Preguntaron a Cecil Beaton: ¿qué es la elegancia? Y respondió: agua y jabón. Que es lo mismo que decir: lo elegante es lo sencillo, lo útil, lo de toda la vida. La elegancia involuntaria se asocia al gesto generoso, a la alegría discreta, a la persona que aporta y apacigua.
El libro se divide en tres partes: «Temperamentos», «Objetos» y «Lugares». Un canon personal construido no como un refugio contra la vulgaridad –la vulgaridad puede ser maravillosa–, sino contra el sucedáneo. Completa el texto un suplemento de afinidades en forma de diccionario. El mundo de este libro es fragmentario, lento, de convivencia fácil. La barredura de nombres se puede leer aleatoriamente. No esperen emociones fuertes. Abrir por cualquier página, un rato de compañía, descubrir algo, ir a dar un paseo. Eso sería perfecto.
Agua y jabón habla del amor a las bibliotecas públicas, el humor barato, los mapas, la familia Cirlot, Paul Léautaud, el encanto imbatible de los pajarillos, el paseo errante, los hippies sospechosos, las viejas pastelerías, los trenes y los zepelines, Bruno Munari, Fleur Cowles, los viajes de novios de nuestros padres, la Venecia de Wagner, los perros cuentistas, comer fruta directamente del árbol, lo cursi y lo camp, el Rastro, Josep Pla, las manías, los tricornios, las mantas, Snoopy, barrer nuestro trozo de acera, Giorgio Morandi, Carlos Barral, Ricardo Bofill, el surf, la lana, el queso, los jardines.
Lo recogido en Agua y jabón es el resultado de una trayectoria intuitiva y desordenada. Hay lealtades antiguas y otras recientes. Hay, sobre todo, silencio, admiración, paciencia y predilección por la realidad más próxima.
Marta D. Riezu (Terrassa, 1979) es periodista especializada en comunicación de moda en medios como El País, La Vanguardia, Yo Dona, Marie Claire, Telva, Vanity Fair o Apartamento. Ha publicado dos libros: Agua y jabón (Terranova, 2021) y La moda justa (Anagrama, 2021).
Cada vez aguanto menos a los pijos militantes. La escritora se suma a cierta tradición ensayística anti moderna, vindicadora de los "viejos, sólidos, valores de antaño que han sido olvidados", etc.,
Riezu no escribe mal, aunque tampoco especialmente bien, es muy periodística y como tal escoge buenas referencias y posee una cultura amplia y cuidada. Mi problema es con las ideas que defiende, la postura vital que recorre la mitad del libro que llevo. Es una visión elitista y de forma muy marcada servil con el privilegio, zalamera con los grandes nombres, con lo que refuerza un sentido común del mérito y la virtud que pertenecen al enemigo, porque en una situación de emergencia en tantos frentes loar la (falaz) tercera España, el refugio solariego de los que se lo pueden pagar, es irresponsable, contribuye al colapso en ciernes. Un ejemplo muy claro: "Ese hombre, con su dedicación focalizada y discreta, hace más por la biodiversidad que cien zoquetes lanzando proclamas al aire." En esta cita está refiriéndose a un raro de la familia De Broglie, muy interesante por otra parte, que al haber heredado un fortunón se dedicó a crear un instituto de investigación del tomate. Magnífico mecenazgo, ciertamente encomiable. Solo que ponerse a hacerle el besamanos a las grandes fortunas en lugar de exigir una redistribución justa, y al mismo tiempo hacer de menos el activismo ecologista y la ciencia de base resulta repulsivo. Llamar "zoquetes" a esxs currantes de clase media/baja que investigan con malas becas en laboratorios mal pagados o tantean técnicas de permacultura (o no) en sus huertecillos de barrio, etc., o bien se organizan y salen a la calle a luchar por el cambio de modelo productivo, a llamar la atención sobre los ecocidios en marcha, etc., es infamante, deletéreo, destructivo. Lo peor es que lo hace desde esa postura de admiración falta de crítica y lisonja hacia las clases altas que configura la mentalidad pija de clase media.
Volviendo a Büchner: "paz a las chozas guerra a los palacios".
Conste que hay ricos, gente acomodada y por ende, en general, personas de derechas que escriben buenos libros. De ellos y ellas aprendo y a menudo lo agradezco (aunque no siempre reseñe, para no dar capital cultural a gente que ya lo tiene de sobra por otros lados).
La cosa es que este libro de Riezu, aunque tiene un formato de miscelánea que interesa y tiene sus hallazgos, está trufado de perogrulladas disfrazadas de sagacidad y en lo psicológico sus creencias le llevan a afirmaciones anticientíficas.
Un caso de banalidad profiterolada es cuando dice que ella no es nada cool porque de niña veía siempre cine de barrio con sus padres y entonces se pone a hilvanar todas esas películas de Martínez Soria etc. que llevan ya muchos años reivindicando los hipsters como una mina de oro de la cultura popular, piezas de orfebrería de la sensibilidad española en guión, actuaciones, etc O, por ende, cuando menciona a Luis Ciges en esa lista de secundarios de los que la gente no recuerda (? tremenda estupidez) y que son tan buenos.
En cuanto a cosas que me cabrearon desde el principio, barbaridades de psicología victoriana nociva para la salud mental, el ejemplo más claro se encuentra en uno de los primeros párrafos en el que ensalza aquellos valores del siglo diecinueve que a ella le transmitieron de niña, como no hablar nunca de sentimientos con tus padres. A continuación dice que esa distancia (patricia) le enseña a una a estar para luego ser. ¿Ser qué? ¿De la "buena sociedad" los que "saben estar"?
Pues bien, ese saber estar y saber ser tan aristocráticos son remanentes de un antiguo régimen de familias bien a los que es urgente ponerles todas las guillotinas conceptuales que se encuentren a mano, y alguna más, ergonómica, que tendremos que diseñar. Hacen falta más filósofas plebeyas, contando desde abajo y en todas direcciones, aprendiendo de los clásicos pero también del mundo que estos dejaron fuera y del que ha surgido después, mientras que sobran moralistas del buen gusto como esta, que escriben intentando convencer a la señora marquesa de que las contrate como maestras de caligrafía de sus hijos.
esta mañana me he cruzado con un vecino y me ha dicho " con dios". está claro que no estoy en Madrid sino en el pueblo donde todo el mundo se saluda y si no te conocen te preguntan ¿ de quien eres tú? . paso a la tienda de la Conchi y pido la vez . tocan las campanas a mediodía, hoy no tañen a muerto. paso al mercao a por sandía y unas pilas de las normales para el transistor de la piscina. una señora sale de casa y se santigua y yo me acuerdo que, cuando se me caía el pan al suelo, me hacían darle un beso de vuelta porque era alimento del señor y de como estrenabamos ropa para semana santa. De ir de vacaciones durmiendo en la parte trasera del coche que se hacia más grande tumbando el asiento y vivir mareada todo el verano por culpa del aután. pago todo con calderilla y un billete de cinco porque aquí no se estila el datáfono ni hacer un Bizum y vuelvo a casa antes de que apriete la calor porque hay que planchar las sábanas aunque todos sepamos que la acometida que traen a esta vida es la de estar arrugadas. . Marta D. Riezu escribe Agua y jabon como un manual de buenas costumbres que ella subtitula apuntes sobre elegancia involuntaria. yo no sé explicar qué es la elegancia pero si se parece a todo lo que ella expone en su libro que, dividido en tres partes, reúne #temperamentos, #objetos y #geografias creo que, al menos, el algún momento he podido rozar la elegancia con la punta de mis dedos. escribe sobre la familia, sobre la madre, sobre la comida, sobre las primeras casas donde uno vive, sobre las primeras salidas con amigos y viajes, sobre la enfermedad y los perfumes, la nostalgia y los lectores, de arquitectura, jardines y sauces llorones, que es mi árbol favorito. De Italia, Venezia y Brasil, de Zweig y Margarit. Sobre la necesidad de equivocarse y hacer un poco el ridículo. De lugares donde quisiéramos estar ahora mismo, a mi no se me ocurre ninguno mejor que el porche donde estoy sentada escribiendo esto y con un gato dormitando a mis pies. . Memorias, libro de recuerdos, anecdotario, guía de escritores, artistas, museos, restaurantes, ciudades... es difícil hablar de un género literario a la hora de intentar encasillar #aguayjabon. Creo que la mejor opción es leerlo y ensuciarlo lo que revelará el nivel de y satisfacción por el libro. yo tuve que forrarlo porque de lo contrario no habría llegado con el entero hasta el final. De mayor siempre he querido ser un gato pero ahora estoy segura que lo que quiero ser es este libro.
Todo el rato fantaseaba con ser espectadora de una mesa redonda con Marta D. Riezu e Irene Vallejo como protagonistas. Sería un despliegue brutal de buenas ideas y buena bibliografía.
Es curioso que en la página 9 del libro manifieste que la elegancia involuntaria no tiene que ver con el dinero pero luego todo lo que le parece elegante pertenezca a un mundo de niña rica privilegiada.
Con el primer capítulo, el de los temperamentos, me la coló un poco, podría decir que incluso disfruté algún fragmento. Según avanzas y llegas a los objetos empiezas a darte cuenta de quién te habla (y desde donde). Con el último episodio, el de los lugares, se quita la máscara del todo y descubres que es una niña rica privilegiada hablando desde su privilegio (del que parece no ser consciente) de cosas de personas privilegiadas.
¿Quién tiene un sauce llorón en el jardín? ¿Quién puede permitirse cada verano desde los 17 años pasarse un mes en la ciudad que quiera? ¿Quién critica a las personas que amueblan sus casas de IKEA o se visten con ropa “barata”? ¿Quién manda un mail al director de la Tate Modern y baja a tomar un café con ella?
Pues eso, un libro clasista, pedante y lleno de referencias que no te interpelan y difícilmente te interesan. También otra cosa, de las 850 referencias que nombra, ¿por qué tan pocas son mujeres? ¿Será por su definición de feminismo? En fin, hazte un favor y ahórrate la lectura :)
Snob y elitista a veces. Jugoso e inteligente otras.
Leyéndolo a menudo me he preguntado si lo elegante irá siempre separado de la consciencia de clase. La autora hace un intento en algunos textos pero sin conseguirlo.
Libro un tanto juguetón y diferente. No se trata de una novela sino una serie de reflexiones de lo que la autora considera un tratado sobre el buen gusto en todos los órdenes: vestir, viajar, literatura, arte, saber estar, comida. Estaríamos ante un canon de lo que Marta Riezu considera de buen tono y también y a sensu contrario, de lo hortera y mediocre. Resulta entretenido porque la autora te hace posicionarte sin tu quererlo, se moja y opina sobre todo.
Sorprende también, que siendo una escritora relativamente joven, tenga tantas lecturas buenas (eso me parece incuestionable, tiene buen gusto para la literatura), y tantas opiniones sobre los cientos de cuestiones sobre las que opina en todas las categorías posibles, ahí no me pronuncio por desconocimiento sobre tantas experiencias y un bagaje cultural que parece interesante. Sin embargo a veces resulta irregular el libro. La segunda parte en particular me resultó un tanto pretenciosa y contradictoria. Como base el libro pondera siempre lo sencillo, lo simple y de calidad, frente a lo recargado, novedoso, barato y extravagante (el agua y jabón como indica el propio título), pero que sin embargo entresaca todo un catálogo de marcas y referencias de todo tipo de zapatos, impermeables, perfumes y todo tipo de complementos y cachivaches poco accesibles económicamente para la mayoría. Ella misma dice que para todo ese buen gusto “hacen falta perras”, pero aun así denota un poco de clasismo. Entra a opinar hasta de vinos tras haberse definido como abstemia… y dice que sus amigos no la entienden, quien podría entenderlo.
Otro punto que me despistó un poco es ese afán que muestra por clasificar y etiquetar todo y sus opiniones un poco forzadas: a los que les gusta el queso y a los que no les gusta, opina sobre que se considere queso o pan a determinadas subespecies (vale, de acuerdo..), los amantes de los cítricos, de los gatos, etc y así hasta el infinito. Toda esa categorización por momentos me resultó un poco pesada. La última parte, un índice alfabético me pareció divertidísimo (p. ejem: la familia de Silvina Ocampo llevaba una vaca en sus travesías transoceánicas para tener leche fresca, o el torero Sánchez Mejías, aparte de cuñado de Joselito, amigo de Lorca y su famosa muerte en el ruedo, fue un dramaturgo de cierto interés).
Al final he llegado a la conclusión de que se trata de un buen libro; alguien pudiera caer en la tentación de considerarlo un libro pijo o pretencioso, o a la propia autora, pero me temo que no, que Marta Riezu busca un tono uniforme, un estilo muy claro y definido del cual no se sale. Sobre el fondo, ella misma en varias ocasiones se califica de origen humilde y la mayoría de sus gustos son humildes, pero aunque a veces entra en contradicción, tiene un buen gusto tanto en lo literario como en lo doméstico que puede a quien le parezca discutible o esnob, pero que en lo que se refiere al libro, que es de lo que se trata y sobre lo que escribo ahora, es una muy buena obra.
Hace no mucho, no recuerdo dónde, leí que un padre aconsejaba a su hija leer mucho, leer despacio y leer bien -¿En el Instagram de la propia Marta?-. Agua y jabón es un libro para leer muchas veces, doblar las esquinas de llevarlo en la mochila, acuchillar con etiquetas de colores, manchar con gotarrones de café (contra la pulcritud del título). Para leer con un gato peludo en el regazo, o en una cafetería sin que nadie nos espere en casa, o tumbado en el césped de una piscina -propia y sin distracciones-, pero no en la playa ni tampoco en el baño, ni entre bostezos antes de dormir. Para leer avispado, hacer que cada texto nos deje poso como los culos de las botellas de vino tinto, tener el móvil a mano para googlear las infinitas y buenas referencias que se dan (literatura, pintura, fotografía, arquitectura, cocina). Para aprender el arte del buen hacer, el buen decir, el buen vestir, el buen ver -que no mirar-, y acercarse uno como pueda a esa elegancia involuntaria.
Bueno... entretenido. Lo he subrayado bastante, tanto para bien como para mal. Pero sobretodo para mal, la verdad. Clasismo y varias contradicciones. Demasiada romantización de los tiempos pasados, un punto peligroso. Cuando llevaba 30 páginas quería dejarlo pero me obligué a acabarlo porque quería entender el boom de este libro. No me arrepiento, hay alguna parte que he disfrutado. Pero sin más. La definición de feminismo ¿??
algo así como 3.6/3.7? no sé, la verdad es que me lo he zampado con patatas y hay mil referencias originales y divertidas. ella tiene una voz fresca e irreverente (me encanta en instagram), pero a veces hay cositas en las que me parece que patina. no se puede cubrir todo y gustar a todo el mundo, supongo, y al final el libro es lo que es (una recopilación de amores y obsesiones) pero hay algunos fragmentos que tienen un deje como neoconservador medio alarmante. dicho esto, me lo he pasado muy bien leyéndolo! y subrayo un montón de cosas para investigar cuando tenga un rato.
Agua y jabón té un munt de coses bones, especialment perquè la brillant Marta D. Riezu té una increïble riquesa de referents en els àmbits del disseny i de la moda, així com en el món de la música. Sempre la llig amb el mòbil a mà per buscar noms a Wikipedia, i això m'encanta. Es podria dir que, en aquest aspecte, Riezu és molt generosa. També té moments dolcíssims, molt personals, que m'han sorprés. A més a més, Riezu és una gran narradora, llegir-la sempre és plaent i fàcil --és, després de tot, periodista--, i en aquest assaig potencia molt el seu sentit de l'humor, mai massa evident, un dels trets que trobe més destacables de la seua prosa.
Igualment, he de dir que Agua y jabón no m'ha encantat. No puc superar la repel·lència que me desperta l'única màxima amb la qual es pot resumir el llibre: si és humil, auster i amb vibes postguerra, és millor. Em fa arrufar el nas veure que algú eleva massa la puresa i honradesa de la vida working class. A més a mes, m'han expulsat molt els moments d'esnobisme (rars, tot s'ha de dir!) que he trobat.
Me posaré filològica un minut i afegiré que no cal abusar de les oracions nominals perquè acabes per no dir res de valor.
Me lo he empezado y lo siento, no lo aguanto. Es como un artículo de la ELLE o del Telva de 200 páginas. Me parece una quimera hablar de algo como "la elegancia natural" sin empezar hablando de clase. ¿Prohibir a los pijos escribir? No sé.
Entre la apabullante, sofisticada y maravillosa catarata de datos de Marta D. Riezu en ‘Agua y jabón’ me sorprende el siguiente texto:
“Llevar la vida elegante de Max Beerbohm, que Thomas Wolfe describió así: ‘Vive silencioso en Génova. Ve a poca gente, se sienta en la terraza y pinta un poco, pasea un poco, y de vez en cuando escribe un poco. Es vago y se esfuerza en no hacer mucho. A pesar de ello ha realizado cosas hermosas”.
Excepto por lo de pintar y por la última frase es tan mi verano de 2019…. Sin embargo, un poco antes, haciendo una lista de engendros que son desvíos en el camino de los grandes planes cita como ejemplo de cultura basura “esas postales relucientes de una próspera Torremolinos”. Y esto, sin embargo, es tan mi verano de 2021…
Típico libro que lle gustaría a BuArena. Non vou incidir máis no aspecto clasista do libro nin nas súas contradicións. Si quero engadir que, despois de máis de 200 páxinas de filias e fobias, non hai nin unha soa opinión sobre o sexo, o erótico, o pracer corporal... É un regreso da moralidade victoriana na que o sexual non existe, unha mojigatería que non esperaba.
Pretencioso y aburrido. Aunque el formato me ha resultado interesante, el fondo lo siento como un simple ejercicio de exhibición de conocimientos por parte de la autora.
Leer este ensayo de Marta Riezu es como pasear de la mano de una persona con infinita curiosidad por el mundo que la rodea. Agua y jabón es un recorrido cultural por decenas de anécdotas, lugares y personajes que abren al lector muchas posibilidades. Me ha gustado mucho, por lo que he aprendido, por lo que he conocido a la autora y por las ventanas que me ha abierto sobre distintos intereses que esconde esta elegancia involuntaria que es este libro.
Datos e historias interesantes pero.... Tenía una sospecha, algo que hacía que no lo acabase de disfrutar y no era ese cierto esnobismo que tiene el libro, eso no me molesta(al contrario), pero cuando al final del libro llegué a su definición de feminismo, primero y una cita de Salvador Sostres, después (¿en un libro sobre elegancia?) me di cuenta, es rancio, este libro en su conjunto es rancio a pesar de estar yo de acuerdo con bastantes opiniones, sinceramente no sé explicarlo bien pero fue una decepción.
Después de seguir el trabajo periodístico de la autora durante un tiempo, decidí por fin comprar su libro más reciente publicado por la editorial Anagrama. He creado esta cuenta solo para dejar aquí mis impresiones, porque me ha parecido una obra interesante.
La primera impresión (y la propia autora avisa de esto) es que no es un libro para todo el mundo. De hecho, parece estar escrito desde la trinchera de un gueto intelectual muy exclusivo. Es aparente que la señora D. Riezu tiene una cosmovisión particular que se rige a partes iguales por la curiosidad más vivaz y la exigencia más inquebrantable. Esta actitud es interesante por su rareza y el tipo de lector al que va dirigido este libro se verá inspirado a aprender todo lo que pueda de ella.
El carácter exclusivo del libro tiene otra cara que también creo necesario mencionar, a manera de caveat. Igual que es útil recordar que casi todas las series y películas que consumimos que se jactan de transmitir ideas y valores "universales" en realidad están filtradas por un ideario muy particular sujeto a una geografía específica (un grupo de personas de la industria cinematográfica de Los Ángeles, Nueva York o Chicago, que nunca están a más de 5 kilómetros de un smoothie de espinacas a precio de oro), es también necesario poner este libro en su contexto. Creo que a más de un lector le ocurrirá como a mí, persona extremeña/andaluza de clase obrera que se considera formada en cultura y que, sin embargo, se ha sentido alienada por numerosos pasajes de este libro; como si lo hubiera escrito alguien de otro planeta. No por las referencias -que también- sino por todo el contenido entre líneas por el que se atisba el estatus sociocultural de la autora; sin quitarle ni una miaja de mérito por sus logros, es difícil tomarse en serio este libro cuando autora y lector provenimos de lugares tan dispares en la lista de ingresos anuales por provincia y esta realidad socioeconómica influye tanto su lenguaje y su actitud en lo que no deja de ser un manual de cultura que busca influir a los demás. Siendo de Cáceres, me pareció graciosísimo que ella defina su Terrassa natal como "el culo del mundo"; una frase que solo una urbanita barcelonesa podría soltar sin darse cuenta de lo alejada de la realidad que está.
Frustración por la brecha cultural norte-sur, urbano-rural aparte, y si se lee pasando por alto las contradicciones, los aires de esnobismo burgués y el sutil tonillo de condescendencia con el que la autora defiende las manifestaciones de la "baja cultura" (al parecer, el flamenco es una de ellas), es un libro que puede ser muy ameno y que contiene muy buenas observaciones. Sigo pensando que su defensa de la moda ética y práctica es necesaria y el conocimiento siempre es bueno. Hay que tener referentes hasta en el infierno.
“Los libros no solo nos despiertan, sino que también pueden ayudarnos a transformar nuestra vida, al depositar en nuestro interior la fuerza necesaria para avanzar”.
Esta frase es más que conmovedora, es una revelación. No quiero decir que el libro en su conjunto no lo sea, porque lo es. Sin embargo, resulta curioso cómo los pequeños detalles y las sutilezas de este cuaderno nos conducen a comprender prácticamente la totalidad de una vida.
Mientras redactaba esta reseña, me surgió una reflexión sobre su lectura. A medida que envejecemos, nos cuesta mucho más aceptar nuestra elegancia, como si de alguna manera nos convirtiéramos en alguien de quien intentamos escapar. Este cuaderno exploratorio, como la gran mayoría de cuadernos que trazan una vida con elegancias inauditas, curiosas, extravagantes y necesarias, fue prestado por mi hermana y estableció una conexión similar y extraña con él. Me ha encantado, eso está claro. El porqué es como un mosaico; puedo deducir que es una combinación de elementos con los que cualquier persona puede sentirse identificada. Es un manifiesto en favor de la elegancia involuntaria, y aunque la elegancia voluntaria también es parte de él, la torpeza, el fracaso y las lágrimas forman parte de la lucha por construirnos a nosotros mismos con una elegancia involuntaria. Casi sin darnos cuenta, nos dibujamos a nosotros mismos.
A pesar de que incluye algunas curiosidades interesantes, el aclamado libro de Marta D. Riezu respira arrogancia, condescendencia y privilegio por los cuatro costados. No he leído cosa más pija y carca en mucho tiempo. No me puedo creer que la autora tenga sólo cuarenta y pocos años.
'Sí' al ensalzamiento de todo lo que genera nostalgia y hemos perdido a cambio del 'progreso'. Big 'NO' al deje derechón y las referencias a Salvador Sostres o Jiménez Losantos.
Imposible, obviamente, no tildar esta pequeña obra de "elegante". Elegancia en las formas y en el fondo. Descubre lugares, momentos y personas tremendamente interesantes, lo que significa que deja un poso cultural de esos que dan para muchos (y buenos) cafés. Pero, pese a todo eso, no dejó de parecerme demasiado rebuscado, como si la elegancia natural quisiera ser forzada y dejara así de serlo. Es como si en algunos momentos la precisa charla natural se tornara en monólogo vernáculo, dejándome un poco al margen de algo que, por lo demás, podría tildar de pildoritas reconfortantes de cultura y placer.
mentiría si dijera que soy objetiva con esta reseña. Este libro ha adquirido para mi su propia elegancia involuntaria;
este libro tiene una dedicatoria de alguien a quien quiero mucho; este libro ha viajado conmigo a italia; posee la elegancia involuntaria del libro que llevas siempre en el bolso, por si acaso, pero que no lees la mitad de los días. Este libro, el que tengo en mi estantería, esta gastado y arrugado del uso, porque ha viajado conmigo para leerlo despacio, saborearlo y disfrutar de sus matices. Este libro esta lleno de dobleces , frases subrayadas y notas a lápiz.
que gustico me dan a mi las cosas usadas, yoquesé.
Este libro pone en palabras que yo sería incapaz de juntar toda esa belleza de las pequeñas cosas, del día a dia, de los matices que hoy por hoy se nos pasan desapercibidos.
Es una pija y una snob escribiendo una oda a la riqueza, por momentos mediante una supuesta incorrección política que esconde simple y llanamente discursos rancios y fuera de lugar. También me quedo con el 70% del libro subrayado y la sensación de que podría leérmelo todos los años.
Es una delicia de principio a fin. Está escrito con una finura exquisita y un gusto rebosante por el mundo que es contagioso. Lo mejor que he leído en mucho tiempo.