«Mi marido amaneció destripado en una cuneta el 1 de mayo de 1952. Le faltaban los testículos y un reloj de bolsillo, que había pertenecido a mi abuelo cubano». Así comienzan las memorias de Rosalinda Mur Rodríguez, una nonagenaria que residió toda su vida en un pueblo perdido de algún lugar del norte de España. La dueña del Plaza es la historia de una luchadora y de la silenciosa resistencia al fascismo que llevaron a cabo muchas mujeres anónimas. Es el temblor que provoca el brillo de una navaja, los milagros de una bruja enana, el misterio de una niña muerta, la complicidad de una aldea, una viuda que no quiso serlo, un meteorito, una loba, un bar remoto, una puta y un miedo muy profundo. También es la historia de esa otra España, de ese fantasma que no se puede morir.
En enero leí Secretos de Mara Mahía que he recomendado con gran éxito desde entonces y Editorial 16 tuvo el detalle de enviarme la segunda novela de Mahía que, en cierta manera, continúa la historia. La dueña del plaza acaba de salir cuenta la historia de la señora Rosalinda, con más de noventa años, envía cuadernos con su vida a la autora del libro, el alter ego de Mahía. En esa historia que va desde antes de la guerra hasta nuestros días hay amor, traiciones, hijos, padres, amistades, libros, escritura, cartas, la dictadura, el silencio forzado, el silencio autoimpuesto, traiciones. Rosalinda tiene una voz propia y es ella la que nos cuenta las historias alrededor del Plaza, el bar que regenta su familia, y su pueblo, con personajes que ya aparecían en Secretos y que aquí se van completando.
«A Rapunzel la escribieron idiota. ¿Quién se suelta el pelo para qué se lo trepe un príncipe? Desde que leí el cuento me beso las trenzas. En caso de emergencia siempre las puedo usar para escapar. ¿Cómo no se le ocurrió inventar que la muchacha huía de la torre sirviéndose de su cabello? la bruja que la encerró allí la visitaba con frecuencia., subiendo y bajando por la pelambre de la chica. El príncipe también podía escalar por esa maroma dorada. No obstante, ella, que los vio entrar y salir durante meses, nunca tuvo la idea de hacer lo mismo y así fugarse. Decidió permanecer cautiva. me cuesta entender eso. Pero lo que sí entiendo bien es lo otro. Lo de que en estos cuentos plantas las semillas de los árboles, donde luego nos cuelgan. Si a Rapunzel no la hubieran escrito tan tonta. Si a mí no me hubiesen cortado las trenzas. Bah, no hay quien arregle el pasado. Sin embargo, lo que sí se puede es zurcir el futuro. Nunca tuve mañana para la costura pero cuando a mis nietos les lea esa historia, se la voy a remendar a medida.»
A mí me ha gustado menos que Secretos pero es una novela estupenda. Lo que más me ha gustado es el extenso prólogo en el que Mahía de manera magistral nos lleva por tantos temas, baila con el lector haciéndole dar vueltas extasiado tan maravillosamente bien que cuando sales del prólogo, cuando se acaba de golpe, te sientes como si el baile se hubiera acabado de golpe, como si después de una noche de diversión maravillosa, se hubiera hecho de día y te cuesta seguir con la historia porque estás todavía recordando lo bien que lo pasaste antes.
Hay que leer a Mara Mahía pero empezad por Secretos. Estáis tardando.
Mara se reinventa y se consolida como una de las mejores voces del panorama actual. No os la perdáis. Y si ya habéis leído Secretos, este os va a dejar con la boca abierta.
3.75/5. Y no llega al 4 porque ha habido veces en las que me perdía con los nombres. La historia me ha gustado mucho y la prota es majísima pero claro, como tenía q volver cada dos por tres para acordarme de quién era manuel o jonás o el hijo de la hija del hijo de la Leonor pues bueno....
La novela comienza con un prólogo que me ha dejado algo descolocado por lo original y por el fondo del mismo, bien hilado eso si, con el resto de la novela. Al terminarlo comienza la verdadera historia, unas cartas que recibe la protagonista del prólogo, una periodista con raices gallegas que reside en el extranjero. Esas cartas resumen las memorias de Rosalinda, una mujer luchadora y sufridora, victima de un marido sin escrúpulos y de una época en la el patriarcado y los efectos directos y secundarios de una guerra civil hicieron mella en gran parte de la población de España. En este caso centrado el efecto en el mundo rural, en un pequeño pueblo gallego.
La periodista reúne esos diarios donde se relata la vida de Rosalinda, nacida unos años antes del comienzo de la guerra, pero que casada y enviudada muy joven, se hace fuerte ante toda la adversidad con la que se encuentra. Trabaja en un bar rural en el que tiene que soportar las exigencias de los oficiales falangistas, las injusticias que marcaban los poderosos, el tener que vivir con esa mochila, mujer viuda, independiente, por querer tener una vida sin depender de un hombre. El bar sirvió a su vez de cobijo para esos maquis que se refugiaban en los montes y en las cuevas. Se refleja de manera brillante los dos lados de la contienda, las dos Españas, durante el envite como los restos que quedaron después.
Es la voz de una mujer casi centenaria que a punto de pasar a otra vida ha querido poner en liza a esas mujeres olvidadas, sometidas por el hombre durante muchos años logrando el objetivo a mi entender de hacerse escuchar, de que sus historias no caigan en el olvido para que no se vuelvan a repetir.
No quería terminar la reseña sin destacar esa parte de una de las personajes que aparece de manera puntual en los diarios de Rosalinda, Margot. A través de ella he podido conocer como se vivió un escenario en la segunda guerra mundial en Dresden totalmente desconocido para mi y que tiene muchos puntos en común con lo acontecido en Gernika durante la GC española.
Una lectura interesante, algo lenta por momentos, pero muy profunda y con un gran mensaje feminista y antifascista, es la historia de una mujer que logra mirarse al espejo y por fin, superando sus miedos poner sus sentimientos y sensaciones a disposición de esa periodista para que salga a la luz.
Mara Mahía nos devuelve con esta novela a la época de la guerra civil española y el fin de la misma con la instauración de la dictadura franquista durante treinta y seis años.
Parece que nuestra prologuista, que va en busca de información para encontrar una pista del paradero de su tía Leonor, es el alter ego de la propia Mara.
Nuestra chica vive en Nueva York y es periodista. Nos confiesa para empezar, su miedo a las oficinas de correos desde que supo del feminicidio cometido en la oficina más cercana a su vivienda, por un ex empleado de apellido Clerk. Comienza a obsesionarse con la posibilidad de que su tía, hubiera estado en esa oficina el día de la matanza... Un prólogo brillante que para nada te hace presagiar los acontecimientos que se presentan a continuación. Hechos narrados por Rosalinda, la dueña del Plaza, el bar del pueblo donde vivió su tía y del cual salió un día dirección a América y nunca regresó.
La periodista consigue que Rosalinda le mande sus diarios donde fue relatando su vida. Y menuda vida...sin obviar el contexto de injusticia y de precariedad de una guerra y una dictadura; tener que lidiar con los oficiales falangistas y sus atrocidades y superar a la vez el maltrato continuado al que la exponía su propio marido...no debió de ser fácil precisamente.
Leyendo historias como esta, te das cuenta del sufrimiento silencioso que soportarían muchísimas mujeres en aquella época y como supieron mantener redes de apoyo entre vecinos para ayudar a aquellos que aún resistían escondidos en los montes y para sobrevivir a unos años de terror sin fin.
Relato estremecedor que nos deja la vivencia de una persona que ha sufrido lo indecible y cuya salud mental, obviamente, está muy perjudicada.
Cuánto sufrimiento es capaz de soportar un ser humano...
Los escritos y pensamientos de Rosalinda, te ponen la piel de gallina. "Actuaban siempre como hacen los cobardes, controlándolo todo." "No hay droga que pueda arreglar un alma rota." "La necesidad nos hace débiles. La ingenuidad nos mata."
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A mi este libro no me ha gustado, la verdad. El prólogo está bastante bien, pero luego se va haciendo más complicado de leer.
Un libro en el que los malos son muy malos, los buenos son muy buenos y cada grupo en su saco, bien identificable, y sin mezclarse mucho. A la protagonista le ocurre todo lo ocurrible y al resto del elenco lo vamos viendo pasar sin pena ni gloria.
Todo es o blanco o negro, y pese a que la autora hace gran esfuerzo en generar situaciones sorprendentes, a medida que estas situaciones se desarrollan y el lector tiene más información los resultados nunca sorprenden.
Finalmente está el estilo. Pocos párrafos y muchas frases juntas. Se entiende la intención de la autora de transmitir que es una señora anciana quien describe su vida, y que las ideas y los recuerdos fluyen como un torrente. Pero en mi opinión, debería dar un respiro de vez en cuando al lector, quizás con otras formas literarias, porque leer así continuamente es un poco agotador.
Mara Mahía ahonda en la historia de la posguerra española a través de las memorias de Rosalinda, una anciana nonagenaria de la Galicia rural.
Un relato duro y que pone la piel de gallina hermosamente escrito.
"Los fascistas son como las agujas del reloj. No saben hacer otra cosa. Siempre tirando a la derecha, robándonos el tiempo, erre que erre, hasta que acaban por matarnos. Son como las tuercas, siempre apretando, oprimiendo hasta ahogarnos"
Novela de muchas historias en una vida. De cotidianeidades, instantes asombrosos y magia del día a día. De pérdidas, dolores y sufrimientos; de risas, alegrías y tirar pa'lante. Una preciosidad.