Los días mudos es una novela de autoficción que se sumerge en un viaje en busca de significado. ¿Qué es hacerse mayor? ¿Cómo se enfrenta un ser humano a la vida adulta? Con una mirada cruda sobre la realidad precaria de marcharse fuera para sobrevivir, la autora narra el tiempo que vivió en el país del idioma mudo atravesada por la amistad, el sexo, las pasiones, la naturaleza y la enfermedad de su propio cuerpo.
«Yo hice de fracasar algo a lo que amar con locura.»
Patricia Peral nos regala con su narración una historia cargada de nostalgia y melancolía: región, Austria, el invierno, la enfermedad y las relaciones interpersonales forman parte del hilo conductor de su relato.
Todo ello guía al lector a una suerte de exilio elegido en que, junto con relatos de una época inmediatamente anterior y con diálogos a modo de entrevista, sentirá lo positivo y lo negativo con un filtro de sosegada (en ocasiones contradictoriamente feliz) tristeza.
Se trata de etapas, del constante cambio y de la adaptación para sobrevivir.
Antes de empezar a leerla, creía que lo relatado era pura ficción, pero había reflexiones lo bastante profundas como para ser simplemente ficción. De este modo, comprendí, tras empezar a leer, que esta historia era más bien el diario de alguien que había vivido una de las experiencias que más le había marcado en la vida; el hacerse a la vida adulta.
Nadie crece con un libro bajo el brazo con todas las instrucciones para cada etapa de la vida. Y esta historia me a hecho reflexionar sobre muchos aspectos de esta índole. ¿Qué es hacerse adulto?, ¿Cuándo te consideras adulto?, ¿Tiene que haber un gran cambio para hacerse adulto?
Leí a nuestra protagonista con todas estas preguntas rodando en la mente. También lo hice con la sensación de haber pasado por algo similar, como cuando habla de la enfermedad de su cuerpo que marca la primera etapa de la historia, o cuando habla de la presión constante de la necesidad del dinero y de la búsqueda de tu propio sitio en el mundo.
Reconozco que es una lectura que me ha angustiado al principio, pero que también me ha tranquilizado porque no soy la única que piensa en la vida adulta como una carrera contra reloj y bastante incierta.
Adquirió el matiz de diario por dos detalles: la narración ininterrumpida, pero clara en su mensaje, y el compartir sus reflexiones, inquietudes y miedos abiertamente. Personalmente, me he sentido conectada a ella, a su deseo de poner sus palabras en papel y llamarse escritora, de querer encontrar su propia voz y de la contrariedad de sus propios sentimientos, porque en ocasiones extrañaba su tierra, pero en muchas otras ansiaba la libertad que le proporcionaba el extranjero.
Es una lectura que habla de una evolución personal constante, que por momentos da vértigo, pero que beneficia a la larga. Ella cuenta como al principio la enfermedad le impedía hacer ciertas cosas y como sus sueños se volvían verdaderos pozos negros. Vivía el verdadera cambio en cuerpo y mente, hasta que con el paso de los meses su vida, pendiente de un hilo, le sonreía a su manera.
Pero como todo lo que sube vuelve a bajar, llegó a un punto en que dejó de vivir para sobrevivir.
En resumen, ha sido una lectura que me ha fascinado por su narración intimista, cruda, ininterrumpida y de tono reflexivo. He vivido la evolución de la protagonista en mi piel, compartiendo pensamientos, sensaciones y angustias, de ahí que me haya gustado tanto. Incluso he llegado a hacer un maratón por lo sumergida e intrigada que me tenía el saber como evolucionaría ella.
Si eres un amante de las lecturas plenamente vivenciales, en donde prima la evolución del personaje, las reflexiones constantes y las emociones en toda su amplitud, esta historia te gustará. Se centra acompañar a una protagonista que no pretende ser perfecta, sino que quiere sobrevivir en la sociedad del momento a su manera, abriéndose paso a través de sus letras y su propia voz.