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ebook
First published January 1, 1998
"… una aflicción en sus ojos, algo triste y perdido que a veces le apuñala: el temor a una vida gastada en vano, o la incertidumbre sobre dónde dejó las llaves."Llego a sentirme idiota con frases como esta. ¿La habré entendido? ¿Sí? ¿No? ¿Es simplemente producto de un capricho ocurrente del momento? ¿Una llamada de atención, un eh, tú, despierta y pon más atención a lo que estás leyendo? ¿Contiene algo fundamental del relato o es pura tontuna? Por cosas así no llegaba a decidirme entre el odio y el amor por esta escritora. Acabé por hacer las dos cosas, a veces al mismo tiempo.
"Había momentos en que la falta de vitalidad era total, y entonces contemplaba su vida y se preguntaba: ¿Qué he hecho? O todavía peor, cuando se sentía cansada y no podía acabar la frase: ¿Qué?"Danza en Estados Unidos . El más triste de todos los cuentos, en el que un padre y una madre asisten impasibles a la grave enfermedad de su hijo causado por la improbable existencia en ambos del gen que la provoca.
"lo que hay que recordar de las historias de amor (...) es que son como tener mapaches en la chimenea (...) un día tratamos de ahuyentarlos con humo. Encendimos un fuego, aunque sabíamos que estaban ahí, porque esperábamos que el humo los hiciera salir disparados hacia arriba y que no volvieran nunca más. En cambio, se incendiaron y cayeron estrellándose en la sala, todos chamuscados y en llamas corriendo desesperados por aquí, hasta que murieron."Charadas . Desde la perspectiva de una de las hijas, asistimos a una fiesta familiar con el juego de películas incluido (no exactamente de películas, pero sí el mismo juego) a la que todos vinieron con sus parejas y con la esperanza de encontrar el nexo que en algún momento se perdió o que quizás nunca existió.
"De joven fue una madre frustrada y mezquina, y se alegra cuando sus hijos se comportan como si no se acordaran".Junto a esa inteligencia que mencionaba al principio, el otro aspecto sobresaliente del libro es su tono humorístico. Hay mucho humor en casi todos los relatos, humor inteligente, por supuesto.
“Todo el mundo nos admira por nuestra valentía, no tienen idea de lo que están diciendo. La valentía requiere opciones.”¿Y los pájaros? Pues alguno hay en cada uno de los relatos, quizás sea esa la simple y única razón del título, pues su papel no es nunca relevante. Aunque también puede ser que la desorientación que sufren sus personajes en algún momento le recordó a Moore a aquella paloma del poema de Alberti.
“Cuando un bebé tiene cáncer, incluso parece hasta estúpido haber dejado de fumar. Cuando un bebé tiene cáncer, piensas, ¿de quién nos estamos burlando? Pongámonos todos a encender cigarrillos. Cuando un bebé tiene cáncer, piensas, ¿a quién se le habrá ocurrido la idea? ¿Qué desenfreno celestial dio lugar a esto? Ponme una copa para que me pueda negar a brindar.”




"The thing to remember about love affairs," says Simone, "is that they are all like having raccoons in your chimney."
"Oh, not the raccoon story," groans Cal.
"Yes! The raccoons!" cries Eugene.
I'm sawing at my duck.
"We have raccoons sometimes in our chimney," explains Simone.
"Hmmm," I say, not surprised.
"And once we tried to smoke them out. We lit a fire, knowing they were there, but we hoped that the smoke would cause them to scurry out the top and never come back. Instead, they caught on fire and came crashing down into our living room, all charred and in flames and running madly around until they
dropped dead."
Simone swallows some wine. "Love affairs are like that," she says. "They all are like that."
She was starting to have two speeds: Coma and Hysteria.
In general, people were not road maps. People were not hieroglyphs or books. They were not stories. A person was a collection of accidents. A person was an infinite pile of rocks with things growing underneath.
Never a temple, her body had gone from being a home, to being a house, to being a phone booth, to being a kite. Nothing about it gave her proper shelter.

In her life, she had been given the gift of solitude, a knack for it, but now it would be of no professional use. She would have to become a people person.
"A peeper person?" queried her mother on the phone from Pittsburgh.
"People." Abby said.
"Oh, those," said her mother, and she sighed the sigh of death, though she was strong as a brick. (p. 27)
"You assume they're over and gone," said her friend Carla, who, in Ruth's living roomm was working on both her inner child and inner thighs, getting rid of the child but in touch with the thighs; Ruth couldn't keep it straight. (p. 180)
"I cannot believe this is happening to our little boy," he says, and starts to sob again. "Why didn't it happen to one of us? It's so unfair. Just last week, my doctor declared me in perfect health: the prostate of a twenty-ear-old, the heart of a ten-year-old, the braing of an insect--or whatever it was he said. What a nightmare this is."
What words can be uttered? You turn just slightly and there it is: the death of your child. It is part symbol, part devil, and in your blind spot all along, until, if you are unlucky, it is completely upon you. Then it is a fierce little country abducting you; it holds you squarely inside itself like a cellar room--the best boundaries of you are boundaries of it. Are there windows? Sometimes aren't there windows? (p. 220)
The Tiny Tim Lounge is a little sitting area at the end of the Peed Onk corridor. There are two small sofas, a table, a rocking chair, a television and a VCR. There are various videos: Speed, Dune, and Star Wars. On one of the lounge walls there is a gold plaque with the singer Tiny Tim's name on it: his son was treated once at this hospital and so, five years ago, he donated oney for this lounge. It is a cramped little lounge, which, one suspects, would be larger if Tiny Tim's son had actually lived. Instead, he died here, at this hospital and now there is this tiny room which is part gratitude, part generosity, part fuck-you.
Sifting through the videocassettes, the Mother wonders what science fiction could begin to compete with the science fiction of cancer itself--a tumor with its differentiated muscle and bone cells, a clump of wild nothing and its mad, ambitious desire to be something: something inside you, instead of you, another organism, but with a monster's architecture, a demon's sabotage and chaos. Think of leukemia, a tumor diabolically taking liquid form, better to swim about incognito in the blood. George Lucas, direct that! (p. 229-230)
“Un principio: la Madre encuentra un coágulo de sangre en el pañal del Bebé. Pero ¿qué historia es ésta? ¿Quién puso esto aquí? Es grande y brillante, (…) Quizá pertenezca a otra persona. Quizá sea algo menstrual, algo que es de la Madre o de la Canguro; algo que el Bebé ha encontrado en la papelera y por sus propias razones de bebé demente lo ha guardado aquí. ¡Los bebés están locos!”Moore equilibra a la perfección el humor negro y la tragedia, convirtiéndolo en uno de sus relatos más memorables. Moore nos mete en la piel de una madre cuyo bebé es diagnosticado con cáncer. Pero en lugar de hundirse en el drama, la autora entrega una historia feroz, llena de ironía y resistencia. La narración oscila entre la angustia visceral y un humor oscuro que desafía las convenciones del género.
“(…) llama a la consulta del hospital infantil. «Sangre en el pañal», dice, y con voz alarmada y perpleja, la mujer al otro lado de la línea dice: «Venga enseguida.» ¡Qué servicio más encantadoramente instantáneo! Di sólo «sangre». Di sólo «pañal». ¡Y mira lo que consigues!”.Es uno de esos textos que no solo te conmueven, sino que te dejan pensando en la delgada línea entre el humor y el horror.
”En ella había algo aturdido y como a la espera; Sidra descubrió que en las partes más sueltas de su corazón había pequeños fosos oscuros de aniquilación, y se abalanzó sobre ellos y cayó dentro.”Moore disecciona relaciones fallidas con una voz mordaz y reflexiva. Tal vez no alcanza la intensidad emocional de otros relatos, pero brilla en su perspicacia.
”Mientras su madre trataba de arrastrarse hacia la piedra, Abby, que ya veía su cara desnuda, vio que aquella mujer feroz como una hoguera se había puesto nerviosa y melancólica: todo aquel alarde de grandeza había sido un truco. Sólo trataba de probar algo, trataba de desafiar y superar sus miedos en vano, en vez de aprender a vivir con ellos, y es que, maldita sea, vivías con ellos de todos modos”.Moore usa el viaje como metáfora de las distancias emocionales que a menudo persisten, incluso cuando el terreno físico parece haberse cruzado. Divertido y melancólico a la vez.
“A veces, cuando volvía de ver una película, pasaba por la antigua casa. La habían vendido a una pareja joven poco memorable, y ahora, cuando pasaba con el coche por delante y la observaba como un pervertido, comenzó a quererla recuperar.”Lleno de observaciones inteligentes, la fortaleza de este relato sobre la búsqueda de hogar radica en la disección del deseo y la nostalgia.
“Aquellos arrebatos de quisquillosidad moral era algo que había visto con frecuencia en la gente de allí. No eran buenas personas, no eran amables. Siempre iban tonteando de aquí para allá, y mentían a sus cónyuges. ¡Pero reciclaban los periódicos!”
“Su madre le había dado el nombre de Agnes, pues creía que una mujer guapa causaba todavía más efecto cuando tenía un nombre sin pretensiones.”Sin embargo, Agnes resultó ser poco agraciada. Aun así, persigue una vida sofisticada en Nueva York, asistiendo a fiestas en lofts de TriBeCa y pronunciando su nombre a la francesa: “Añés”. Una mirada al desencanto del medio oeste americano.
“La vida es como un largo viaje por un vasto país —dijo él—. A veces hace buen tiempo. A veces hace mal tiempo. A veces es tan malo que el coche se sale de la carretera.”Así que si te gustan los relatos que abren ventanas al alma humana, este libro tiene tu nombre escrito en la página de cortesía. Pero te advierto: los pájaros de Moore no siempre cantan. A veces graznan, a veces callan… pero siempre vuelan.