Lambarry va más lejos construyendo un libro no convencional, con una trama arriesgada, para mostrarnos de qué están compuestas las luchas humanas; cómo se forja el amor y la pasión, incluso si estas luchas parecen absurdas a los ojos de otros. Lanzar enanos es una metáfora perfecta de aquel paisaje que bosqueja nuestro interior y que nos marca un camino que a veces recorremos o que podemos abandonar por miedo.
No es un libro al uso, eso hay que saberlo antes de leerlo. Tiene un buen trasfondo, te hace pensar, todo bien hilado si conoces algo sobre los emperadores romanos, pero sin más. ¿Lo recomiendo? Sí, solo si quieres una lectura rápida y sencilla.
Esta es una novela peculiar: escrita (desafortunadamente) en segunda persona, se convierte en un reto o un riesgo porque casi siempre el “sonido” de la prosa distorsiona demasiado cuando se elige un narrador en segunda persona. A título personal creo que comunicar de esa manera es un error en el uso del lenguaje. O sea, hablar de uno mismo como si se tratase de otra persona (…Fuiste a la casa de tu madre porque querías verla antes de irte del país. Estabas preocupado por la manera en que reaccionaría. Tu madre, en cambio, te dio un beso en la mejilla y te deseó suerte…) Una manera horrible de hablar cuando en ese ejemplo “tu” eres tú mismo.
Es cierto que otros autores han escrito grandes obras utilizando el narrador en segunda persona. Carlos Fuentes, por ejemplo. Pero este no es el caso.
A pesar de ello, la novela está bien narrada y el estilo es limpio. La historia no me cautivó demasiado, a pesar del esfuerzo del autor por representar las luchas internas del ser humano a través de la práctica de un absurdo deporte, y el guiño a la historia de los emperadores romanos no tiene mayor relevancia para mí. Como lectura rápida de una novela más o menos entretenida, está bien, pero no pasa de ahí.