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Feria
Ana Iris creció escuchando a sus abuelos el relato de dos mundos que se desvanecen. Unos, feriantes, quejándose de que cada vez tenían más trampas y menos perras, porque a medida que la vida se convertía en una feria —la de las vanidades—, la auténtica feria dejaba de tener sentido. Los otros abuelos, campesinos, le transmitieron el arraigo mágico de la tierra. Y fue ese abuelo el que la llevó un día a un almendro y le dijo que lo había plantado él, así que pa ella era su sombra.
Feria es una oda salvaje a una España que ya no existe, que ya no es. La que cabía en la foto que llevaba su abuelo en la cartera con un gitano a un lado y al otro un Guardia Civil. Un relato deslenguado y directo de un tiempo no tan lejano en el que importaba más que los niños disfrutaran tirando petardos que el susto que se llevasen los perros. También es una advertencia de que la infancia rural, además de respirar aire puro, es conocer la ubicación del puticlub y reírse con el tonto del pueblo. Un repaso a las grietas de la modernidad y una invitación a volver a mirar lo sagrado del mundo: la tradición, la estirpe, el habla, el territorio. Y a no olvidar que lo único que nos sostiene es, al fin, la memoria.
«Tendré que llevarte al cerro de la Virgen y tendré que decirte que eso es La Mancha y que es de esa tierra naranja de donde venimos, que ese manto de esparto que no acaba nunca es lo que eres. Tendré que explicarte lo que es un Pueblo y sabrás que el nuestro está atravesado por tres realidades: la ausencia total de relieve, el Quijote y el viento. Tendré que recordarte que eres nieto de familia postal, bisnieto de campesinos y feriantes, tataranieto de carabinero exiliado y de quincallera, y que sientas entonces que eres heredero de una raza mítica».
Feria es una oda salvaje a una España que ya no existe, que ya no es. La que cabía en la foto que llevaba su abuelo en la cartera con un gitano a un lado y al otro un Guardia Civil. Un relato deslenguado y directo de un tiempo no tan lejano en el que importaba más que los niños disfrutaran tirando petardos que el susto que se llevasen los perros. También es una advertencia de que la infancia rural, además de respirar aire puro, es conocer la ubicación del puticlub y reírse con el tonto del pueblo. Un repaso a las grietas de la modernidad y una invitación a volver a mirar lo sagrado del mundo: la tradición, la estirpe, el habla, el territorio. Y a no olvidar que lo único que nos sostiene es, al fin, la memoria.
«Tendré que llevarte al cerro de la Virgen y tendré que decirte que eso es La Mancha y que es de esa tierra naranja de donde venimos, que ese manto de esparto que no acaba nunca es lo que eres. Tendré que explicarte lo que es un Pueblo y sabrás que el nuestro está atravesado por tres realidades: la ausencia total de relieve, el Quijote y el viento. Tendré que recordarte que eres nieto de familia postal, bisnieto de campesinos y feriantes, tataranieto de carabinero exiliado y de quincallera, y que sientas entonces que eres heredero de una raza mítica».
232 pages, Paperback
First published September 29, 2020
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About the author
Ana Iris Simón
5 books146 followersAna Iris Simón nació el 2 de junio de 1991 en Campo de Criptana, en La Mancha ciudadrealeña, donde vivió su primer año de vida. Posteriormente vivió en Noblejas, pero fundamentalmente creció en Ontígola, ambos pueblos de la provincia de Toledo, siguiendo los destinos laborales de sus padres, de profesión carteros. Siguió vinculada a Campo de Criptana, donde residían sus cuatro abuelos, aunque su abuela materna procedía de Castuera (Badajoz) y su abuelo materno de Albacete, siendo ambos feriantes.
Estudió en los colegios públicos Virgen del Rosario de Ontígola y Vicente Aleixandre de Aranjuez, y en el IES Alpajés de esta última localidad, en la que trabajaba su padre. En Aranjuez estudió Comunicación Audiovisual y Periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos y después se mudó a Madrid. Fue redactora de Telva y posteriormente de Vice España, donde escribía principalmente sobre política, derechos sociales, música y cuestiones de género, así como guionista en Playz de RTVE.
En octubre de 2020 se publicó Feria, su ópera prima, que rápidamente se convirtió en un fenómeno editorial.
El 22 de mayo de 2021 fue invitada como oradora al Palacio de la Moncloa en un acto enmarcado en el programa Reto Demográfico del documento España 2050 contra la despoblación frente al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ante el fenómeno de la España Vaciada. Su discurso, fuertemente crítico, se tornó viral y suscitó un amplio debate. Desde septiembre del mismo año es columnista semanal del diario El País. Es una fuerte crítica del progresismo, al que ha descrito como una huida hacia adelante.
Vive en Aranjuez y tiene un hijo junto a su pareja, el politólogo Hasel-Paris Álvarez.
Estudió en los colegios públicos Virgen del Rosario de Ontígola y Vicente Aleixandre de Aranjuez, y en el IES Alpajés de esta última localidad, en la que trabajaba su padre. En Aranjuez estudió Comunicación Audiovisual y Periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos y después se mudó a Madrid. Fue redactora de Telva y posteriormente de Vice España, donde escribía principalmente sobre política, derechos sociales, música y cuestiones de género, así como guionista en Playz de RTVE.
En octubre de 2020 se publicó Feria, su ópera prima, que rápidamente se convirtió en un fenómeno editorial.
El 22 de mayo de 2021 fue invitada como oradora al Palacio de la Moncloa en un acto enmarcado en el programa Reto Demográfico del documento España 2050 contra la despoblación frente al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ante el fenómeno de la España Vaciada. Su discurso, fuertemente crítico, se tornó viral y suscitó un amplio debate. Desde septiembre del mismo año es columnista semanal del diario El País. Es una fuerte crítica del progresismo, al que ha descrito como una huida hacia adelante.
Vive en Aranjuez y tiene un hijo junto a su pareja, el politólogo Hasel-Paris Álvarez.
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May 24, 2021
No era para mí. Esperaba una retrospectiva de los orígenes rurales de una generación que ha nacido y crecido a caballo de la gran ciudad y el campo, pero en la que cupieran tanto luces como sombras, tanto virtudes como miserias. Y no ha sido así. Entiendo el proyecto, y creo que funciona y tiene sentido y es coherente, emociona, es verdad, pero en mi opinión acaba idealizando y romantizando algo que tenemos que poner sobre la mesa, sí, la pobreza endémica de ciertas regiones de España, la falsa promesa del progreso y el choque brutal de los milenials con el siglo XXI, pero no solo como excusa para entonar que "cualquier tiempo pasado nos parece mejor", sino para denunciar las diferencias, las jerarquías, los abismos de oportunidades. No sé. Me alegro de que libros de gente joven con la que comparto año de nacimiento triunfe, y de que se presuma de raíces, de familia, pero como hijo de padres sin estudios, y nieto de abuelos que apenas sí sabían leer o escribir, me resulta forzada y tosca esa oda al campo y la tierra, porque todo aquel que haya compartido esa tierra y ese campo sabe que puede ser un mito, sí, en parte leyenda, pero también maldición.
March 22, 2021
Lo peor del libro es esa impresión de estar leyendo, tanto en la forma como en el fondo, un artículo de un periodista cultural medio de la prensa digital española, pero con una extensión de doscientas páginas: esa prosa de sobremesa, frívola y desaliñada, que denota la ausencia de una mínima reflexión estilística sobre el lenguaje; esos torpes intentos por entreverar pasajes pretendidamente líricos sobre el medio rural en un discurso repleto de fáciles coloquialismos; esas constantes caracterizaciones de los personajes a través de los productos culturales que consumen, de la música que escuchan o las marcas que compran; esa sensación, en definitiva, de que la autora no ha sido capaz de desprenderse de los esquemas mentales propios de la "lumpen-burguesía" que describe y critica (los "millennials" ya crecidos que prefirieron vivir desordenadamente en Malasaña a tener una vida más tradicional en sus pueblos de origen) hacen de "Feria" no un deliberado retrato generacional, como algunos dicen, sino, más bien, un inesperado autorretrato de un sector de esa generación que busca su identidad en la nostalgia por una imagen de la España rural y tradicional cuya evocación desde la España urbana y moderna suena inevitablemente falsa.
March 4, 2021
Un homenaje precioso a su familia pero han sido doscientas páginas con miedo a leer que ya no se pueden hacer chistes de mariquitas.
Qué pereza me dan estas justificaciones de que «todo lo pasado es mejor» o de que «vivimos en la dictadura de la corrección».
Qué pereza me dan estas justificaciones de que «todo lo pasado es mejor» o de que «vivimos en la dictadura de la corrección».
June 13, 2021
No sé que me ha molestado más si el tono naif de todo el libro, el estilo con el que está escrito de niño de 5 años contándote su verano de carrerilla en infinitas frases unidas por la conjunción y junto al uso de la repetición de “ideas clave” que suenan a tonadilla y que aburren a la tercera vez que las lees o el pestazo a naftalina que tiene todo el libro. No comento el discurso porque es básicamente el mismo que fue a dar con mogollón de altavoces y no merece la pena.
Seguiré prefiriendo una España en la que tenga cabida el hombre blandengue, no tener hijos, usar el Satisfyer, tratar mejor a los animales, los chicos que quieren ser chicas y “liberal” que perrea hasta el subsuelo haciendo la revolución aunque nos tengamos que quedar sin ferias por ello.
Seguiré prefiriendo una España en la que tenga cabida el hombre blandengue, no tener hijos, usar el Satisfyer, tratar mejor a los animales, los chicos que quieren ser chicas y “liberal” que perrea hasta el subsuelo haciendo la revolución aunque nos tengamos que quedar sin ferias por ello.
February 14, 2021
Madre mía Impresionante, que manera de atrapar esta lectura, te va relatando su niñez, parte de su juventud y parte del presente, anécdotas de sus abuelos y padres, con chispazos de la España pasada y presente.
Una brutal e intensa forma de contar vivencias, recuerdos, sentimientos y emociones de su vida y la de los suyos con breves pero intensas puntillas de España, narrándolo muy sutilmente.
Leyendo este libro no dirías que esta chica tiene la edad que tiene, parece una persona que ha vivido mucho.
Cuando la oí por la radio con mi locutor favorito y una de mis personas favoritas, me quedé maravillada de como hablaba y se expresaba y pensé que sería una especie de ensayo, pero me encontré con una exquisita novela.
En esta lectura solo encontré un minúsculo fallo sin importancia, un error de expresión, es un fallo que me doy cuenta de que muchísima gente lo comete, no tiene ninguna importancia, porque por lo demás es una escritura y narración maravillosa, una verdadera joyita, fantástica expresándose y relatando esta joven muchacha.
Me encanta como habla y describe a la Ana Mari.
Fue una lectura muy satisfactoria de la que salí aprendiendo muchísimas cosas, y me lleno muchísimo.
Pero nunca olvidéis que la historia que cuenta un libro no siempre es igual.
Extractos del libro:
Si lo que más me gustaba era escribir sobre la familia y la costumbre quizá es que lo que me gustaba no era escribir, sino la familia y la costumbre.
De cartero no se trabajaba, cartero se era; lo aprendí porque él me decía que éramos una familia postal.
Porque la Ana Mari es como el universo: se expande.
Una brutal e intensa forma de contar vivencias, recuerdos, sentimientos y emociones de su vida y la de los suyos con breves pero intensas puntillas de España, narrándolo muy sutilmente.
Leyendo este libro no dirías que esta chica tiene la edad que tiene, parece una persona que ha vivido mucho.
Cuando la oí por la radio con mi locutor favorito y una de mis personas favoritas, me quedé maravillada de como hablaba y se expresaba y pensé que sería una especie de ensayo, pero me encontré con una exquisita novela.
En esta lectura solo encontré un minúsculo fallo sin importancia, un error de expresión, es un fallo que me doy cuenta de que muchísima gente lo comete, no tiene ninguna importancia, porque por lo demás es una escritura y narración maravillosa, una verdadera joyita, fantástica expresándose y relatando esta joven muchacha.
Me encanta como habla y describe a la Ana Mari.
Fue una lectura muy satisfactoria de la que salí aprendiendo muchísimas cosas, y me lleno muchísimo.
Pero nunca olvidéis que la historia que cuenta un libro no siempre es igual.
Extractos del libro:
Si lo que más me gustaba era escribir sobre la familia y la costumbre quizá es que lo que me gustaba no era escribir, sino la familia y la costumbre.
De cartero no se trabajaba, cartero se era; lo aprendí porque él me decía que éramos una familia postal.
Porque la Ana Mari es como el universo: se expande.
October 16, 2021
Pues ojalá pudiese decir otra cosa, pero este libro me ha cabreado. Mucho.
Y no es sólo porque no comparta la tesis que la autora plantea en el libro (que de partida me pareció bastante interesante) , sino porque lo hace de una forma que me ha resultado completamente irritante, con pocos argumentos y mucha superioridad moral.
El libro pretende (que no consigue) ser una oda a lo rural, una vuelta a los orígenes, una crítica al progreso. Pero se queda en un mero intento porque lo hace de una manera frívola y superficial. Porque si profundizase un poco, habría planteado la dureza de la vida rural para aquellos colectivos que se salen de la norma (diversidad funcional, diversidad sexual, diversidad racial), habría distinguido entre progreso económico (ese que se carga el planeta, gentrifica las ciudades, precariza el empleo juvenil y concentra la riqueza en pocas manos) y progreso social (ese que permite que la diversidad sea bien acogida y los derechos humanos respetados) y hablado de lo infradotados que están los pueblos rurales en lo que a servicios públicos se refiere.
Así quizás hubiese evitado caer en un retrato simplista y, por cierto, bastante impostado, de la España rural de los 90.
La verdad que tenía cierta esperanza en que el libro fuese un retrato justo de la generación millenial, una generación que vive peor que sus padres, pero también una generación más politizada, sensible a los problemas sociales, respetuosa con la diferencia y luchadora. Pero sólo me ha parecido un panfleto bastante flojo y rancio que critica el Satisfyer y la militancia política pero aplaude una España tradicionalista (que no tradicional) y carca que, ojalá, no vuelva nunca.
Y no es sólo porque no comparta la tesis que la autora plantea en el libro (que de partida me pareció bastante interesante) , sino porque lo hace de una forma que me ha resultado completamente irritante, con pocos argumentos y mucha superioridad moral.
El libro pretende (que no consigue) ser una oda a lo rural, una vuelta a los orígenes, una crítica al progreso. Pero se queda en un mero intento porque lo hace de una manera frívola y superficial. Porque si profundizase un poco, habría planteado la dureza de la vida rural para aquellos colectivos que se salen de la norma (diversidad funcional, diversidad sexual, diversidad racial), habría distinguido entre progreso económico (ese que se carga el planeta, gentrifica las ciudades, precariza el empleo juvenil y concentra la riqueza en pocas manos) y progreso social (ese que permite que la diversidad sea bien acogida y los derechos humanos respetados) y hablado de lo infradotados que están los pueblos rurales en lo que a servicios públicos se refiere.
Así quizás hubiese evitado caer en un retrato simplista y, por cierto, bastante impostado, de la España rural de los 90.
La verdad que tenía cierta esperanza en que el libro fuese un retrato justo de la generación millenial, una generación que vive peor que sus padres, pero también una generación más politizada, sensible a los problemas sociales, respetuosa con la diferencia y luchadora. Pero sólo me ha parecido un panfleto bastante flojo y rancio que critica el Satisfyer y la militancia política pero aplaude una España tradicionalista (que no tradicional) y carca que, ojalá, no vuelva nunca.
July 17, 2021
Vuelve lo rancio.
January 3, 2022
Feria (2020), de la periodista Ana Iris Simón (1991-), no es una novela al uso. Se podría entender como relatos costumbristas e incluso de no ficción, porque se trata de escenas superpuestas de la vida personal de la autora, recuerdos de su infancia, de su familia, y de las relaciones entre ellos. Sus ideas, su modo de vida y cómo se enfrentaban al mundo que les había tocado vivir. Es decir: personas comunes y hechos cotidianos envueltos en la cultura popular de finales del siglo XX.
En conjunto, Ana Iris Simón, desde su situación personal actual, poco halagüeña a nivel práctico, parece pregonar el fracaso de la modernidad, de la globalización, del individualismo exacerbado y se pregunta si ha merecido la pena olvidar aquellos valores de solidaridad, de ayuda familiar, de roles preestablecidos o, sencillamente, de simplicidad que en aquella época existían. Si el supuesto progreso actual es tan maravillos como creemos. Evolución o involución, esa es la cuestión.
He intentado no entender esta obra como un elogio a la premodernidad y verla solo como un retrato de una época que algunos conocimos y que en cierto modo hemos olvidado difuminada entre los nuevos aires globalizadores que se colaron por las fronteras abiertas, la proletarización de los transportes, con el consiguiente conocimiento de otras gentes y otras culturas, o por esa inmensa ventana al mundo que es Internet. Pero, finalmente, y a pesar de sentir cierta sinceridad en la autora, la falta de suficientes contrapuntos a las ideas propuestas, creo que revelan una única dirección que invalida su planteamiento y lo reduce a una mera opinión personal.
Y no seré yo quien esté de acuerdo con la autora. En mi opinión, la supuesta felicidad de las personas en esa época era más bien una aceptación de la situación que les había tocado vivir debido a la ignorancia de otros tipos de existencia o a la imposibilidad de cambio alguno. Es decir: resignación. Es innegable que actualmente hay muchas cosas que funciona mal (muy mal), pero para mí todo queda empequeñecido ante una sola palabra: elección.
Feria se circunscribe principalmente a La Mancha y su familia de feriantes. Por este motivo, el léxico es eminentemente coloquial, adecuado al momento, a la clase social de los personajes y, sobre todo, al lugar donde se desarrolla. Un lenguaje repleto de palabras jergales, localismos, dichos o chascarrillos y referencias al paradigma sociocultural de esos años. Y, aunque la prosa de la autora no resulta difícil de leer, me ha parecido demasiado simplista y lineal, a veces repetitiva y, en conjunto, desprovista tanto de unidad, como de finalidad.
Estamos ante una obra escrita desde la emotividad y el desencanto pero carente de los elementos necesarios para lo que yo considero un texto completo. Aunque esto no sea excusa para que aquellos a quienes les agrade el particularismo puedan disfrutar de lo que cuenta Ana Iris Simón.
En conjunto, Ana Iris Simón, desde su situación personal actual, poco halagüeña a nivel práctico, parece pregonar el fracaso de la modernidad, de la globalización, del individualismo exacerbado y se pregunta si ha merecido la pena olvidar aquellos valores de solidaridad, de ayuda familiar, de roles preestablecidos o, sencillamente, de simplicidad que en aquella época existían. Si el supuesto progreso actual es tan maravillos como creemos. Evolución o involución, esa es la cuestión.
He intentado no entender esta obra como un elogio a la premodernidad y verla solo como un retrato de una época que algunos conocimos y que en cierto modo hemos olvidado difuminada entre los nuevos aires globalizadores que se colaron por las fronteras abiertas, la proletarización de los transportes, con el consiguiente conocimiento de otras gentes y otras culturas, o por esa inmensa ventana al mundo que es Internet. Pero, finalmente, y a pesar de sentir cierta sinceridad en la autora, la falta de suficientes contrapuntos a las ideas propuestas, creo que revelan una única dirección que invalida su planteamiento y lo reduce a una mera opinión personal.
Y no seré yo quien esté de acuerdo con la autora. En mi opinión, la supuesta felicidad de las personas en esa época era más bien una aceptación de la situación que les había tocado vivir debido a la ignorancia de otros tipos de existencia o a la imposibilidad de cambio alguno. Es decir: resignación. Es innegable que actualmente hay muchas cosas que funciona mal (muy mal), pero para mí todo queda empequeñecido ante una sola palabra: elección.
Feria se circunscribe principalmente a La Mancha y su familia de feriantes. Por este motivo, el léxico es eminentemente coloquial, adecuado al momento, a la clase social de los personajes y, sobre todo, al lugar donde se desarrolla. Un lenguaje repleto de palabras jergales, localismos, dichos o chascarrillos y referencias al paradigma sociocultural de esos años. Y, aunque la prosa de la autora no resulta difícil de leer, me ha parecido demasiado simplista y lineal, a veces repetitiva y, en conjunto, desprovista tanto de unidad, como de finalidad.
Estamos ante una obra escrita desde la emotividad y el desencanto pero carente de los elementos necesarios para lo que yo considero un texto completo. Aunque esto no sea excusa para que aquellos a quienes les agrade el particularismo puedan disfrutar de lo que cuenta Ana Iris Simón.
February 23, 2021
la semana pasada estuve un poco regular y este libro me hizo llorar cuatro veces. no lo compren porque hace llorar y las lágrimas hacen que se te deshaga entre los dedos
January 29, 2021
Como leer hacia el pasado y hacia el futuro. El ritmo de Ana Iris Simón es hipnótico. En cuanto a fondo: un punto y seguido a la escritura memorística-política de su generación y una reescritura de La Mancha sin caer en clichés, o quizá cayendo, pero sólo para reventarlos y reinventarlos.
May 14, 2021
¿Lo podía haber escrito alguien de VOX? Sí. ¿Lo he disfrutado? Pues muchísimo.
June 16, 2021
Tengo sentimientos muy encontrados con esta lectura ya que adoro momentos en los que habla de su familia pero me dan casi asco capítulos en los que habla de sus ideales (véase "toda mujer ama a un fascista").
Y todo el libro me lo he pasado así, entre el amor y el asco. El amor por sus abuelas, el asco porque ella misma diga que rezaba para que su hermano fuera fuerte (escondiendo en esas palabras un "por Dios que no sea gay"), el amor por su padre y su Ana Mari, el asco por hablar de mí y mi generación como "hombres blandengues" y lanzar ideas al papel que resultan de un gran desentendimiento de lo que es el feminismo.
Una historia de costumbrismo, una escritora muy manchega y muy representante de lo que yo conozco de La Mancha. No sé ni ponerle nota porque no sé ni lo que siento por el libro....igual que no sé lo que siento por todas esas personas de mi generación que hablan igual que ella y me hacen ver que no avanzamos.
Y todo el libro me lo he pasado así, entre el amor y el asco. El amor por sus abuelas, el asco porque ella misma diga que rezaba para que su hermano fuera fuerte (escondiendo en esas palabras un "por Dios que no sea gay"), el amor por su padre y su Ana Mari, el asco por hablar de mí y mi generación como "hombres blandengues" y lanzar ideas al papel que resultan de un gran desentendimiento de lo que es el feminismo.
Una historia de costumbrismo, una escritora muy manchega y muy representante de lo que yo conozco de La Mancha. No sé ni ponerle nota porque no sé ni lo que siento por el libro....igual que no sé lo que siento por todas esas personas de mi generación que hablan igual que ella y me hacen ver que no avanzamos.
May 30, 2021
Decidí leer Feria porque fue el elegido en un club de lectura en el que estaba. Confieso que tenía muchas ganas de leerlo: solo había leído y escuchado cosas buenas de él. Me chirriaba -mucho, muchísimo- que recibiera tantas alabanzas por parte de ciertos columnistas, pero bueno, fui a por él*. Creo que es necesario leer a escritores de la generación de uno, saber qué y cómo piensan, es útil y enriquecedor.
El libro es ella y su entorno, es bonito conocer su historia, cuánto se quiere a la familia, lo necesaria que es, conocer cómo son esos personajes, las manías, los “me cago en todos los santos en hilera”, el ser manchego... Me gustó mucho la relación que tiene con sus padres, muchas páginas que les dedica, a ellos y a sus abuelos. Pero tiene unos tintes de nostalgia que tiran demasiado para atrás: sobre inmigración, sobre la masculinidad, sobre “lo diferente” que era su hermano, sobre “la moto vendida sobre la incorporación de la mujer al mercado laboral”(???), etcétera. Con todo esto entendí por qué gustaba tanto a determinada gente. Creo que es un discurso algo peligroso.
*Lo abandoné. Lo dejé después de que hablara de “tíos tíos”, “el hombre blandengue” y de que “los hombres deconstruidos son una filfa serrana”, pero tras el discurso de la autora en La Moncloa y todo lo que se ha montado alrededor, decidí retomarlo y terminarlo.
El libro es ella y su entorno, es bonito conocer su historia, cuánto se quiere a la familia, lo necesaria que es, conocer cómo son esos personajes, las manías, los “me cago en todos los santos en hilera”, el ser manchego... Me gustó mucho la relación que tiene con sus padres, muchas páginas que les dedica, a ellos y a sus abuelos. Pero tiene unos tintes de nostalgia que tiran demasiado para atrás: sobre inmigración, sobre la masculinidad, sobre “lo diferente” que era su hermano, sobre “la moto vendida sobre la incorporación de la mujer al mercado laboral”(???), etcétera. Con todo esto entendí por qué gustaba tanto a determinada gente. Creo que es un discurso algo peligroso.
*Lo abandoné. Lo dejé después de que hablara de “tíos tíos”, “el hombre blandengue” y de que “los hombres deconstruidos son una filfa serrana”, pero tras el discurso de la autora en La Moncloa y todo lo que se ha montado alrededor, decidí retomarlo y terminarlo.
September 1, 2021
Como muchos ya sabréis, esta es una novela que habla de raíces, de tradición, y de la importancia de valorar los lazos comunitarios y familiares. De eso nos habla Ana Iris Simón, una hija de carteros y nieta de bisuteros y feriantes, crecida en un pequeño pueblo de la Mancha allá por los años noventa.
Esta obra autobiográfica rinde memoria a un mundo periclitado y sepultado bajo las vías de la alta velocidad. En el fondo, es un alegato contra las ilusiones de modernidad y el mito del progreso. Algunos de los apóstoles de esa modernidad han estallado de rabia y han tachado a la autora de conservadora o, peor aún, de rancia por defender los valores familiares, el rol tradicional asociado a los hombres, el respeto a las tradiciones y creencias de los abuelos (con toda su beatería). En mi opinión, la mayoría de esas críticas han sido injustas. Ana Iris Simón es sincera e inteligente en lo que defiende y tiene argumentos para hacerlo (sus planteamientos no están lejos de sociólogos como Richard Sennett o Richard Bauman, o incluso de las profecía de James Petras en las que avisaba que las siguientes generaciones vivirían peor que sus padres).
Si no me molesta esta apología del mundo rural o de lo folclórico, no puedo decir lo mismo del estilo. En Feria detecto los mismos tics de los que adolece mucha de la novelística actual española: un estilo artificiosamente coloquial, historias basadas en experiencias inmediatas, locales o biográficas y que se envuelven o precintan como literatura (lo que a mí me parece como costumbrismo de escaso eco o profundidad), excesiva querencias por las copulaciones, coloquialismos y otro tipo de manierismos y condimentos que dan una falsa impresión de narración ágil y chispeante.
El problema no es que existan este tipo de obras (tiene que haber de todo) sino en que en este ecosistema en el que convivimos lectores, críticos e industria hayamos dado carta de naturaleza a lo que difícilmente tendría que considerarse literatura.
Esta obra autobiográfica rinde memoria a un mundo periclitado y sepultado bajo las vías de la alta velocidad. En el fondo, es un alegato contra las ilusiones de modernidad y el mito del progreso. Algunos de los apóstoles de esa modernidad han estallado de rabia y han tachado a la autora de conservadora o, peor aún, de rancia por defender los valores familiares, el rol tradicional asociado a los hombres, el respeto a las tradiciones y creencias de los abuelos (con toda su beatería). En mi opinión, la mayoría de esas críticas han sido injustas. Ana Iris Simón es sincera e inteligente en lo que defiende y tiene argumentos para hacerlo (sus planteamientos no están lejos de sociólogos como Richard Sennett o Richard Bauman, o incluso de las profecía de James Petras en las que avisaba que las siguientes generaciones vivirían peor que sus padres).
Si no me molesta esta apología del mundo rural o de lo folclórico, no puedo decir lo mismo del estilo. En Feria detecto los mismos tics de los que adolece mucha de la novelística actual española: un estilo artificiosamente coloquial, historias basadas en experiencias inmediatas, locales o biográficas y que se envuelven o precintan como literatura (lo que a mí me parece como costumbrismo de escaso eco o profundidad), excesiva querencias por las copulaciones, coloquialismos y otro tipo de manierismos y condimentos que dan una falsa impresión de narración ágil y chispeante.
El problema no es que existan este tipo de obras (tiene que haber de todo) sino en que en este ecosistema en el que convivimos lectores, críticos e industria hayamos dado carta de naturaleza a lo que difícilmente tendría que considerarse literatura.
December 21, 2020
És precioso, porque habla de las cosas pequeñas, de las importantes, de la familia que tanto nos ha dado por decir que es liquida y que todo es liquido y que entonces no importa y bla bla bla. Pues mira, aquí te viene Ana Iris y te dice "oke, muy guay eso de ser moderno, pero quien eres?" y tu te quedas ahí un poco en plan pensando en tus veranos en el pueblo y en la iaia y en su iaia y en su madre a la que no llama mama sino Ana Mari. Y su padre es un hombre tan puro, y sus 17 primos y nosecuantos tíos y supongo que todo lo que cuenta, porque lo cuenta con mucha verdad y sin necesitar ponerse a ella en el centro. Esto me está quedando muy largo pero no pasa nada. También habla de Gonzalo y de sus otros amigos que no conozco pero que estoy segura que también han de ser personas excepcionales.
April 29, 2021
Es una fascistada de principio a fin. Invertid vuestro dinero en cañas o helados.
August 25, 2022
Lo único que salvo de este libro es el consejo involuntario que da sobre no mezclar lejía con disolventes para limpiar el baño.
March 4, 2021
Ana Iris Simón recurre a los recuerdos de su infancia en el pueblo de Ontígola (Toledo) junto a su numerosa familia para dar forma a una serie de reflexiones que ya valían entonces y le siguen valiendo a sus treinta años.
No es una valoración fácil. Aquí se mezcla lo novedoso en la forma y en los temas que Ana Iris trae a la palestra, contrastando con una trama un tanto escasa. Lo justo sería decir que 'Feria' está a medio camino entre una biografía y una reflexión desde lo sencillo. La autora describe con minuciosidad a varios miembros de su familia del pueblo y analiza ciertas costumbres con las que aprendió a tomar contacto con la realidad cuando aún era una niña. En algunas ocasiones habla desde el presente, desde la vida precaria de una joven, ya que el fin último del libro es cuestionar el estilo de vida que nos han intentado vender en las últimas dos décadas: se han dado mucho valor a ideales quitando toda la base que hace posible sobrevivir en el día a día para poder pararse a pensar en esos ideales. Y todo se tambalea.
Sí que resulta interesante constatar que Ana Iris no tiene reparos al destrozar clichés y que es capaz de desvirtuar los constructos modernos desde el punto de vista de una persona de pueblo, quien cree en el valor de lo real más allá de lo intangible. El lector hallará no pocas sorpresas en lo valiente de algunos planteamientos. Sin embargo, cabe pensar si esta era la mejor forma de hacerlo. Da la sensación de ser un libro demasiado personal, lleno de familiares y entornos íntimos, donde las reflexiones acertadas sufren casi por azar. Se nota el cariño de Ana Iris al hablar apasionadamente de su familia, depende del lector empatizar.
No es una valoración fácil. Aquí se mezcla lo novedoso en la forma y en los temas que Ana Iris trae a la palestra, contrastando con una trama un tanto escasa. Lo justo sería decir que 'Feria' está a medio camino entre una biografía y una reflexión desde lo sencillo. La autora describe con minuciosidad a varios miembros de su familia del pueblo y analiza ciertas costumbres con las que aprendió a tomar contacto con la realidad cuando aún era una niña. En algunas ocasiones habla desde el presente, desde la vida precaria de una joven, ya que el fin último del libro es cuestionar el estilo de vida que nos han intentado vender en las últimas dos décadas: se han dado mucho valor a ideales quitando toda la base que hace posible sobrevivir en el día a día para poder pararse a pensar en esos ideales. Y todo se tambalea.
Sí que resulta interesante constatar que Ana Iris no tiene reparos al destrozar clichés y que es capaz de desvirtuar los constructos modernos desde el punto de vista de una persona de pueblo, quien cree en el valor de lo real más allá de lo intangible. El lector hallará no pocas sorpresas en lo valiente de algunos planteamientos. Sin embargo, cabe pensar si esta era la mejor forma de hacerlo. Da la sensación de ser un libro demasiado personal, lleno de familiares y entornos íntimos, donde las reflexiones acertadas sufren casi por azar. Se nota el cariño de Ana Iris al hablar apasionadamente de su familia, depende del lector empatizar.
June 13, 2021
He sentido amor-odio por este libro.
Los capítulos en los que la autora relata la historia de su familia son espectaculares: anécdotas de sus abuelos, chascarrillos propios de los pueblos de Castilla-La Mancha...
Es una pena que siendo yo Castellano-manchega desde que nací, no haya podido disfrutar de este libro al 100%, debido a algunas opiniones propias de la autora que ideologicamente son contrarias a la mía y que, como consecuencia, me sacaban por completo de la narración.
Los capítulos en los que la autora relata la historia de su familia son espectaculares: anécdotas de sus abuelos, chascarrillos propios de los pueblos de Castilla-La Mancha...
Es una pena que siendo yo Castellano-manchega desde que nací, no haya podido disfrutar de este libro al 100%, debido a algunas opiniones propias de la autora que ideologicamente son contrarias a la mía y que, como consecuencia, me sacaban por completo de la narración.
October 11, 2021
No es para mí. El estilo no me ha gustado nada, la puntuación es rarísima y me ha aburrido sobremanera. No me han interesado nada las historias de los tíos, primos... de la autora, que está muy orgullosa de su familia (pues bien, mucha gente también, otra no tiene tanta suerte, pero eso no se elige ni decide). Me ha dado la sensación de que la autora vivió un choque en la infancia/adolescencia entre pueblo/ciudad, tradición/progreso y lo ha resuelto de una forma un poco inocente y absurda: Madrid y el Carrefour no son lo guay, pero ni los pueblos son el Edén, ni la vida de nuestras abuelas era en general envidiable, ni todas las familias son iguales, ni todas las mujeres quieren lo mismo, ni los hombres son o deben ser iguales... Me sorprende bastante el fenómeno en torno a este libro; yo particularmente no he sacado nada positivo de tanta nostalgia asfixiante.
December 23, 2020
Si no has leído el libro: lo recomiendo, mucho. Simón tiene una voz única, una mirada femenina liberada de tener que encajar con la de su generación. Y justo por eso esta es una novela viva, que exhuda autenticidad y hay una voz generacional que tiene algo que decir.
Si has leído el libro: creo que Feria permite una lectura (de hecho, esa ha sido mi lectura) desde la paternidad. Iris Simón ya no es la colega generacional (no podría serlo, me gusta la misma música que a sus padres), se la puede observar desde la posición de padre en un cálculo de expectativas, temores y deseos que uno tiene para con la propia prole. Es una lectura reconfortante porque uno está convencido (y creo que Feria va en parte sobre esto) de que las ideas en la vida vienen y van y no son lo importante. O no más importantes que el amor y la casa
Si eres la autora: hay dos elipsis en el texto que dejan intrigado al lector, incluso (o sobre todo) al padre-lector. Una es el encaje de Paris en la familia. La otra es sobre si existió una distancia, un alejamiento (geográfico, generacional, personal o cómo sea) y un rencor para con la familia en algún momento. Y cómo se obró el perdón si fue necesario. Esa elipsis es lo único que el padre-lector echa en falta en Feria, opino.
Dejo constar que aunque la música de sus padres es la de mi adolescencia, llegué al poema de Aresti hace décadas
Si has leído el libro: creo que Feria permite una lectura (de hecho, esa ha sido mi lectura) desde la paternidad. Iris Simón ya no es la colega generacional (no podría serlo, me gusta la misma música que a sus padres), se la puede observar desde la posición de padre en un cálculo de expectativas, temores y deseos que uno tiene para con la propia prole. Es una lectura reconfortante porque uno está convencido (y creo que Feria va en parte sobre esto) de que las ideas en la vida vienen y van y no son lo importante. O no más importantes que el amor y la casa
Si eres la autora: hay dos elipsis en el texto que dejan intrigado al lector, incluso (o sobre todo) al padre-lector. Una es el encaje de Paris en la familia. La otra es sobre si existió una distancia, un alejamiento (geográfico, generacional, personal o cómo sea) y un rencor para con la familia en algún momento. Y cómo se obró el perdón si fue necesario. Esa elipsis es lo único que el padre-lector echa en falta en Feria, opino.
Dejo constar que aunque la música de sus padres es la de mi adolescencia, llegué al poema de Aresti hace décadas
July 20, 2025
he disfrutado de la lectura, no os voy a mentir, pero… viendo la deriva ideológica de Ana Iris, no me sorprende que este haya sido su inicio. una idealización total de una España rural pasada que nunca existió. el deseo de volver a la España de nuestros abuelos (¿la de Franco?), porque se ha perdido la esencia de la patria. simplemente generación del 98 all over again.
me temo que nunca podremos escapar del beatus ille.
me temo que nunca podremos escapar del beatus ille.
April 30, 2021
todo lo que gira en torno a su familia es interesante y me ha gustado, tiene algunas cosillas en las reflexiones que me han chirriado, pero mi mayor problema (y esto ha sido mi culpa porque ya me lo podía imaginar) es que es el segundo libro que leo en menos de un año con la expectativa por las nubes que me han dado las redes diciendo que iba a sentirme identificadísima como millenial de españa y no ha sido así (y tampoco creo que fuese el punto del libro)
editado: le he cambiado la nota porque durante este mes he pensado en este libro, he leído otras opiniones y reviews, he releído fragmentos y he reflexionado acerca de él (y eso es algo que no me suele pasar con otros libros que termino y ya a otra cosa). he pensado en “feria” porque ha sido un boom absoluto y aún así cada vez que me acuerdo o leo sobre él tengo una sensación más agria que dulce. bueno todo esto viene a que ayer a partir de un tweet mi cabeza hizo clic, y realmente ya no creo que sean “cosillas en las reflexiones que me han chirriado”. este libro cuenta cosas que, como digo, me han gustado y me parecen interesantes, eso no se lo quita nadie. pero aún así y con todo lo que me pudiera llegar a gustar, no es suficiente para que me parezca ok blanquear y suavizar ciertas ideas o actitudes que tanto está costado dejar en el pasado y que están totalmente fuera de mi ideología. en fin, que simplemente referirme a un discurso con puntos fachas como “cosillas” no me parecía adecuado y muchísimo menos en el contexto actual y quería corregirme.
editado: le he cambiado la nota porque durante este mes he pensado en este libro, he leído otras opiniones y reviews, he releído fragmentos y he reflexionado acerca de él (y eso es algo que no me suele pasar con otros libros que termino y ya a otra cosa). he pensado en “feria” porque ha sido un boom absoluto y aún así cada vez que me acuerdo o leo sobre él tengo una sensación más agria que dulce. bueno todo esto viene a que ayer a partir de un tweet mi cabeza hizo clic, y realmente ya no creo que sean “cosillas en las reflexiones que me han chirriado”. este libro cuenta cosas que, como digo, me han gustado y me parecen interesantes, eso no se lo quita nadie. pero aún así y con todo lo que me pudiera llegar a gustar, no es suficiente para que me parezca ok blanquear y suavizar ciertas ideas o actitudes que tanto está costado dejar en el pasado y que están totalmente fuera de mi ideología. en fin, que simplemente referirme a un discurso con puntos fachas como “cosillas” no me parecía adecuado y muchísimo menos en el contexto actual y quería corregirme.
July 18, 2023
Me daba mucha intriga por toda la polvareda que levantó. Pero no me ha gustado nada.
El estilo me ha parecido muy plano, infantil en el mal sentido, lleno de obviedades y redundancias. Además, le falta un hilo narrativo (aunque sea una pura autobiografía mezclada con columna de opinión).
El contenido tampoco me ha gustado. La autora expresa rechazo al mundo actual pero nostalgia por cosas como las pesetas, las tiendas de barrio regentadas por personas no chinas, marcas de coches hace poquito desaparecidas en las que no te ponías el cinturón, que los peques robasen caladas a los cigarrillos, que los perros no se asusten de los petardos, que los hombres se disfrazasen de mujeres en la mili o los circos con personas con acondroplasia (???). Además de eso, relata sin nada de gracia detalladas anécdotas de su extensa familia que, imagino, serán muy celebradas dentro de la misma pero que no tienen nada de especial.
El estilo me ha parecido muy plano, infantil en el mal sentido, lleno de obviedades y redundancias. Además, le falta un hilo narrativo (aunque sea una pura autobiografía mezclada con columna de opinión).
El contenido tampoco me ha gustado. La autora expresa rechazo al mundo actual pero nostalgia por cosas como las pesetas, las tiendas de barrio regentadas por personas no chinas, marcas de coches hace poquito desaparecidas en las que no te ponías el cinturón, que los peques robasen caladas a los cigarrillos, que los perros no se asusten de los petardos, que los hombres se disfrazasen de mujeres en la mili o los circos con personas con acondroplasia (???). Además de eso, relata sin nada de gracia detalladas anécdotas de su extensa familia que, imagino, serán muy celebradas dentro de la misma pero que no tienen nada de especial.
June 3, 2021
De familia manchega y habiendo crecido buena parte de mi vida en un pueblo de La Mancha, esperaba un libro con el que iba a empatizar rápidamente. Un libro que me trajera recuerdos de los juegos y secretos compartidos con los primos cuando éramos críos; de tórridos días de verano metidos en la piscina municipal durante toda la jornada, el recuerdo de la época de la vendimia cuando un fuerte olor a orujo se apodera de los pueblos manchegos; o que me hiciera rememorar las noches de la feria, los ruidos superpuestos de las atracciones, las luces multicolor, el olor a algodón de azúcar, o el de las palomitas caramelizadas, y tener que salir siempre con una chaqueta al anochecer porque en La Mancha las noches de verano refresca.
Pero según iba pasando las páginas, mi júbilo se iba transformando en sorpresa y en decepción.
El aroma real del libro es el de Varón Dandy, rancio y fuerte, una historia que invita a leerla mientras te bebes un copazo de Soberano, que es cosa de hombres, y de fondo que suene el “Torito Guapo” de El Fary.
Los recuerdos que a mí personalmente me ha rememorado este libro, son aquellas tardes en las que las amas de casa (‘sus labores’) escuchaban los programas de la radio de aquel ‘señoro’ que bajo el seudónimo de Elena Francis daba casposos consejos sobre las relaciones de pareja.
También me trajo recuerdos de esa España donde lo más gracioso eran las películas de Pajares y Esteso, en la que la mujer era un mero adorno sexual y se podían ridiculizar a las minorías de país sin que nadie se ofendiera.
Finalmente me entristeció ver como se idealizaban los años en los que nuestros abuelos se partían los huesos de sol a sol por un plato de comida, soñando que algún día igual sus hijos pudieran tener estudios como los hijos de los ricos y salir de aquella vida tan dura.
Efectivamente me ha traído muchos recuerdos de mis años de infancia y adolescencia, pero aquellos que nunca imaginé.
Pero según iba pasando las páginas, mi júbilo se iba transformando en sorpresa y en decepción.
El aroma real del libro es el de Varón Dandy, rancio y fuerte, una historia que invita a leerla mientras te bebes un copazo de Soberano, que es cosa de hombres, y de fondo que suene el “Torito Guapo” de El Fary.
Los recuerdos que a mí personalmente me ha rememorado este libro, son aquellas tardes en las que las amas de casa (‘sus labores’) escuchaban los programas de la radio de aquel ‘señoro’ que bajo el seudónimo de Elena Francis daba casposos consejos sobre las relaciones de pareja.
También me trajo recuerdos de esa España donde lo más gracioso eran las películas de Pajares y Esteso, en la que la mujer era un mero adorno sexual y se podían ridiculizar a las minorías de país sin que nadie se ofendiera.
Finalmente me entristeció ver como se idealizaban los años en los que nuestros abuelos se partían los huesos de sol a sol por un plato de comida, soñando que algún día igual sus hijos pudieran tener estudios como los hijos de los ricos y salir de aquella vida tan dura.
Efectivamente me ha traído muchos recuerdos de mis años de infancia y adolescencia, pero aquellos que nunca imaginé.
February 14, 2021
Emocionante relato de la infancia-patria: la tierra y la familia como ejes de sentido.
Alguna brecha se ha debido de abrir cuando, leyendo sobre la década de los 90 del pasado siglo, se siente una lejanía desproporcionada, cuando jóvenes de escasos treinta años escriben libros de memorias y se buscan en la infancia analógica y en los dichos de los abuelos.
¿Será verdad que España se comió su excepcionalidad? ¿Será que, aun habiendo sido los Sanchos siempre mayoría, ahora son, además, gilipollas?
Alguna brecha se ha debido de abrir cuando, leyendo sobre la década de los 90 del pasado siglo, se siente una lejanía desproporcionada, cuando jóvenes de escasos treinta años escriben libros de memorias y se buscan en la infancia analógica y en los dichos de los abuelos.
¿Será verdad que España se comió su excepcionalidad? ¿Será que, aun habiendo sido los Sanchos siempre mayoría, ahora son, además, gilipollas?
June 17, 2025
Me ha encantado así que supongo que ahora soy fascista
March 15, 2021
La nostalgia ochentera es un género en si mismo que apesta bastante, los yonkis, Espinete, los bocatas de nocilla con chorizo, el estuche rígido de pelikan con su mochila perona. Sucede que los que nacimos en los 70 llegamos a la posición de mando (y compra, poque dudo que uno de 60 tenga mucho interés en el tema) y el panorama se llenó de esa nostalgia.
Sin embargo y por suerte, o desgracia, no iba a ser eterna. En cierta manera uno descubre que se hace viejo cuando la nostalgia avanza una década y pasa a ser noventera, nirvana, el grunge, los primeros móviles, el crio de los noventa te recuerda que tu ya estabas a otras cosas en ese decorado.
Eso es lo que propone Feria, una egotrip nostáslgico noventera con algunas peculiaridades. La autora comienza con el rancio fact de que si los padres a su edad ya tenian casa e hijos y vacaciones en la manga, y ella vive en una habitacion de un piso compartido. Hagamos un inciso, uno de los amiguetes de pandilla decidió no estudiar pese a que podia haberlo hecho sin dificultades, se puso a trabajar al terminar el FP y cuando nosotros viviamos la vida desahogada y tarambana el ya habia comprado su casa. Si, los padres podian sacar adelante casas, pero los gastos fijos que tenian al mes eran la hipoteca, la luz, y el teléfono. Hoy un treinteañero paga movil, adsl, netflix, prime,, cambia de movil cada dos años y viajar a Londres, algo que igual no hicieron sus viejos cuyo mayor viaje fue ir a benidorm de viaje de novios le parece un plan cutre de fin de semana. Dejamos en inciso que daria para mucho desarrollo y solo lo meto para comentar que el rollo generacional me aburre un poco, no es incierto ni mucho menos, pero no abordado con objetividad.
Volviendo al libro Feria va acumulando un relato desordenado y desbalazado que va de reflexiones de tuitero a anecdótones familiares y de infancia sin transiciones. Es yoismo pleno, no es diario porque hay saltos constantes y digresiones varias, pero no deja de ser material autobiografico sin mucha elaboracion, es, venga, voy a escribir y lo que salga confiando en que los pintoresco de los ingredientes (mi vida y mi familia) le den cuerpo al guiso.
El relato es colorido, a veces entretenido, pero es cotidiano, es su puta vida vaya, no se muy bien donde quiere llevarme la mitad de las veces salvo a oh, su familia eran feriantes pero al final le pasaron cosas que le passan a la mayoría que no tienen memoria o gracia para contar. También hay mucha gente entrando y saliendo que, siento decirlo, solo me impulsa a pensar que porque tiene tanta familia o si hay necesidad de que desfilen todos. A veces la autora proporciona mas información de la que mi cerebro esta dispuesto a asimilar, supongo que por algón sentido residente de autoprotección.
En esa tesitura al rato me pregunto si puedo saltar 50 páginas sin perder el hilo. Marco con el dedo, lo intento y si, no hay problema, puedes leer, volver, saltar, porque al fin y al cabo es lo que la autora esta haciendo.
El relato tiene puntos simpáticos, y tiene cosas que incluso podrian llamarme la atención si la autora consiguiera hacerlas destacar entre el barullo, en su lugar pienso si ella misma es consciente de qué vale y qué no del texto, no lo tengo claro.
Voy pensando que habrá a quien le parezca un costumbrismo delicioso (disculpese la expresión), pero al rato y una ver tirados los petardos a mi me aburre un tanto, como no creo que la autora llegue a leer esta crítica de hecho puedo decir que su sucesión de anecdotones amontonados hay ratos que me sacan el bostezo y me hacen ir a toda pastilla. En general las narraciones de crios en vivo en directo o recalentados me aburren. El rollo de clase tampoco me mata, no encuentro diferencias significativas entre la Ana Mari que escucha al parrita y el Josemari y lo que serian sus equivalentes de clase media salvo el uso de los artículos precediendo los nombres. Con cuatro cambios podria pasar el relato de unos feriantes a un tornero fresador e incluso un notario y me cargaria el presunto rollo de clase. Tampoco entiendo la obsesión de las autoras (me temo que es un asunto femenino) por meternos a tanta gente yendo y vienendo todos con sus nombres propios y fechas señalaitas o contarme que sintió cuando vio a su hermano como si me fuesen a interesar una puta mierda, no lo se.
Si la modernidad es el totum revolutum donde se mezclen todo tipo de ingredientes que van desde las reflexiones de tu cosecha a las fechas de la boda de tu tia abuela pasando por el hombre blandengue del fari a lo largo de una sucesiones de recuerdos y reflexiones autobiográficas fotos de tu album incluidas, supongo que es una novela moderna, o dicho de otro modo, es el equivalente novelado a un perfil de facebook (aunque ahora facebook solo lo mira tu tia abuela). Yo la encuentro pasable, no me mata pero tampoco pierdo el culo por esto. Supongo que no soy su público objetivo.
Sin embargo y por suerte, o desgracia, no iba a ser eterna. En cierta manera uno descubre que se hace viejo cuando la nostalgia avanza una década y pasa a ser noventera, nirvana, el grunge, los primeros móviles, el crio de los noventa te recuerda que tu ya estabas a otras cosas en ese decorado.
Eso es lo que propone Feria, una egotrip nostáslgico noventera con algunas peculiaridades. La autora comienza con el rancio fact de que si los padres a su edad ya tenian casa e hijos y vacaciones en la manga, y ella vive en una habitacion de un piso compartido. Hagamos un inciso, uno de los amiguetes de pandilla decidió no estudiar pese a que podia haberlo hecho sin dificultades, se puso a trabajar al terminar el FP y cuando nosotros viviamos la vida desahogada y tarambana el ya habia comprado su casa. Si, los padres podian sacar adelante casas, pero los gastos fijos que tenian al mes eran la hipoteca, la luz, y el teléfono. Hoy un treinteañero paga movil, adsl, netflix, prime,, cambia de movil cada dos años y viajar a Londres, algo que igual no hicieron sus viejos cuyo mayor viaje fue ir a benidorm de viaje de novios le parece un plan cutre de fin de semana. Dejamos en inciso que daria para mucho desarrollo y solo lo meto para comentar que el rollo generacional me aburre un poco, no es incierto ni mucho menos, pero no abordado con objetividad.
Volviendo al libro Feria va acumulando un relato desordenado y desbalazado que va de reflexiones de tuitero a anecdótones familiares y de infancia sin transiciones. Es yoismo pleno, no es diario porque hay saltos constantes y digresiones varias, pero no deja de ser material autobiografico sin mucha elaboracion, es, venga, voy a escribir y lo que salga confiando en que los pintoresco de los ingredientes (mi vida y mi familia) le den cuerpo al guiso.
El relato es colorido, a veces entretenido, pero es cotidiano, es su puta vida vaya, no se muy bien donde quiere llevarme la mitad de las veces salvo a oh, su familia eran feriantes pero al final le pasaron cosas que le passan a la mayoría que no tienen memoria o gracia para contar. También hay mucha gente entrando y saliendo que, siento decirlo, solo me impulsa a pensar que porque tiene tanta familia o si hay necesidad de que desfilen todos. A veces la autora proporciona mas información de la que mi cerebro esta dispuesto a asimilar, supongo que por algón sentido residente de autoprotección.
En esa tesitura al rato me pregunto si puedo saltar 50 páginas sin perder el hilo. Marco con el dedo, lo intento y si, no hay problema, puedes leer, volver, saltar, porque al fin y al cabo es lo que la autora esta haciendo.
El relato tiene puntos simpáticos, y tiene cosas que incluso podrian llamarme la atención si la autora consiguiera hacerlas destacar entre el barullo, en su lugar pienso si ella misma es consciente de qué vale y qué no del texto, no lo tengo claro.
Voy pensando que habrá a quien le parezca un costumbrismo delicioso (disculpese la expresión), pero al rato y una ver tirados los petardos a mi me aburre un tanto, como no creo que la autora llegue a leer esta crítica de hecho puedo decir que su sucesión de anecdotones amontonados hay ratos que me sacan el bostezo y me hacen ir a toda pastilla. En general las narraciones de crios en vivo en directo o recalentados me aburren. El rollo de clase tampoco me mata, no encuentro diferencias significativas entre la Ana Mari que escucha al parrita y el Josemari y lo que serian sus equivalentes de clase media salvo el uso de los artículos precediendo los nombres. Con cuatro cambios podria pasar el relato de unos feriantes a un tornero fresador e incluso un notario y me cargaria el presunto rollo de clase. Tampoco entiendo la obsesión de las autoras (me temo que es un asunto femenino) por meternos a tanta gente yendo y vienendo todos con sus nombres propios y fechas señalaitas o contarme que sintió cuando vio a su hermano como si me fuesen a interesar una puta mierda, no lo se.
Si la modernidad es el totum revolutum donde se mezclen todo tipo de ingredientes que van desde las reflexiones de tu cosecha a las fechas de la boda de tu tia abuela pasando por el hombre blandengue del fari a lo largo de una sucesiones de recuerdos y reflexiones autobiográficas fotos de tu album incluidas, supongo que es una novela moderna, o dicho de otro modo, es el equivalente novelado a un perfil de facebook (aunque ahora facebook solo lo mira tu tia abuela). Yo la encuentro pasable, no me mata pero tampoco pierdo el culo por esto. Supongo que no soy su público objetivo.
February 3, 2023
¿Cómo usa a Sylvia Plath para decir lo de que “cada mujer ama a un fascista” si se suicidó metiendo la cabeza en el horno quizás por eso mismo? La madre que no encaja en el arquetipo de madre según sus valores, le arrebata hasta esa condición, aunque ella te dirá que es porque “no cabe en una etiqueta como esa”. ¿Y lo del padre? Y todo lo demás, claro.
Manipulaciones sutiles, y otras escandalosamente evidentes, un poco de todo: de la realidad, de la historia, del conocimiento, de la memoria colectiva… vamos, lo que hace la derecha.
Simplemente un libro que preferiría no haber leído. A veces no hace falta salir de la burbuja si encima es para leer algo que por no estar, no está ni bien escrito. Para criticar o parodiar el siglo XXI no hace falta ser de derechas y para superar el comunismo de tu padre, no hace falta ser de VOX. Que cosa más rancia y conservadora, pero bueno, sí que estoy de acuerdo en lo de destapar al personal, que detrás de todo lo millenial y joven se esconde tanta derecha como la que hay en este libro. A evitarla 🏃🏼♀️🏃🏼♀️🏃🏼♀️🏃🏼♀️🏃🏼♀️🏃🏼♀️🏃🏼♀️🏃🏼♀️🏃🏼♀️ no sé que coño dice de desemantizar no se qué, lo que se ha desemanitzado es la política……….. this is a panfleto
Manipulaciones sutiles, y otras escandalosamente evidentes, un poco de todo: de la realidad, de la historia, del conocimiento, de la memoria colectiva… vamos, lo que hace la derecha.
Simplemente un libro que preferiría no haber leído. A veces no hace falta salir de la burbuja si encima es para leer algo que por no estar, no está ni bien escrito. Para criticar o parodiar el siglo XXI no hace falta ser de derechas y para superar el comunismo de tu padre, no hace falta ser de VOX. Que cosa más rancia y conservadora, pero bueno, sí que estoy de acuerdo en lo de destapar al personal, que detrás de todo lo millenial y joven se esconde tanta derecha como la que hay en este libro. A evitarla 🏃🏼♀️🏃🏼♀️🏃🏼♀️🏃🏼♀️🏃🏼♀️🏃🏼♀️🏃🏼♀️🏃🏼♀️🏃🏼♀️ no sé que coño dice de desemantizar no se qué, lo que se ha desemanitzado es la política……….. this is a panfleto
January 29, 2024
j'étais super déçue on m'a vendu une chronique générationnelle d'une époque désabusée et d'un désenchantement contemporain en fait c'était de la branlette de c'était mieux avant et j'adore la campagne que j'idéalise car je n'aime pas ma vie actuelle dans la grande ville qui est horrible le saviez-vous la ville c'est mal également ??? relents bizarres de cryptoconservatisme et également au-delà de ça c'est très boffement écrit et très whateverment structuré genre morceaux de souvenirs d'enfance tu m'excuseras Ana Iris mais je n'en ai que modérément quelque chose à cirer... jsp j'ai trouvé ça très prétentieux et pas particulièrement ouvert au lecteur
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