Moldavia. Siglo XVI. En una pequeña comarca al pie de los Cárpatos, un ser oscuro ha engendrado su semilla en una comunidad temerosa de Dios, pero al mismo tiempo sometida al poder de un perverso terrateniente local. Sólo un sacerdote aventurado y fanático se muestra dispuesto a erradicar ese mal que, como una plaga, amenaza con expandirse hasta adueñarse de todo el pueblo, y de las almas de sus habitantes. Con una muy trabajada ambientación de época, Leandro Pinto explora los orígenes del horror sobrenatural y la raíz de los conjuros demoniacos en esta breve e intensa novela ambientada en el corazón de la Europa del Este, cuna de los mitos más arraigados y longevos del género. Apelando a fuentes clásicas y a un estilo depurado y exquisito, el autor de Pandemonio y Alguna clase de monstruo recrea la leyenda del íncubo y de la gestación de la semilla del diablo. Una historia en la que cada página resulta una estremecedora bocanada de maldad,
Los amantes del género del terror podemos ser unas criaturas lectoras bastante peculiares. De esas que, cuando se adentran en los pasajes de una novela andan en la búsqueda de ciertos ecos que resuenan en sus cabezas y en el que la presencia del mal es bienvenida. Un afán por esas historias en las que, en cierto modo, te alineas con la parte oscura de tu alma nutriéndola de escenas grotescas, salvajes o llenas de impurezas que saboreas ante la luz de una vela. De ahí que la lectura de una historia como esta la devores con la satisfacción de que te encuentras ante ese relato que es el que esperas. Aun sabiendo que, desde el título de la novela, lo que te encontraras en la historia son pasajes que conoces de memoria, lleno de cánticos en lenguas antiguas, sombras que acechan, grimorios prohibidos, olores a azufre y todos y cada uno de los elementos que originan una elegante maldad. En esta nueva novela de Leandro Pinto acompañamos a un sacerdote a desempeñar una misión que le ha sido revelada con las únicas armas que le aportan su fe y sus recuerdos. Un enfrentamiento entre dos antiguos amigos, dos personas que escogieron caminos opuestos marcados por el infortunio y del cuales consecuencias solo generará perdedores. Y es que esta pequeña novela es tan solo una declaración de intenciones hacia un futuro que siempre es incierto, que no puedes evitarlo y que temes. Porque el reverso tenebroso de cualquier obra merece ser enfrentado con determinación. Y esa lucha entre el bien y el mal parece que no concluirá nunca. Aunque siempre habrá quien decida enfrentarse a ella.
Ha sido mi primera incursión en la obra de este escritor; hasta ahora solo lo conocía de verlo en ferias o encontrarlo en la guagua, siempre con la cabeza enterrada en un libro. He de decir que la sorpresa ha sido grata, la narrativa discurrió de manera descriptiva pero sin extralimitarse, hasta el punto de transportarme al escenario idóneo, donde una historia repleta de sombras y yuyu, consiguió mantenerme alerta hasta el final. Os aseguro que no será lo último que lea de él.
Altamente recomendable este nuevo trabajo de Leandro Pinto. En "El vástago del mal" nos encontramos en Moldavia, donde el sacerdote Matei ve algo inconcebible que le hace entender que el mal se ha instalado en su pueblo. Desde ese momento hará todo lo posible para acabar con él. Leandro nos demuestra de nuevo su capacidad para la narrativa más oscura, para elaborar un escenario con apenas unas pinceladas y de crear personajes intensos y creíbles. Lo mejor es saber que este libro es el primer paso de algo más que está por venir, a pesar de que la historia tiene identidad propia y deja un gran sabor de boca.