«El 2 de enero de 2009 ingresé, por voluntad propia, en una clínica de desintoxicación. Dejaba atrás un reguero de autodestrucción y una sucesión interminable de días oscuros llenos de dolor y desamparo.
Esta es la historia real, en primera persona, de cómo superé, con ayuda, mi adicción al alcohol y a la cocaína y conseguí recuperar mi vida.
Escribo este libro para mis compañeros (algunos de ellos, por desgracia, ya no están con nosotros), y para muchísimas personas que no conozco, pero con las que comparto una enfermedad desoladora que aniquila vidas a diario.
No tengo complejo de Gandhi ni estoy opositando a Teresa de Calcuta ni tengo la más mínima intención de que se me relacione con Paulo Coelho y, desde luego, no soy más listo que nadie, pero sí deseo que, quizá con suerte, con humildad, estas páginas se puedan convertir en un libro que ayude a los adictos, y a los que no lo son, a comprender que existe una salida y que las heridas, externas e internas, pueden curarse.
Para los demás, los que han tenido la fortuna de no caer en el abismo de la adicción, puede que sirva para explicarla desde dentro, desestigmatizando un tabú que se oculta y del que solo se habla en susurros.
Te invito, seas quien seas, a que me acompañes en este viaje, que fue mi vida, a veces muy tenebroso, por momentos descarado, aterrador y divertidísimo, que tiene un final más que feliz porque termina conmigo, sobrio, doce años después, hoy, escribiendo estas líneas.»
Director y guionista. Ha rodado cinco cortometrajes: Night Flowers, Save me, El amor me queda grande (HBO USA y Movistar), Puerta a puerta (TVE2) y De La Puríssima: Anatomía de una Criminal (Movistar), así como varias series de televisión. En teatro ha dirigido Taxi Girl en el Centro Dramático Nacional, con gran éxito de crítica y público. En la actualidad también realiza spots publicitarios y videoclips. Ha publicado la novela El dedo en el corazón (Ático Ediciones, 2006) y relatos y cuentos en diversas antologías. Su firma ha aparecido en medios como El País, Vanity Fair, JotDown, Vice Magazine, Cosmopolitan o MarieClaire. Yo, adicto es su primera obra de no ficción.
La literatura puede (y suele) ser un espejo tanto para quien escribe como para quien lee. Para quien escribe, la literatura puede ser como un espejo de los probadores del H&M (es decir: un espejo que te devuelve tu propia imagen pero ligeramente estilizada, porque me niego a pensar que exista algún escritor impermeable a la tentación de la cosmética en mayor o menor medida) o como un espejo deformante valle-inclaniano (o lo que es lo mismo: deformar tu propia realidad para alcanzar el verdadero naturalismo). Para quien lee, la literatura puede ser un espejo en el que verse reflejado, en el que toparse con verdades incómodas e incluso en el que encontrar explicaciones para su propia existencia.
Para Javier Giner, la literatura no es solo un tipo de espejo, sino todos los espejos posibles. Su “Yo, Adicto” (editado recientemente por Paidós) es un libro que no solo refleja su propia experiencia como adicto al alcohol y a la cocaína, sino que también tiene la voluntad de ser espejo en el que otros se vean reflejados. Como él mismo afirma en cierto momento del manuscrito, muchos fueron los libros que le salvaron la vida durante su estancia en la clínica de intoxicación al ofrecerle enseñanzas directas o ficciones en las que verse representado. Y hay que reconocer que “Yo, Adicto” tiene madera para salvar otras vidas de la misma forma en la que la vida del autor fue salvada.
Pero empecemos por el principio: este libro no es una autobiografía de Javier Giner, ni mucho menos. Es, más bien, la visión biográfica de un momento muy concreto en la vida de su autor. De hecho, el libro se ve comprimido y salvajemente recortado por delante y por detrás… Por delante, un arranque acelerado en un único capítulo en el que Giner plasma la espiral de adicción y autodestrucción en la que se convierte su vida en el ojo del huracán del moderneo madrileño hasta que toca fondo y decide ingresar en una clínica de desintoxicación. Por detrás, un capítulo para explicar qué ocurrió a partir del momento en el que cruzó la puerta de salida de esa misma clínica de desintoxicación.
Dicho de otra forma: “Yo, Adicto” no se permite ser un buitre que planee en círculos indulgentes sobre el morbo de la espiral autodestructiva ni tampoco se preocupa por la vida del ex-adicto. Es lo que es: un retrato hiperrealista de los meses que Giner pasó en una clínica de desintoxicación barcelonesa. Un corte vertical que busca la profundidad de la experiencia y que, por lo tanto, se detiene con deleite en las descripciones de sus compañeros adictos (con un tramo magistral en el que estos son presentados como si fueran estrellas de una revista musical), en la vida cotidiana de la clínica (con sus actividades terapéuticas y, sobre todo, con todo el tiempo libre del mundo para que el adicto haga lo que no quiere hacer: aprender a convivir consigo mismo) y en los profesionales y terapeutas que la guían en su recuperación (con especial cuidado en el vínculo emotivo y desarmante que establece con Anais).
Pero, sobre todo, “Yo, Adicto” es un diario de aprendizaje en el que Javier Giner vuelca todas las enseñanzas y revelaciones que se van desplegando ante sus ojos a partir del momento en el que toma la decisión de priorizarse a sí mismo y a su desintoxicación. Lo interesante es que este proceso es también un espejo dispuesto a brindar incluso a aquellos que no son adictos todo un conjunto de enseñanzas y revelaciones, ya sea sobre esta enfermedad o (¡sorpresa, sorpresa!) sobre el hecho de que, al final del camino, resulta que la vida moderna ha sembrado en todos nosotros la semilla de la adicción. No se escapa nadie.
¿QUÉ ES LA ADICCIÓN? “La adicción es una enfermedad compulsiva, obsesiva, crónica y progresiva. Puede aparecer en cualquier etapa de la vida y, aunque habrá consumidores casuales o sociales que puedan dejar de usar la droga cuando quieran, el adicto, por el contrario, será aniquilado por la compulsión a consumir. Las alteraciones químicas en el cerebro le impiden su funcionamiento normal. El cerebro necesita la droga para recuperar su equilibrio y para reemplazar sus sustancias químicas naturales. De la misma manera en que se comportaría el organismo cuando tiene sed o hambre al faltarle el agua o el alimento, así se comporta el cerebro del adicto. La parte mental de la enfermedad, que todos los ingresados sufrimos, se equilibra con un sofisticado sistema de autoengaño, negación de la realidad y justificación para volver una y otra vez al consumo“, escribe Giner en “Yo, Adicto“.
Obviamente, este libro no podía eludir la necesidad de retratar la naturaleza clínica de la propia adicción. Y, de esta forma, responde a un doble propósito: el manuscrito puede servir de ayuda para cualquiera que esté intentando comprender los resortes y mecanismos de su propia existencia como adicto… O, en el caso de que no seas adicto, puede ayudarte a entender la realidad que te rodea. Porque la adicción es un estigma social del que, tal y como afirma el autor, no se habla tanto como se debería. Que se intenta esconder debajo de la alfombra del decoro y las buenas maneras. Y ese es el primer gran error.
“Desintoxicarse se ha convertido en una aventura pop“, afirma Javier muy al principio de “Yo, Adicto“. Porque a la sociedad la resulta más fácil entender la adicción como una aventura pop que como lo que verdaderamente es: una problemática con la extensión devastadora de una pandemia. Y eso conduce directamente a otra problemática que Giner retrata cuando le dice a un colega: “No sé cómo explicarles a mis conocidos y amigos por lo que estoy pasando. Que, a ver, no tengo por qué hacerlo, y tardaré, supongo. Pero lo ando pensando. Ellos se drogan, y aún encuentran lo divertido en hacerlo. Ellos están a salvo; yo no. Me imagino contándoselo y sueno profundo y grave, dramático, brasas. Sueno aburrido. Pero ellos no le han visto la cara al dolor como yo. Es decir, hay gente que me la he sacao de encima, pero no quiero tirar por la borda a todo el mundo, ¿sabéis? Es que si solo me puedo relacionar con peña que no se droga… Sóis vosotros, joder“. Y su colega le responde: “Es una movida, tronco. En este país se droga todo quisqui“.
Tal cual. En este país se droga todo quisqui. Y, precisamente por eso, resulta totalmente inconcebible que se sepa tan poco de la adicción. Precisamente por eso, resulta totalmente necesario que existan libros como “Yo, Adicto“.
“YO, ADICTO” PARA LOS NO ADICTOS Y más todavía si tenemos en cuenta que un libro como este al final te acaba enfrentando a una realidad escalofriante. Más que probablemente, te encontrarás transitando por diferentes parajes del manuscrito con la sensación de que todo lo que Javier Giner descubre sobre sí mismo es aplicable a tu existencia. Porque, como he dicho un poco más arriba, la semilla de la adicción está plantada en nuestros egos por culpa de una sociedad que, por poner un ejemplo que se menciona en el propio libro, prefiere enmarañarnos con ecuaciones en el instituto antes que enseñarnos a gestionar nuestras propias emociones.
“Yo, Adicto” te obliga a reconocerte en un espejo en el que, de repente, adviertes el peligro del pensamiento bipolar y la polarización de las opiniones que cada vez son más el pan nuestro de cada día: “Funcionas con todo o nada, los polos opuestos. ¿Que me salto la dieta? Me hincho hasta reventar. ¿Que no puedo hacer yoga? No hago nada, me salgo de la clase. ¿Que me llevo una desilusión con alguien? Le saco de mi vida. ¿Ves lo que quiero decir? Eliminas las zonas intermedias. La vida no es blanco y negro, todo o nada. La vida es gris. Eso hace que emocionalmente estés instalado en estas esquinas: vives polarizado. No hay intermedio. No te das permiso. Es o el éxito rotundo o el vergonzoso fracaso. O la responsabilidad tensa o la irresponsabilidad absoluta. O merezco la pena o soy una puta mierda y no valgo nada. Piénsalo“.
Te enfrenta a la posibilidad de que esa entrega a los demás sea una forma de huir de ti mismo: “Otro lugar donde necesito y quiero trabajar el equilibrio. He sido un apersona muy absorbente, tan inclinada a ayudar (¿he querido ayudar o he querido ser necesitado por otros?) que muchas veces esa ayuda me anula a mí, porque pongo a la otra persona y mi responsabilidad hacia ella por encima de mí. Me desvivo no POR los demás, sino EN los demás, dándolo todo“.
Te fuerza a reconocer que, en tu ignorancia emocional, lleves años malinterpretando tu propio modus operandi: “Si tengo ansiedad y además tengo más ansiedad porque tengo ansiedad, la multiplico yo solo. Por eso es tan importante no juzgar las emociones primarias. ¿Estoy triste? Vale, pues estoy triste. No pasa nada. Pero si yo empiezo a comerme el tarro juzgando esa tristeza, entonces yo solo conmigo mismo la convierto en fracaso, en depresión, en desaliento, la hago crecer, ¿entendéis? (…) Casi todo el problema viene de cómo cocinamos las emociones primarias y cómo las juzgamos cuando aparecen. Y aquí lo que queremos no es eliminar las emociones primarias, porque esas no van a desaparecer; lo que pretendemos es impedir que se amplifiquen de forma negativa y me destruyan“.
Y, sobre todo, te pone en la senda de una existencia más responsable contigo mismo y con el entorno que te rodea: “¿Por qué ser positivo? El primer motivo es la salud física y mental. Con la palabra creas los ambientes en donde habitas y habitan los tuyos. Por no reconocer ese poder, muchos arrojan palabras a diestra y siniestra como fósforos encendidos provocando incendios en el hogar, en el trabajo, entre los amigos“.
Pero, ojo… ¿Crees que todo esto te está hablando directamente a ti? ¿Que este es el libro que necesitas para comprenderte mejor por mucho que no seas (o no te consideres) un adicto? Javier Giner opina lo contrario: “Nunca he querido que estas páginas representen a nadie que no sea yo o que se identifiquen como una guía para salir de la adicción. No lo son. Si existe un problema insostenible, el único consejo que puedo dar es acudir a los profesionales. Leer libros acompaña y sosiega, pero no cura. Ojalá lo hiciera“. Y, así, al opinar lo contrario, al certificar que su ayuda no es de ninguna ayuda, se convierte en el espejo definitivo: aquel que nos devuelve una imagen consciente de sus propias limitaciones. Porque es en el reconocimiento de nuestras propias limitaciones donde nace la humanidad más honesta.
Me ha atravesado muchísimo y me ha acompañado en un proceso de revision de mi relación con la fiesta, el alcohol etc que concluye con que ahora quiero entregarme al mundo de la infusión y el matcha, quedemos para brunchear y mirar libros chicas 💗
¿Sabes cuando ves la versión de Zach Snyder de Justice League y piensas ‘normal que dure cuatro horas, dos de ellas son de cámaras lentas’? Pues aquí tienes el equivalente en libro de 474 páginas repletas de aliteraciones, listados de adjetivos, sinónimos encima de sinónimos, name droppings infinitos de mira que guay soy y referencias tipo: ‘Hay días que siento que vivo en una fotografía de Nan Godlin en movimiento’. Salto por la ventana, así te lo digo.
Además no tiene ninguna estructura y está todo el rato haciendo apuntes y aclaraciones sobre temas en medio de lo que está contando y siempre empieza con: Un apunte, una aclaración para que luego vuelva al tema. Chica, narra normal y ve llevándome por lo que me quieres decir sin necesidad de abrir apuntes. En general el texto da la sensación de ser un primer borrador con una estructura de párrafos y capítulos que es un caos heavy. A mi su estilo me ha puesto de los nervios, la verdad.
Lo bueno es que no es tanto un relato morboso sobre una espiral de drogas sino sobre su paso por rehabilitación y eso es refrescante. Lo malo es que el estilo es tan artificioso y recargado que argumentalmente se me ha hecho bola.
pf qué decir... una historia cruda, gráfica e incómoda, como la vida misma. Un relato autobiográfico sobre la adicción, con todas sus fases y el ingreso en un centro. Aparecen personas de todo tipo, de cualquier estamento social, ideología política y trasfondo cultural y económico, con vidas totalmente dispares pero que, en el fondo, comparten algo. Un viaje por una psiqué rota, perdida por el camino que debe entender cómo ha llegado a ese punto para no repetir sus errores. Un must-read para desmontar el prototipo del drogadicto tirado por la calle y trabajar la empatía que nos hace muuuuucha falta!!!
Siento que en algunos aspectos empatizo con su protagonista. La forma no sólo de sanarse (de escribir y posteriormente compartirlo además del “viaje de autoconocimiento” que todo esto conlleva. Te transforma como persona.) , la importancia de la terapia, la relación con la familia, el grupo de apoyo, los vínculos... Su reconstrucción personal.
Un libro, real, crudo, necesario. Recomendable sin duda.
La adaptación en serie (Disney Plus) también me gustó mucho.
Me ha dejado noqueado. Es de una honestidad apabullante. Directa. Javi nos cuenta el abismo infierno que supone ser un adicto, con tanto dolor y crecimiento como solo una persona que ha sabido besar el suelo puede hacerlo. En su mirada hay humildad, reparación; su historia es un tratado de la psicología de la adicción, pero también de humanidad (humanidad imperfecta, cotidiana) que escupe verdades y sangre y son llanamente verdad. Un viaje que se inicia en el infierno y que acaba en la luz. Por que Javi nos cuenta que hay luz, detrás. Gracias.
Javier Giner tiene mi respeto y admiración para siempre por haber sido capaz de compartir todo su proceso, tanto el inicio, la desintoxicación como el background. Es de una valentía, desnudez y exposición brutal. Muy interesante todo el tema psicológico del ingreso y cómo lo explica. Tengo que decir que en ocasiones se me ha hecho largo e incluso te transmite al inicio lo pedante que reconoce ser. Aún así, totalmente recomendable y un canto a la esperanza a la par que un homenaje a los profesionales.
creo que es el primer libro de no ficción que me he leído nunca, y al principio me costó un poco entrar en algunos elementos, como en los momentos en los que se explaya más en la teoría al uso sobre la adicción. algunas ocasiones tampoco acababa de acabar de diferenciar a muchos de los "personajes", pero he acabado totalmente enganchado y me ha gustado mucho.
agradezco especialmente la honestidad con la que Javier Giner relata absolutamente todo, que te hace empatizar con él completamente. además, me he visto muy reflejado en muchos aspectos relacionados con mi propio proceso terapéutico (relacionado con la adicción/sobriedad o no), y creo que algunas de las reflexiones me van a acompañar durante bastante tiempo.
muy recomendable. tengo muchas ganas de ver la serie
2,5⭐️ haberlo escuchado en audiolibro yo creo que le hace un favor enorme, los apuntes, spoilers, flashbacks, fastforward, notas, pausas, explicaciones, etc se hacen mas amenos, igual que las enumeraciones de 10 libros, autores, canciones, musicos etc cada 10 paginas a mi me ha encantado que no sea una historia con un linea de tiempo estricta y me tienen sentido muchos de los saltos que hace el autor!! sois unos tiquismiquis entiendo que el tono que usa muchas veces, como para situar su situacion por encima de otras, es molesto pero tambien es parte de la historia de la adicción, en la misma situación muchos nos situaríamos en el mismo pedestal estoy segura
entiendo que bajaste a los infiernos y que aceptaste que eras igual que el resto de yonquis. sin embargo no pierdes ocasión de recordarnos que tú no eres como el resto de maricas porque cuando estabas puesto y follabas siempre lo hacías con condón (press X to doubt) y por eso tú no eres seropositivo.
lo triste es que realmente creo que hay una historia que merece ser contada. quizás necesitaba un par de revisiones más y otra persona editando.
a pesar de ponerle sólo una estrella realmente creo que es un libro que todo el mundo debería leer.
me ha gustado mucho!!! he tenido la sensación de inmersión total, como si todo lo estuviera viviendo yo. tengo la sensación de haber estado en una clínica de rehabilitación
Empecé a leer para conocer el lado más oscuro de las adicciones y, sin embargo, he encontrado una bellísima historia de superación. He disfrutado mucho el libro porque, quizá a veces de forma bastante repetitiva, deja caer pequeñas reflexiones que podemos aplicarnos para ser más felices.
Este libro llegó a mí gracias a mi pareja, quien lo leyó primero y me advirtió que me marcaría. Javi Giner, guionista, escritor y cineasta, comparte sus memorias en forma de novela, narrando su lucha contra la adicción al alcohol, las drogas y el sexo.
Debo decir que se ha convertido en una de mis mejores lecturas, y probablemente en uno de esos libros que te acompañan de por vida. La historia de Javi, junto con mis sesiones de terapia, está transformando mi vida.
Giner no oculta nada, y nos cuenta su experiencia con brutal honestidad, mostrándonos que la toxicomanía es una enfermedad, no un estigma. La sociedad suele juzgar y señalar a las personas que sufren adicciones sin conocer las razones detrás de su sufrimiento.
Este libro te ayuda a desarrollar una nueva perspectiva , una mayor tolerancia y empatía hacia aquellos que luchan contra sus demonios. El libro se centra principalmente en su proceso de recuperación, y las conversaciones de terapia con Anais son simplemente fascinantes. Te enganchan, te hacen reflexionar y te ofrecen herramientas útiles para tu propia vida.
Javi también nos presenta a otros pacientes que sufren diversas enfermedades mentales relacionadas con las adicciones, y aunque sus historias son duras, lo admirable es que no busca comparaciones, simplemente te las muestra tal cual.
Ver el proceso de su rehabilitación es profundamente gratificante. A pesar del dolor que transmite, la presión emocional que genera y las reflexiones que nos deja, la lectura resulta sanadora. Las entradas de su diario y la explicación del proceso de escribir este libro añaden una dimensión emocional muy intensa.
Personalmente, me he identificado con la lucha de Javi a través de mi propia batalla contra la ansiedad. Leer este relato me ha permitido ver cómo el cerebro puede apoderarse de nosotros si no somos conscientes, y cómo es posible salir adelante.
En serio, os recomiendo que leáis este libro tan necesario, tanto para la sociedad como para cada unx de vosotrxs.
Quizá sea un libro que dé esperanza al adicto, quizá no. De lo que estoy seguro es de que provoca en el no adicto una comprensión inmediata de aquellos a los que fue incapaz de comprender. Gracias, Javier, por ayudarnos a valorar y entender por lo que estaban pasando algunas personas que amamos.
Javier se vacía en un libro del que me he guardado muchos fragmentos. La reconciliación de la que habla el subtítulo, el conocerse a uno mismo... son ideas universales que nos llegan a todos.
Esto nunca me había llamado la atención pero lo cogí entre las sugerencias de la biblioteca después de haber visto recomendados por aquí libro y serie un par de veces, y superó con creces mis expectativas.
Empecé con desconfianza, pensando que era una historia de superación como tantas, enfocada a acabar con el estigma de las adicciones y que no me iba a aportar mucho porque ya me lo sabía todo, y me encontré con que yo, que empatizo fácil, pero tanto más cuanto más cercano sea a mí el personaje en cuanto a sexo, edad, procedencia…, nunca me había sentido tan identificada en mi vida como con este treintañero homosexual cocainómano (a pesar de que empezó cayéndome fatal porque era un snob que se creía mejor que todo el mundo. O quizá precisamente por eso).
Y es que al final todos compartimos una misma naturaleza humana y también, en mayor o menor medida, esa personalidad adicta que no es otra cosa que la pérdida del control de los impulsos ante determinados estímulos para hacer frente al vacío existencial de nuestras vidas (real que me pasé todo el libro pensando la suerte que tengo que no me dio por las drogas).
Total, que me he encontrado una historia, por encima de todo, de vulnerabilidad, que destila autenticidad, cariño y ganas de vivir, que me ha emocionado y con la que me he reído porque en medio de la miseria, afortunadamente, hay espacio para el humor. Muy recomendable.
Una historia real, realmente bien escrita en la que nos describe su paso por una clínica de desintoxicación para superar su adicción al alcohol y a la cocaína. He aprendido mucho leyéndola, porque todos tenemos en nuestra vida algún tipo de adicción, ya sea el alcohol, las drogas, la comida, etc. Ha habido muchas partes de la historia bastante duras, cómo ver que muchos de los personajes van desapareciendo en sus capítulos, pero una cosa me queda clara, que es un testimonio imprescindible que hay que leer. No solo deja claro el concepto de adicción, sino que hay innumerables respuestas y medios para llegar a comprender quiénes somos, porqué actuamos cómo lo hacemos y cómo aprender a aceptar vulnerabilidades. El saber perdonarnos a nosotros mismos y a los demás.
He marcado infinidad de pasajes, pero me quedo con estos: " Cuando imaginamos y adelantamos el fracaso, inconscientemente damos todos los pasos necesarios para fracasar." " El aprendizaje es un regalo, incluso cuando el dolor es tu maestro." " Pones las necesidades y sentimientos de los demás por delante de los tuyos, porque quizás crees que esa es una manera de asegurar su compañía." " El ser humano tiene un valor por el simple hecho de haber nacido. Es un valor inherente, no necesitas nada más. Si alguien no quiere valorarte a partir de eso, es su problema, no el tuyo." " Aprendemos matemáticas, geografía, historia... pero nadie nos enseña a querer de manera sana, ni a los demás ni a nosotros mismos."
Increíble; a pesar de que el uso del lenguaje me ha sacado en varias ocasiones de la historia, me ha parecido desgarrador y necesario, te metas cosas o no. Al final el mensaje es mucho más interior de lo que Javier, creo, quiere transmitir. Dejar la adicción solo es un vehículo para dar una enseñanza de fe vital y disciplina.
El principio muy bien pero el tiempo en la clínica se me ha hecho largo, entiendo que al ser una autobiografía tampoco podía esperar que me sorprenda, pero por momentos me daba una pereza enorme continuar. La tercera parte se ha hecho más amena, con más ritmo, aunque el epílogo me ha sobrado. A lo mejor no me ha terminado de llegar porque no me he visto reflejada, y a otra persona le ilumina.
No puedo decir mucho más que que he disfrutado todas y cada una de las casi 500 páginas de este libro. Lleno de reflexiones que han llegado en el momento perfecto. Ha sido, en muchas ocasiones, como un espejo. Javier Giner, ¿cuándo nos tomamos un café?
Admiro el valor de abrirse asi, en canal tipo harakiri. Tengo muchas opiniones sobre los incisos, las formas, la estructura… pero le ha recordado mucho a mis yonkis, les echo de menos y me alegro que se hable de ellos asi de verazmente