La historia del viaje oceánico renacentista está plagada de episodios de gran intensidad, pero pocos, como esta Carta del descubrimiento de Brasil, dirigida al rey Manuel I, son capaces de recoger, sin artificio ni metáfora, sin juicio cultural ni rígidos conceptos raciales, el momento privilegiado en que las naves europeas tomaron por primera vez contacto con las culturas de las costas meridionales de América. La Carta, por la que en el año 1500 el escribano Caminha informa al rey sobre las recién descubiertas tierras de la Vera Cruz, es un precoz, impresionista y riguroso tratado antropológico que muestra una realidad totalmente desconocida para el pensamiento occidental. La obra es pura mirada sobre un espacio de primigenia inocencia habitado por seres en estado natural, a los que hay que hablarles suavemente para que no se asusten.
Pêro Vaz de Caminha was a Portuguese knight that accompanied Pedro Álvares Cabral to India in 1500, as a secretary to the royal factory. Caminha wrote the detailed official report of the April 1500 discovery of Brazil by Cabral's fleet (Carta de Pêro Vaz de Caminha, dated 1 May, 1500). He died in a riot in Calicut, India, at the end of that year.
With the Letter to El-Rei D. Manuel I About the Finding of Brazil, its author, Pêro Vaz de Caminha, fulfilled his role as a notary belonging to the fleet of Pedro Álvares Cabral and left a historical document of great importance. Pêro Vaz de Caminha was born in Porto in 1437 and murdered in India in the Calicut factory, in 1500, by Moors. The author was a knight of the houses of D. Afonso V, D. João II, and D. Manuel I. History had placed him among those who, as we have already mentioned, were in the fleet of Pedro Álvares Cabral. The fleet that left the Tagus estuary towards India, which, due to a miscalculation, discovered the Lands of Vera Cruz, was composed of twelve ships and a caravel. The letter, dated May 1, 1500, is a testament to the first impressions collected by the Portuguese when they arrived in the new world. This historical record remained unpublished for three centuries because it was not given much importance by the historians of the time. It was only published in 1817 as part of the work Choreografia Brasileira by Father Aires do Casal. She had currently located in Torre do Tombo, in Lisbon. According to Carlos Eduardo do Soveral in the Dictionary of Literature, the Letter of Finding of Brazil is "the most vivid testimony concerning the official recognition of the land of Vera Cruz. infuses the geneanic spectacle, and also, especially, the attraction that the indigenous woman exerts in the strong complexion of the Portuguese. With this letter one can somehow consider the inauguration of the cycle of the good savage, or of primitivism, which finds the greatest expression in the work by J. J. Rousseau. Dated May 1, 1500, it was not printed for the first time until 1817."
Rara vez leo un libro español o hispanoamericano traducido al portugués o viceversa, pudiendo leer los originales, pero esta vez he hecho una excepción con este clásico de la literatura de viajes de nuestro vecino ibérico. ¿La razón? La Carta de Caminha está fácilmente disponible en la Internet, pero me parecieron los ejemplares que encontré traducidos al portugués contemporáneo o, como mínimo, con la grafía actualizada. Y, para leer una traducción del portugués renacentista al actual, bien podía leer una traducción española que me ofreciera garantías de calidad, y dotada de un amplio estudio histórico que contextualiza la obra. Es lo que me pareció que encontraría en la versión de la editorial Acantilado.
No me equivoqué. La Carta do Achamento do Brasil es una obra breve, que Caminha escribió a su rey D. Manuel I de Portugal entre los días 22 de abril y 1 de mayo de 1500. En ella da cuenta del hallazgo (achamento)… ¿casual? de un nuevo territorio cuando la segunda flota portuguesa con destino a la India sufrió un desvío en su itinerario. El estudio introductorio, de hecho, es más extenso que la propia Carta.
En ese estudio, la traductora contextualiza históricamente las circunstancias en que se produjo el Descubrimiento. Y lo hace bien: o sabía mucho sobre el tema, o hizo estupendamente los deberes de investigación cuando recibió el encargo de editar este trabajo. Se nos habla de la carrera portuguesa por dominar rutas comerciales y de la sana rivalidad con España, que poco antes había descubierto el Caribe. Y, afinando un poco más, habla de la segunda expedición portuguesa a la India, y menciona la polémica de si Brasil fue descubierto de forma accidental o si los portugueses ya tenían noticia de esa tierra. Isabel Soler no toma partido, pero introduce muy bien al lector español en el tema.
En cuanto a la obra de Caminha, es una delicia. Su deslumbramiento con el nuevo territorio y con la simpatía de los indígenas está plasmado con encanto en una lectura amena, en la que describe de forma detallada todo cuanto ve y oye. Muchos afirman que se trata de un precursor de los actuales trabajos de Antropología. Yo, por mi parte, admito que esas afirmaciones tienen algo de razón, aunque Caminha, fascinado en su encuentro con el Otro, no me parece enteramente imparcial. Aparentemente, su propósito es animar a Su Majestad a la evangelización de los indios, lo cual ya no es un presupuesto antropológico de quien debe aproximarse al Otro sin prejuicios y en plano de igualdad. Además, pinta un paisaje idílico que enaltece el Descubrimiento, con el propósito de acabar la carta pidiendo un favor al rey: que perdone al yerno del autor, deportado en la africana Santo Tomé.
De todas formas, su retrato de la experiencia vivida es muy interesante. Caminha está fascinado por la ingenuidad y simpatía de un pueblo muy inferior desde el punto de vista tecnológico. Le llama insistentemente la atención la desnudez de los indios, que debía de ser, en el caso de las mujeres, un pequeño tormento para marineros que ya llevaban varias semanas de abstinencia sexual. De las mujeres, le resulta curioso que tuvieran los genitales depilados:
Allí andaban entre ellos tres o cuatro mozas, bien mozas y bien gentiles, con cabellos muy negros y largos por las espaldas, y sus vergüenzas tan altas y tan cerraditas y tan limpias de vello que, de lo mucho que las miramos, no teníamos ninguna vergüenza
…y, de los hombres, que no estuvieran circuncidados como los “despreciables” moros y judíos, “enemigos de la fe cristiana”:
Ninguno de ellos estaba circuncidado, sino todos así, como nosotros.
El juego de palabras entre el significado de “vergüenzas” como “genitales” y la falta de pudor es constante:
Y una de aquellas mozas estaba toda pintada de arriba abajo de aquella pintura; y ciertamente estaba tan bien hecha y tan redonda y su vergüenza, que ella no tenía, tan graciosa, que muchas mujeres de nuestra tierra, viéndole tales facciones, sentirían vergüenza por no tener la suya como la de ella.
De todos modos, el autor, que no dudo tuviera sus calenturas, no se queda por ahí y demuestra no ser a one-track mind o, como decimos en España, un “salido”. Describe todo, todito lo que ve: desde las actitudes de los indios hacia los portugueses, pasando por la descripción de sus arcos y flechas, adornos corporales, hasta el desconocimiento indígena del hierro y su falta de agricultura y ganadería. Todo en un entorno, aparentemente, edénico cuya lectura recomiendo vivamente.
Sin embargo, y antes de finalizar, no resisto a dar mi impresión personal. Los indígenas no tenían por qué ser tan bondadosos e ingenuos. Creo que los portugueses tuvieron suerte al no existir un enfrentamiento bélico. Los tupíes, en la época en que Portugal arribó a sus playas, estaban en guerra con los guaraníes por el control de la costa, que proporcionaba buena parte de sus recursos alimentarios: tortugas, crustáceos, etc. En realidad, inicialmente van siempre armados con sus arcos y flechas, aunque obedecen cuando los portugueses hacen gesto de que depongan los arcos y, a medida que van ganando confianza, cada vez es más frecuente que se presenten desarmados. Mi idea es que los indios quedaron deslumbrados por el poderío de la flota portuguesa, y llenos de curiosidad. Dudo que los capitanes que desembarcaban fueran desarmados: antes bien, llegados a territorio desconocido, se ataviarían con sus cascos metálicos y petos de protección. Los indígenas bien notarían que podría tratarse de un enemigo duro de roer y, al no percibir señales de ataque inminente, fueron siendo ganados por la curiosidad.
Caminha nos describe un mundo idílico. Sin embargo, otros documentos relativos al mismo viaje nos mencionan un detalle desasosegador: los deportados, al ver alejarse la flota, retomando su camino a la India, lloran en la playa lágrimas desconsoladas. ¿Qué sería de ellos?
¿Y qué fue de Caminha, una vez llegado a la India? No se sabe a ciencia cierta, pero mi amiga de Goodreads Celeste Corrêa, en su reseña de este mismo libro, escribe, en los comentarios provocados, una interesante teoría planteada por un investigador indio de ascendencia portuguesa (Rabindranath Fernandes). Si ustedes se atreven a leer en portugués, recomiendo vivamente que curioseen este enlace: https://www.goodreads.com/review/show...
"Um deles (indígena) pôs olho no colar do capitão e começou d´acenar com a mão para terra e depois para o colar,como que nos dizia que havia em terra ouro.(...) Também olhou para um castiçal de prata e assim mesmo acenava para a terra e para o castiçal,como se lá também houvesse prata. Mostraram-lhe uma galinha;quase tiveram medo dela(...).eles não lavram,nem criam,nem há aqui boi,nem vaca,nem cabra,nem ovelha,nem galinha,nem outro animal doméstico;nem comem senão dessas raízes que aqui há muito e sementes e frutos que as árvores dão." (adaptado)
Neste pequeno livro está presente a linguagem tão tradicional da época. Nele encontramos a aventura dos descobrimentos, o papel dos portugueses que partem nas naus pelo mar adiante, de entre eles, Vaz de Caminha que acaba por relatar um pouco do acontecimento ao chegarem às terras perdidas do Brasil, escrevendo uma carta ao seu rei D. Manuel. O Brasil estava repleto de homens selvagens, e moças esbeltas, inocentes e sem vergonha que viviam unicamente do que a natureza lhes proporcionava. Revelam ao longo do tempo, possuirem algodão, as famosas canas de açúcar, a mandioca com que faziam a sua farinha de pau e várias frutas como a banana. Só mais tarde é que encontraram o tão esperado ouro valioso.
"A feição deles é serem pardos,um tanto avermelhados,de bons rostos e de bons narizes,bem feitos.Andavam nus,sem cobertura alguma (...) traziam o beiço de baixo furado e metido nele um osso branco (...) E andavam lá outros,quartejados de cores,a saber,metade deles da sua própria cor,e metade de tintura preta,um tanto azulada (...)."
A última década do século XV assistiu ao restabelecimento da ligação entre a Eurásia e as Américas. Momento histórico de enorme relevância, impulsionou o primeiro processo moderno de globalização, voltando a incluir o Novo Mundo nas dinâmicas sócio-económico-culturais do Atlântico e do Pacífico. Partindo de Castela, Colombo foi o primeiro europeu do Renascimento a pisar as Américas, mais propriamente as Antilhas, em 1492. O ano de 1497 seria marcado pela chegada de Giovanni Caboto, navegador ao serviço do rei de Inglaterra, Henrique VII, à costa da América do Norte. No final da década, a 22 de Abril de 1500, Pedro Álvares Cabral chega ao Brasil, abrindo o acesso à América do Sul. É precisamente sobre este último acontecimento que se debruça o presente livro, consistindo numa junção de quatro documentos históricos: Carta a El-Rei Dom Manuel, a Relação do Piloto Anónimo, a Carta de Mestre João Faras e o Tratado da Terra do Brasil.
A Carta a El-Rei Dom Manuel Sobre o Achamento do Brasil, de Pêro Vaz de Caminha, escrivão da armada de Pedro Álvares Cabral, está datada do dia 1 de Maio de 1500, de Porto Seguro, no litoral do Estado da Bahia. Acompanhando as cartas de Cabral (de que se desconhece o paradeiro actual) e dos pilotos da armada, que continham os detalhes técnicos da navegação, foi remetida para Portugal no pequeno navio de mantimentos da expedição, comandado por Gaspar de Lemos, de forma a oficializar a descoberta o mais cedo possível (VIEIRA, p. 13). Posteriormente, a missiva foi arquivada na Torre do Tombo, onde se lhe perdeu o rasto, até à sua descoberta pelo Guarda-mor do arquivo, José António Seabra da Silva, em 1773, acabando por ser publicada apenas em 1817, pelo padre Manuel Aires do Casal (VIEIRA, p. 14).
Trata-se de uma carta com características diarísticas, que começa por nos descrever brevemente o percurso marítimo entre a escala em Cabo Verde e a descoberta de terra nova, a ocidente. A atenção de Caminha centra-se, num primeiro momento, na descrição geográfica do local, conjecturando se se trata de uma grande ilha ou de uma massa continental; para logo a seguir se focar nos primeiros contactos com as populações autóctones, as suas reacções e os seus costumes, sendo a missiva polvilhada com evocações da terra natal de Pêro Vaz, o Porto. Deste modo, “a terra […] é de muito bons ares, assim frios e temperados como os de Entre-Douro-e-Minho” (CAMINHA, p. 32). Apesar das tentativas frustradas de comunicação com os ameríndios, que recebem os descobridores após o desembarque, Caminha denota a sua humanidade e inocência, “esta gente é boa e de boa simplicidade” (CAMINHA, p. 28), bem como as suas modestas condições de vida, habitando em “choupaninhas de rama verde e de fetos muito grandes, como os de Entre-Douro-e-Minho” (CAMINHA, p. 22). Também a sua nudez não passa despercebida, causando espanto e maravilhamento, ao ponto de produzir esta curiosa observação: “suas vergonhas […] não eram fanadas e as cabeleiras delas bem rapadas e feitas” (CAMINHA, p. 12), uma alusão aos órgãos sexuais masculinos depilados, uma novidade para os portugueses quinhentistas, e não circuncidados, a prova de que não eram judeus. A missiva termina com um apelo, “peço que […] mande vir da ilha de São Tomé Jorge do Soiro, meu genro” (CAMINHA, p. 33), tido habitualmente como o primeiro acto de nepotismo na história do Brasil, mas que se revela, na verdade, um pedido de libertação do seu genro, preso em São Tomé por desacatos (WITTMANN, p. 155).
A Relação do Piloto Anónimo consiste numa descrição em primeira mão da viagem do capitão Pedro Álvares Cabral, desde a partida de Lisboa, passando pela descoberta do Brasil, até ao destino final, a cidade de Calecute, na Índia. Contudo, a presente edição contém apenas os primeiros cinco capítulos, aqueles que se debruçam sobre o Brasil, confirmando de perto as informações avançadas por Caminha, excepto quanto à data de avistamento de terra, 24 de Abril, ao contrário da Carta a El-Rei Dom Manuel, que indica o dia 22 do mesmo mês.
A história da sua publicação é atribulada, foi inicialmente dada ao prelo em Vicenza, Itália, no ano de 1507, numa tradução para italiano, a partir de um original que, entretanto, se perdeu, inserida na colectânea de viagens Paesi Novamente Retrovati et Novo Mondo da Alberico Vesputio Florentino Intitulato, organizada pelo cartógrafo Fracanzano de Montalboddo, sob a designação “Navegação de Lisboa a Calecut, da língua portuguesa para a italiana” (VIEIRA, p. 16). A edição em Portugal teria que esperar por 1812, ano em que foi traduzida para português pelo lente da Universidade de Coimbra, Francisco Manuel Trigoso de Aragão Morato, com o título “Navegação do Capitão Pedro Álvares Cabral, escrita por hum piloto portuguez. Traduzido da lingoa portugueza para a italiana, e novamente do italiano para o portuguez”, e inserida na Collecção de Noticias Para a Historia e Geografia das Nações Ultramarinas, em sete volumes, publicada pela Academia Real das Ciências de Lisboa (VIEIRA, p. 17). A autoria da Relação acompanha a singularidade da edição, constituindo ainda hoje uma fonte de debate para a historiografia, com teorias que apontam para Pêro Vaz de Caminha, Geovanni Matteo Cretico, núncio de Veneza em Lisboa, e até para o próprio Álvares Cabral. Todavia, a hipótese mais plausível parece ser a que identifica como autor João de Sá, escrivão do capitão (VIEIRA, p. 28-29).
A Carta de Mestre João Faras, escrita entre 28 de Abril e 1 de Maio de 1500, é endereçada a D. Manuel e enviada para Lisboa, tal como a carta de Caminha, no navio de mantimentos. Contudo, só veio a público em 1843, pela mão do Visconde de Porto Seguro, Francisco Adolfo de Varnhagen, historiador autodidacta, que a publicou na Revista do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, ao qual estava associado. Pese embora subsistam dúvidas quanto à identificação do autor, tudo aponta, segundo numerosos historiadores, como Sousa Viterbo, Fontoura da Costa, Luís de Albuquerque ou William Greenlee, que se trate do mestre, bacharel, cirurgião e cosmógrafo, de origem galega e judaica, João Faras, posteriormente convertido ao catolicismo como João de Paz (VIEIRA, p. 22-26).
Não obstante o seu reduzido tamanho, duas páginas e meia, a missiva comporta um particular relevo por tratar de observações astronómicas, exemplificadas num esboço manuscrito apenso ao texto, feitas pela primeira vez naquelas paragens directamente por um cosmógrafo. Assim, Mestre João fornece instruções preciosas acerca do adequado uso dos instrumentos de navegação para as diversas circunstâncias: “para o mar, melhor é dirigir-se pela altura do Sol, que não por nenhuma estrela; e melhor com o astrolábio, que não com quadrante nem com outro nenhum instrumento” (CAMINHA, p. 43). Mestre João é, também, o primeiro a identificar a constelação Cruzeiro do Sul. Contudo, o contributo mais curioso é a referência a um mapa-múndi de Pêro Vaz da Cunha, o Bisagudo, navegador ao serviço de D. João II, onde estaria já cartografada uma parte da costa brasileira: “mande Vossa Alteza trazer um mapa-múndi que tem Pêro Vaz Bisagudo e por aí poderá ver Vossa Alteza o sítio desta terra” (CAMINHA, p. 41).
O Tratado da Terra do Brasil no Qual se Contem a Informação das Cousas que Há Nestas Partes aparece datado de 1570, e é dedicado ao conselheiro régio, o cardeal D. Henrique, Regente do reino durante a menoridade de D. Sebastião. A dedicatória, contudo, não surtiu efeito e a obra manteve-se inédita até 1826, quando é publicada no âmbito da já referida Collecção de Noticias Para a Historia e Geografia das Nações Ultramarinas, volume III, tomo 2.
O autor, Pêro de Magalhães Gândavo, natural de Braga, e filho de emigrantes flamengos da cidade de Gand (origem antroponímica do seu apelido), notabilizou-se como gramático, com as Regras que ensinam a maneira de escrever a orthographia da língua portuguesa (1574), e como historiador, com o primeiro estudo da história do Brasil, a História da Província Santa Cruz a que vulgarmente chamamos Brasil (1576). O Tratado da Terra do Brasil foi, segundo o próprio, a sua segunda obra, precedida pelo Tratado da Província do Brasil, dedicado a D. Sebastião, entretanto perdido, que, na opinião do historiador Capistrano de Abreu, se tratava de uma “cópia com ligeiras variantes” do tratado de 1570 (VIANA, p. 92).
Tendo como propósito a expansão do povoamento da colónia nascente, Gândavo começa por uma descrição geográfica, demográfica e económica de cada uma das capitanias em que estava organizada a administração colonial (entre 1534 e 1572): Tamaracá, Pernambuco, Baía de Todos os Santos, Ilhéus, Porto Seguro, Espírito Santo, Rio de Janeiro e São Vicente. De seguida, sumariza as riquezas e atractivos da terra brasileira, não esquecendo as suas especificidades zoológicas, como uma das primeiras menções a um manatim, que denomina como peixe-boi, e a enumeração dos povos ameríndios e seus costumes. A escravatura indígena não passa despercebida, bem como a introdução, ainda em estado embrionário, à data, da escravatura africana, nas vastas plantações de açúcar da colónia. Dois capítulos, contudo, constituem o principal foco de interesse da obra. Primeiro, o capítulo dedicado aos Aimorés, uma tribo tapuia inimiga dos tupis, que tinha sido expulsa da costa, em direcção à floresta amazónica, por estes últimos, conhecida pela sua ferocidade e canibalismo. Segundo, o último capítulo, que narra a expedição de Martim Carvalho, em 1567, ao interior da Capitania de Porto Seguro, a primeira a encontrar ouro e pedras preciosas na região, precursora da corrida ao ouro do Brasil do século seguinte. Como nota de rodapé, Gândavo utiliza abundantemente o latinismo “scilicet”, que deve ser entendido como “isto é”, “ou seja”.
Exceptuando o Tratado da Terra do Brasil, as restantes obras inserem-se no debate historiográfico sobre a descoberta da colónia de Vera Cruz, constituindo inclusive fontes primárias de relevo. Ter-se-á tratado de um simples acaso o desvio da armada de Pedro Álvares Cabral que proporcionou o alcance do Brasil, ou, pelo contrário, da oficialização de posse do território? Tudo parece indicar a segunda hipótese, para uma recente corrente historiográfica. Em primeiro lugar, a insistência de D. João II em afastar o mais possível para ocidente o meridiano de divisão do globo entre Portugal e Espanha, no Tratado de Tordesilhas, de 1494, que permitia a cada reino a posse das descobertas dentro desses limites estabelecidos, entende-se melhor à luz da referência ao mapa-múndi de Bisagudo, na Carta de Mestre João Faras. Em segundo lugar, nem a Carta a El-Rei Dom Manuel nem a Relação do Piloto Anónimo mencionam qualquer circunstância externa, como uma tempestade ou ventos contrários, que tivessem transviado a expedição do seu rumo pré-estabelecido, já percorrido por Vasco da Gama, em direcção à Índia, facto que fortalece a teoria da intencionalidade do desvio. Por fim, o denominador comum de todos os três documentos, terem-se mantido inéditos durante vários séculos, vem ao encontro da política de sigilo praticada activamente pela Coroa portuguesa durante os Descobrimentos. Tal política não só não contraria a referida hipótese, como vem ao encontro desta, se tivermos em conta, em paralelo, a chegada comprovada, e pouco conhecida, de Vicente Yáñez Pinzón, navegador espanhol, à costa brasileira de Pernambuco, a 26 de Janeiro de 1500. Ainda que Pinzón tenha pisado terra pertencente ao meridiano português, segundo o Tratado de Tordesilhas, a chegada de Cabral ao Brasil, menos de três meses depois, parece indicar firmemente que se tratava de uma oficialização de posse do território, e não de uma descoberta.
Referências
VIEIRA, Andresa Cristina Corga (2013) – Por Terras de Vera Cruz. Os Olhares do Experienciado: Caminha, Mestre João e Piloto Anónimo. Lisboa: Universidade Aberta. Tese de Mestrado.
CAMINHA, Pêro Vaz de (2008) – Carta a El-Rei Dom Manuel. Porto: QuidNovi. (Colecção 120 Anos JN – Grandes Autores Portugueses, n.º 15).
WITTMANN, Luisa Tombini – Ressonâncias de Caminha: Revisitando uma Fonte Célebre. Fronteiras & Debates. Macapá: vol. 2, n.º 1, Jan./Jun. de 2015. P. 155.
VIANA, Hélio – A Primeira Versão do “Tratado da Terra do Brasil” de Pêro de Magalhães Gândavo. Revista de História da Faculdade de Filosofia, Letras e Ciências Humanas da Universidade de São Paulo. São Paulo: vol. 7, n.º 15, Jul./Set. de 1953. P. 92.
Não espere encontrar um relato adornado com belas frases ou estruturas gramaticais complexas. A carta de Caminha tem muito mais validade enquanto documentação histórica do que literatura. E, sob esse ângulo, é uma leitura deliciosa: conseguimos imaginar o alívio dos portugueses ao encontrar (por acaso?) terra, depois de tantos dias no mar; podemos sentir a apreensão ao encontrar homens nus e armados com arco e flecha, que vão ao seu encontro; somos movidos por compaixão a esses "selvagens" tão bondosos e prestativos, ao mesmo tempo que assistimos com estranheza eles devolverem os portugueses para as suas respectivas naus todas as noites.
Já tinha lido a carta na escola e encontrei o livro na casa da minha avó com diversos outros. Resolvi reler pra me entender com ele agora mais maduro.
Um fato engraçado é que o tal Pero Vaz escreveu a carta talvez menos pra contar qualquer novidade ao rei, mas mais pra tentar salvar o seu genro baderneiro do exílio. E dizem por aí que o jeitinho é brasileiro. Ainda assim pelo menos ficou aí esse documento nos registros. Dispensa dizer que o direito ao contraditório das populações originárias não foi garantido.
É óbvio que ele fala atrocidades, especialmente mais pro final, mas há momentos singelos, como esse lapso de autocrítica: "[os indígenas] são muito mais nossos amigos que nós seus". Sim, Pero, a gente soube.
Gostei de ter lido. Me intriga bastante o que cerca esse momento histórico lamentável, gostaria de ler as outras cartas, que existiram, mas se perderam. O que poderia ter sido desse encontro se não fosse o que foi? Se tivesse prevalecido o momento em que eles dançaram e fizeram acrobacias juntos e não o momento em que rezaram uma missa? Não saberemos.
La historia del viaje oceánico renacentista está plagada de episodios de gran intensidad, pero pocos, como esta Carta del descubrimiento de Brasil, dirigida al rey Manuel I, son capaces de recoger, sin artificio ni metáfora, sin juicio cultural ni rígidos conceptos raciales, el momento privilegiado en que las naves europeas tomaron por primera vez contacto con las culturas de las costas meridionales de América. La Carta, por la que en el año 1500 el escribano Caminha informa al rey sobre las recién descubiertas tierras de la Vera Cruz, es un precoz, impresionista y riguroso tratado antropológico que muestra una realidad totalmente desconocida para el pensamiento occidental. La obra es pura mirada sobre un espacio de primigenia inocencia habitado por seres en estado natural, a los que hay que hablarles suavemente para que no se asusten.
"(A 22 de abril) houvemos vista de terra! (...)Dali avistámos homens que andavam pela praia,obra de sete ou oito.(...)Ao chegar o batel à boca do rio,já ali havia dezoito ou vinte homens.(...)A feição deles é serem pardos,avermelhados,de bons rostos e bons narizes,bem feitos.Andavam nus,sem cobertura alguma.(...) Parece-me gente de tal inocência que,se nós os entendêssemos e eles a nós,seriam logo cristãos,porque eles,segundo parece,não tem nem entendem nenhuma crença".
Η αξιολόγηση δεν αφορά τόσο τον τρόπο γραφής αλλά το περιεχόμενο, τις πληροφορίες που μεταφέρει για την "ανακάλυψη"της Βραζιλίας από τους Πορτογάλους και κυρίως τις λεπτομερείς περιγραφές των ανθρώπων που αντικρίζουν στο νησί (όπως το νομιζουν στην αρχή) της Βέρα Κρουζ και την πορεία προσηλυτισμού και υποταγής. Είναι πολύ καλή, κατατοπιστική η εισαγωγή της μεταφράστριας Μαρίας Παπαδήμα, ενώ αξίζει ν' αναφέρουμε και την αισθητικά ωραία έκδοση από την Αιώρα.
Documento sobre expansão marítima e comercial portuguesa, cujo valor histórico reside em relatar os primeiros contactos com o povo indígena do território brasileiro.
"E pois que, Senhor, é certo que tanto neste cargo que levo como em outra qualquer coisa que de Vosso serviço for, Vossa Alteza há de ser de mim muito bem servida, a Ela peço que, por me fazer singular mercê, mande vir da ilha de São Tomé a Jorge de Osório, meu genro -- o que d'Ela receberei em muita mercê. Beijo as mãos de Vossa Alteza. Deste Porto Seguro, da Vossa Ilha de Vera Cruz, hoje, sexta-feira, primeiro dia de maio de 1500. Pero Vaz de Caminha." chatão mas legal- paradooxooo
Wel, dit is een tractatie! Dit kleine, dunne boekje bevat een ooggetuigenverslag van de allereerste landing op een Zuid-Amerikaanse kust in 1500, slechts acht jaar na Columbus' ontdekking van de nieuwe wereld. Caminha was blijkbaar logboekschrijver, maar zijn aantekeningen voelen als een dagboek. Hij schrijft droog en zonder opsmuk de opvallend vreedzame ontmoetingen van de Portugezen met de inheemse bevolking van Brazilië. Hij beschrijft deze amazonestam levendig en met liefde. Brazilië zou een turbulente geschiedenis krijgen, maar de geboorte van het land is van een grote schoonheid.
Het is heel aardig kennis te nemen van een belangrijke episode in de geschiedenis, zeker als die met zo'n aangename toon als Caminha bezigt, tot ons komt. Zoals ik ook in mijn beschrijving van het boekje aangeef, komt veel wetenswaardigs uit de vlotte pen van de kundige vertaler August Willemsen, die zo veel goeds heeft verricht voor de Portugeestalige literatuur c.q. de vertaling daarvan in het Nederlands. JM
Pensei que iria ser uma tremenda seca ler este livro, mas até gostei de o ler e de certa forma sentir o que os portugueses sentiram ao encontrar uma "terra" nova. Para quem tenha curiosidade, é um livro que aconselho ;)
Estamos perante uma mui apta e elucidativa selecção de textos preciosíssimos. São textos que estão muito para além da descoberta e colonização do Brasil - sumarizam de forma perfeita as mais belas e nefastas características da besta humana.
O primeiro texto, de Pêro Vaz de Caminha, chega a ser enternecedor. Na sua voz descobrimos uma curiosidade inocente, sadia, que se limita a descrever as maravilhas que vê. Há respeito na forma como descreve os indígenas, e até as suas projecções de futura conversão desses nativos são meramente ignorantes - não contém ainda os pérfidos esporos da bula papal que viria a declarar os índios como criaturas sem alma e, portanto, aptos para serem acorrentados aos engenhos de açúcar, esquartejados ou violados.
O relato do piloto anónimo e a carta do Mestre João Faras são adições igualmente preciosas à equação histórica, mas é o Tratado da Terra do Brasil que vem mostrar o triste resultado da ganância humana. Nesse tratado os índios já são apenas números, ferramentas vivas para usar nos engenhos, ou meras pragas que, vá-se lá saber porquê, se recusam a obedecer às vontades de um rei invisível contudo inequivocamente desumano. As terras brasileiras já são descritas como quem descreve as prateleiras de um supermercado - há isto, aquilo e aqueloutro. Neste Tratado o Brasil já é um projecto monárquico, um produto supostamente pleno de benefícios inócuos para quem o quiser comprar. A religião e a obedência à coroa pressupõem, qual bálsamo revigorante e prático, o ignorar da miséria humana sobre a qual o pacote colonizador assenta. Vejamos estas mui honradas palavras:
"As pessoas que no Brasil querem viver, tanto que se fazem moradores da terra, por pobres que sejam, se cada um alcançar dois pares ou meia dúzia de escravos (que podem um por outro custar pouco mais ou menos até dez cruzados) logo têm remédio para sua sustentação; porque uns lhe pescam e caçam, outros lhe fazem mantimentos e fazenda e assim pouco a pouco enriquecem os homens e vivem honradamente na terra com mais descanso que neste Reino [Portugal], porque os mesmos escravos índios da terra buscam de comer para si e para os senhores, e desta maneira não fazem os homens despesa com os seus escravos em mantimentos nem com suas pessoas."
Nenhum dos meus professores de história abordou a sério os pormenores negros dos Descobrimentos. Espero sinceramente que hoje em dia as aulas de História sejam mais lúcidas, mas sem caírem em extremismos - não podemos branquear a história, mudar os nomes das ruas (como foi feito na Alemanha) ou remover as correntes das estátuas que representam escravos. É preciso deixar a ferida aberta, visível, para compreender melhor os erros do passado e as injustiças que ainda se manifestam hoje em dia.
Tampouco faz sentido enfiar todas as explorações humanas numa mesma gaveta de arrependimento e negrume. Há capítulos bonitos e admiráveis nos Descobrimentos portugueses e em todos os demais. Há lindas histórias de fraternidade humana que resiste a fronteiras geográficas ou culturais, há baladas de compreensão e justiça, e inspiradoras manifestações de revolta. É, portanto, muito importante manter a História limpa (mesmo se as suas fontes, quase sempre, são turvas), contextualizada e pulsante, preferivelmente impressa em papel e longe de duvidosas sínteses cibernéticas.
Como acontece sempre que leio algo que toca numa suposta superioridade ou inferioridade racial, vejo-me forçado a mencionar uma obra, histórica e filosoficamente fundamental, chamada Armas, Germes e Aço, de Jared Diamond. Nenhuma obra que eu conheça descreve com tanta limpidez o porquê de terem sido os europeus a cristalizar uma hegemonia global, assim como o motivo pelo qual essa hegemonia se deve unicamente a factores geográficos - e não, obviamente, a qualquer tipo de predestinação racial.
Exercícios mentais à parte, devo apenas acrescentar que estas pouquíssimas páginas (ignoro se haverão versões mais completas destes documentos) me ofereceram uma estonteante viagem no tempo. Uau.
Na escola, durante os anos 90, achava a aula de história do Brasil entediante. Desgostava principalmente das ilustrações dos livros didáticos, em que me conectava com aquela gente da monarquia?
Corta para 2019 eu aqui voluntariamente lendo a carta de Pero Vaz de Caminha.
Correndo atrás do prejuízo já que essa mesma escola não me ensinou de fato a história. Apenas anos depois de formada na faculdade aprendi que onde estudei ficava a poucos metros de onde escravos e indígenas eram enforcados e enterrados, região hoje conhecida como Liberdade em São Paulo.
A carta resume bem o que aconteceu com todas as nações frutíferas mas vulneráveis que tiveram azar de cruzar com a ganância dos europeus.
Os portugueses chegam num paraíso verdejante, com nativos sem medo de "cobrir as vergonhas", arredios porém com "bons corpos de rostos". Logo implantam uma cruz prevendo que serão convertidos facilmente e deixam também uns degradados conhecendo a terreno para logo voltar e explorar as riquezas.
A colonização ainda existe. E ainda tem quem se apegue a cruz ou a símbolos da monarquia justificando a exploração. Verde e amarelo representavam os símbolos das famílias de Bragança e a da imperatriz Leopoldina. Para quem jura que a bandeira jamais será vermelha terá de se conformar que "Brasil" representa o vermelho-brasa da madeira, tão nativo quanto a terra inexplorada que os portugueses encontraram.
A Carta de Pero Vaz de Caminha é a legítima certidão de nascimento do Brasil, de suas contradições, de seus problemas, de seus engodos. A seus olhos, os que aqui viviam eram ingênuos, pacíficos, tendentes por natureza a se converterem ao catolicismo. A história se mostrou outra. A terra não era pequena, como pensava Caminha (Pedro Álvares Cabral a chamou de Ilha de Vera Cruz). Os índios não estavam propensos à conversão (apenas não entendiam o que ocorria). A carta é, portanto, uma história da incompreensão mútua entre portugueses e indígenas. Os portugueses viram o que queriam ver, apenas: uma terra cheia de ouro, um povo propenso a se submeter ("Isto tomávamos nós assim por assim o desejar", diz Caminha) Dois fatos chamam atenção. A frase "Em se plantando, tudo dá", não é exatamente assim (a frase é: "Águas são muitas, infindas. E em tal maneira é graciosa que, querendo-a aproveitar, dar-se-á nela tudo, por bem das águas que tem"), o que revela que o dom da terra não era sua fertilidade, mas as muitas águas. Por fim, ao terminar a carta, Caminha aborda um problema pessoal com o rei Dom Manuel: seu genro, Jorge de Osório, foi degredado pela Justiça na ilha de São Tomé, e Caminha pede, em retribuição aos bons serviços que prestou à coroa, que ele seja trazido de volta para Portugal.
Tämä oli itselläni matkalukemiseni kun tutustutin itseäni kaupunkiin. Kokonsa puolesta se sopi hyvin, aiheensa puolesta erinomaisesti. Tässä voi käydä siten symbolisesti että tämäkin arvostelu tavoittaa jonkun kruunupään joka sitten vapauttaa sukulaiseni tuomiostaan. Vaikka nyt en osaa sellaista nimetä, on mahdollisesti liikaa joista valita. Pidätän oikeuden päivittää tätä tekstiä.
Pidin siitä millaisen kuvan maailmasta tämä kirjekirja antaa. Puoli vuosituhatta. Josta puolet kirje oli yleisöltä kadoksissa. Voimme toivoa, että näinäkin aikoina kirjoitut tekstit herättävät tuntemuksia ja tunteita myös tämän vuosituhantemme kieriessä kohti loppupuoltaan. Silloisien lukijoiden hämmästellessä täsmälleen tähän tapaani ihmisten samanlaisuutta ja maailman erilaisuutta.
Tässä unelmassa on kerrassaan kaunis peruste harjoitella lukemista ja kirjoittamista ja opettaa näitä taitoja eteenpäin. Unohtamatta muita kanssakäymisen perustaitoja joissa parannettavaa riittää varmasti vielä niiden tulevaisuudenkin lukijoidenkin kohdalla. Ei siksi ettemme kehittyisi, vaan koska täydellisyys on tähtimäisen etäällä ja loittonee samoin tavoin tietämyksen lisääntyessä. Kaiken käydessä kiitettävästi.
É claro pode ser considerado literatura “portuguesa”, já que Pero Vaz de Caminha nasceu no Porto. Todavia, considero como o nascimento da literatura brasileira, como uma epístola, relativamente grande, que mostra os portugueses chegando à “Ilha de Santa Cruz”, mas isto todo mundo sabe.
Achei a epístola (bem) tosca, já que como Caminha descreveu o Brasil em 1500, hoje vemos como ele descreveu algumas coisas tão erradas; como denominar o Brasil, que é o QUINTO MAIOR país do mundo, como um ilhéu no meio do Atlântico; como descrever os indígenas de uma maneira quase cômica, mas mesmo assim tratando eles relativamente de igual para igual (se considerar como tratavam os africanos).
Recomendado à todos que querem descobrir como o Brasil foi descoberto.
Documento histórico de um valor incomensurável. Pêro Vaz de Caminha descreve as primeiras impressões dos portugueses após a sua chegada a uma ilha misteriosa que é cunhada por Pedro Álvares Cabral com o nome de Vera Cruz. De um ponto de vista antropológico a carta é verdadeiramente fascinante, dada a candura e admiração com que o escrivão português escreve sobre o povo bárbaro, mas inocente e puro que habita nesta terra. Contudo, deve-se também contemplar este documento como uma obra de retórica manifestamente interessante e directa. O autor tenta seduzir o monarca português, D. Manuel I, a financiar uma outra viagem a este recém-descoberto pedaço de paraíso encontrado nos confins do mundo e é curioso observar os argumentos, por vezes abertamente falaciosos, utilizados por Caminha.
Το μικρό αυτό βιβλίο αποτελεί την επιστολή προς τον Βασιλιά της Πορτογαλίας γραμμένη από τον Περό Βας ντε Καμπανία που εκτελούσε χρέη γραμματέα της πορτογαλικής ομάδας στο ταξίδι της για την Ινδία. Πρόκειται για την πρώτη επαφή ανάμεσα στον Ευρωπαϊκό και τον νοτιοαμερικανικο πολιτισμό. Η ενθουσιώδης και αναλυτική περιγραφή του τόπου και των Ιθαγενών, βάζει τον αναγνώστη στη θέση των μεγάλων θαλασσοπορων του 1500 μ.Χ. μεταφέροντας του την συγκίνηση, την περιέργεια και το ξάφνιασε της πρώτης επαφής -κι ας γνωρίζουμε πλέον την τραγωδία της αποικιοκρατίας που ακολούθησε.
Στα ελληνικά ο τίτλος του βιβλίου είναι "Μεγαλειότατε, βρήκαμε τη γη του Μπραζίλ" και αποτελεί πολύ ευχάριστο ανάγνωσμα του Σαβ/κου (90σελ) σε ένα ταξίδι από την Πορτογαλία στη Βραζιλία.
Es la carta que el escribano Pêro Vaz de Caminha envía al rey Manuel I para informarle del descubrimiento de unas tierras —él las llama Vera Cruz, luego serán bautizadas como Brasil—. Más allá de los muchos puntos en común que pueden establecerse con los diarios y las cartas de Colón o con otras crónicas de Indias, lo interesante es la fijación del escritor por la inocencia adánica de los indios. En la edición de Acantilado, vale más el prólogo de Isabel Soler que la propia carta: en ochenta páginas, la traductora y editora del libro ofrece una detallada panorámica por la historia de los viajes portugueses en el siglo XV y principios del XVI.