La poesía como un lugar en el que cobijarse y al que regresar aunque nos hayamos perdido. Como destello de belleza, de permanente bienvenida. Andrés Neuman nos abre las puertas de esta «Casa fugaz», antología imprescindible que resume una trayectoria poética de dos décadas —desde el inicial «Métodos de la noche» hasta «Vivir de oído», su poemario más reciente, con la primicia de diez textos inéditos—, seleccionada y revisada por su autor. Uno de nuestros escritores fundamentales de hoy, cuya mirada se dispone siempre al asombro, con la poesía en el centro del lenguaje.
Hijo de músicos argentinos exiliados (de madre violinista, de origen ítalo-español, y padre oboísta, de origen judío alemán), tiene la ciudadanía argentina y española. La historia novelada de su familia, infancia argentina y ancestros europeos puede leerse en su libro Una vez Argentina. A los catorce años se trasladó a Granada, donde realizó sus estudios secundarios, obtuvo la licenciatura en Filología Hispánica por su Universidad, cursó el doctorado e impartió clases de literatura hispanoamericana. Neuman debutó en la literatura como poeta y narrador breve. Su primera publicación fue un cuaderno de poemas titulado Simulacros, aparecido a principios de 1998 en una pequeña editorial de Granada. A finales de 1999 se publicó su primera novela, Bariloche, que resultó finalista del Premio Herralde y fue recibida como una de las óperas primas del año. Sus siguientes novelas, que también obtuvieron distinciones, lo confirmarían como uno de los más destacados escritores contemporáneos en lengua castellana. El propio Roberto Bolaño, en su libro de ensayos Entre paréntesis, declaró sobre el joven autor:
"Tocado por la gracia. Ningún buen lector dejará de percibir en sus páginas algo que sólo es dable encontrar en la alta literatura, aquella que escriben los poetas verdaderos. La literatura del siglo XXI pertenecerá a Neuman y a unos pocos de sus hermanos de sangre".
La consagración definitiva como novelista le llegó con El viajero del siglo (2009), obra que obtuvo entre otros el Premio Alfaguara y el Premio de la Crítica; además de resultar elegida entre las 5 mejores novelas del año en lengua española en sendas votaciones convocadas por el diario El País entre 50 críticos y periodistas, y por el suplemento El Cultural del diario El Mundo. Neuman ha desarrollado una intensa labor de divulgación del relato breve. Además de sus libros de cuentos, que incorporan apéndices teóricos sobre el género, ejerció como coordinador del proyecto Pequeñas resistencias, serie de antologías sobre el relato actual escrito en castellano en todo el mundo, publicada entre 2002 y 2010 por la editorial Páginas de Espuma. Cabe en este sentido destacar su prólogo al libro de Horacio Quiroga Cuentos de amor de locura y de muerte, para la editorial Menoscuarto. Ha trabajado asimismo como columnista en numerosos medios de España y Latinoamérica. Fue guionista de tiras cómicas en el diario Ideal de Granada, colaborando con el dibujante Kicus en una serie de tiras semanales titulada Los quietos. Escribe regularmente en el suplemento cultural del diario español ABC, en la Revista Ñ del diario argentino Clarín y en su blog personal, Microrréplicas. En 2007, mediante una nueva votación convocada por el Hay Festival y Bogotá Capital mundial del libro, Neuman fue incluido en la selección Bogotá-39. Más tarde, en 2010, fue seleccionado por la revista británica Granta entre Los 22 mejores narradores jóvenes en español.
“El ocaso consume, cera seca, tu rabia. Vibra el gong del último combate de la luz. Esperando a que el día se caiga boca abajo imaginas un viaje, unas orillas de caracoles negros y brillantes, de reflejos más altos que estas lámparas, un sol como una antorcha, un calor que te invoque. Y la vida se anuncia, a pesar del peligro de las astas, a pesar del terror y su estampida, tan limpia en su regalo, tan serena, tan posible que apenas la comprendes.”
Mi querida Tere me prestó este poemario de uno de sus autores más queridos, no es el primero que me presta de él, más bien, continuamos leyendo la carrera poética de Neuman. El mes pasado leímos también uno de sus libros cuentos pero nos falta sumirnos en su narrativa de lleno. En este libro sólo podemos constatar la precisión de Andrés como una de sus notorias habilidades dentro de la poesía. El libro es una antología de varios poemarios que cubren veinte años del autor. ¿Podemos notar una evolución poética? Completamente, tanto en los temas que escoge como en las técnicas que utiliza para abordarlos, vemos un refinamiento si, pero también vemos una cercanía. Neuman encuentra formas de mezclar lo narrativo, lo biográfico y lo íntimo con lo poético. Me gusta más su poesía cuando toca emociones, pero la elegancia con la que utiliza las palabras sólo impacta cuando la cruzamos con su precisión. Podemos notar que el 90% de los poemas de este libro son de una sola páginas. Con pocas estrofas y pocos versos. Neuman aprovecha las palabras al máximo y se nota que las escoge cuidadosamente para hacernos sentir. Hubo varios poemas que me gustaron mucho, en especial uno sobre un náufrago y otro sobre una poeta de Sarajevo. Ese último me parece brillante en todos los sentidos. Disfruté muchísimo los haikús de Andrés. En estos su precisión, evidentemente, brilla como ninguna y genera imágenes bellas pero al mismo tiempo repletas de claros oscuros que te dejan reflexionar. Neuman es capaz de sacar la belleza de una pila de basura cubierta por un paraguas bajo la lluvia, y en menos palabras de lo que acabo de decir. Los claros oscuros son otro de los temas recurrentes del autor. La manera en la que contrasta la tristeza y el humor, la muerte y las risas, hace que estos poemas calen profundo: no esperas reírte con un poema sobre la muerte, así como tampoco esperas sentir tantas cosas por un poema cotidiano sobre los pies de tu pareja o sobre hipocampos. Lean a Andrés, es una poesía profunda que pesa en el alma.
En la tristeza vibra el espejismo de una sabiduría, el simulacro de alguna conclusión que llega tarde, un tiempo malgastado que da réditos, un alma bella y otras baratijas. Su vicio es perpetuarse a costa del discurso traficado.
Con cada voz del coro de la inercia —<carece de gramática…>>— la tristeza enriquece su vacío. Es probable que encuentre su mercado de inversionistas líricos mientras dure el planeta, sus monedas de oxígeno. Pero jamás tendrá razón ni puntería para estirar deseos o traducir la rabia, para que se levante en armas una piel o proteste desnuda como un día nació bajo la madre rota y frente al padre, que alimentaron bocas donde existe un presunto prestigio en la tristeza.
No es ella la que habla, sino sus anticuerpos. No hay don en el dolor, hay ansias de cuidado no atendidas. Te invocaré, tristeza, con la puerta cerrada: roba este espacio y vete.