan natural y flexible, desde la descripción de lo que rodea su barrio, el cruce de ríos y sus andanzas por el metro o el cine. No necesita de aplastar al lector con un desborde de intelectualidad para presentar una escena sencilla y poderosa.
Este libro permite añorar tiempos que ya no existen, y transmite una tranquilidad de que al menos en una zona del planeta no se vive el infierno colombiano que atravesamos. Su historia es la de un país que entraba en alerta roja por una parte ínfima de las docenas de miles que obtenemos a diario en la actualidad.
Un grande Solano, sigue siendo uno de mis escritores colombianos favoritos.
Volteo a mirar a mi alrededor. Es un sábado en la noche en tiempos de coronavirus en Seúl y en medio del ruido ensordecedor de mujeres y hombres pienso en el resto del mundo. Es como si estuviéramos en un módulo espacial que se hubiera desprendido de la nave nodriza. Vamos a explorar y esperamos comunicarnos pronto.
Corea es ese lugar soñado para mi, y gracias a Solano lo siento como una casa. Sus "apuntes desde la cuerda floja" ya habían demostrado que es un gran narrador de la cotidianidad, tiene una forma de convertir anécdotas en imágenes muy bellas, con bastante sentido del humor y llenas de referencias a libros. Este diario no es más que el ejercicio de darle voz a aquellas personas con las que nos podemos cruzar en la calle, o que leemos en internet. Es un ejercicio donde se registra la realidad inesperada y sorpresiva que nos toco vivir a todos con el repentino brote del virus en Wuhan. Solano pues, es el narrador contemplativo por excelencia, y leer sus paginas me calentó el corazón y me dieron ganas de seguir escribiendo, al menos hasta que el confinamiento termine.
Este libro me llegó en forma de audiobook. Y, sorpresivamente, dicho formato quizás fue el condimento extra para disfrutar de la narración que se da a modo de diario. Sí, definitivamente la voz ayudó a crear una cierta atmósfera de, sino paranoia, al menos ansiedad y alerta permanente.
Recuerdo haberlo visto hace un tiempo y pensar que quería leerlo. El tiempo pasó y lo único que permaneció en mi cabeza era el título; me olvidé completamente de qué trataba y cuando encontré el audiolibro, le di play así sin más.
Por ello, debo admitir que, siendo un relato de los tiempos de la pandemia, cuando empezó, pensé "no otra vez con esto"... El tema es aún tan reciente que imaginaba una larga repetición de lo que hoy ya se sabe.
Si bien esto último fue cierto, no le quitó nada de interesante. En primer lugar, porque mi vivencia de toda la situación fue desde otro lugar en el mundo.
En segundo, porque mucho de lo ocurrido en Corea del Sur fue algo que ví en la TV, pero que quizás no seguí minuto a minuto (en ese momento, en el otro hemisferio nos veíamos aún medio ajenos al ajetreo).
Finalmente, y no menos importante, es el tono de esta crónica. El estilo utilizado, la forma de volver a ponerme en ese lugar y momento. Casi espeluznante y a veces también hasta irreal.
Si fuera docente de historia o literatura (quizás en la escuela secundaria o bachillerato), no dudaría en incluir este libro dentro de la currícula de estudio obligatoria - a lo mejor no ahorita mismo, o quizás sí, pero con certeza de acá a unos 5 años.
"Los dioses y los virus son invisibles a nuestros ojos”.
Corea del Sur, un país que no fue ajeno al virus, ningún país lo fue. Un país que con los protocolos que adoptó, las medidas de contención y las estrictas prohibiciones que el gobierno surcoreano implantó, hizo que fuera uno de los países que enfrentara la pandemia con mayor éxito. Sumado a todo esto, la disciplina social y la tecnología como aliada para enfrentar el virus.
En una especie de diario a lo largo de tres meses, el escritor va consignando su día a día, o por lo menos los sucesos más relevantes que van pasando en Seúl y en su vida con respecto al virus. Desde el confinamiento voluntario hasta pequeñas salidas domésticas para hacer la compra y tener tomates y cebollas en la nevera; escapadas con su esposa al cine o a algún restaurante, hasta encuentros con amigos y festejos o visitar algún bar y olvidar la presión que el virus ejercía en lo que llamábamos "la vida común y corriente".
Esa prosa firme y constante de Andrés Felipe Solano. Una prosa delicada, pausada y con la elegancia de la coma bien puesta. Ese ritmo cautivante que propone el punto seguido y la coma.
Encontré este texto en una tienda de libros baratos y lo leí en poco tiempo. En pocas palabras, me decepcionó porque cuando vi el título y la portada me imaginé que tenía más profundidad. Es un texto que simplemente documenta lo que experimentó alguien durante los tres primeros meses de confinamiento en 2020. Pero no es nada más.
El escritor no tenía ningún mensaje que transmitir, no tenía una perspectiva original con respecto al tema. Parece que fue solo una persona más que siguió las reglas, no cuestionó, no leyó entre líneas, se comió el cuento enterito y para colmo de males, propagó esa mentalidad conformista escribiendo este libro. Bueno, libro no es, es más un artículo de revista.
Me encanta el estilo de Solano, sencillamente. Es una crónica muy simple sobre los comienzos de la pandemia. Es un retrato muy vívido, divertido y sensible de lo que fueron esos primeros días de incertidumbre y cambio que vivió el mundo. La literatura como una respuesta a la realidad en todo momento y la constante amenaza de un mundo que, encerrándose, se sigue volviendo más simulación, más hiperreal. Es un diario fascinante. Se puede leer, tal como yo lo leí, como una secuela encantadora a Apuntes desde la cuerda floja, que, bueno, tratándose de un diario, es obvio que es la continuación de una misma vida.
Interesante crónica sobre la vida del autor en medio de la pandemia de COVID-19 en Seúl. Se siente como una continuación de "Corea: apuntes desde la cuerda floja", ya que no hace un profundo énfasis en la pandemia, mas bien sigue narrando su cotidiana vida y como le afectó la llegada del virus pero describiendo mas detalladamente su diario vivir. Como cronista es muy entretenido, como novelista no tanto.
Fue un libro para reflexionar un poco sobre la situación actual que estamos viviendo, en muchos momentos me sentí identificada con las situaciones que narraba. Es un libro que me reconfortó y me hizo saber que no soy la única que tiene ciertos pensamientos en este momento de incertidumbre y angustia.
• Soy una de esas personas que con una taza de café en la mano se queda viendo por la ventana. • El futuro huele a mascarilla recién comprada. • Buscamos respuestas en las palabras de los muertos. La literatura —y no el oro— como reserva para lo que viene, sea lo que sea. • El virus, como un gran imán, ha descompuesto todas las brújulas. • La alerta ha cambiado de azul a amarilla. Confiamos en que no pase de amarilla a naranja. Nunca va a llegar a roja, claro que no: eso es imposible, nos decimos con una risa de esas que se enredan entre los dientes. • Otra vez me despierto a medianoche. Odio el virus, odio el virus, odio el virus. • La vida se ha convertido en esto, comprimir siete días normales en uno, como si estuviéramos rellenando un cojín. • Hay que extremar la distancia social, nos dicen todo el tiempo, como si fuera tan fácil desaprender a caminar. • ¿Y los que leen los labios? ¿Qué pasa con ellos? • Desde Colombia mi madre no para de preguntarme cómo estamos y yo solo mascullo cuánto tiempo se tomarán las fichas de dominó para caer y llegar hasta allá. • En el baño hojeo un libro con poemas y canciones de Leonard Cohen. Como si fuera el I-Ching, siempre tiene una respuesta. • Ya no puedo seguir ninguna historia, es imposible. Los casos son tantos que todas las vidas se confunden, se sobreponen, • Otra palabra para inventar, la nostalgia que producen todos los lugares donde los humanos se encuentran con otros humanos por miles, la muchedumbre. • Los dioses y los virus son invisibles a nuestros ojos. • Todo cambia todo el tiempo, pero ahora se siente así, como el fin de algo y el inicio de otra cosa. • Me pregunto qué es una vida normal, si alguien tiene acaso una vida normal, si se puede dejar de tener una vida normal. Todos tienen una vida que es solo la suya, a eso se refieren, supongo.
Este libro es un diario en donde el autor nos va narrando paso a paso la aparición de esta nueva enfermedad, en Corea del Sur. Dividido en tres partes, el autor pone de antemano, una serie de temas de los cuales se busca un culpable ante dicha enfermedad.
Desde 2020 vivimos una pandemia, qué se generó en China, Wuhan, y pese a miles de teorías conspirativas, esta enfermedad vino a cimbrar al ser humano. Regresando al aspecto más básico que es el individualismo provocado por ese aislamiento. En el caso de Corea del Sur, el autor nos cuenta cómo esta pandemia pone al descubierto, la secta religiosa, los descuidos de la gente y también, como el país usó todas sus estrategias para tratar de contener la enfermedad.
Todo comienza en Daegu y después Seul, es interesante analizar como el gobierno comienza a ser cuestionado por la sociedad, pero también todas las medidas que se tomaron ante un peligro inminente que fue la pandemia. Pese a que en este 2023 la situación esté un poco más relajada, la realidad es que hemos aprendido a vivir con este " bicho" . Y De igual forma nos ha hecho revalorar nuestro sentido como seres humanos, debido a que vivimos una serie de medidas de un distanciamiento social que al principio fue forzado. Lo interesante de este libro en pocas páginas, es ver que en estos tres meses que relata el autor hubo cambios repentinos, rápidos y que constantemente llevaron a la incertidumbre a toda la sociedad de Corea.
A Mi gusto es un buen diario de experiencias del autor, que nos permite entender todo un proceso complejo, que se vive de manera diferente en cada país, debido a la situación de esa enfermedad. Y que en su momento a pesar de las medidas exageradas, el mismo hombre ha aprendido a convivir con esta nueva situación de vida.
Este libro es tan corto que si digo mucho de él, ya no vale la pena leerlo. No, no es cierto, pero quienes ya han leído a Andrés Felipe Solano saben a qué me refiero, porque este es otro de esos libros que no tienen género, que parece compuesto de anotaciones escritas en un diario sobre un hecho particular, que en este caso es la llegada del COVID-19 a Corea del sur, en donde vive.
Después de leerlo creo que Corea del sur es uno de esos países hechos para una pandemia: con los ciudadanos modelo, el gobierno modelo y las empresas modelo que hicieron lo que debían hacer cuando debían hacerlo. Obviamente no faltan los hechos aislados, como la persona que viajó y no siguió los protocolos, o la iglesia cristiana que se rehúsa a dejar de reunirse y acusa al gobierno de persecución.
En fin, aunque en otras latitudes las cosas sean diferentes, cada uno tiene sus propias preocupaciones y después de este libro estoy más convencida que nunca de que la más grande en Corea del sur es el nivel de vigilancia: ¿hasta dónde estamos dispuestos a entregar nuestra libertad a cambio de seguridad? A mí todavía me cuesta tener que registrarme en las aplicaciones inventadas por el gobierno, pero sé que es un deber y que de todas maneras van a tener mi información.
Relato en forma de diario de 128 páginas , publicado en 2020, en el que el autor nos narra los tres primeros meses de pandemia en Corea del Sur, donde en ese momento vivía con su esposa. Resaltar la prosa ágil y sencilla y cómo explica las primeras decisiones que adoptó el gobierno de ese país, que a la postre fue considerado como un éxito para organizar a la población y contener la enfermedad. Otro elemento que me ha gustado es el tono cotidiano, día a día, con el que nos cuenta su experiencia, en la que inevitablemente me he visto reflejado y me ha hecho rememorar aquellos días de confinamiento. En resumen, se trata de una obra de recomendada lectura.
El autor aborda la pandemia del Covid-19 y las angustias que trajo consigo gracias a imágenes de lo cotidiano, el día a día en confinamiento, el transitar de calles desoladas en Seúl y la observación sobre una vida que había cambiado radicalmente.
El lenguaje es sencillo y directo, recurre frecuentemente a eventos de la realidad para describirlos, es una crónica que se acompaña de algunas reflexiones del autor.
Interesante para recordar esta época de pandemia y conocer el abordaje desconocido por nosotros, que en otros países se intervino con el advenir de una situación de incertidumbre vital y masiva.
Tal vez el fantasma de la pandemia ya es tan pasado que no permite apreciar este libro de la misma manera que tal vez si si se hubiese leído hace 5 años. Se siente que tal vez la historia hubiese funcionado mejor como ficción, o si no, que tal vez hubiese abarcado más tiempo para que no se sintiera de alguna manera incompleta. Los retazos de lo que vivimos en aquella época están ahí, pero el cuadro no se siente finalizado.
Una crónica corta sobre cómo el gobierno surcoreano (y les coreanes en sí) manejaron el COVID a inicios del 2020.
Me gustó muchísimo la narración y las anécdotas, así como la explicación del día a día, los testeos, las filas para comprar barbijos según tu año de nacimiento... Y súper corto, escuché el audiolibro en un rato nomás.
Primer libro que leo sobre un acontecimiento que también viví junto a millones de personas, la lectura es amena, es como tener una charla con tu amigo que vive del otro lado del mundo y que te cuenta como vivió esos meses difíciles.
Fue revivir un poco lo que todos pasamos. Ya 5 años de aquel fatídico 2020. Un año que nos cambió para siempre. Siempre es grato leer a Andres hablando de Corea, un país que amé cuando visité
Un recordatorio de los días que cambiaron nuestra forma de vida y aceleraron la tecnología muchos años. No creí vivir algo así en mi vida, pero un virus cambio la forma en que vivimos. Aún que ya se nos estaba olvidando,este libro es un recordatorio de que pasamos por el fuego y salimos ilesos. Tal vez se queda corto, para todo lo que nos tocó vivir.