Recuperación de una obra icónica de José Luis Corral en el año del octavo centenario de la construcción de la Catedral de Burgos.
La primera mitad del siglo XIII fue el tiempo de las mujeres y de las catedrales, una época de culto a la poesía, al amor y a la inteligencia. Su manifestación artística más sublime fue la catedral gótica, donde se fusionaron de manera sublime la belleza estilística, el orgullo ciudadano y la espiritualidad cristiana.
Pero este tiempo fue también una época de persecuciones religiosas que obligaron a la clandestinidad y al silencio a personajes como la protagonista de El número de Dios, Teresa Rendol. Hija de un maestro pintor cátaro y pintora ella misma desde muy joven, su azarosa vida la llevó a ser testigo privilegiado de la construcción de las catedrales de Burgos y León, y a entrar en contacto con uno de los secretos mejor guardados, transmitidos de generación en generación entre el gremio de arquitectos, «el número de Dios», el secreto sobre el que se sustentó la construcción de las catedrales en el nuevo estilo importado de Francia.
En esta novela, reeditada ahora por B de Bolsillo, José Luis Corral ofrece una fascinante y sensual mirada sobre unos años decisivos en la evolución artística e ideológica de la historia de Europa, al tiempo que desentraña un misterio de extraordinaria magnitud.
Llegué a esta novela después de asistir a la conferencia que su autor, José Luis Corral, impartió en el curso de la UJI en el Palasiet este verano, motivado por el encanto y la magia comunicativa que transmitió. Desde luego, un título como El número de Dios, es un reclamo indiscutible para una novela que prometía mucho y que me ha aportado todavía más de lo prometido. Es indiscutible que para un autor que ha publicado ya 23 novelas, y que es catedrático de Historia Medieval, escribir una novela en la que el protagonista es el maestro de obra de las catedrales de Burgos primero, y de León después, era una tarea fácil, o al menos así lo parece de su lectura. Una novela excelentemente documentada, que te sumerge en el siglo XIII y en ese mundo que fue el de los constructores, los artesanos, los hacedores de sillares y tantas profesiones entre las que las mujeres lideraron durante unas cuantas décadas su función. José Luis Corral tiene magia cuando narra porque consigue que lo que cuenta, hace 8 siglos, pueda entenderse sin el salto inconmensurable del tiempo, sin los prejuicios de la actualidad y como si lo estuviesen narrando en un canal de televisión actual. Poder observar el avance de las obras de cualquiera de las dos catedrales debió ser sin duda un momento mágico para los que pudieron ser testigos de ello, y mi primera lectura de este escritor maño me ha despertado mucho más interés y curiosidad por ese siglo que fue el previo a la oscuridad de la Inquisición. No podemos valorar, o no acertamos a hacerlo ahora, cuando visitamos estas obras de tal envergadura que han sobrevivido cientos de años al paso del tiempo, el esfuerzo que debió ser necesario por parte de cientos de personas, la perseverancia de quienes las impulsaron y las luchas encarnizadas por el poder y el liderazgo que, con el control acérrimo de los lugartenientes de la iglesia del momento, se debió de librar durante años y años. El número de Dios es, por supuesto, la proporción perfecta y mágica, como no podía ser de otra manera, pues es la que Dios ha establecido. Una proporción aplicada en muchos ámbitos de nuestra vida, de la naturaleza y de la arquitectura que José Luis nos ha acercado y nos ha hecho conocer. La historia de amor entre Enrique y Teresa es magistral, llena de recovecos que nos hacen reflexionar sobre los principios humanos, sobre la lealtad y la preponderancia del raciocinio sobre la emoción. He podido disfrutar de esta lectura en un barco que me ha llevado de Atenas a Santorini primero, a Kusadasi en Turquía después, a Jerusalén, cargada de historia (y de turistas…), a Chipre y finalmente a Mykonos, y ha resultado genial disponer de paréntesis de relax entre tanto ir y venir, con el mar al fondo y el avance del crucero en los brazos de esta novela. Magistral.
Como todos los trabajos de JoséLuis Corral, también este esta muy bien concebido y nos hace pasear por el siglo XIII observando cada detalle, una excelente lectura