En esta selección de columnas, escritas a lo largo de más de cinco años, Leila Guerriero, una de las grandes firmas del periodismo narrativo latinoamericano, se coloca a sí misma en su afilado punto de mira. Con una prosa feroz y precisa, la autora bucea en lo sutil para, desde el asombro con el que es capaz de iluminar la realidad cotidiana, alumbrar lo que permanece oculto en todos nosotros. +De qué van estos textos? Entre muchas otras cosas, «del tamaño de la aridez de nuestros corazones. De repollos y reyes y de por qué el mar hierve y de si los cerdos tienen alas. Del horror del amor cuando termina. De todas las cosas que estaban hechas para olvidar que no hemos olvidado nunca; de las que estaban hechas para no olvidar jamás.
Leila Guerriero is an Argentinian journalist. She began her career in 1991, as an editor with the magazine Página/30, part of the Argentine newspaper Página/12. Since then her texts have appeared in various publications across Latin America and Europe: La Nación and Rolling Stone, in Argentina; El País, Altaïr and Jot Down, in Spain; Piauí, in Brazil; Leopard, in Mexico; L’Internazionale, in Italy, among others. She is the author of many books, including Los suicidas del fin del mundo (Tusquets, 2004); Frutos extraños (2009, Aguilar, Alfaguara); Una historia sencilla (2013, Anagram); and La Otra Guerra (2021, Anagram). She has received the CEMEX + FNPI New Journalism Award, González-Ruano Prize, Blue Metropolis Grand Prix and Manuel Vázquez Montalbán International Journalism Award. She is the Latin American editor for Gatopardo magazine, and works as a teacher at the Gabo Foundation, founded by Gabriel García Márquez. Her work has been translated into English, French, German, Swedish, Portuguese, Italian and Polish.
Qué maravilla! Aunque me da un poco de miedo Leila, tiene algo oscuro todo el tiempo, en su tono, en las palabras que elige para describirse, en lo que imagina, en donde miente (o te hace pensar que miente). Lo que es indudable es esa voz que tiene, que apunta y dispara de una forma despiadada. Tremenda. La poesía y otras escrituras la acompañan, y cuando salen de ella es como si fueran parte suya, cuenta sobre sí misma y cuando cita, es sin fisuras. Me encanta que es un libro difícil de clasificar, crónica? retrato? ensayo? Un poco de todo. Es una maravilla, me dejó impresionada, y lo recomiendo mucho, es una escritora tremenda, y a veces dura, pero brillante e inolvidable.
Una cosa es leerla semanalmente y sentir la sacudida mientras ves las ondas alejarse y otra es este combate de boxeo, este masaje doloroso e interminable por todo el cuerpo. Yo que nunca he boxeado, yo que nunca me he dado un masaje. Son las columnas de Leila de tono más autobiográfico o personales las que más disfrutaba siempre como lector, muchas de ellas las guardaba y las releía cada cierto tiempo. Encontrarme pues con este volumen donde se recogen es como si a un fanático del chocolate blanco le das una caja de bombones donde solo hay chocolate blanco. Sobredosis de felicidad. Dicen que un rayo nunca puede caer donde otro rayo cayó, tampoco una bomba, ni un meteorito. No pienso negarlo, pero puedo asegurar que las punzadas que dejan muchas de las palabras que junta leila aquí pueden caer una y otra vez en el mismo lugar.
Le puse solo 5 estrellas, lo que le queda ínfimo. Esta recopilación de escritos de dos paginas de Leila me arrasó en todas las formas posibles. Lloré lágrimas pesadas, tuve taquicardia, me reí a los gritos pero más que todo: pensé muchísimo. Es increíble como algo tan efímero te vuela tanto la cabeza. “Sienta que nada tiene sentido y que no lo tendrá por mucho tiempo. Piense en morir. Elija no morir. Siga adelante.”
La pluma de Leila vuela. Estos libros suelen ser un curro editorial. Sucede que los escritores, para vivir un poco mejor de lo que escriben, aceptan ser articulistas de diarios prestigiosos que les dan una página para que explayen lo que se les cante; con el tiempo se acumulan los suficientes caracteres como para encuadernarlos dentro un libro más o menos decente y los publican para hacer unos mangos extras. Estos libros suelen ser un curro, salvo que sea de Leila Guerriero.
En el prólogo, Pedro Mairal dice que estos artículos parecen poemas en prosa y creo que tiene razón, que hay que leerlos como tales. Yo me propuse leer uno por día, tenerlo en la mesita de luz y pegarles una leída antes de dormirme, pero fue imposible. Tuve que imponerme cortar con la lectura para obligarme a saborear y digerir cada texto.
Los artículos publicados en la prensa suelen estar muy pegados a la actualidad pero acá la autora, salvo las referidas a Hebe Uhart y a Ricardo Piglia, se aboca más a generalidades, sensaciones, reflexiones y hace algo que siempre evita hacer en sus famosas y recomendadísimas notas de prensa; se pone en la historia y nos cuenta de su infancia, de su mudanza a la gran ciudad, de sus primeros pasos y del ejercicio de su oficio de periodista. Un paréntesis merecen sus geniales 18 instrucciones, que algunos colegas opinan, creo que con razón, que daban para un libro independiente y no para mezclarlas con estos otros artículos.
Muchos artículos son embudos que desembocan en la cita de un verso. Me llama la atención la cantidad de veces que aparece mencionada Louise Gluck, la Nobel 2020. Estos son artículos publicados en El País entre 2014 y 2019, me late que los amigos de Estocolmo estuvieron leyendo a Leila y su enfática recomendación de la poeta neoyorkina.
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La obra de Leila Guerriero llegó como un huracán a la biblioteca de papá. No estoy seguro de cuál fue la punta de lanza, pero de lo que sí estoy seguro fue que en cosa de semanas, papá se ha hecho con todo lo que ha encontrado de esta autora, y no hay llamada o plática que sostengamos en la que no salga a relucir su nombre.
Así que una vez que regresé de Monterrey, después de visitar a mis padres e hija por las vacaciones de diciembre, tomé este libro de Leila y comencé a devorarlo.
Siento que este puede ser el mejor libro para internarse en la obra de esta autora, el producto de una búsqueda por transmitir desde dónde se escribe, desde qué momento, tiempo, situación; los temas y lo observado que lleva alguien a intentar desarrollar sus ideas por medio del lenguaje escrito.
Leo que son una serie de textos que se publicaron en el periódico El País entre 2014 y 2019, y como no asiduo lector de periódicos me pregunto si es que estos textos dieron en el blanco en los lectores, espero que sí, y que no se hayan perdido en la marea estúpida de notas del día a día.
Las ediciones de Libros del Asteroide son una joya fina en el mundo editorial, así que es de agradecerse esta edición, aunque sigo sin comprender esa pueril necesidad de meter un prólogo por otro autor, ¿por qué buscar predisponer (¿invitar?) a los lectores cuando la obra de Guerriero arranca desde el primer texto a 100 km/h?
Textos breves, fulminantes, con la dosis perfecta de preguntas, con alguna que otra respuesta y silencios y dudas sin atender… y con música y poesía aquí y allá.
Se ve claramente a la buena lectora que es Leila, a una mujer con un gran oído para detectar los matices no solo de la música sino del lenguaje, de los sonidos del mundo, de los silencios que hablan a gritos para quien pueda apreciarlos, como ella.
Mi parte favorita fueron sus instrucciones, e invitaría a quien sea a que las lea detenidamente, a que las imprima y enmarque y tenga a la mano todo el tiempo.
Hay una fuerza increíble en estos textos, como la fuerza de un río constante, no de esos que se ven desbocados salpicando en las orillas donde topa o con las rocas, no, sino de esos ríos que fluyen con densidad, en los que que parece que todas las gotas que lo conforman saben que avanzan a un mismo tiempo, con un mismo objetivo, y que no se detienen.
Cada texto es un río. El mismo, y no el mismo río.
Volveré a este libro, lo sé, pero antes leeré más de Leila, todo lo que haya a la mano, todo lo que vaya apareciendo de esta autora. Pero volveré, porque pareciera ser esta obra una especie de testamento literario, de búsqueda por expresar una respuesta a la pregunta que se hacen muchos autores, no “por qué escribo”, sino desde “dónde”, desde “cuándo”.
“Ayer me llamaron de una radio, me preguntaron para qué sirven los libros. Debo haber respondido alguna estupidez. Lo que debí haber dicho es que los libros sirven para una sola cosa: para salvarnos la vida”. Nada más hay que decir.
Por suerte es un libro corto porque no sé cuánto más hubiera aguantado. Demoledor. Cada uno de los relatos tiene alguna frase que te deja patas para arriba. Tan en la nuca te da que lo hace hasta con temas que te son ajenos, como en mi caso, la escritura. Es un texto espeso. Desde que lo terminé, hace 5 minutos, tengo miedo de olvidarme de mis columnas preferidas: las que refieren al desamor, la desidia y el destrato, a la felicidad que "todos sabemos que dura 5 minutos" y se escurre y a la relación madre - hija que siempre está para alzarnos y hundirnos, alzarnos y hundirnos. Hubo uno que hoy, particularmente, me dejó temblando y habla de cuando te despertás de un buen sueño al que querés volver como un náufrago inverso.
Lo que hace Leila Guerriero en este libro es indescriptible. Las crónicas no superan las dos carillas, pero aún así cada vez que finaliza una hay que parar a respirar y procesar lo que está mujer hace con las palabras.
No es el libro que yo hubiera escogido, pero casi nunca lo son en un Club de Lectura. Y eso es lo bueno. Me ha gustado conocer a Leila Guerriero, no había leído nada de ella pese a ser lectora habitual de El País, quizás porque leo la edición digital y en cuanto a columnas, escojo los autores que conozco. Un editor de Asteroide decidió que las columnas de Guerriero merecían tanto la pena como para recopilarlas en un volumen. Lo bueno: el estilo y las citas. La mayor parte de sus fans mencionan las "Instrucciones" como lo mejor del libro, y quizás sean lo mejor en cuanto a creación literaria. El resto de columnas tienen un corte más realista y dan impresión de ser autobiográficas. A mí me han gustado más los textos que se sentían "auténticos", pero tienen mérito también. Lo malo: se pasa de intensa con los últimos textos sobre la experiencia literaria. Algunas columnas dan la impresión de que han sido "rellenadas" con referencias o enumeraciones para llegar al número de palabras. La mayor parte del libro tiene poco interés y es mejor leerlo en pequeñas píldoras. Tal como fueron pensados cuando se escribieron. 5/10.
Abandonado promediando las tres cuartas partes del libro. Lamento ser parte del 1% de goodreaders que no les gustó, más que nada porque a la gran mayoría de la gente que sigo acá y en otras redes les pareció fascinante. Esperaba algo ¿cómo decirlo? más reflexivo, menos autorreferencial, más en el estilo de La invención ocasional de Elena Ferrante o las Prosas apátridas de Ribeyro (libros que, vale decir, nunca terminé, aunque por otros motivos). Terminé encontrándome con mucho melodrama, mucho problema de gente de clase media acomodada. Si llegué hasta donde llegué fue porque Guerriero escribe bien, estupendamente bien, y cada cierta cantidad de líneas te tira una frase o una imagen que te deja maravillado. Pero, excepto por los primeros textos, no pude conectar con una gran parte de las cosas que cuenta.
Tal vez vuelva a leer a Guerriero en su faceta de cronista, donde habla más de otr*s y no tanto de sí misma.
Mi descubrimiento del año. La autora domina el lenguaje literario y consigue crear un universo rico en detalles, imágenes y metáforas que a menudo navegan entre lo cotidiano y lo extraordinario, pero sin hacer apología del empacho, algo en lo que habría sido fácil caer teniendo en cuenta que estos textos no estaban concebidos para publicarse juntos en un volumen, sino como columnas independientes. Un libro al que acudiré cuando se me olvide lo que es escribir bien.
Si pudiera elegir cómo pensar, si pudiera elegir cómo sentir, si pudiera elegir cómo escribir, elegiría pensar, sentir y escribir como Guerriero. Una belleza de libro.
Imagine en su cabeza que se despierta tarde porque es domingo. Sepa que no va a ser así. Sienta ese remoloneo chiquitito a su lado. Disfrute del segundo previo a su despertar. Sabe que ya es hora. Apoye la mejilla en su cabeza, arrúllelo. Respire, sienta su cuerpo activándose. Escuche esa pequeña voz de estreno que todavía la sorprende diciendo: Teti. Saque su pecho, a pesar del frío, y ofrézcalo. Mire como se levanta todavía adormilado, señala uno de los libros de la pila sobre la mesa de luz y dice: leé. Sonría. Lea.
Este libro lo leí a lo largo de meses, lo llevaba a todos lados, fue uno de los pocos libros de adulto que mi peque me pidió que le lea, fue un gran compañero. En lo formal son 96 textos híbridos, de poco más de una página, mezclas de vivencias, recuerdos, reflexiones y citas de textos literarios que muchas veces significan el redoble de tambores final. Hay muchas instrucciones. Las formas de Guerriero son simples pero profundas, que te dejan reflexionando sobre la vida, la tuya, la de tantos otros. Todos los temas están contenidos aquí, el amor, la amistad, la relación con el padre y la madre, la relación de pareja, la infancia, los amores con sus inicios y tantos finales, los truncos y los que llenan espacios, el hastío, la carne viva.
"”Poco a poco tendré que ir saqueando mi propia vida para ofrecerla al mejor postor”, escribe Andrés Felipe Solano en Corea, apuntes desde la cuerda floja. Vengo aquí. Saqueo mi vida. Ahí la tienen. ¿Para qué la quieren? Yo, a veces, le prendería fuego."
Lo dejé en la mesita de luz y, cada noche antes de dormir, leí uno o dos relatos. A veces en voz alta. Leila ha logrado conmoverme durante 20 noches seguidas.
Hay bellezas inquietantes, demasiado efímeras para ser nombradas —bellezas que la boca no atrapa— como la luz que se desprende de un rayo o la cicatriz errática que deja en las nubes. El tipo de belleza que se presenta cuando la playa se vacía, se enmudece y la noche se estira como un dragón negro, inmenso, que sólo quiere ver su reflejo en el agua. ¿Saben de qué noches hablo?
Hay que tener coraje para escribir sobre ese tipo de belleza. La no se nombra, la que pasa desapercibida y se pierde en el día a día. Un destello breve, fugaz. Ese es el tipo de belleza que es capaz de empuñar Leila Guerriero en «Teoría de la gravedad».
En estas páginas, abre las palmas de sus manos y nos comparte fragmentos de esa masa luminosa que se forma a partir de momentos cotidianos. Son más de 50 textos, difíciles de calificar, que juegan con la poesía hecha prosa. En cada uno, parece acechar desde un ángulo distinto a la soledad. Muchos de estos escritos desembocan en algún verso o cita de algún autor/a: Idea Vilariño, Elizabeth Bishop, Sharon Olds, Stella Diaz Varin, Nicanor Parra, William Faulkner, Joan Didion, entre otros.
De alguna forma, «Teoria de la gravedad» es también una ventana a la biblioteca y a los subrayados de Leila. Este es uno de esos libros que te obligan a tener una libreta o cuaderno cerca para anotar los próximos.
Si bien «Opus gelber» sigue siendo mi favorito, acá me encontré con una Guerriero más oscura, íntima; que me dejó ver las uñas llenas de tierra de tanto escarbar, lastimadas. Una desnudez propia de los buscadores.
—«De la partida descubrí: no se recuerda así nomás»—, y metí el hocico en la memoria como un caníbal que se devora a sí mismo. Encontré cadáveres.
Lo que me sorprende gratamente de Leila Guerriero (es mi primera vez leyéndola) es que observa lo que nosotros, las personas "normales o comunes" no conseguimos observar. A veces me pregunto: ¿es falta de sensibilidad frente a lo que se nos presenta ante nuestros ojos? O simplemente, tiene el don de acertar a la perfección todo lo que sucede en su alrededor.
Le puse cuatro estrellas, porque si bien lo leí al hilo y encontré mucho por lo cual reflexionar, también sentí que la ola de textos me abrumaron por ciertos momentos. Quizás lo preferible hubiese sido leer algunos por día, dejar descansar el resto de los textos tapaditos para que no tengan frío por la noche, y al día siguiente retomarlos, y así. Pero no pude, porque cada texto es taaaaan atractivo.
Me cae muy bien Leila Guerriero y la manera en que cualquier tema —incluso aquellos a los que vuelve en repetidas ocasiones— es relatado siempre con el mayor cuidado en la selección léxica. Esta compilación de columnas de El País pone de manifiesto sus obsesiones temáticas: comienza con relaciones familiares, sigue con vínculos amorosos y termina con columnas enfocadas a la creación, y, aunque parece que en apariencia vuelve una y otra vez sobre las mismas cuestiones, lo cierto es que lo hace siempre desde un ángulo diferente, bajo una luz distinta o una mirada renovada. Y esa perspectiva es lo que enriquece cada texto y lo hace valioso por su cuenta. De esta selección sale también una buena lista de poetas argentinos y chilenos que estaría bueno leer, y una serie de provocaciones literarias interesantes.
(AH, importante: ¡hay una columna sobre Hebe Uhart!)
Lo mío con esta lectura ha sido un impacto total, porque decir descubrimiento se quedaría corto.
Con esta selección de columnas que ella publicaba en El País, la autora trata temas cotidianos con un estilo muy particular que te cala hondo y hace que te remuevas del asiento. Valoro infinito que en relatos tan cortos Guerriero haga sentir tanto, llene tanto, te vacíe tanto.
Tengo que confesar que es la primera vez que siento que como lector ansioso no he estado a la altura de la obra, que tenía que haberme racionado y espaciado algo más, para comprenderla mejor, para vivirla y disfrutarla.
Me cuesta un montón releer cualquier cosa, pero a Leila le debo una y porque sé que Teoría de la gravedad sería la lectura secundaria ideal en muchos momentos de mi vida.
"y así es como se hace un ojal, y así es como se levanta un ruedo, y así es como se pinta un banco de madera, y así es como se recogen las hojas de la parra, y así es como se hace un dulce, y así es como se dispone un ramo de jazmines, sin decirme nunca nada, nada importante (cómo se ama sin aniquilar, cómo se perdura sin cansancio)" ✨💛
Es un libro oscuro, cuya escritura punzante persevera en su altitud. No decae, siempre está ahí, al acecho, temblando, rugiendo, escarbando entre versos para expresarse. Al mismo tiempo, ofrece una erótica del ritmo. Sus textos respiran. Leyéndolos se siente el jadeo, sus movimientos de inspiración y exhalación. Tiene imágenes bellísimas. Marqué muchas, pero acá cito algunas:
"Admirables los que están en el tiempo sin pensar en él".
"el amor —un embrión flojo pero firme".
"Hasta que un día se mira alrededor y ya no hay vértigo. Solo cordialidad y horror".
"metí el hocico en la memoria como un caníbal que se devora a sí mismo. Encontré cadáveres".
"¿Todo esto para qué?".
"No hay más ruido que el torrente calmo, ni más tiempo que el cielo".
"un canto como un trozo de hueso".
"Éramos como dos samuráis ofreciéndonos el cuello el uno al otro, por ver quién cortaba primero".
"a veces descubren que tienen el corazón como un pedazo de carne atravesado por un anzuelo, la garganta llena de piedras, la vida pegajosa como lana húmeda".
"El dolor es el dios que a menudo nos convoca".
"Sienta que la garganta se le cierra como si un puño intentara atravesarle la tráquea".
"Su voz, un alambre torcido".
"la angustia retorciéndose sobre el piso como un murciélago mutilado".
"el niágara de su voz era un órgano más del cuerpo".
"uno observa la escritura mutar y retorcerse como quien espera la desesperante evolución de una enfermedad blanda".
“¿No les pasa que a veces descubren que tienen el corazón como un pedazo de carne atravesado por un anzuelo, la garganta llena de piedras, la vida pegajosa como lana húmeda, y se encuentran sin nada que querer, ni que decir, ni que esperar: sin nada?”.
Hay libros que piden ser resaltados, escritos, dibujados; y Teoría de la gravedad es uno de ellos. Cada relato es un viaje del sentir, te parte como un rayo ⚡️ -citando a mi querido Julio Cortázar- que invita a una reflexión profunda del ser.
En pocas palabras Leila Guerriero pone patas para arriba a su lector, impregnándolo de preguntas (y de un tanto de nostalgia). Nunca había leído a la autora, y mientras avanzaba con sus crónicas, tenía hambre de más. De más historias, de más viajes, de más vida. No es que su prosa sea reflexiva per se, sino que el ser y el hacer conviven en un mismo plano, con límites difusos, y nos invita a vernos de otra forma.
Creo que es un libro ideal para leer de a poco, en voz alta, y con cuaderno cerca. Me la pasé transcribiendo citas y anotando conclusiones con cada pasaje. Me divertí atando cabos entre las historias, y animándome a vivir un rato a través de los ojos de la autora.
¿Por dónde empezar a ordenar las emociones que despertó este libro en mí? Leila en Teoría de la gravedad me llevó a visitar recovecos que estaban latentes y otros que estaban bastante frescos. Me puso las cuestiones en la cara, de frente, me las bajó a tierra en palabras. Me encontré sorprendida, con lágrimas en los ojos, con mi lápiz subrayando varias partes, muchas partes. Creo y sé que voy a volver a este libro más de una vez. Sé que me va a acompañar, sé que lo voy a prestar y voy a regalar ejemplares a personas importantes. Sé que es un antes y un después.
“El tiempo transcurría con una asfixia extraña, a empellones de euforia y desazón. Una mañana toda la oscuridad se había esfumado, y a la siguiente estaba, otra vez, en medio de un valle de sombra y muerte. No tenía a nadie que me dijera lo único que a veces hace falta escuchar, esa frase mentirosa que reza << Todo va a estar bien >>.” - El Tiempo.
A pesar de que la recomendación de hoy no es ninguna novedad porque ya el libro fue ampliamente reseñado, no puedo dejar de hacer mi pequeño aporte para que esta tremenda escritora sea leída. El título al que me refiero es “La teoría de la gravedad” de Leila Guerriero. Publicado en plena pandemia, recopila distintos artículos escritos por la periodista en el diario El País de España desde el año 2014. Con apenas 200 páginas y 100 artículos, Guerriero nos brinda una clase magistral de escritura. Estas piezas apenas superan una carilla de extensión y finalizan con una frase de algunx autorx o artista. Así, entre sus páginas aparecen nombres como Louise Glück, Joan Didion, Ana Blandiana, Sylvia Plath y Anne Carson, entre otrxs para completar sus ideas. Cada uno de estos artículos demuestran una y otra vez el don que tiene para la palabra escrita. En “Era la vida” escribe todos los posibles “debería” que nos planteamos día a día: “Debería, por ejemplo, empezar por viajar más, por viajar menos, por no viajar en absoluto. Debería hacer las paces con mi padre, debería depender menos de mi padre, debería ver a mi padre más seguido. Debería salir de esta casa en la que paso tanto tiempo sola, debería quedarme en casa y no salir a aturdirme con gente que no me importa en absoluto”. En “Destrucción” nos recuerda que “todos hemos sido, alguna vez, el monstruo de alguien”. Su prosa está compuesta de frases cortas y efectivas que desnudan pequeños fragmentos de su vida en la Pampa con su familia, sus inicios como periodista y sus experiencias con distintas personalidades del ambiente cultural. Esto convierte un artículo periodístico en un relato íntimo en que permite acercarnos más al universo de la autora. Pedro Mairal menciona en el prólogo, “leerlo en voz alta permite comprender su destreza verbal y escuchar la musicalidad de sus palabras”, y adhiero completamente. A veces su lectura simula simpleza, pero conllevaba tal profundidad que siempre deja reflexionando. Además es un libro que permite distintos tipos de lectura, ya sea leer artículo por artículo o todo de un tirón, cualquiera de los caminos que se elija, no afecta al resultado. Sin lugar a dudas, es 100% recomendable para leer y releer más de una vez. Pedro Mairal cierra el prólogo planteando una pregunta sobre el carácter de esta obra: “Entonces este libro ¿es periodismo o literatura?. En el caso de Leila Guerriero no se puede diferenciar un oficio de otro: son lo mismo.”
Pequeñas obras maestras de ensayos cortos, de retazos de vida, de recuerdos, de la luz siendo representada en sus diferentes formas y reflejada en las diferentes estaciones.
Como ella, Leila, lo explica, este es un baile duro con ese animal caprichoso, esa fuerza que la hacer seguir adelante, aunque duela: la escritura.
Por eso quien espere consejos de buen vivir, una historia cálida, finales comunes, no debería leerla. Es mejor que se aleje.
Por el contrario, quien decida descubrir sus maneras de mirar, su ferocidad y la belleza en sus descripciones, encontrará el regocijo de una prosa franca, afilada y profunda que se revelará ante el lector para revolverlo todo.
No me ha gustado. Posiblemente todas estas columnas fueran buenísimas publicadas en un periódico o revista, pero agrupadas en forma de libro carecen de interés tanto en la cuestión narrativa (puesto que el hilo conductor es muy fino) como en las temáticas muy repetitivas. En pequeñas dosis pueden ser buenas pero muchas seguidas, como exige leer un libro, atosigan. Es un libro que recopila columnas que no deben dejar de serlo ni de ser leídas como tal, es decir, esporádicamente.
Compilación de columnas de El Pais en las que Leila relata de manera magistral temas del día a día: relaciones familiares, pareja, desamor, su relación con la escritura....
Me ha encantado descubrir a Leila....tiene una manera de relatar muy poética, reflexiva... le sabe sacar el trasfondo a las historias cotidianas
Un libro para leer a poquitos, saboreando, plagado de reflexiones para interiorizar y releer
es tan demoledor que me tomé 10 meses para digerirlo. me destruyó de todas las formas posibles. creo que mi favorito es Mamita que en su momento me dejó tiritando pero para escribir esta review me puse a hojear y ahora estoy risueña, angustiada y con ganas de empezar este libro otra vez.