Un joven acólito sufre una extraña enfermedad —o maldición— debido a la cual su cuerpo cobra, lentamente, la textura de una roca; de la mano de una joven japonesa, un turista mexicano visita un pequeño pueblo costero en el que participará de manera inesperada en un rito ancestral; un loro atormenta sin misericordia a un oficinista enamorado. Los personajes de los relatos contenidos en Señales distantes parecen asegurarnos que ahí donde existen los más profundos dolores y obsesiones humanas, se abre una puerta donde tiene lugar lo extraordinario. Después de la notable recepción de Ausencio, su primera novela, Antonio Vásquez vuelve a sorprendernos con una colección de cuentos en la que además de ofrecer los esbozos de una geografía personal a la manera de Onetti y Faulkner, rinde tributo a una de las más destacadas vertientes de la tradición literaria hispanoamericana: la literatura fantástica. Sin embargo, lo fantástico en los cuentos de Vásquez no se presenta como un puñado de actos mágico-folclóricos, sino como una forma de ver y sentir el mundo, como el hilo mítico que conecta nuestras íntimas muertes y resurrecciones cotidianas con el misterio de la creación: el ciclo del origen de la vida y su inevitable destrucción.
«Con la publicación de estos diez cuentos, Antonio Vásquez asegura su lugar en el panorama literario actual. Y en el venidero. Vásquez es un gran observador del comportamiento humano y de su entorno y en Señales distantes vuelve a ofrecernos una exploración de la naturaleza —la de todas las especies, incluida la humana— donde reina la soledad, el vacío, el miedo al abandono, el anhelo del pasado, el rechazo y la falta de amor. Situaciones que transitan entre el sueño y la realidad dejando al lector en un aletargado éxtasis de reflexión sin rumbo que irán revelándose en cada línea hasta concluir en finales inesperados, sorprendentes y redondos, que responden a preguntas no planteadas y explicaciones no pedidas. Si la lectura es un acto transformador, Vásquez es, sencillamente, un autor que se necesita leer. Aplaudo y celebro que Almadía lo arrope de nuevo y se convierta en su hogar.» — Laura García Arroyo
Egresado de la Escuela Mexicana de Escritores, donde cursó un diplomado en formación literaria y trabajó durante un año su novela en el taller impartido por Mario González Suárez.
Ha publicado en diversas revistas como La Hoja de Arena, Frutabomba y Revista Puño y Letra, además de haber formado parte del consejo editorial de la extinta Revista Nervadura. Fue incluido en las antologías Cartografía de la Literatura Oaxaqueña Actual II (Almadía) y Después del viento, trece homenajes a Jesús Gardea (Aldea Global).
Su novela Ausencio (Almadía, 2018) ganó el Premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela 2017 y Señales distantes (Almadía, 2020) recibió el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada 2021.
La tercera de las colecciones de cuentos que Almadía publicó con motivo de su 15 aniversario es la que tiene los cuentos de escenarios más amplios. A simple vista también parece, porque no lo es tan manifiesto, que el tema que los hila es menos claro.
Creo que por la prominente espiral de la portada y su aparición en varios de los cuentos, se puede interpretar que ese tema es un retorno al origen, al centro del espiral, muchas veces de forma vertiginosa, oscura y precipitada.
El autor hace dos cosas súper interesantes en la antología: una es la serie de hilos narrativos, imágenes y hasta un personaje que cruzan la frontera entre los cuentos. El otro es que encontré guiños al estilo y lo a los temas (muy disímbolos) de algunos de los cuentistas mexicanos más famosos, lo que me hizo sentir abrigado por el recuerdo de antologías leídas en días escolares.
Un esfuerzo estimulante y recomendable.
PD. Por último, comentar la curiosa coincidencia que en dos de las tres antologías de Almadía aparecen cuentos relacionados cierto grabado de Hokusai relacionado con una señora y dos moluscos. Andaban pensando en cosas parecidas Esquinca y Vásquez.
3 días y 128 páginas después. El segundo libro que leo del autor, el primero de cuentos. Antes de leer la sinopsis (y nunca la leí realmente), sabía que estos cuentos no iban a ser comunes, iban a ser todo menos normales. Y no estuve equivocado, el autor puede que parezca que toma situaciones comunes, pero el giro que les da regularmente es agridulce. Estos cuentos no te van a dejar indiferente. Muchos de ellos llamativos, pero los favoritos fueron:
El sueño de la esposa del pescador Deja Vu Gestación
Y casi casi en el mismo orden de preferencia. Ahora bien, me gustaría ver otra novela de él, ya que Ausencio fue un acierto total. Bien aquí.
Los cuentos son magníficos, en algún momento piensas que pertenecen a un mismo universo que gira en espiral y es impulsado por el miedo, la enfermedad, el mito etc. Es muy agradable encontrar referencias entre los mismos cuentos e incluso el cruce de personajes. Si hiciera un top de los cuentos, estarían: Señales Distantes, Gestación y Soledad.
"El ruido es como el hombre, su único propósito es reproducirse y abarcar lo más que pueda del espacio...Quien quiera librarse de esta obra fallida debe aspirar al silencio."
Es una buena colección de cuentos, me quedo con el que titula al libro, que en su temática muy común para los mexicanos en los últimos años, busca una manera distinta de hablar del tema.
Antonio deja que sus personajes tengan vida propia. Los deja ser en los mundos terribles que les crea. Retoma leyendas, mitos e ideas que le permiten crear un universo propio y original. Mi cuento favorito es "El sueño de la esposa del pescador".
No han pasado ni cinco minutos desde que acabe el último cuento incluido en Señales distantes, sigo en ese famoso estado de shock que prosigue a un evento importante. Y este libro, sin duda lo es. Encontré este libro por la noticia de su premio, sin dudarlo lo compré y al acabar de leer la primera historia dije "esto es algo distinto" y ¡pfff! Se me hizo una lectura muy amena, muy interesante, con la narrativa que me gusta, con giros de tuerca tan mind-blowing como en Gestación o finales tan hermosos como en Rebis. La estructura también me resulta acertada, una historia épica, una historia correcta, una historia épica. Gnossienne es el cuento que da mucho de que hablar, por las referencias al primer cuento, por la calidad de la historia, por la increíble destrucción del final y por su misticismo, sin duda lo tendré que leer de nuevo para entender del todo lo que el autor quiso decir, y por el mero placer de revivir la catástrofe del teatro. Otro detalle que se agradece es la satisfacción de saberse todo conectado, o al menos unos con otros, pero es bonito encontrar esos easter egg a las demás historias y saberte en confianza, sentirte dentro de algo más grande que sólo tú leyendo un libro.
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Hay historias que me gustaron mucho, otras que me hubiera gustado que tuvieran mínimo dos paginas más, y otras que de plano no me gustaron ni tantito. (Peticion para sacrificar paginas de gnossienne a cambio de más paginas para jaula y el sueño de la esposa del pescador )
Me gusta mucho cómo escribe Antonio Vásquez, se puede sentir su estilo en todas las historias, a pesar de ser tan variadas entre si, nunca deja de notarse su estilo, eso me agrada mucho. Ojalá pronto saque otro libro. La neta si diría que es de mis autores favoritos.
Mis relatos favoritos fueron gestacion, señales distantes y el sueño de la esposa del pescador.
A mi tocayo Antonio lo conozco desde la Escuela de escritores, y siempre supe de su afición por lo fantástico y por Tario. Así que no dudé en conseguir esta colección de cuentos con portada hipnótica (su novela ahí la tengo, pero todavía no la leo). Al principio me contó mucho trabajo conectar, por momentos sentía la narración muy aseñorada y lo fantástico rara vez se asomaba. Pero llegaron los últimos dos cuentos, "Gnossienne" y "Rebis", y me volaron la cabeza.
De esos libros que tenía en cola y no tenía fecha para leerlo. Cuando lo comencé me di cuenta que en verdad las historias presentadas me atraparon (a excepción de las últimas) y con su manera de escribir pude recrear en mi mente todos los escenarios presentados, eso ayudó a meterme en ellas como si fueran reales. Me encantó.
Las diez historias que componen Señales distantes a menudo ocurren en lugares que son una ruina o están en proceso de serlo; lugares resecos, llenos de polvo y bruma, ajados y silenciosos como la Luvina de Rulfo o el desierto de Gardea; lugares donde pareciera que nadie pasa por la calle, e incluso si lo hacen, uno se pregunta si son personas o fantasmas. En ocasiones, el sitio de esta ruina y este vacío son los personajes mismos. No son estos cuentos de terror, pero su exploración de lo ausente, lo desaparecido o lo no dicho sí recuerda la definición de lo espeluznante según Mark Fisher: la sensación de que hay algo donde no debería haber nada, o bien de que no hay nada donde debería haber algo.
Las anécdotas y las redes de relaciones alrededor de las cuales Vázquez teje estas historias son, en su mayor parte, bastante mundanas a primera vista. Un oficinista se enamora y quiere conquistar a su crush con un regalo; una mujer lamenta el mal carácter de su esposo, además de su obsesión con sea lo que sea que escribe a todas horas, encerrado en su oficina; un joven abandona la escuela, consigue una novia y la embaraza. Cosas de todos los días en donde, sin embargo, suele faltar una pieza crucial. A veces es una persona: alguien que ha muerto o desaparecido; en otras ocasiones el vacío tiene una forma más abstracta: falta el cariño de alguien que debería querernos o la voluntad de romper con un legado maldito. De estas ausencias, observadas en una prosa melancólica y precisa, se abren grietas en el plano de lo real, bifurcaciones donde lo cotidiano da lugar a lo fantástico y a la puesta en escena de la cara oscura de ciertos deseos comunes: el conocimiento, la pertenencia, el amor.
Si acaso he de apuntar una reserva que tengo hacia Señales distantes es que su imaginación deja de ser tan efectiva cuando se aleja de este paisaje para adoptar otros escenarios, como la alucinación nocturna de un hombre citadino cegado por el trauma reprimido en “Insomnio” o la reescritura psicosexual del mito japonés de la princesa Tamatori en “El sueño de la esposa del pescador”; cuentos que, sin dejar de lado el anhelo de subsanar ausencias como tema, pierden algo de agudeza emocional al abandonar la consistencia del entorno árido y rocoso.