Una madre enseñándote a ser emocional, un padre haciéndote dura de roer; esas dos partes librando batallas en tu cabeza desde que tienes uso de razón. Amores que duran un rato, desamores que duran lo que duran los domingos. Excusas que no entiendes, contradicciones que tampoco. Atrocidades humanas y el placer de relativizarlas. Finales que no son finales, noches que empiezan despidiéndose y días reveladores en su insignificancia. Este libro es fruto de las seis emociones universales, una por cada domingo: miedo, asco, tristeza, ira, sorpresa y alegría.
El domingo como abismo, encuentro de frente con el miedo, remembranza de los desamores. Excusas, atrocidades, contradicciones y placeres bajo los cuales leer a esta autora de Vigo, que salpica sus poemas con ingeniosas frases, como la “cordura de atar”, el “peligro de expansión” “en teoría todo es práctica”, entre otros llamados a reinventar las frases comunes.
La poesía es algo muy subjetivo, y aunque me ha gustado me he quedado con la sensación de que algo me faltaba. Aunque me ha sorprendido para bien como escribe Marta