«El alemán me mató. A continuación les contaré esta historia porque la muerte, aunque no lo crean, no me priva de mi capacidad para escribir; estoy bien muerta y puedo decirles que hace tiempo mi marido y yo rentamos una casa en el campo, en un sitio solitario donde él podía practicar su deporte. Poco tiempo después llegó a la casa contigua un alemán a vivir. Era un hombre solo, maduro pero aún fuerte, se había mudado al campo porque quería practicar su deporte. Empezó a hacerse nuestro amigo. Nos visitaba y con frecuencia nos invitaba a cenar y nosotros a él. En nuestras reuniones yo permanecía en silencio porque mi marido y el vecino se dedicaban a hablar en alemán sobre un tema que yo desconocía: su deporte. Extrañamente, nuestro vecino hablaba perfecto español, hablaba en alemán sólo porque en este país casi nadie lo hacía tan bien como mi marido. Hoy que estoy muerta comprendo cuál era la mecánica de lo que él llamaba «su deporte», conozco al pie de la letra sus objetivos e intenciones, comprendo que yo no podía comprender.»
Curioso el librito, está bien, entretenido, pero estoy acostumbrada a que Hormiga Iracunda saque microcuentos, este tiene algunos y son muy buenos, pero hay dos historias que más bien son novelas pequeñas divididas por capítulos (al menos eso comenta la autora en una entrevista) porque se nota que llevan continuidad. Me parecieron curiosas e interesantes. Diferente a lo que leo normalmente. La del cigoto me pareció muy entretenida.
No estoy muy seguro de la intención de este libro. En ciertos momentos, parece más una especie de borrador listo para ser tallereado que relatos terminados. Si se logran apreciar ciertas ideas interesantes, pero en general, queda un poco a deber. Espero un día la autora haga versiones más trabajadas de los textos.