What do you think?
Rate this book


282 pages, Paperback
First published April 21, 2015
Después de haber visto su famosa charla TED, tenía mis dudas de lo que el autor plantearía en este libro. Si bien es cierto que mucho de lo que propone el autor, no es novedoso, y él mismo lo hace ver, eso no significa que no haya funcionado antes, sino que no fue elemental para quienes dirigen las sistemas educativos y por ello, se han hecho a un lado.
Vivimos en un mundo capitalista que lo que busca es una población atenida a sus necesidades como empresarios, que los perfiles de egreso vayan encaminados a tener mano de obra eficiente, preparada para acatar órdenes y ya. Aunque aquí mismo el autor deja ver que no todos los empresarios buscan eso en sus trabajadores y que la misma educación, que ha permitido que se deje de lado a la creatividad, está impidiendo que se presente lo que muchas empresas buscan: la innovación. Gente arriesgada, que se atreva a crear, a salir de lo cotidiano y a presentar ideas frescas y valiosas.
Pero, ¿de quién depende que se fomenten esas competencias en los alumnos? La burocratización a la que se ha sometido a la educación, el constante papeleo, las metas que deben cumplir los docentes con los planes y programas, las competencias que debe lograr los alumnos, la barrera del lenguaje en muchas zonas de nuestro país (por citar México), la falta de infraestructura, conectividad e incluso, el hecho de que muchos de nuestros niños llegan a las escuelas con la panza vacía o mal alimentada y que han caminado mucho para llegar al centro escolar, etc., crea un clima en que el que no parece propicio llegar acabo innovaciones.
Ahora bien, y aunque parezca que me salgo del tema, hace tiempo leí un libro llamado Los inventores (reseña), que narra la vida de unos chicos indocumentados en Estados Unidos que contra todo pronóstico, ganador un concurso de robótica a nivel nacional, compitiendo con chicos del MIT. ¿Y saben por qué amo tanto ese libro? Por que a pesar de lo triste que puede ser la vida de esos chicos al inicio y lo poco que se avanza al final, la historia de cómo llegar a ganarle a estudiantes del MIT tiene poco que ver con el dinero invertido en su robot y mucho que ver con dos cosas: la creatividad de los inventores y el empeño de sus docentes.
Es lógico que se necesita un profesor no sólo capacitado en su asignatura, sino motivado. Con ganas de descubrir qué les atrae a sus alumnos y dirigirlos hacia ello, dotarlos de las herramientas necesarias para que ellos mismos puedan generar su propio conocimiento.
¿Una tarea difícil?
Sí, pero no imposible. Y eso es lo que nos demuestra Ken Robinson con este libro, con anécdotas, datos, experiencias exitosas de otros profesores y directores de centros educativos. De una manera muy amena, Robinson nos lleva de la mano por un recorrido histórico de la escuela y nos da las herramientas e inspiración necesaria para que tanto profesores, como diversos agentes educativos, veamos que sí es posible hacer una escuela diferente, una escuela centrada en el alumno y sus necesidades.
Y como dijera Irena Majchrzak: " La emoción, eso es exactamente lo que busco, a lo que recurro como mi principal aliado en el proceso de enseñanza-aprendizaje".
A lo largo del libro iré desarrollando lo que yo considero los cuatro objetivos fundamentales de la educación: personal, cultural, social y económico. A mi modo de ver, la finalidad de la educación es capacitar a los alumnos para que comprendan el mundo que les rodea y conozcan sus talentos naturales con objeto de que puedan realizarse como individuos y convertirse en ciudadanos activos y compasivos.