El tiempo gira, peonza, dreidel, spun, pasa y vuelve a pasar y ella de pie alas de seda y percal, espectadora de la oculta y misteriosa apariencia de los años y los minutos, es puro temblor, pura espera de una vida que ahora se le ofrece, que quizá siempre estuvo ahí presente pero que ella no vio porque había demasiadas obligaciones, tentaciones incluso, que le impedían el paso.
Angélica Beatriz del Rosario Arcal de Gorodischer es una multipremiada autora argentina reconocida como una de las figuras femeninas más importantes dentro de la Ciencia-Ficción y Fantasía iberoamericana, aunque ha trabajado otros géneros.
Traducida al alemán y al inglés (en este idioma la traductora fue Ursula K. Le Guin), es autora de una docena de novelas y multitud de relatos.
Escrito en el estilo que más cultivó Gorodischer, el de señora de mediados del siglo, que sabe bien como se lleva una casa y conoce todas las palabras que nombran cada detalle del mobiliario y de la cocina. Al comienzo parece un libro sobre ancianos porque la mamá de Helena está en los últimos días de su vida, porque Don Max tiene 84 años aunque sigue trabajando para desesperación de sus hijos, y porque se habla mucho de muertes, viudas y viudos. Pero al rato se transforma en una novela donde a los buenos les va bien, y a los malos les va mal. Encantador transcurso. Y Helena, con varios golpes de suerte, pasa de ser una chica soltera que cuidó a su madre a ser una mujer soltera, libre, independiente. Casi poderosa. Con varios golpes de suerte que fueron propiciados por dos hombres: su padre fallecido hace mucho, y un asesor financiero con el que se reconocieron mutuamente como personas honestas y valiosas. Leído en una tarde.
Me gusto mucho. Esta muy bien escrita y los personajes parecen salidos detras de una esquina de alguna ciudad argentina. Adorable el personaje de Don Max que se niega a jubilarse y ¿porque debería hacerlo si tiene pila para rato?
Novela corta, de esas que arrancan y no paran. La historia de una mujer metida en una familia que anda entre el cliché y la de cualquiera de nosotros. Un mensaje metido por ahí y mucho amor a los libros, a imaginar y a contar.