La historia de una mujer para quien todas las escenas de su vida, las importantes y definitivas y también las cotidianas, están entretejidas por una decisión prematura, aunque aparentemente dejar de comer, debilitar el cuerpo a fuerza de voluntad. Una historia conmovedora, y una voz honesta y valiente, de una destreza poética cautivamente. «Veo mi vida pasar al ritmo aletargado de un reloj de arena gigante. En el primer granito de arena de la historia tengo catorce años y empiezo a debilitar mi cuerpo a fuerza de voluntad. Me siento fuerte porque puedo dominar el hambre y empiezo a ponerme irreversiblemente triste porque entiendo que mi vida cambió. Entiendo, de algún modo que no puedo explicar, que mi sistema emocional dependerá para siempre de mi relación con la comida. Es una pelota imantada que arrasa con mi personalidad y me vacía, se mete en cada terminación nerviosa, en cada molécula, desarma mis frágiles prioridades de adolescente insegura y lo único que deseo es ganarle al hambre, dejar de comer, tender a cero». «Luciana Cáncer convierte el miedo y el trauma en joyas verbales, en pepitas frágiles de dolor, hambre y combustión corporal. La literatura como redención, sí, pero también el corazón como protesta, la ilusión como belleza en miniatura, los paisajes de una vida ofrecidos a la sensibilidad herida del lector». Santiago Llach «Crudo, pero no morboso; conmovedor y triste, pero no cursi. Una voz clara, fluida, poderosa que, aun cuando se trata de una historia muy personal, narra sin autoconmiseración ni autocomplacencia». Leila Guerriero
Voy a hacer algo que no acostumbro hacer, y de paso voy a ponerle un poco de polémica al asunto. Mi primer pensamiento sobre este libro fue "Esto es lo que resulta de un Abzurdah bien escrito". No creo que sea una novedad si digo que este último libro me pareció aberrante por mil razones. Pero como la reseña es sobre el libro de Luciana Cáncer, me voy a enfocar en eso.
Me cuesta mucho leer libros de este estilo, porque muchas veces siento que romantizan mucho los trastornos alimentarios. No me gusta el morbo, ni tampoco lo soft al hablar de cosas heavy. Sé que la forma de transmitir una experiencia es totalmente individual, subjetiva y por lo tanto, única. Pero también siento que se debe tener cuidado al comunicar ciertos mensajes e ideas. Por esa delicadeza cruenta y poética (sí, el oxímoron perfecto para describirlo), "Un lugar guardado para algo" me encantó. Las cosas dichas sin rodeos, sin eufemismos berretas, pero sin ánimos de impresionar o asquear con descripciones súper gráficas que no aportan al relato. Siempre es un dolor enorme leer experiencias de este estilo, y agradezco que se les dé visibilidad por su gravedad.
Me pasó algo parecido con las columnas de Leila Guerriero en Teoría de la Gravedad: sentí que los episodios cortos bien podrían ser poemas. Cada uno tiene versos-oraciones inspiradísimos e hice algo que no suelo hacer mucho: subrayé y marqué varias páginas.
Antes que nada, no soy objetivo; conozco a la autora - es mi contadora, je-, sabía de su historia con la anorexia pero no de estos detalles que cuenta en su libro. Detalles que cuenta sin morbo, con mucha sensibilidad. Una sensibilidad que dan ganas de abrazarla y preguntarle por qué sabiendo que no habrá una única respuesta, o enteramente satisfactoria.
Son textos cortos, a veces no más de un párrafo, donde una persona que parece buscar el vacío, no tener nada adentro, lo saca todo afuera. Estos libros, no diría confesionales, porque aquí no hay ninguna falta que reconocer, pero sí de tono íntimo, sólo funcionan si el autor está dispuesto a darlo todo, a contarlo todo, y eso es lo que sucede acá.
En el mismo modelo que "La familia exterior" de Sebastián García Uldry, de esta misma colección que se llama "Cerca de la realidad", este libro cuenta tres historias muy relacionadas entre sí: la de la enfermedad, su relación con un novio intoxicado y con su padre abandónico. Todas tienen sus momentos conmovedores. Y en un momento dice que su enfermedad y su novio fueron su "proyecto de escritura"; nosotros, como lectores, lo celebramos. Ya lo sabemos: "Malo para la vida, bueno para la literatura".
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Este libro ha sido muy esperado por quienes queremos mucho a Luciana. No puedo ser objetiva porque nos hicimos amigas cuando algunas de las ideas primigenias que componen este volumen empezaban a surgir los miércoles a la noche en el taller de Santiago Llach.
El libro es un acto de parresía, un término que aprendí en la Facultad de Derecho y que en la retórica clásica griega significa “decirlo todo”. Parresía alude la obligación de decir la verdad para el bien común, incluso frente al peligro individual, y a una manera de hablar con franqueza o de excusarse por hablar de esa forma.
El texto es una belleza: un dispositivo poderoso en el que se despliegan escenas de la vida pueblerina, el rol de los padres y los hermanos, las amistades, las pasiones y las ausencias en una trayectoria emocional hilvanada por un papá ausente, un amor a veces correspondido, y los ciclos de la anorexia al ritmo de canciones de pop-rock melancólicas.
La historia me generó una voracidad de lectura que es directamente proporcional a las distintas manifestaciones del hambre que Luciana describe tan honestamente.
Me siento identificada con muchas partes del texto, está plagado de referencias que atraviesan a los niños que crecimos en los 80s: desde las alusiones a She-Ra y a los dibujos animados, pasando por las costumbres de las familias trabajadoras del interior de la provincia de Buenos Aires, el campo y los miedos que genera estar expuesta a la naturaleza, los sentimientos que se cocinan lento a la hora de la siesta, el diseño de hábitos autodestructivos producto de una enfermedad tirana en una era sin internet, el autoconocimiento que genera la soledad, y -por sobre todas las cosas- la búsqueda del amor y la belleza inclusive en las juntas del asfalto.
En el centro de este libro hay dos historias trenzadas, la de un amor itinerante que nunca termina de cuajar y la de una chica para la que comer se volvió insoportable. Es notable lo bien escrito que está, sobre todo considerando que es un debut. Un libro súper íntimo y atrapante que además estrena una nueva colección de libros en primera persona para Penguin Random House que se las trae.
Un libro poético y difícil pero bien lejos de los lugares comunes y de lo morboso. Incómodo porque siempre es incómodo ver a alguien tan de cerca. Duro porque leer sobre una vida marcada por la enfermedad cuesta. No se preocupa por transformaciones ni caminos del héroe ni otras técnicas narrativas porque eso no importa acá.
Me gustó mucho la honestidad con la que está contada una enfermedad tan silenciada. No es morbo ni la romantiza, pero queda claro lo mucho que la anorexia le marca la vida. Reacomodaría algunos episodios para darle un poco más de fluidez al relato, porque va y viene mucho en el tiempo, pero más allá de eso está muy bien para ser una primera novela de autoficción. Es amable con sus personajes sin quitarles la responsabilidad de sus actos, pero entendiendo que cada quien hace lo que puede. https://www.lasperlasrojas.com/produc...
Primer libro en años que leo solo porque lo vi por ahí en alguna librería y me llamó la atención la portada, el nombre, los paratextos (bue, era Petris) de la portada. No leí la contratapa ni ninguna sinopsis antes de empezarlo; en criollo: me tiré a la pileta. Me gustó. No es lectura ligera, pero así la sentí entre clásico y clásico para la facultad. Es fuerte, me partió el alma mil veces. Unas tres me hizo llorar seguro (y en el bondi encima). Me parece una locura lo capaz que es de ser algo con lo que puedo relacionarme tanto y a la vez no por el simple hecho de cómo se narra este compendio de toda una vida. Es una novela que dan ganas de recomendar, aunque con varios trigger warnings, obvio.
Fragmentos favs:
• Mi abuela era mi lugar seguro en el mundo. [...] Mi abuela, el fragmento de su vida que coincidió conmigo, es la medida de mi tiempo sana. Ese paréntesis de catorce años, esa intersección de vida que nos une, es la parte a la que vuelvo y vuelvo y vuelvo para tratar de reconocerme, para saber quién era antes de la enfermedad o quién hubiera podido ser antes de que el miedo a todo lo posible me tragara y me deformara.
• Mientras escribo siento que mi corazón se va quedando sin capas, lo deshojo, envoltorio tras envoltorio, desarmo la precaria y obstinada protección que construí para ocultarlo.
• Ojalá papá haya podido verme debajo de mi silencio, de mi enojo. Ojalá hubieran existido abrazos, anchos abrazos de oso flaco. Ahora sé que todo lo que quise siempre, mi verdadero y único deseo, fue la mirada de papá.
• Cambié a un recién nacido por primera vez a mis cuarenta y tres años y mientras hacía mi trabajo con extremo cuidado y sentía el ritmo del pequeño corazón apenas formado, en el inicio de una carrera prodigiosa, indescifrable, agradecía en silencio a mi hermano la confianza que había decidido depositar en mí, su regalo.
• Y comprendo que escribí un libro para decir algo que no puedo decir y que lo único que quiero es pedir que me quieran igual.
Un libro que narra en primera persona la batalla contra la anorexia.
Me llegó este libro a través de una suscripción literaria, y no puedo no estar agradecida ya que no sé si es un libro que compraría. Sin embargo, es un libro que me ayudó a abrir los ojos.
No es ninguna noticia que, lamentablemente, hay muchas personas en nuestro país que sufren de la misma enfermedad que Luciana, la autora. Por eso creo que es una responsabilidad enorme alzar la voz y compartir esta experiencia de una forma adecuada. Personalmente, considero que la autora estuvo a la altura del desafío.
Este libro no hace apología de la enfermedad ni culpa a quienes la sufren, sino que se limita a compartir la experiencia a quien quiera escuchar y a quien le sirva. Me gustó que no hace foco en detalles morbosos pero no por eso oculta u omite detalles de la experiencia. Es una narración muy honesta, lo que realmente admiro de la autora, ya que no es fácil exponer tantos detalles sobre la vida privada, y menos sobre algo de lo que no se habla lo suficiente.
Las estrellas son porque me gustó el contenido pero no la forma. Es cierto que esta última responde a esta intención de ser una "bitácora" o un "diario", pero no terminé de sentirme cómoda con los saltos en el tiempo sin ninguna referencia.
Celebro que una editorial tan grande le de lugar a voces argentinas y que se empiecen a poner sobre la mesa los temas a los que necesitamos echarles luz.
tengo mis prejuicios frente a este tipo de relatos. es muy difícil encontrar la linea entre el romanticismo de una adicción/enfermedad mental y la pesadilla de vivirla. Sin embargo, Luciana hizo un enorme trabajo para destapar la realidad cruda de su vida. Entre palabras con mucha esperanza y sinónimos de todo lo que la tormenta de su pasado. La balanza de su mente pesa más que su corazón todavía logrando recuperarse de su batalla contra el TCA
Relato en primera persona sobre el padecimiento que significa la anorexia. Desgarrador y honesto. Muy vivencial, explora los vínculos, las adicciones, la ausencia / abandonó de los seres amados, las elecciones que hacemos las personas y las consecuencia que nos traen.
Tengo este libro esperando en mi mesita de luz desde marzo. Resulta que era una joya que pasé por alto. Similar a Las Malas en que relata un mundo, un tipo de existencia, un caminar de la vida que me es ajeno, y la autora en su gracia me acerca un poco para que pueda verlo.
"a veces pienso que la anorexia y Rodrigo fueron los recipientes que me quedaron comodos para desarrollar mi locura: dos contenedores virtuales en los que gotea, incesante, el cúmulo de mis obsesiones"
#UnLugarGuardadoParaAlgo de #LucianaCáncer 📚 Antes de comenzar a leer este libro había leído, no recuerdo dónde, que el libro era una parresia ya que es una manera de hablar con franquesa. El término significa literalmente «decirlo todo» y, por extensión, «hablar libremente», «hablar atrevidamente» o «atrevimiento». Implica no solo la libertad de expresión sino la obligación de hablar con la verdad para el bien común, incluso frente al peligro individual. 📚 Por ahí va esta historia, escrito en forma de una especie de bitácora de recuerdos o memorias. La autora nos cuenta parte de su vida familiar y social, su relación con su madre, abuela y su padre y hermanos, su amor por Rodrigo que nunca termina por concretarse, dos personas que se aman y quieren y no logran estar juntos. También está la durísima historia de su anorexia, que dicho sea de paso, no había leído nada hasta el momento sobre esta enfermedad, ni ficción ni autoreferencial. En el libro se nombra "Días sin hambre" de Delphine de Vigan, por ejemplo, donde Luciana dice reconocerse en muchos párrafos y que comprendió que hay tantos casos de anorexia como personas frágiles con la predisposición de desarrollar una enfermedad así. 📚 La primer mitad del libro la leí en un solo día, pasaba las hojas rápido (se lee ágil pero no es liviana su lectura), luego cuando empecé a tomar más conciencia por la enfermedad que atravesaba la autora me fui deteniendo más, volviendo páginas, releyendo y terminó siendo una lectura muy interesante. 📚 No se si es un libro para recomendar a todo el mundo, pero no deja de ser un libro y una historia de vida cautivadora o atrayente. 📚 《Una tarde a la hora de la siesta aparecí comiendo una manzana. Mi tío me miró y me dijo la línea de diálogo que quedaría clavada en mi mente como un mantra, un castigo, un susurro inocente reproduciéndose hasta el infinito en las paredes huecas de mi pensamiento: -Si seguís comiendo así te vas a poner gorda. Yo era una adolescente que tenía catorce años.》 📚 #MisLecturas2021
《Es algo difícil de contar porque parece difícil de creer. La verosimilitud, a veces, se lleva mal con las historias de no ficción. Las conductas no cambian de un día para el otro y una enfermedad de la mente no tiene un comienzo definido. Es un crack.》 📚 《Mientras miraba la película entendí que lo mío era más que dietas y pactos de voluntad. Entendí que estaba enferma y que esa enfermedad se nombraba con una palabra que nunca había escuchado: anorexia. Y que la anorexia me podía matar. Y que aún sabiendo eso no podía parar, no quería.》 📚 《Siempre dejaba algo afuera. Un vacío. Una promesa. Un lugar guardado para algo.》
Luciana, como muchas chicas y mujeres (y también hombres) en la Argentina y en el mundo sufre de anorexia. Una enfermedad que no se resuelve con simplemente empezar a comer, aceptarse a unx mismo, darse cuenta que un par de kilos no hacen diferencia. Anorexia es llegar a reconocer la enfermedad, entender y saber que unx es valorado por mucho más que el cuerpo, saber que el peligro es real, y así y todo no poder parar. No poder parar de no comer. Sufrir de anorexia es controlar las calorías obsesivamente, es tener "la rutina demoledora" de pesarse hasta tres veces por día, es esconder golosinas, abrirlas, olerlas y volverlas a guardar. Sufrir de anorexia es que la ropa blanca esté prohibida, es darse atracones desesperados y que el pánico luego lo tome todo; es sentir dolor en el pecho, caminar lento, sentir frío. Sufrir de anorexia es desear la sensación de vacío en el cuerpo, es ayunar días enteros, es dejar de menstruar y saber que unx se puede morir y así y todo no poder parar. Es que no importe la muerte. Es anidar "en la panza vacía y en la esquizofrenia de las balanzas". Sufrir de anorexia nerviosa es que las escenas de la vida esten "entretejidas con la enfermedad". Anorexia es una enfermedad mucho más común de lo que creemos, y es algo muy, muy terrible. En "Un lugar guardado para algo", Luciana, con toda la valentía que implica desnudarse ante el mundo, nos abre las puertas de par en par y nos cuenta los comienzos, el sufrimiento, la transición y la constante e interminable lucha. Una historia real. Una historia valiente.
Es un libro hermoso de una escritora que se anima a explorar su enfermedad: la anorexia. Y lo hace con talento narrativo. Un talento que, creo yo, no llega a lucirse en toda su potencia a causa de la estructura fragmentaria y aleatoria de este libro. La prosa es honda, transporta. No le tiene miedo a la tristeza ni al cariño. Por momentos es corajudamente honesta. Hacia la mitad, el relato abandona las vestiduras ensayística y narrativa por un tono más confesional. Me dio un poco de pena, pero muy rápido retoma su potencia retratando la infancia de la narradora y pintando el retrato de su familia. A la historia de amor le faltó un par de vueltas de tuerca, a mi entender. Le faltó construcción narrativa para que el lector esté en la misma página que la protagonista. El final no es lo mejor. Pero hay escenas preciosas y memorables. Todo resulta interesante. El vuelo lírico de la mayoría de los fragmentos siempre deja un sabor a plenitud y, al mismo tiempo, ganas de más. Es un libro difícil de olvidar. Recomiendo esta lectura, y volveré a leer a Cáncer.
"No se enferma una hija, se enferma una familia. A veces la hija despliega los síntomas para que la enfermedad de la familia quede a la vista y cada uno es funcional a eso. Porque todas las familias tienen un funcionamiento que las define. Y sufren todos. La hija que luce más enferma que los otros no sufre más que ellos, sufren todos."
Llegué a este libro por la facultad, me pidieron que lo lea para una materia. En un principio, después de leer la sinopsis, me asustó enterarme que el tópico principal era la anorexia que había sufrido la autora. En ocasiones, se tiende a romantizar esta enfermedad o a representarla de modo morboso en los libros, series y películas. Pero, este no es el caso de Un lugar guardado para algo. La autora escribe sobre su enfermedad de un modo muy respetuoso y sincero con una prosa maravillosa y desgarradora. Además, me encantó cómo hilvana la historia de su enfermedad con los relatos de su vínculo con su padre y con este chico del que está enamorada.
Uno de los primeros títulos de la colección Cerca de la verdad, del sello editorial Ediciones B, que se dedicará enteramente a libros de autoficción y lo conocí gracias a Pez Banana. Un libro que me sorprendió por la sinceridad con la que está contada una enfermedad como la anorexia. Sin caer en golpes bajos, con palabras simples, pero también filosas, que nos dan como puntadas. Luciana nos cuenta acerca de ella, de su familia, de su gran admiración por esa mujer que fue su abuela, casi un antes y después de su vida, su punto de inflexión. Nos habla de una relación amorosa, algo tóxica pero principalmente da testimonio de su enfermedad, de cómo es convivir con los fantasmas que genera su mente. Una novela muy personal, llena de recuerdos y sentimientos. Dura, humana y conmovedora.
Mis palabras no son capaces de hacerle justicia a este libro, hace mucho tiempo una lectura no me conmueve de esta forma. Quizás por su crudeza, por su sinceridad o por la capacidad increíble de Luciana para construir a través de las palabras. Leerlo no es conocer su historia, es recorrer su cabeza, su infancia, sus sentimientos, sus formas de ver el mundo y la lógica que edifica a partir de su enfermedad. De alguna forma se siente demasiado íntimo. Me sorprendió su capacidad de retratar la anorexia. Muchas veces los libros que abordan el tema se quedan a medio camino, pero ella le hizo una radiografía describiendo excepcionalmente como empieza a permear en la cabeza, se solidifica y se expande a todos los aspectos de la vida hasta consumirlo todo.
Desgarrador pero muy hermoso al mismo tiempo. Lo leí de una sola sentada, no podía dejarlo. Luciana era para mi, alguien conocido de las redes. Una persona que leía y a veces recomendaba algunas lecturas o talleres, a la que los escritores contemporáneos le tenían un respeto literario pero no entendía muy bien por qué. Después de leer su primera novela puedo entender que Luciana era una escritora que con 'Un lugar guardado para algo' logró publicar algo de su literatura y llegar a muchos de nosotros. La novela tiene el mismo ritmo de principio a fin. Por momentos te deja respirar con algunos pasajes algo reflexivos, pero no hay momento en el que las emociones no te ganen de mano.
Una novela que narra de manera bella y poética una historia. Me gusta la humildad , la pureza con que la autora toca la enfermedad y la entrelaza maravillosamente con la cotidianidad de una vida de los años 80 que cuesta no identificarse. Desde mi punto de vista personal el abandono en la vida de un ser humano sumado a otros factores crea una tendencia adictiva y ésta encuentra su forma de manifestarse. Amé la sensibilidad de Luciana , me emocioné, posee el don de evocar con sus palabras y eso se agradece.
Crónica de una vida cruzada por la anorexia. Va y viene en el tiempo como una colección de anédotas en las que la anorexia siempre está presente como eje narrativo. Es un tema difícil al que en general no me acerco, pero disfruté ponerme en la piel de una persona que vivió momentos tan difíciles y complejos, y que me hace sentir ese hambre, esa desesperación, a través de una prosa que, en realidad, tiene la delicadeza de la poesía.
me gustó. está escrito bonito, lindas frases y esas huevadas que nos suelen gustar porque hacen al dolor más doloroso y más real. también me sentí un poco interpelada. la comida como forma de vivir y dejar de vivir, de felicidad o tristeza me resulta interesante siempre. creo que si no estás en ese mambo capaz el libro te puede resultar medio meh; pero si estás re en una, mandale cumbia.
Me vi reflejada en muchas escenas del libro. Me rompió en pedacitos. Me hizo querer juntar esos pedacitos y pegarlos con la gotita. Me llore un rio. Me tire a ese rio a nadar, me sumergí y emergi con el pensamiento de que yo soy MI lugar guardado para MIS penas,mis reproches, mis fallas. Espero algún día ser MI lugar para aceptarme, amarme, admirarme. Gracias luciana por ese bello libro.
Con este libro es como adentrarse en el diario de Luciana, ella te lleva a vivir sus momentos más oscuros y los más luminosos. Realmente es muy enriquecedor para no solo poder comprender cómo funciona a veces una TCA, sino también el contexto, la salud mental. Este libro es Luciana en crudo, desnuda su alma en cada página.
¿Qué mujer argentina no ha sufrido por la imagen que le devuelve el espejo? Solo que algunas como Luciana Cáncer lo han sufrido al extremo y han sido tan disciplinadas en su enfermedad que han llegado a límites demasiados peligrosos. Es un libro amargo y triste, con destellos de luz pero muy duro la mayor parte del tiempo.
Qué bien escribir tu primer libro y que resulte así. Me destruyó y gustó en partes iguales. Lloré, tuve ganas de abrazar a Luciana, de decirle “todo va a estar bien”. No le dije eso, pero sí le escribí, y la felicité.
Maravillosa Luciana y su pluma. Pura delicadeza y osadía. Se requiere mucho coraje para escribir sobre una enfermedad como la anorexia, haciéndose cargo de manera tan íntegra, tan humana, sin victimizarse. ¡Bravo, Luciana y vamos por más!
Lo trágico y dramático de la enfermedad de la escritora se trasladan a una forma de contar llena de adjetivos y comparaciones tan dramáticas como banales. Es un texto al que, para mí, le falta eje, frialdad, distancia.