El 27 de febrero de 1992 Chusé Izuel se tira por el balcón. Años después, Félix Romeo abre las heridas y los huecos de la memoria para tratar de responder a todas las preguntas que deja tras de sí, aunque solo consigue plantarse ante el eco de un hombre incapaz de ser «genio o enamorado».
Empecé a leer y ya no pude parar, lo leí casi del tirón. Por la noche no pude dormir. Qué vida tan oscura, qué libro tan oscuro. Cada página está impregnada de sombras, fantasmas y demonios pero qué delicia...
@Offuscatio : Impactante ejercicio de honestidad sin tapujos y sin pretensiones, relatos de recuerdos compartidos de unos amigos con rencillas ocasionales que enturbiaban el sentimiento tan profundo y verdadero que se profesaban y que salen a la luz a través de este desenlace trágico. Me lleva a querer conocer mucho más a Chusé, leer lo poco que escribió ¿Será posible? He disfrutado mucho de la lectura, de las referencias literarias, de los textos de Chusé, de las cartas aunque en otro grado pero pienso que es un libro difícil de recomendar, no sé si lo recomendaría a todo el mundo. Mil gracias por la sugerencias ti y a Jordi.
A veces pienso que de la muerte solo sabemos una cosa: que es inevitable. Todo lo demás, toda la literatura que intenta entenderla, es literatura vitalista. Gracias a la literatura, lo sabemos todo sobre el duelo.
Del suicidio también sabemos mucho: tenemos los testimonios de destrucción: Paul Celan, Virgina Woolf, Pizarnik, Plath, Anne Sexton. Lo sabemos todo y no sabemos nada: estas fueron las causas, estas las consecuencias. Sin embargo, que el acto en sí no sea inevitable (aunque inevitable sea la muerte) lo convierte en un tema central para la literatura. Aquí Félix Romeo se agarra a la vida de su amigo, a sus primeros momentos y a los últimos, y se pregunta si pudo hacer algo, si estaba en sus manos salvarle; también le maldice, le culpa por haber abandonado a su familia y a sus amigos, le llama egoísta. Afortunadamente, no hay conclusiones: todo buen libro sobre suicidios carece de conclusión.
Un libro crudo; como uno de esos perfumes que te abofetean nada más olerlos pero te dejan con ganas de más. Sin duda no es para todo el mundo, no lo recomiendo ya que no es una lectura entretenida ni amigable, pero ojalá te animes a leerlo.
Entender esta obra como la continuación de todo sigue tranquilo creo que es bastante acertado. O sino también se podía ver como las dos caras de la moneda: los amigos y el propio Izuel. Me han dejado completamente destrozado, son preciosos si conoces la historia.
Termino de leer Amarillo de Félix Romeo y mi impresión es que Chusé Izuel es un joven de veintipocos años que escribe en sus cartas y diarios como lo que es. Su lenguaje es generacional y veo el contraste claramente con el lenguaje de los jubilados. Izuel se mueve en medio de maximalismos y exageraciones, su tono es de rabia e ira contra la vida y contra todo. ¡Cómo se sufre a los veinte años, no se vuelve a sufrir en la vida! No me identifico con dicho tono que me parece adolescente. Supongo que la edad te da todo lo que él deplora y le da asco: contención, sensatez, moderación... La vida te va enseñando a moderarte, y más a los sesenta años en que los vicios y tics son bien otros. Me refiero a creer que se sabe todo, amargura... Yo escribía como Chusé Izuel, en mis textos llenos de rabia y desesperación, de lugares comunes y maximalismos. No me aporta nada dicha atmósfera. Lo mejor es la indagación de Félix Romeo de por qué se suicidó Chusé Izuel, y no tiene respuesta. Se subió a la barandilla del balcón y se arrojó desde un quinto piso de la calle Borrell en Barcelona.
«Este es un libro sobre el crimen perfecto. Sobre la memoria, sobre la imposibilidad de recordar. Sobre la imposibilidad de escribir libros sobre la vida que sean reales. Sobre las cuatro cosas que recuerdo de ti. Sobre todo es un libro sobre las mil cosas que no recuerdo de ti y sobre las mil cosas que ignoro de ti, y quiero seguir ignorando. Todo empieza con una pregunta: ¿cómo no me di cuenta de que te ibas a suicidar? De esta pregunta sale otra pregunta: ¿por qué tu muerte me produjo un alivio tan grande? De esta pregunta sale otra pregunta: ¿soy responsable de tu muerte? Y de esta pregunta sale una última pregunta: ¿por qué desde hace años arrastro una terrible sensación de culpa por tu muerte? Este libro trata de responder estas preguntas, pero lo que realmente hace es incrementar el número de preguntas y no responder ninguna de las anteriores. ¿Por qué esperaste hasta el 27 de febrero de 1992?».
Retrato póstumo de un amigo, Chusé Izuel, que se suicidó dejando una primeriza colección de relatos: “Todo sigue tranquilo”. No es una elegía, tampoco un panegírico, sino más bien un ejercicio de memoria hacia un ser que el autor sintió cercano.
El libro brilla cuando reflexiona sobre literatura o repasa aventuras en común, se vuelve un tanto obsceno cuando comparte cartas personales que atañen a lo íntimo. A mí no me gustaría.
Muertos útiles. Sin ascos presenta a su amigo, dónde presenta algunos de sus escritos, no solo como relleno, sino de diagnóstico.
Este no es un libro, es una biografía deshonesta, un ensayo pedorro, un homenaje que pisotea al homenajeado, una monstruosidad literaria con tal de satisfacer el ego del autor, no honra, se honra, porque el autor es superior ¿No?
Sorprende esta lectura. Lo bueno es que es breve y muy profunda. A base de frases y pensamientos cortos. Lo malo es que estos retazos de pensamientos y sentimientos son muy repetitivos.
Este es un libro que también es un mapa. En él, Félix Romeo pretende trazar la ruta hacia las respuestas "¿por qué lo hizo?, ¿lo pude haber evitado? ¿por qué no vi las señales? ¿por qué después de tantos años me sigo sintiendo culpable?"
Sentí que el autor no logró dar respuesta pero si al caso fue capaz de armar un rompecabezas, haciendo uso de la memorias colectiva y los vestigios dejados atrás, llamado Chusé Izuel.
Ni le doy cinco estrellas porque no me gustó que abiertamente se culpara a la ex pareja de Chusé, pero entiendo que este es un libro escrito en los dosmiles cuando todavía no se hablaba de la salud mental, ni se tenían las herramientas para comunicar correctamente.
Fuera de eso, pienso que recomendaría este libro a quienes sobrevivieron a una muerte por suicidio. O les recomendaría crear su propio mapa.
Frases cortas, a modo de pensamientos sueltos anotados sobre la marcha, girando sobre la muerte de un amigo, Chusé Izuel. Pensamientos sueltos muy bien pensados y muy bien escritos. Corto pero denso libro. Muy recomendable.