A través de sus páginas, el lector conocer las barras americanas de la «costa fleming», el consumo de kif en las corralas de lavapiés y los botellones en malasaña antes de la gentrificación, las peleas de mods y rockers frente al rock-ola, el tráfico de heroína en los poblados del extrarradio y el menudeo en la plaza dos de mayo, las «colmenas» del parque calero que almodóvar convirtió en plata, la plaza barceló tomada por las tribus urbanas y el metro asaltado por grafiteros enganchado al hip hop, así como muchos otros parajes insólitos de la capital de españa.
Es licenciado en Filosofía y doctor en Antropología Cultural. Al margen de su carrera académica, su historia personal se entrecruza a todo paso con el moderneo. En los noventa funda el colectivo malasañero ‘Esquiadores de los Setenta’, vinculado al exceso de la noche madrileña. Luego pasa a formar parte de la segunda ola de la ‘fiesta antigua’ en discotecas como Nature, Long Play, Deep o la Rave del Goa. Por entonces se dedica al graffitti, para luego grabar y tocar música funk como ‘Elipse Superstar’. Tras finalizar su formación intelectual decide sintetizar su experiencia de primera mano con sus conocimientos teóricos para analizar el moderneo desde una perspectiva autorizada.
El título completo del ensayo es "Macarras interseculares: una historia de Madrid a través de sus mitos callejeros". Resulta bastante descriptivo y he de decirte que si eres de Madrid y has nacido entre los 70 y los 80 lo vas a flipar. Me lo he pasado como una enana leyéndolo. Hay tantas cosas que no conocía, otras me sonaban, algunas otras las sabía a ciencia cierta y algunas pocas las he vivido de primera mano. Conforme se acercaba el final no quería que terminase. No me ha aburrido en ningún momento, he leído con absoluta atención y entusiasmo. Me gusta escuchar a las personas que te cuentan batallitas y si encima están tan bien seleccionadas, organizadas y, finalmente, plasmadas en papel, mejor que mejor. El valor que esconde esto se basa en que Dum Dum Pacheco existió pero Rocky Balboa no, no sé si me explico. Y lo mejor es que cuando el autor (filósofo y doctor en antropología cultural) hila el contenido, su texto no huele a pedantería: huele a que ha caído alguna que otra 𝘨𝘢𝘶𝘱𝘢𝘴𝘢 pero que cuando ha tocado ponerse serios nos hemos puesto serios. PROPS, IÑAKI. Gracias por dar voz a toda esa peña.
"Donde ahora está el Malabar, en el Dos de Mayo, había una pastelería que se llamaba La Oriental, que era un centro de trapicheo de primer orden. Los yonquis, como todos saben, han sido siempre muy golosos. El chándal de acetato, el medio litro de Yoplait y el dulce..."
Una historia del Madrid callejero a través de los macarras que pululaban por sus calles. Debe ser que el término "Tribus urbanas " estaba muy visto, aunque puede que fuera más exacto que "macarras". A la manera de "Por favor mátame (la historia oral del punk)" o salvando las distancias, los libros de la nóbel rusa Svetlana Alexiévich se nos muestran diferentes testimonios de los protagonistas de los eventos acaecidos en la gran urbe. Hay droga por un tubo, atracos, palizas, garitos, punkis, bakalas, gorilas, jevis, pijos golfos, neonazis etc. Un verdadero tsunami de de historias que te mantendrán pegado a sus páginas y te harán revivir tus años mozos.
Cualquiera que haya nacido en los 70's como yo podría aportar sus propias vivencias porque las hemos vivido también en nuestras carnes. Por decir algo malo: A lo mejor le faltaba un poco de tijera (hay algo de fantasmeo) y un poco más de análisis por parte del autor. De lo mejor de este olvidable 2020.
Las primeras 250 páginas aprox me las he leído con los ojos como platos, yo empecé a salir a la calle a finales de los 90 y en un pueblo de la sierra e historias de estas pues las que leía o veía en televisión. Creo que el libro se vuelve repetitivo y vas llegando a la conclusión de que aparte de macarras, ladrones, yonkis etc... los jóvenes de esa época tenían muy poca cultura y muchos prejuicios. Me ha aburrido bastante y ya he saltado a la parte de los inicios del hip hop y el grafitti que son cosas que he vivido de cerca. Al final se queda en recopilación de historias muy repetitivas, me hubiera gustado leer una especie de ensayo social del autor.
La mitad del libro me lo he zampado rápidamente, la otra mitad, tristemente, me ha aburrido bastante, mismas historias llenas de peleas y drogas. Merece la pena leerlo aunque solo sea por la primera mitad :)
'Macarras Interseculares' es, más que nada, un registro de historias, de esos que tanto pedimos cuando nos preguntamos si la gente era realmente así en la época. Es un compendio de narraciones en primera persona por parte de personajes que, con más y menos anonimato, cuentan su experiencia durante las décadas en lás que más cambia la ciudad de Madrid. El autor aclara y da cierto contexto cuando es necesario, pero no hace demasiados juicios de valor sobre los entrevistados ni ejecuta un hilo conductor particular, sino que ordena estos testimonios para que sean ellos mismos los que se complementen unos a otros.
Dentro de estas narraciones se hace evidente, y así lo deja claro el autor, que cada uno romantiza sus actos, su época y trata de blanquear un poco sus acciones. Dentro de todos los grupos en los que ha habido peleas de bandas, sin excepción, hay macarras que aseguran haber seguido un código de honor en sus peleas: sólo pegar a los que la lían y abusan de otros; sólo pegarse uno contra uno; luego respetsrse entre luchadores una vez termina la batalla... Y sin embargo, está el libro lleno de historias que contradicen estas declaraciones.
Y aunque las narraciones de los propios protagonistas no puedan ser siempre 100% sinceras, no dejan de ser un registro muy valioso para poder poner contexto en un rompecabezas histórico del que solemos escuchar solo pinceladas superficiales.
En cuanto a la esteuctura general del libro, existe cierto caos inerente al tema que trata. Aunque cada capítulo parece estar dedicado a una zona y subgrupo preciso, lo cierto es que estos permean a otros capítulos, lo cual transmite la sensación de que siempre se vuelve a los mismos temas, a veces pareciendo repetitivo y a veces confuso saltando de año en año de forma a veces agropellada.
Sea como fuere, es siempre un gusto poder leer sobre la historia de tu ciudad y poder darle forma a un pasado en ocasiones nebuloso.
a mí este libro me cambió la vida. Reseña publicada en Cámara Cívica: Hace no mucho tiempo, hubo distritos y barrios, en nuestras ciudades que no se señalaban en los mapas turísticos. Casualidades del destino, o mejor, consecuencias de encadenar una crisis económica tras otra, esas zonas de los mapas hoy son señaladas con virulencia. No estaban en los mapas que los turistas de calcetín blanco nunca pudieron volver a doblar, tampoco estuvieron en la agenda política: no tenían ninguna atracción cultural conservada que ofrecer al foráneo, tampoco tenían hospitales, colegios, centros sociales ni espacios ciudadanos para los autóctonos.
Más de un millón de habitantes en el extrarradio de Madrid viven abandonados por las políticas tanto municipales como regionales, con promesas del Gobierno Central que nunca llegan. Un millón de personas allende el Río Manzanares que hoy son señalados con el dedo, como si sus condiciones materiales de vida se debiesen a sus elecciones particulares y no al abandono institucional que sufren sus calles. Que en el precio de venta de un piso de Carabanchel pesa más la distancia hasta la estación de metro, el Centro de Salud y el Colegio más cercanos, que el idioma que habla el del quinto o el dios al que reza el del tercero.
“Es lo malo que tiene esta forma de viví frenética y sin raíces. La pasta se funde rápido. Vicio, más vicio…esto es un descontró.”
(Makinavaja, 1986) Estar en constante cambio, con la casa a cuestas cada seis meses, con la amenaza de la subida del alquiler, del desahucio, de que la novia te deje y te quedes en la calle. Esos chavales encarnaron el extremo más perverso de la psicología del nómada: carecer de un lugar fijo en el que vivir induce a las personas a comportarse de un modo inmoral.
El extrarradio de hoy es tan señalado como lo fue hace apenas unas décadas la Avenida de América, Diego de León o el mismísimo extremo centro, Malasaña. Los márgenes entre lo rural y lo urbano se han ido desplazando hasta confundirse con los municipios del cinturón rojo.
Iñaki Domínguez (1981) se ocupa de los Macarras Interseculares, aquellos personajes que han habitado calles, parques y tugurios, siempre en los límites de la marginalidad, en un lapso que va de los años sesenta del siglo XX hasta entrado el siglo XXI.
Lejos del estigma fácil, de señalar de forma despectiva a los jóvenes que nos evocan las películas del cine Quinqui, o victimizar en exceso a toda una generación, acierta recogiendo el testimonio de los protagonistas de las páginas de sucesos, pero también a quienes hoy son conciudadanos de nuestra calle y no añoran con nostalgia las baldosas de las discotecas que hoy son cadenas de croissants congelados: cualquier tiempo pasado fue anterior.
Domínguez cuenta sobre y con personajes que son reales, a riesgo de poder haberse encontrado con quien dijo que estuvo donde no estuvo, ha contrastado las vivencias de unos y de otros, por los otros y por los unos, incluso adentrándose en la prensa amarillenta de la época para titular las hazañas de sus macarras, lo que el autor define como “street cred”, la credibilidad del relato del personaje habitual que en la etnografía que nos presenta se tornan experiencias universales y generalizables. Y ese “street cred” se desmitifica cuando en mitad del relato de la vida y obra al otro lado de la ley te escupen “esa gente no pensaba, también es cierto que cuando estás en cierto nivel, no te tose nadie. Cuando pules coca, la gente te chupa la polla. Te crees el puto Dios. Y luego resulta que en la vida real no eres un Dios, solo que eres un gilipollas: un hijo de puta que vende droga.”
«¿Qué pasa, que tú no estás en la vida o qué?. Yo estoy donde me han dejao».
(Navajeros, 1980) Quizá sin intención, señala con precisión el cambio en las víctimas de explotación sexual en nuestras calles. Desde la joven de provincias que llegaba a Madrid con la intención de servir en casa de un Señorito, hasta ser España el tercer país del mundo en consumo de prostitución, y siendo inmigrantes las explotadas, la mayoría por Redes de Trata. Ese reemplazo de jóvenes de provincia por jóvenes inmigrantes se observa en el Sector Servicios, en la Construcción, en los Cuidados de mayores y en quienes habitan las peores viviendas.
Lo que puedan leer sobre personas respetadas y respetables de nuestros días quizá les ruborice, pero bien hace Domínguez en advertir: uno no escribe para honrar a las madres, o para reproducir un discurso halagüeño que satisfaga la censura intrínseca (…), sino con el simple propósito de exponer verdades, que por muy incómodas que nos puedan resultar, nos sirvan para reconocernos en ellas.
A riesgo de hacer spoiler, cualquier persona que no haya estado en coma inducido los últimos cuarenta años sabe de la existencia de la Movida Madrileña, y de la ensoñación que la envuelve. Entre los defensores del carácter revolucionario de la Movida y quienes la acusan de hedonismo y de condenar el futuro, entonces, hoy presente, de miles de jóvenes, el autor hace un alto importante para recoger las andadas de aquellos que encadenaban jornadas maratonianas en la industria con viajes a Valencia. Domínguez también nos contará que hacían en Madrid los iraníes, quizá la primera ola de refugiados tal y como hoy la conocemos.
“¡Hey, pijo! ¿De qué vas? (…) sois tan ilusos que hasta las drogas para vosotros está de moda”
(Mc Randy & Dj. Jonco, 1989-90) Para quienes compartieron calles y cintas de música este libro les encantará, para las hijas del hormigón de los años noventa, como yo, nos sirve para desmitificar una época, hilar las historias que nos cuentan nuestras madres, y ponerle contexto a aquello de “nosotros no dejábamos los cascos de la cerveza tirados en parque”. La mejor crítica tras observar nuestro pasado es que tiene material de sobra para construir discurso contra las identidades neoliberales: como ocurre en tantos otros ámbitos, la idea es proyectar una identidad sin las incomodidades, padecimientos y riesgos vinculados a la experiencia sustancial vinculada a dicho ideal.
Carmen Romero, en Nueva Revolución, conecta el espacio musical de la Movida con el Trap actual, con su pieza “Bad Gyal o el chonismo “de bien” al señalar el clasismo con el que convivimos hoy en día, acusa y señala con el dedo que la renovación del nuevo pop está capitalizada por la clase media disfrazada de barrio. Domínguez también señala en su etnografía que en los años ochenta había más relaciones interclasistas de las que hay hoy. Romero, insiste, en que clasismo es que los pijos escuchen a La Rosalía o Keo, suban el denominado efecto Tusa a Twitter y se sientan de barrio por ello, pero sus papis le lleven al cole privado para que no se junten con la chusma. Parte de las clases populares que siguen a estos artistas intentan vestir como ellos. Al hilo de la moda, es interesante seguirles la pista a los míticos abrigos plumas de Pedro Gómez, que debido a su alto precio fueron el uniforme urbano de las bandas de pijos, de esos “pijos malos” que hoy están en Consejos de Administración, pero como los macarras de los barrios humildes atracaban a los pijos malos y se los robaban, acabó siendo una prenda de referencia en la estética lumpen.
Y ambos autores coinciden así en la denuncia al perverso juego de las apariencias, lo estético, lo simbólico y las identidades como producto cultural de consumo, en palabras de Domínguez, que antes los propios macarras eran estrellas, ahora las estrellas se hacen pasar por macarras. Digamos que el fenómeno (hoy) no opera de abajo arriba sino, de arriba abajo, se trata de la típica inversión posmoderna según la cual lo simbólico precede a lo material: una pura falacia.
“Que va colega, pero si son dos “pringaillos”, y además solo quieren pillar veinticinco billetes…
(Colegas, 1982) Entre los macarras interseculares algunos de ellos fueron simplemente eso, macarras, quizá no dignos de saludo, ni de respeto social, ni mereciesen cuatrocientas páginas de una etnografía, o que el autor se haya jugado la vida en un piso sin ascensor de Malasaña viendo como quienes tropezaron con la heroína en los ochenta siguen dándole lametazos a la misma papelina.
Pero son quienes construyeron el imaginario colectivo de nuestras calles, tanto víctimas como victimarios son protagonistas de los discursos clasistas que desde el centro proclaman contra okupas, delincuencia, drogas o hacinamiento. Los macarras son quienes definieron la situación política, la sociología urbana y la planificación de la ciudad. Son hoy nuestros padres, nuestros suegros, para alguno más allá del año dos mil, quizá su abuelo. Quienes leen estas letras y escupen un “antes le teníamos respeto a nuestros mayores” al joven que no cede el asiento en el Metro. Y bien merecen tomar las riendas del relato de sus vidas fuera de las páginas de sucesos.
Es un libro entretenido e interesante. Con él, podrás descubrir una buena parte de las historias de los bajos fondos madrileños. Hay confidentes que se han visto envueltos en mundos criminales (narcotráfico, etc), mientras que otros simplemente han tenido vivencias de pandilleros más terrenales (macarras, raperos, etc.). Al final, eso sí, el libro puede ser un poco redundante porque las vivencias son similares, recurriendo a lugares comunes ("los 80s eran muy peligrosos", "tenías que dar la primera hostia") y donde todos, aparentemente, inflan un poco sus hazañas quinquis.
Me ha interesado más lo que se salía un poco del rollo quinqui 70/80s. Por ejemplo, los primeros capítulos de Costa Fleming, las historias de Dum Dum Pacheco o todo el rollo de garitos militares con la consiguiente introducción del hip-hop en España.
Muy recomendable también el podcast del autor: "Código Macarra".
Conocí a Iñaki Domínguez por sus artículos en El Mundo y grata sorpresa fue descubrir este libro, que a grandes rasgos, parece recopilar una versión extendida de esos artículos sobre el Madrid canalla, las bandas juveniles, las modas et.
Destaco la transcripción de las conversaciones con los protagonistas de las historias, la cantidad de datos reales y curiosidades, ah y las fotografías sobre todo. En especial me gustaron los capítulos que hablan de la escena del rap en España a finales de los ochenta, tema que desconocía por completo.
Si bien en las primeras 100 páginas para mi iba a ser un férreo candidato a 4 estrellas, he tenido que rebajar la puntuación porque creo que el libro peca de repetitivo en algunos momentos (sobre todo en el tema de las drogas).
A pesar de ello, es muy interesante y las páginas se leen solas.
Un recorrido desde los años 60 por la capital de España y su periferia donde se va describiendo las "tribus" que reinaban en cada zona. Para ello, el autor se apoya en los testimonios de varios de los que fueran sus protagonistas. Gente de barrio, sencilla y directa, que quien más quien menos tuvo sus escarceos con la droga y consiguió sobrevivir para contarlo. El libro está muy bien documentado y la lectura es ágil, entretenida e incluso con chispazos de los "relatores" que te arrancarán más de una carcajada. El único pero que le pongo es que a partir de la mitad del libro da la sensación de que muchas de las historias que nos cuentan son similares, por lo que el interés decae un poco. De todas formas, una lectura muy recomendable.
Se trata de un libro excepcional donde el autor que es un filósofo y antropólogo conocido da voz con sabiduría a los Macarras de Madrid. Una investigación única para descubrir el lenguaje sin filtros y el pensamiento de una época. Para los que conocen bien Madrid y para los que les interesa la historia de la España reciente. Muy buenas anécdotas para comentar después. Fácil lectura para todos los públicos.
Pues si eres de Madrid, y nacido en los 70, como es mi caso, pues mola. Te recuerda mil garitos en los que has estado, las zonas por donde salías...eso si, muy empanados andábamos...pq ni de la misa la media... Si que es verdad que igual lo tenías normalizado...lo de los bajos de Arguelles, los skin, Malasaña, Chueca....
Aunque al final, se hace un poco pesado y reiterativo...y hecho en falta macarras..de la zona sur de Madrid...que creerme había...
Lo que esperaba que fuera un mero compendio de anécdotas macarriles ha resultado ser una reflexión sociológica relevante y esclarecedora sobre estos temas. Añado que si actualmente alguien reivindica estéticamente aspectos de la España Negra como éstos es porque nunca le han estampado una silla en la cara por pura diversión mientras tomaba algo con sus amigos, lo que tal vez le daría una perspectiva más ajustada y, digamos, verosímil del fenómeno macarra.
Excelente ensayo de @Inakidoming81 sobre ese Madrid macarra y, a veces, marginal del que algunos de sus fragmentos (verazmente descritos) muchos vivimos de primera mano; muy recomendable este «Macarras interseculares», en @melusinaed.
Mi reseña es especialmente subjetiva dado que habla y cuenta historias de muchos escenarios que han marcado mi vida. Si vives en Madrid y te gustaría conocer más sobre la historia de la cultura más underground de la ciudad durante el último siglo, éste libro vale oro.
La primera mitad bastante mejor que la segunda. Una pena que pase por el tema de los treneros de puntillas. Recomendable en cualquier caso aunque le sobren 200 páginas.
Un recorrido por los barrios altos y bajos de Madrid que te descubre sus tripas y pellejos, ese lado crudo y violento al otro lado de los telones de la normalidad.
Sin contar nada en concreto cuenta muchas cosas. Sirve como atlas humano y temporal de una ciudad y unos rincones que ya no existen. Muy bien documentado y con pulso.