Mitología personal, novela de no ficción, novela de deformación, crónica alucinada de una década que marcó como pocas la historia de Colombia, este libro cuenta la particular historia de la pandilla más conocida de la Bogotá de los años ochenta. Los Billis, como los bautizaron, fueron pequeños huérfanos de una sociedad de clase media alta que los dejó a su suerte, que los trató como adultos cuando no alcanzaban ni los quince años. Felipe Mercado conoció de primera mano aquella historia por haber vivido en los mismos barrios del norte de Bogotá en los que se construyó al primer centro comercial de la ciudad, en 1976. Unicentro fue el escenario del surgimiento de una leyenda urbana que recorría los pasillos de los colegios bogotanos en los cuales se hablaba de tropeles memorables y personajes que parecían producto de la imaginación, pero que existieron de verdad. El Negro Tadeo, Esteban, Pinky, Pirata, Juano, Lucas y centenas de muchachos conformaron algo así como una gallada desorganizada de clase alta preocupada por el bicicross y la música primero y después cooptada por el narcotráfico salvaje de aquellos años y el consumo que a unos terminó por costarles la vida en episodios violentos y a otros los deshaució en la vida de la calle. Otros, aún cuentan la leyenda en foros de internet, donde la nostalgia por la cultura de aquella época esconde la terrible historia de muchachos que terminaron convertidos en criminales o redimidos cuando alcanzaron la adultez.
He leído las otras historias que Felipe Mercado había publicado en Facebook hace algunos años, si bien si es una historia de barrio inconexa, y tiene algunos problemas de edición y de hilo conductor, creo que esa es su gracia, una historia de pandilleros y drogadictos contada por ellos. No debería extrañarse el lector de los súbitos recuerdos que surgen y de la cronología de su historia principal donde entran personajes sin presentarse. Lo valioso del libro es que cuenta una historia que es muy interesante pero donde nadie ha querido profundizar. El punto bajo es la discusión entre el autor y “Pincho”, de la cual existen un número importante de historias en las cuales se podría profundizar. Me pareció muy entretenido a pesar de los defectos reconocidos hasta por su autor.
Libro interesante, aunque irregular. Lo mejor es su estilo, casi oral: está contado con la jerga de los jóvenes de los años 80's. Lo malo: le faltó un editor juicioso. Pero por la fuerza de la narración, el libro vale la pena. Es casi una crónica novelada de esa época.
Por lo menos el propio autor es consciente del ladrillo que parió. Esta colección de recuerdos de barrio no tiene pies ni cabeza, es una colcha de anécdotas recopiladas muy probablemente bajo influencia de la mota, el susto, el pérez, el güaro, en algún parche en la "jaus" de algún parcero con toda la "pipol". En las mismas palabras que usa en su libro. Triste pérdida de tiempo, todo lo que escribió lo pudo poner en unas diez páginas y hubiese sido mejor.
Buen relato de la Bogotá de los ochentas, cuando la idea de la juventud estuvo atravesada por la música disco, Levis, los raros peinados nuevos, las Stan Smith, las drogas sintéticas, y el desconocido bazuco. Este libro va a sobrevivir al paso del tiempo, a diferencia de sus gomelos protagonistas y de su autor, que dejó una pieza bien narrada para los que apreciamos la historia reciente de esta ciudad.
Encontré los escritos de Felipe Mercado hace varios años y me interesó su manera de narrar. Aunque él libro no tiene una cronología concreta y son historias sueltas , me entretuvo un buen rato.
Uf! Que desperdicio de historia! Qué desilusión! Cuando salió la serie y ví a Felipe contando que le habían robado la historia y no le dieron participación, lo defendí y me di a la tarea de leer el libro porque es una historia que me llamaba la atención, pero ya entendí por qué no quisieron usarlo! Es un libro sin pies ni cabeza, con historias, anécdotas, lugares y personajes sin sentido ni orden, ni nada! Que pesar que una historia con tanto potencial se pierda entre un montón de anécdotas sin sentido. Qué irresponsabilidad de la editorial sacar un libro tan mal editado.
Mi hermano me llevaba a Unicentro. No siempre quería hacerlo, pero siendo el mayor, era el precio que debía pagar para salir tan lejos de casa. Jugábamos maquinitas y nos antojábamos de cosas que no podíamos comprar. Al final de la tarde nos sentábamos en la plazoleta del parqueadero 6 del centro comercial, guardando prudente distancia del grupo que se había apropiado de él. Aunque mayores que yo, todos eran jóvenes, todos lindos, todos con ropa de marca y todos eran malandros. Lo sabíamos y por eso evitamos estar en su radar, no fueran a robarnos, montárnosla (bullying, dirían ahora) o, peor, buscarnos pelea. Pero para eso último íbamos, para verlos tropelear, que era lo que hacían diariamente con pandillas rivales o con quien los mirara mal. ⠀ Este libro, un híbrido entre novela autoficcionada y crónica urbana, habla sobre ellos, sobre los famosos, temidos y admirados Billis de Unicentro, "el parche más grande, fuerte y notorio de la ciudad". Pero no solo es la historia de unos niños bien que pasaron del vicio de las BMX al de las maquinitas y de este al de los bailes y al de la rumba y al de los robos y al del bazuco y al de las pepas y al de los tropeles y al de la plata fácil; es también la historia de una ciudad y de una época: la Bogotá de los ochentas, cuando la hasta entonces parroquial urbe se llenó de discos y transitó hacia una modernidad cargada de consumismo, traquetismo y juventudes urbanas que lo parecían tener todo menos futuro ("hay gente del combo que se perdió para siempre y nadie da razón de ellos. Se los comió el puente"). ⠀ Quien lo escribe lo hace en primera persona, en parte como recurso literario pero sobre todo porque él lo vivió de primera mano al crecer en esos barrios al lado de varios de esos manes ("Yo conoci a esos sujetos antes de que la avalancha del destino los despojara de sus propios yos"). Su narrativa es anárquica y sabrosa y graciosa y cruda; es como leer una suerte de Los años maravillosos pero criollo y decadente y autodestructivo. A ver, ¡una puta joya!
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El tiempo transcurrido entre mis ocho y dieciocho años fue un precipitado y apabullante ascenso social en el que pasé de barrios obreros y colegios piratas a vecindarios "pupis" y universidades de elite. Y aunque ni en los lugares pobres fui del todo pobre ni en los ricos fui realmente rico, en unos y otros, desde la inestabilidad de ese medioclasismo, aprendí a maniobrar e incluso a mimetizarme en las lógicas sociales de ambos mundos, al punto que aún hoy soy señalado de gomelo y de chirrite, dependiendo del filtro con el que el amigo de turno me mira. ⠀ Recordé eso al acercarme tangencialmente a la vida de este escritor colombiano que entre su niñez y adolescencia pasó del Restrepo, tradicional barrio obrero bogotano, a Las Villas, uno que en los ochenta mezcló a la clase media - alta con la elite más cachaca e incluso con la nueva elite ascendente del narcotráfico. Y digo que mi acercamiento fue tangencial porque lo único que he podido conocer de él, de Felipe, es lo que contó en la novela autoficcionada con la que recientemente se dio a conocer en el mundo literario (aunque para ser justos, desde antes era medianamente conocido aunque no famoso, gracias a la editorial que manejó con su padre). Allí supe no solo de su paradoja social tan similar a la mía, sino de sus múltiples y recurrentes adicciones que, según él mismo, es un rasgo recurrente y aún presente en su personalidad: a la BMX, a los marcianitos, al bazuco, al ejercicio... ⠀ Aunque siempre ha escrito, el mundo vino a saberlo gracias a su hermano, quien con una impecable visión emprendedora publicó en Facebook y por entregas parte de su tesis de grado que, hasta entonces, estaba condenada a ser engavetada, como tienden a hacerlo las tesis. El texto, con una narrativa medio anárquica, cínica, cruda y llena de humor negro —como el mismo autor—, era una novela no solo de (de) formación sino de depresiva nostalgia por esa ciudad que, aunque todavía parroquial, empezaba a traquetizarse. No todos vivieron para contarlo. Él afortunadamente si.
Este libro pudo ser perfectamente un cuento de 20 páginas. Es muy repetitivo y la gran variedad de personajes que pasan por sus líneas se podían representar fácilmente en uno solo. De hecho es difícil recordar quién es quién porque todos son la misma cosa, adolescentes de barrios del norte de Bogotá que se pierden en el camino de las drogas. Como producto literario no es muy bueno, pero como ejercicio de la memoria, de describir lugares, eventos, personajes y expresiones de la Bogotá de los años 80 es muy bueno. Es eso lo que rescato del libro, además de apreciar el esfuerzo de su autor por representar a su clan y su historia personal.
De no ser por el relato absorbente y la identificación generacional no hubiera terminado.
Escrita para leerse de manera rápida es una versión original desde el punto de vista de un personaje secundario sobre el mito urbano bogotano de pandilleros del norte de la ciudad.
Se podría encasillar en el género de crecimiento psicológico y moral al alcanzar la mayoría de edad. Y dentro de la nostalgia ochentera que hace carrera y que ya empieza a mostrar su edad.
Si bien es interesante como presenta la historia de Bogotá en los años 80; la secuencia del hilo de la historia es desordenada, lo que termina aburriendo.
Es un libro que se lee muy fácil, había leído un poco de la historia en el grupo de Facebook y encontré exactamente lo mismo, una serie de posts largos organizados en 3 partes.
Lo que me gustó: Si eres bogotano, colombiano o tuviste algo que ver con la Bogotá de los 80s, te transportará en el tiempo, te hará escuchar música, te hará ver peinados, ropa de marca, restaurante y discotecas de tu época. La descripción de los personajes es muy detallada, casi puedo verlos y compararlos con amigos, conocidos y demás de mi propia vida.
Lo que no me gustó: Siento que la historia está un poco por todas partes, a veces siento que la veo a través del autor a veces se convierte en una reflexión, me hizo recordar a la persona que te cuenta una historia interesante y trágica un día de cielo azul resplandeciente y se desvía 10 minutos a explicarte por qué el cielo es azul.
Creo que es un libro que disfrutarán casi exclusivamente los colombianos.
Antes de leer el libro estaba muy emocionada pero luego en mi proceso de lectura me pregunté ¿quien fue el editor de mierda de ese libro?
La historia es maravillosa y deslumbrante, el libro podría ser 3 estrellas o incluso 4, el problema es que Felipe no es un escritor y quienes ha estudiado para corregir tampoco lo hicieron; la puntuación es pésima, hay palabras mal escritas, no hay un hilo narrativo ni una buena caracterización, lo que termina por llevar al libro a ser pésimo ya que se siente como si uno diera vueltas sobre personajes que todo el tiempo mueren y vuelven a aparecer en el siguiente capítulo, al final parece que nada pasa hasta que llega el final de verdad que es hermoso y doloroso pero de resto todo es una mierda.
Ojalá le hagan una buena serie (no como la de prime) a ver si logran rescatar esa historia tan buena pero tan mal escrita por Felipe y sus (no) editores.
Es innegable que decidí leer el libro por la historia de Amazon. Al salir la serie muchas personas empezaron a subir videos a Tik Tok donde contaban que sus padres o fueron billis o eran amigos de los billis.
Como lo mencioné en mi update, investigué y mencionó el autor que no querían pagarle por sus derechos y considera que "cercenaron" su historia, pero aún con todo ello, he sentido que Amazon Prime hizo un mejor trabajo en el hilo conductor de esta historia que el propio autor. Me sumerjo en la historia, pero todo es una bola de historias que no te deja sentir como si fueras parte de la pandilla de los Billis de Unicentro.
De igual forma, el autor suele ser tedioso al contar la historia y la verdad es que leer tantas veces la palabra Tabogo, logró que esta me supiera a cacho y sin ganas de seguir leyendo.
Aparte, el autor da muchas vueltas para revelar si realmente era un Billi o no. Solo es hasta la ultima parte, a la cual le dedica unas pocas paginas, revelando que no lo era propiamente. Entonces se pregunta uno, ¿podía saber alguien lo que era ser un Billi sin ser uno? Considero que realmente no.
Me pongo en la posición del autor y pensar por esos amigos que no están y no me imagino estar en esa situación.
Creo que como varios, llegué a este libro por la serie. Básicamente, de la serie al blog Uniandes, y del blog, acá. Siento que esperaba mucho más del libro, dada la postura de Felipe hacia la serie pero fue muy difícil de conectar y no tenia hilo conductor. Quizás me conectó el relato de la Bogotá de los 70s y 80s, pero pues hasta ahí.
Una lectura que te conecta con lo que se vivió en ese momento, escuchar la historia de las personas y como resultó todo fue super interesante, aunque me perdí un poco en la secuencia de la historia.
Buen libro. Del tipo de archivos que son necesarios para hacer memoria de país. Sin embargo parece una mina sin explotar. No parece una historia sino una recopilación comprimida de anécdotas desorganizadas. No hay una cronología clara. El autor hace saltos temporales que hacen perder al lector. En un momento estamos más o menos grandes reventando cocaína y blandiendo armas y al otro tenemos catorce años y estamos soñando con la amiga inalcanzable. Un poco caótico. Hay mucho material que se pudo haber investigado con un poco más de detalle sin necesitar mucha profundidad. Sin embargo, realmente es un viaje a la Bogotá de los años 80s. Si no estás familiarizado con la jerga bogotana te vas a perder un poco. Es un buen libro. A momentos crudo. Un buen material para meterse a investigar otras historias de Bogotá.