Hay una especial proximidad de las historias de Lina María Parra con nuestro mundo, ese que nos contaron, que se supone es en el que vivimos, de maravillosa revelación, tragedia dolorosa y recuerdo. Pero esta cercanía evade la equiparación, porque cada cuento tiene la fuerza para desdoblar la anécdota y extender la trama hacia los resquicios por donde se aproxima a profundidades y amplitudes sorpresivas.
Este magnífico libro de cuentos se sale de contexto, salta en el tiempo, es reflexión y también cuerpo, por eso acaricia, enferma, mata, teme, regocija, llora. Es una obra literaria completa, liviana y soberbia, compuesta por la voz de una verdadera y sobresaliente cuentista.
"Tengo treinta y dos años y sigo sin pensar en mí en términos de tiempo" piensa la narradora del cuento 'Mensaje al futuro'. Y esa idea me parece tan hermosa como me parece increíble la manera en que Lina toma el tiempo y lo dobla. El tiempo se pliega y las cosas suceden casi que en simultáneo. Los personajes jóvenes conviven con sus versiones viejas o adultas en los mismos espacios. Como en dimensiones distintas, pero juntxs, sin poder verse porque hay algo que parece intangible que lxs separa. Como esa presencia extraña, en el último cuento, que habita en una casa y pide una despedida.
Los temas de este libro me llevaron a esculcarme por dentro. A buscar esas sábanas de Pocahontas que tuve, a recordar el dolor de la piel insolada e hirviendo.
Llegar a esta autora de manera casual a través de una revista de viajes ha sido lo mejor que me ha pasado literariamente en este 2021. Qué maravillosa manera de relatar aquello que concierne al alma humana. El dolor, el miedo, la vergüenza, la ilusión, la envidia, la avaricia, la venganza... relatos breves de una grandísima calidad, cuentos que siempre te dejan con ganas de más, de saber como acaba o como empieza; de saber si de verdad se encontró con esa mujer que llevaba los órganos donados, o si descubrieron la mancha en la moqueta. Eso sí: en España es imposible conseguirlo en formato físico.
Cuentos misteriosos, esotéricos y sobre las relaciones familiares, me gusta mucho el estilo de la autora, me gustan sus personajes que se cruzan aquí y allá en sus otras historias, las veo como si las conociera, como si ya hubiésemos tenido otro encuentro.
"A decir mentiras aprendió sola. Nadie le enseñó, por el contrario, le taladraron en la cabeza que no las dijera, que no dijera cosas inventadas, cosas que no eran ciertas. Pero descubrió como casi todos los niños, por azar, las posibilidades de las mentiras y entonces no quiso renunciar a ellas. Conocía sus mentiras y no se contradecía, las estudiaba, las extendía frente a sí para que se le revelará cada esquina y levantaba un mundo como una maqueta, en donde la mentira se erigía verdadera. Con el tiempo y el entrenamiento nunca nadie llegó a descubrirlas. Las respuestas brotan de su boca certeras y directas, como las verdades que no hay que pensar". –Fragmento: "La lectura de los dientes".
"El hospital aterraba a Diógenes porque era un espacio donde el tiempo se desdoblaba y funcionaba alargado, donde no había nada para hacer más que esperar y ver el tiempo como si fuera un gas, una niebla que pasaba por los corredores, que dormía a la gente, que a veces incluso salía repentinamente de las narices de alguien, como expelido, desinflando a la persona que quedaba abandonada en una cama demasiado grande, rodeada de los pitidos estridentes de las máquinas que avisaban que algo pasaba, la muerte, el vacío, la quietud de los fluidos y los impulsos eléctricos que alertaban a los médicos para que despertaran de su sopor y trataran de hacer su trabajo. A veces la niebla del tiempo, del movimiento, inflaba de nuevo los cuerpos. Otras veces no". —Fragmento: "Llueven piedras".
"Algo en la casa se perturbó con lo que hicimos durante el día, no está bien remover, así de la nada, sin avisar, tantas cosas que estaban asentadas, que habían echado raíces, pienso y me siento como una intrusa en mi propia casa". —Fragmento: "Llorar sobre leche derramada".
4.5 Me gustó mucho el estilo de la escritora. Pero tuve muchos problemas con los cierres que les da a los cuentos. Algunos pierden fuerza, otros quedan como en el aire. Pero tiene más puntos positivos que negativos. La seguiría leyendo.
"Tengo en mis manos la revista de la cafetería como antes tenía la lista de tus órganos. La enrollo y me la meto bajo el brazo, en un gesto que me es ajeno pero que he visto en otros y que ensayo, porque de ahora en adelante ensayaré puros gestos nuevos, los gestos de alguien que ya no tiene mamá, o de alguien que tiene la mamá desperdigada en pedazos dentro de los cuerpos de otros. Voy a intentar dormir un poco antes del velorio. Tal vez en unos meses una señora junto a mí en el metro traiga puestos tus riñones."
Cada relato te deja como descolocada. Te hace recordar olores, colores y sabores de lugares que no conoces pero que sabes que existen. Logra hacerte sentir sensaciones muy profundas porque conectas con todas esas historias con personajes llenos de rabia, miedos, recuerdos y nostalgias. Un gran encuentro este libro y esta autora.
Los cuentos de Lina tienen un tono cercano y natural, con un toque de misterio que logra impregnarse de manera sutil pero duradera en la mente del lector. Maravilloso.
Estos cuentos de Lina me gustaron bastante porque hablan de esa conexión, de ese hablar sin palabras, de esas cosas que nos unen a los otros. Necesito seguir leyendo más de Lina.
Voy a intentar dormir un poco antes del velorio. Tal vez, en unos meses, una señora junto a mí en el metro traiga puestos tus riñones.
Antología de cuentos por Lina María Parra que tocan temáticas como la familia, la cotidianidad colombiana, la violencia y la pérdida. Me gusta mucho el estilo de esta escritora, tiene una capacidad increíble de poner al lector en contexto y transmitirle una alta carga emocional. Cuentos muy reflexivos y personales, este es un libro de se lee rápido pero impacta. Como en cualquier colección, algunos me gustaron mucho más que otros, pero en general hay una alta calidad en los escritos de Parra. Lo único que notaría negativamente es que la mayoría se terminan de una manera abrupta que no pareciera intencional.
Un nombre bastante particular y llamativo; un libro cautivador y de relatos desgarradores que permite reflexionar sobre temas polémicos sin ser polémico; Pensar en donar órganos, aplicar la eutanasia, hablar de violaciones, de venganzas, de coleccionar objetos poco convencionales para traer la denominada "Buena suerte", pensar en el desarraigo y en el no poseer nada o en el encontrar espíritus y a la vez aquietar o inquietar su propio ser; creo que de una u otra forma en algún momento estos temas han estado en las conversaciones y han mostrado las breves diferencias en el ejercicio de aferrarnos a lo que creemos. Estos cuentos no son historias convencionales son justo esa combinación de humor negro para los hechos que nos duelen y que amargamente cubrimos con un poco de ironía para hacerlos mas llevaderos. Un excelente libro que vale la pena leer.
2.5 y la culpa es mía. Algunas historias me gustaron, de hecho la Mayoría. Sin embargo, no puedo hacer clic con un libro de historias cortas, nunca he podido. Las historias cortas casi siempre me dejan un sinsabor, sobretodo si me gustan, ya que no me dan tiempo de crear lazos con los personajes y las situaciones. Insisto, es culpa mía, la autora escribe muy bonito y muy bien; pero es que estas tipo de compendios no se hicieron para mí.
Encantado con su calidad narrativa, las atmósferas que se crean se sienten tan tensas, especiales, sobrecargadas de un sentimiento de nostalgia difícil de explicar. Lo único a mejorar sería el desarrollo de ciertas historias que culminan en puntos un poco vacíos y sueltos.
Lo sentí como una oda a la familia, aunque no una ortodoxa en la que se exalta y romantiza todo lo bueno de tan fraternales vínculos, sino una con tintes realistas y hasta distopicos en las que la que las pérdidas, los olvidos voluntarios e involuntarios, el adiós o los rencores también tienen cabida. Todo esto mediado por una narrativa que incluye, de una manera muy directa aunque no sobreactuada, el costumbrismo (la ruralidad como paisaje), lo paranormal (brujeria y menjurges) y los secretos del inconsciente (lo que callan más mujeres, como el acoso sexual), todas variables que hacen parte de los círculos familiares latinoamericanos. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ Son doce cuentos independientes, aunque es imposible notar que hay ciertos sutiles conectores entre ellos: algunos nombres, algunos personajes, algunos escenarios que se repiten y que sugieren que se está frente a una novela de relatos e incluso una auto ficcionada.
*** Anoche terminé de leer su libro en el avión. Hoy, buscando saber más de la autora, me encuentro con que hace meses sigo su cuenta de IG motivado por las magníficas fotografías que publica, ignorando que era escritora, ignorando que "la conocía" (como se pueden conocer a las personas en redes), ignorando que acababa de leerla. Puede parecer una anécdota insignificante, pero me gustan mucho esas casualidades literarias. A ella también le gustó, según respondió. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ De la Lina escritora no sabía nada. Su libro lo encontré ojeando uno de los estantes de la librería de la esquina. El nombre de la escritora me gustó, siendo homónima a mi hermana, y que fuera una escritora nueva (ese era su segundo libro de cuentos) y de un país Andino, se adaptaba perfectamente a mi antojo literario del 2023. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ Ahora sé que ella es una de las fundadoras de la editorial Atarraya, que sus escritos tienden a cuestionar las percepciones sociales de lo correcto y a narrar lo innarrable, lo desacomodado y lo incómodo, aunque no siempre de manera necesariamente intencional. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ Hoy tengo una razón más para seguirla. Y que lindas son las coincidencias literarias.
"Mensaje al futuro" es uno de mis cuentos favoritos de Lina incluido en este libro. Esta es la sensación que desarrolla el cuento de Lina María Parra: la extrañeza o la angustia que produce verse y no reconocerse. Ver fotos y vídeos de nuestra infancia y no recordar ese yo que fuimos. No recordar la manera como nos anclábamos al mundo, en parte porque un dispositivo nos grabó y alteró también nuestra memoria: qué tanto de lo que recordamos fue visto por nuestros propios ojos o por el lente de una cámara. La nostalgia por un pasado que no tuvimos o la nostalgia por una posibilidad de futuro que se cierra ante un indudable y único presente: es como llenarnos de aire o de agua cuando tenemos hambre, la saciedad es una ilusión y enseguida el estómago nos recuerda su ardor y vacío. Leo este cuento y también me pregunto cómo me imaginaban los demás cuando era niña, si aquellas posibilidades encajan en lo que soy ahora. Si la que fui se imaginaba como yo. También recuerdo una escena de la película Lady Bird, cuando la protagonista sale del vestidor y le pregunta a su mamá que qué pasaría si esta es quizás la mejor versión de hija que ella pueda tener.
Los títulos de estos cuentos me generaron unas imágenes muy evocativas, tal vez un poco engañosas porque yo esperaba algo más literal respecto a los títulos, pero ese es un gran logro: formar imágenes muy poderosas a partir de un acto o un momento cotidiano. En estos cuentos hay muchas imágenes, muchas realidades, muchas situaciones que yo creo entender por lo cercanas que me parecen muchas de ellas (no todas), y entre más avanzamos en el libro encontramos cuentos cada vez más personales, más sensibles, de un mundo que habitamos pero que no hemos visto con los códigos que nos muestran todos los cuentos.
Como en su libro anterior, en los cuentos de Lina Parra se asoman el miedo, la enfermedad y, en este sobre todo, ese toque de brujería que me hace sentir que estoy escuchando a una señora vieja de pueblo contándome historias justo cuando la oscuridad va cayendo sobre el día. Me gusta su forma de narrar, aunque a veces algunos relatos parecen quedar en punta, como si el final no acabará de llegar, dejando una leve sensación de orfandad. Los inicios de cada relato son buenos, como este: "Tengo en mis manos la lista de tus órganos. Los que serán donados".
"Aquí no pasa nada", "Llueven piedras" y "Flores para María" fueron los cuentos que me hicieron sentir algo más, lo suficiente para pasar de tres a cuatro estrellas.
El final de todos los cuentos deja mucho que desear, yo espero la sensación de vacío (casi de enamoramiento) cuando leo, pero pocas veces lo sentí. Aun así, es bueno, es ligero y agradable para una tarde de domingo.
Me duele decir que vi varios errores ortográficos. Espero que Animal Extinto los arregle en el futuro. Es una editorial que aprecio mucho.
Me gusta el vínculo que estos cuentos tienen con el cuerpo y con esos cuerpos en los espacios. Dientes, estómagos, un cráneo, vitíligo, cáncer, espejos, ventanas, sábanas, una casa de veraneo, Japón. Mientras leía pensaba en todas las posibilidades que nos ofrecen esos espacios para construir una historia, pero aún así en cualquier lugar parecen aquejarnos los mismos miedos. En Colombia o en Chile nos aferramos a esa infancia casi transparente que se deforma en la memoria. Lo disfruté tantísimo.
Los cuentos de este libro son entretenidos, aunque no conecté con varios. Es la primera vez que leo a Lina María Parra y me pareció una buena narradora. Los cuentos que me gustaron: “Aquí no pasa nada” (para mí, el mejor del libro), “Caminar sobre la nieve”, “Llueven piedras” y ”Llorar sobre leche derramada”.
Esta edición, lamentablemente, tiene varios errores de puntuación. Creo que hizo falta una edición más juiciosa en algunas partes.
Encuentro en la autora una sensibilidad de la nostalgia muy bien hilada. Dan ganas de saber más de cada historia, eso es innegable. A algunos cuentos siento que les faltó un poco de matices en la acción narrativa o en la exploración de dicha sensibilidad, pero en general siento que funcionan bastante bien y me transportan al espacio con sus personajes.
Llorar sobre leche derramada es un libro pequeño en tamaño pero con una inmensa resonancia emocional. En estas páginas hay una mezcla de memoria, duelo, cuerpo, maternidad, raíces y deseo. Entiendo que a lo que nombra llorar es la afirmación radical del derecho a sentir profundamente incluso aquello que otrxs podrían considerar “un sinsentido”. Llorar aquí es político, íntimo y bello.
Cada una de estas historias me despertó un recuerdo. Cada una me habló a su manera. Y ese tacto, ese sentir cercano lo que alguien más imaginó, es la magia absoluta de la literatura. Qué voz poderosa la de Lina María Parra.