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304 pages, Paperback
First published November 1, 1983
“Lo malo no está en que todo tenga que ser un libro, sino en que todo pueda ser un libro; y nada puntúe como vida mientras no sea libro.”Un poco llorón sí que es este Philip Roth, cuando coge una perra… una vez más saca del cajón a su querido Zuckerman para endilgarnos un nuevo discurso sobre lo jodido que es dedicarse a la literatura, lo jodido que es tener éxito, lo jodido que es vivir “sin amamantar un libro que lo amamantara a él” y lo mucho que jode y con cuántas lo hace.
“Asustado del éxito y asustado del fracaso; asustado de que lo conociera todo el mundo y asustado de que no lo conociera nadie; asustado de ser un raro y asustado de ser normal; asustado de que lo admiraran y asustado de que lo despreciaran; asustado de la soledad y asustado de la compañía; asustado, tras Carnovsky, de sí mismo y de sus instintos, y asustado de estar asustado.”Aunque esta vez sí que parece estar bien jodido, le duele todo al hombre, “todas sus ideas, todos sus sentimientos, quedaban atrapados en el egoísmo del dolor”. Se había metido en un círculo vicioso, tan vicioso él, en el que la somatización de su culpa o de su falta de inspiración o de ambas al tiempo o de ninguna de ellas, como él sostiene, le provocan dolores físicos insoportables que le anulan como escritor y como persona.
“La vida, cada vez más pequeñita. Despertarse pensando en el cuello. Irse a dormir pensando en el cuello… cuando te duele algo en lo único que piensas es en que deje de dolerte… tenía la vocación ocluida, el físico invalidado, el sexo desinteresado, el intelecto inerte, el ánimo deprimido; pero calvo, así de pronto, de la noche a la mañana, nunca.”Pero aguantamos bien las quejas y lloros de este Zuckerman/Roth, hasta soportamos su misoginia y nos divierte su lucha contra cierto tipo de feminismo, y lo hacemos por su valentía (no sé si en nuestros días se habría atrevido a escribir ciertas cosas que, equivocadas o no, siempre argumentaba y explicaba con mucha gracia, y pensar en esta libertad perdida me produce mucha pena), por su humor, por la capacidad que tuvo de reírse de sí mismo, porque sabe mezclar como nadie sus angustias y dolores con divertidos gags, porque expone la vida, la de un escritor de éxito pero que de la misma manera es extensible a la vida de cualquiera, con una intensa y veraz mirada crítica.
“Estoy harto de canalizar todo por medio de la escritura. Quiero lo auténtico, lo quiero en bruto, y no para escribirlo, sino por sí mismo.”Con varios divorcios a cuesta, lleva cuatro años sin terminar una novela, prácticamente sin escribir (“Sin padre ni madre ni patria chica, Zuckerman no era ya novelista. Si no se es hijo, no se es escritor”), duda muy mucho de que sus novelas tengan algún valor, de que su pasión literaria no responda únicamente a una irrefrenable compulsión “bajuna e insignificante" por escribir, siente como algo monstruoso la utilización de las personas que conoce como material para su obra y como una pesadez insoportable a aquellos que se acercan para formar parte de ella, está cansado de enfrentarse a todo y a todos, a su familia, a su país, a su religión, a la educación recibida, a los críticos, a sus lectores, y con nada menos que con cuatro mujeres a su alrededor (“el macho doliente es para algunas mujeres la gran tentación”), se queja de que “con su benevolencia, con su indulgencia, con su adaptación a mis necesidades, me dejan sin lo que más necesito para salir de este agujero.” Nada parece ayudarle, ni el abundante sexo que le proporcionan complacientes y devotas las cuatro mujeres ni el abundante vodka ni las numerosas pastillas ni la eventual marihuana ni médicos ni curanderos ni el enfrentamiento visceral contra el crítico semita que le acusa de mal escritor y peor judío (una venganza personal de Roth).
“… extirpado de la Nueva Jersey judía… la narrativa tomó el poder y lo reexpidió a su lugar de origen.”Solo ve posible una solución, un giro copernicano en su vida, dejar la literatura para estudiar medicina en su antigua universidad de Chicago y dedicarse, esta vez sí, a resolver problemas reales de la gente… aunque no sin dudas.
“Quizá fuera eso lo que había detrás de toda esta historia de Chicago: ir a un lugar sagrado en peregrinación, para purificarse. Si así era, ojo: lo siguiente bien podría ser la astrología. Peor: hacerse cristiano. En cuanto cedemos al hambre de magia médica nos vemos llevados al límite último de la estupidez humana, a la más ridícula de las quimeras pergeñadas por la humanidad doliente: a los Evangelios…”¿Creen que lo lograra? Léanla.
