Nelson Serrano Sáenz es el prisionero más longevo del corredor de la muerte en los Estados Unidos de Norteamérica. Fue acusado de un crimen cuádruple que se produjo en diciembre de 1997 en la ciudad de Bartow, Florida. En 2002, lo secuestraron en su país, Ecuador, lo encerraron durante la noche en una jaula para perros y lo trasladaron sin documentos en un vuelo comercial a Miami. Fue juzgado y sentenciado sin pruebas a cuatro penas de muerte. Hoy, después de dieciocho años de estar recluido a la espera de su ejecución, se han descubierto nuevas evidencias que se ocultaron o se desestimaron de forma deliberada durante el juicio. Oscar Vela consigue una tremenda novela de no ficción, a la manera de A sangre fría de Truman Capote , documentando un crimen y un proceso que hasta el día de hoy no han sido esclarecidos y que, a decir del narrador, aún no llega a su fin.
Es escritor, doctor en Jurisprudencia y abogado. Ha publicado varias novelas. Ha sido articulista de la página cultural del diario La Hora y conductor del programa de radio y televisión Ni pico ni placa.
Hace justamente 19 años, el 31 de agosto de 2002, Serrano salía, junto con su esposa y unos amigos, de un restaurante en el sector de La Mariscal en Quito en el que habían almorzado, cuando fue secuestrado por un grupo de hombres armados y llevado con rumbo desconocido en un vehículo sin placas y vidrios polarizados.
Fue retenido y torturado durante varias horas en algún sitio oculto y en la noche fue llevado al antiguo aeropuerto de Quito (hoy el Parque Bicentenario), donde fue encerrado en una jaula para perros hasta la mañana siguiente, cuando fue subido ilegalmente y a la fuerza en un avión que lo llevó a Estados Unidos de América, país en el que hoy su vida pende de un hilo.
El secuestro de Serrano no fue llevado a cabo por delincuentes comunes, como en principio se podría creer, sino por un grupo de policías de la migración ecuatoriana en contubernio con autoridades del Ministerio de Gobierno y, lo que podría sorprender más aún, con funcionarios judiciales del Estado de Florida, que en realidad fueron quienes orquestaron todo.
¿Los motivos? Pues están descritos en Los Crímenes de Bartow, el último libro del escritor ecuatoriano Óscar Vela, una novela sin ficción que narra, a través de una prosa ágil y apasionante, el macabro asesinato de 4 personas y la serie de mentiras, ocultamientos y manipulaciones que llevaron a Nelson Serrano a ser considerado como el culpable de éstos, convirtiéndose en el prisionero más longevo en el corredor de la muerte en los Estados Unidos, ese lugar espantoso y cruel en el que sus ocupantes pasan los días en espera de ser ejecutados.
El relato de Vela – que yo me atrevería a llamar la crónica de una infamia – nos muestra un sistema judicial torcido y lleno de prejuicios raciales y en el que lograr una condena es más importante que hacer justicia. También nos narra la incesante lucha de una familia rota, de sus abogados y del mismo autor para que se revise un proceso plagado de irregularidades y se consideren las evidencias que se ocultaron durante el juicio y que bien podrían exculpar a Serrano, mientras desnuda la aberración que constituye la pena de muerte, medida que convierte en asesinos a las víctimas. (Publicado previamente en El Comercio de Ecuador el 3/09/21).
Con mucho temor de comenzar este libro. Sabía acerca de la tragedia vivida por Nelson Serrano, y la incertidumbre de un final inconcluso, de la posibilidad que nunca se conozca la verdad me hizo evitar por algún tiempo avanzar con esta historia.
Vela recalama un espacio para la literatura, de la misma manera que lo hizo Jorge Volpi con su Novela Criminal. Pero esto no es lo más importante. Vela reclama a la persona de Nelsón Serrano. A pesar de su historia (cuántas historias similares deben existir en el sistema carcelario estadounidense?, en el ecuatoriano?), a pesar de la tragedia, como lector no terminas con sentimientos de lástima hacia Nelsón, sino de admiración hacia un hombre que ha vivido las mayores injusticias imaginables y que sigue con la frente en alto, optimista, espero que con lágrimas de orgullo leyendo el relato que Oscar Vela tuvo que haberle mandado al publicar esta novela.
historia sobre Nelson Serrano, el ecuatoriano que gue encerrado en el pasillo de la muerte en una cárcel de Florida. es la primera vez que leo al autor, abogado y novelista, este libro está narrado un documental de la investigación del autor, llevando al lector a conocer cómo fue todo el proceso de Nelson destacando la corrupción en la justicia del estado de Florida y Ecuador, sacando a la luz pruebas que no fueron presentados en sus caso pero sobre todo la débil defensa que tuvo. No puedo negar que esta lectura me deja con un sin sabor por todo lo que pasó en el proceso, pero también destaca la personalidad de Nelson.
si te gusta más el estilo novela, este libro no es para ti..
El libro Al igual que muchas otras personas, supe del caso de Nelson Serrano luego de haber visto el reportaje de la periodista, Janet Hinostroza, titulado Nelson Serrano, Soy Inocente, que tuvo como uno de sus principales ejes el contraponerse al documental de la CBS; este último, muy parcializado si acaso. Tras conocer los hechos, las investigaciones y la sentencia; el aciago destino de este hombre quedó impreso en mi memoria para siempre; así que, cualquier otra noticia posterior, relacionada con su caso, siempre ha llamado mi atención. Por tal motivo quedé gratamente contento de que, un gran escritor de larga trayectoria, como lo es Óscar Vela Descalzo, haya escrito una novela sobre el caso Serrano. Me atrevo a señalar que, junto con el documental de Hinostroza, la obra de Vela Descalzo, constituyen los principales pilares sobre los que descansan evidencias suficientes como para uno darse cuenta de todas las irregularidades e injusticias cometidas hacia un compatriota. Este hombre, ya octogenario, ha pasado casi dieciocho años de su vida recluido en una celda del corredor de la muerte, en una prisión de EE.UU.; lo que lo ha convertido en el prisionero más longevo condenado a muerte en el país del norte; y lo que le ha causado, a más de la privación de libertad y separación de sus seres queridos, una serie de vicisitudes: problemas auditivos, una seria deficiencia visual y fuertes dolores del nervio ciático. No obstante, es admirable, y Vela Descalzo lo destaca con maestría, cómo, Serrano, mantiene intactos su imponente presencia, fuerza de carácter, fortaleza mental y aguda inteligencia; su temperamento y tenacidad resultan sobrecogedores. Tranquilamente la obra de Vela Descalzo se puede codear con novelas de no ficción de similar cuño, a decir de un par: A sangre fría, de Truman Capote y La canción del verdugo, de Norman Mailer. Pero, el plus de la novela del autor ecuatoriano radica en que también es un texto de denuncia, un perfecto ejemplo de literatura comprometida a la manera de Albert Camus. Incluso, el autor ha ido más allá y, además de escribir sobre la historia de Serrano, se ha comprometido, al también ser un reconocido abogado, a revisar el caso en su parte jurídica; recopilando toda la información necesaria para, con ayuda del Gobierno, se revisen y reparen los errores procesales del expediente y así lograr un nuevo juicio en el que exista una real posibilidad de que Serrano sea por fin liberado.
El caso Hace aproximadamente veintidós años, a las cinco y treinta de la tarde, en la empresa de nombre, Erie Manufacturing, se cometieron los que han sido considerados como los peores crímenes de la historia reciente del condado de Polk. Un cuádruple homicidio segó la vida de George Gonsalves, George Patisso, Frank Dosso y Diane Patisso. Gonsalves era uno de los socios de la empresa; Frank era hijo del otro socio, Phill Dosso; Diane su esposa y George su cuñado. Los primeros en llegar a la escena del crimen fue la familia Dosso: Phill y Nicoletta. Como ese día se iba a realizar una fiesta de cumpleaños para las hijas de Frank, al no tener la presencia de sus familiares, y al no haber recibido respuesta alguna a las llamadas, procedieron a comunicarse con el 911. Phill Dosso acusó del hecho a su otro socio, Nelson Serrano. La relación entre George Gonsalves, Phill Dosso y Nelson Serrano se había deteriorado siete meses atrás. Francisco, hijo de Nelson, quien por aquel entonces fungía como director de operaciones de Erie Manufacturing, descubrió en la contabilidad de la empresa un faltante de un millón de dólares. Nelson propuso la venta de las acciones y la devolución del dinero; sin embargo, ante la negativa, planteó entablar un juicio civil. Francisco fue despedido y Nelson fue separado como presidente de la compañía. La Policía y los investigadores manejaron la hipótesis de que, el objetivo principal, era Gonsalves. Al no haberlo encontrado solo, asesinaron a las otras víctimas para no dejar testigos. Una segunda versión situó el móvil del hecho como robo. En cambio, la historia que sostuvo la familia Dosso y el fiscal a cargo, John Agüero, fue que, Nelson Serrano había sustraído dinero de la empresa y esto lo motivó a cometer los crímenes. En los interrogatorios, el único testigo ocular del hecho, John Purvis, describió la presencia de un hombre joven, de entre veinticinco y treinta años, y de rasgos asiáticos. El atuendo elegante del individuo contrastaba con la vestimenta habitual de los obreros del sector. El sujeto se encontraba junto a un Cadillac beige en un sitio de estacionamiento delante del edifico en donde se cometieron los asesinatos. Aaron Adams, residente y profesor de Bartow, fue el primero en llamar a la Policía y en rendir su testimonio; el testigo dijo haber visto a un mexicano o puertorriqueño que caminaba hacia el sur. Inmediatamente el caso se volvió mediático y hubo mucha presión para que se elucide lo más pronto posible. Francisco y Nelson fueron puestos como principales sospechosos. Nelson Serrano, al día siguiente de los hechos regresó de un viaje a Atlanta y se puso a ordenes de las autoridades. Lo interrogaron, allanaron su casa, intervinieron las líneas telefónicas, le hicieron una prueba de parafina para determinar si había disparado un arma recientemente, buscaron huellas y rastros de ADN en la escena del crimen: no encontraron nada que lo implique Todas las pruebas recabadas entre 1997 y 2001, además de los informes forenses, señalaban como autores materiales a dos sicarios. No obstante, la hipótesis que empezó a sostenerse por sobre las otras fue la del agente de policía, Tommy Ray, misma que coincidía con la de Phill y Nicoletta Dosso. Ray situó a Serrano como autor material por motivos económicos; un hombre, que en ese entonces tenía cincuenta y nueve años, de contextura pequeña; que, según dicha hipótesis, pudo llevar varias armas consigo y reducir a al menos dos jóvenes atléticos. Entre 1999 y 2001, tres Gran Jurados conformados por la Corte de Justicia de Bartow, en distintos momentos, negaron a la Fiscalía, por falta de pruebas, la posibilidad de acusar a Serrano. En enero del 2000 se removió a Ray del caso y se declaró al proceso en Cold Case, congelado jurídicamente al carecer de evidencias o resultados en las investigaciones como para llevar a nadie a juicio. Esto cambió cuando Ray encontró en una bodega aeroportuaria dos boletos de estacionamiento de dos vehículos alquilados; uno el mismo día de los crímenes y el otro, diez días después. En cada uno de los boletos había la mitad de una huella borrosa del dedo índice izquierdo de Serrano. El hallazgo situaba al principal sospechoso más cerca de la escena del crimen, puesto que Serrano, cuando sucedieron los hechos, se hallaba en un hotel de Atlanta; según las cámaras de seguridad del lugar. Con tal evidencia se conformó un nuevo Gran Jurado y se llamó a juicio a Nelson Serrano, se emitió una orden de detención y extradición, pues el imputado había regresado al Ecuador. El 31 de agosto de 2002, Serrano fue detenido ilegalmente y secuestrado por civiles armados cuando salía de un almuerzo en la ciudad de Quito. Cabe mencionar que, la Constitución ecuatoriana, no contempla la extradición de sus nacionales. El agente, Tommy Ray, de acuerdo a su testimonio, recogido en el documental de la CBS, sobornó a policías y autoridades ecuatorianas. Con una orden ilegal de deportación se hizo un juicio sumario brevísimo, por la tarde se dictó sentencia y se notificó a las autoridades migratorias. Serrano fue trasladado al antiguo aeropuerto Mariscal Sucre y escondido en una jaula para perros. Ray, y el fiscal adjunto, Paul Wallace, convencieron a los pilotos de un vuelo comercial a que llevaran a Serrano de regreso a los EE.UU. para ser juzgado. En la prisión de Miami hicieron que enferme de neumonía para poder llevarlo al hospital e inyectarle pentonal sódico, el suero de la verdad, e interrogarlo. En 2005 inició el juicio penal. Cierta negligencia de los abogados de Serrano, sumada a la presión mediática, que hasta provocó que se televisara el juicio, y algunas inconsistencias, hicieron que pierda la defensa. En 2006, la jueza de la corte de Bartow, Susan Roberts, quien coincidentemente fuera compañera de trabajo de una de las víctimas, Diane Patisso, declaró culpable al acusado. Nueve meses más tarde se leyó la sentencia, la jueza Roberts impuso cuatro penas de muerte. En 2007, la familia Serrano empezó con los trámites de apelación y puso una denuncia en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por violaciones a los derechos de Serrano en todo el proceso. En el mismo año, Claudio Mueckay, defensor del Pueblo, envió una queja formal a la embajada de los EE.UU. En 2008, Fernando Bustamante, ministro de Gobierno del Ecuador, declaró la nulidad de todo el proceso de deportación de Serrano y denunció los abusos por parte de policías y funcionarios. En 2009, la CIDH expidió un informe que responsabilizaba al Estado ecuatoriano por la violación de los derechos del ciudadano Nelson Serrano; recomendando, con carácter de obligatorio, una asistencia jurídica y una reparación integral. En 2015, la Corte Suprema de Justicia de los EE.UU., rechazó la apelación presentada y confirmó la sentencia. Según Óscar Vela Descalzo, y se agradece, su interés meramente literario por escribir la novela se volvió un pretexto para involucrarse también como un abogado más en el caso. Por ello, y con conocimiento de primera mano, afirma que, los nuevos recursos legales en trámite están enmarcados en una resentencia y en un habeas federal que se lo presentará a la Corte Suprema para buscar una nueva audiencia de pruebas. Proceso que, al terminar de escribir estas líneas, continúa en marcha luego de varios retrasos provocados por la pandemia del covid-19.
Las irregularidades Entre las irregularidades mencionadas por Vela Descalzo, dentro de todo el proceso inherente al caso Serrano, vale señalar algunas para conocimiento de la gente interesada en sacar sus propias conclusiones: 1. Al recabar información, los investigadores no tomaron en cuenta la presencia de dos hombres, identificados como ‘mexicanos’, la mañana de aquel fatídico día. Los sujetos, al parecer, so pretexto de buscar empleo estuvieron espiando las oficinas de Erie Manufacturing. Incluso, uno de ellos fue identificado en las cercanías minutos antes de cometerse los crímenes. 2. Si se alegó que el principal móvil fue económico, ¿por qué nunca se hizo un rastreo del dinero faltante de las cuentas de la empresa? Tras la muerte de Gonsalves y la estadía en prisión de Serrano, Dosso quedó como único accionista. Al no poder presentarse en las audiencias del juicio civil, un juez declaró abandonado el caso y Serrano perdió toda posibilidad de resarcimiento. 3. La Fiscalía no presentó como evidencia, siendo que constaba en un reporte policial, una pistola Colt calibre .22 y con una letra ‘S’ de silenciador. Dicha arma tenía en sus registros implicaciones en otros crímenes que no podían se imputados a Serrano. También se desestimó los dos disparos recibidos por Frank Dosso, con una escopeta calibre .30, señalados por el forense, pues contradecía la posibilidad de que los crímenes hayan sido cometidos por una sola persona. 4. Los fiscales, John Agüero y Paul Wallace, ocultaron el hallazgo de un guante de látex de uno de los presuntos implicados, mismo que no tenía el ADN de Nelson Serrano. Una jueza en segunda instancia adujo que, si bien el guante no tenía el ADN de Serrano, eso no significaba que no hubiera sido el asesino. 5. El testimonio de John Purvis fue cambiando a lo largo del proceso. Al principio afirmó haber visto a un hombre joven, de rasgos asiáticos o hispanos, fumando junto a un Cadillac. En su tercera declaración cambió en aspectos sustanciales: dijo que no hubo ningún automóvil y fue persuadido por la Fiscalía de que el hombre en cuestión no había encendido un cigarrillo, sino que solo hizo un ademán. Cabe señalar que Serrano no fuma. 6. Acerca de los boletos que terminaron por condenar a Serrano, la empresa encargada de los estacionamientos de Orlando señaló que, cada noventa días, destruían todos los boletos guardados y que, incluso, las bodegas habían sido afectadas por dos inundaciones. Por otro lado, fue muy casual que, entre tanto boleto sobreviviente, justo se haya encontrado aquellos dos con las huellas de Serrano. Tales huellas indicaban que los boletos fueron ‘tocados’, más no ‘tomados’, por la ausencia de una huella de pulgar. Los boletos originales terminaron siendo destruidos por químicos durante los peritajes. 7. Si bien hubo un alquiler de vehículo, en otras fechas, fue por parte de Álvaro Peñaherrera, cercano a Nelson Serrano, y quien lo hizo para entregárselo a una amiga de Serrano en el aeropuerto de Tampa. Siendo que la referida amiga no pudo ir a EE.UU., Peñaherrera tuvo que devolver el vehículo. Tommy Ray insinuó que ese alquiler fue para movilizarse a comprar lo boletos para viajar y cometer los crímenes. Al igual que Purvis, y por presión de agentes del FBI, Peñaherrera cambió varias veces la versión de su historia. 8. La Fiscalía elaboró una cronología de los acontecimientos, misma que abarca un lapso de casi diez horas, entre las 12:21 y las 22:17. Según la Fiscalía, Serrano había viajado de Atlanta hacia Orlando; luego recogió el vehículo alquilado y condujo a Bartow; cometió los crímenes por sí solo; de ahí manejó hacia Tampa, dejando el vehículo en el estacionamiento del aeropuerto; tomó un vuelo hacia Atlanta, llegando a las 22:17, para aparecer en el video de seguridad del hotel. Como Serrano no aparecía en los videos de los aeropuertos, Ray justificó que era porque había viajado con una identidad falsa. El supuesto trayecto y tiempos son complicados de cumplir, Janeth Hinostroza lo recreó sin éxito. 9. La defensa de Serrano, en manos de la firma Epson, encargada a los abogados, Charles Epson y Bob Oodegard, fue negligente y confiada. No estuvieron empapados de todos los informes; no interrogaron debidamente a Purvis; descocían la existencia del otro testigo, Aaron Adams; no pidieron a la jueza un examen de ADN del guante de látex; no indagaron a fondo a Álvaro Peñaherrera; no utilizaron a favor de su cliente las declaraciones dadas en 1999 por un convicto, de nombre Robert Fowler, quien dijo conocer detalles sobre los crímenes y sus supuestos verdaderos responsables. 10. Finalmente, de acuerdo a la legislación norteamericana, siendo que una pena de muerte es aplicable cuando existe unanimidad en un jurado; en el caso Serrano solo hubo nueve de doce votos posibles.
La novela de Óscar Vela Descalzo cumple con creces sus propósitos; la dedicación empleada, toda una investigación detrás y el tratamiento dado, la convierten en un material necesario para que cualquier lector pueda conocer, de la forma más honesta, cómo en un caso, debido a negligencias e irregularidades, se pueden destruir varias vidas. No solo aquellas relacionadas con las víctimas directas, y sus familiares; sino con las indirectas, y más aún la vida de un hombre que no tuvo un juicio enteramente justo. Los crímenes de Bartow, al día de hoy, tienen más preguntas que respuestas y se espera que, trabajos como el de Hinostroza y Vela Descalzo, sirvan para generar espacios de diálogo y que el gran público pueda sacar sus propias conclusiones, siendo debidamente informado.
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Hace un tiempo leí "Ahora que cae la niebla", obra anterior de Oscar Vela, y la disfruté mucho. Así, esta nueva novela me llamó la atención, especialmente cuando me enteré de qué trataba. La gente de Libri Mundi se portó muy bien y me llamaron apenas la tuvieron en stock. Leí la obra en poco menos de un día.
En primer lugar la prosa del autor me gusta porque es sobria, elegante, clara y a la vez ligera. La narración engancha y es entretenida, aun cuando a momentos se repiten muchas veces los mismos hechos, cosa que no es inusual.
Al igual que en la obra anterior, el tema está muy bien seleccionado y me causó mucho interés. Tengo pendiente una tercera obra del autor llamada "Náufragos en tierra", que también aborda una narración muy interesante.
La historia es trágica. La injusticia indigna y la maldad hiela la sangre. Ni la más macabra ficción iguala la infamia contenida en esta narración sobre un quiteño de posición social y económica acomodada, radicado en la Florida. Si fuera un ejemplo más de mal proceder del sistema penal en la Florida, no me llamaría la atención; pero dado que es un ecuatoriano de buena posición, quería conocer los pormenores del caso. El trabajo de investigación del autor es fantástico y la manera de narrar la historia envuelve con destreza y buen gusto.
De la lectura, me llevo algunas lecciones:
- Si eres ecuatoriano y crees que la Florida es el primer mundo, lee este libro. - Si eres latino (incluyendo a los de Europa), y crees que Miami es lo máximo, lee este libro - El racismo del centro de la Florida es parte integral de las estructuras estatales y no sólo está dirigido en contra de personas pobres o migrantes irregulares. - La maldad de unos puede arruinar la vida de otros, sin consecuencias - Unos hacen la plata y otros simplemente se la roban, igual que los simios del inicio de la película 2001. Hay que escoger bien los socios y saber los riesgos de hacer dinero.
Ojalá en algún momento se haga justicia y la verdad sea reconocida por las partes involucradas.
Nelson Ivan Serrano Saenz es el convicto más longevo en el “Corredor de la muerte”. Tiene 82 años y lleva 18 en prisión, esperando el día de su muerte con una inyección letal. ¿De qué se le acusa? De haber cometido un homicidio múltiple, entre ellos uno de sus ex socios y el hijo de otro de ellos.
El autor ecuatoriano Óscar Vela, también abogado, presenta esta novela (que es más como un documental) inspirado en los crímenes de Bartow, en donde expone rigurosamente todas las irregularidades cometidas en el proceso de Nelson Serrano, un hombre a todas luces, inocente.
El libro incluye una cronología del homicidio, las pruebas encontradas, los testimonios de testigos, la lucha de una familia por esclarecer la verdad. Pero sobre todo, muestra la corrupción del sistema judicial en Florida, la brutalidad de los cómplices ecuatorianos y la fuerza del poder que mueve al poder.
Es una historia triste, que nos llena de impotencia, porque como Nelson, hay tantos otros ciudadanos inocentes que poco o nada pueden hacer por descubrir la verdad.
Seguramente Nelson Serrano morirá sin conocer la suya…
Soy ecuatoriana y no tenía conocimiento que había un compatriota recluido en una cárcel de Florida, condenado a pena de muerte por un crimen que no cometió. La novela se basa en el caso de Nelson Serrano Saénz, un empresario ecuatoriano residente en Florida, no se exactamente desde cuando porque el libro no da muchos detalles de como llegó a radicarse en EE.UU. y hacer sociedad con Phill D. y George G. Datos que yo considero hubieran sido importantes llegar a saber, como en la novela A sangre fría de Truman Capote, donde describe en detalle tanto a las victimas como a los asesinos, bueno pero me estoy desviando del tema. Volviendo a Los crímenes de Bartow el libro relata el crimen y posterior "investigación" realizada por la policía y fiscalía del condado. Trabajo que no derivó en ninguna prueba contundente para llevar a juicio a Nelson Serrano, pero como eso es lo de menos cuando se quiere inculpar a un inocente para quedar como el "diligente" investigador que descifra el crimen casi perfecto. Yo siempre digo que la gente sin escrúpulos es capaz de cualquier cosa por dinero y por poder, y esta novela lo reafirma. El último capítulo me arrancó unas lágrimas, toda la historia de Nelson es triste e injusta, y me deja una sensación de indignación e impotencia, no es posible que en el mundo haya gente tan vil y despiadada y que todo les favorezca para acabar con la vida de toda una familia. Aplaudo a su hijo que ha sido la fortaleza de su padre para lidiar con esta situación desde diciembre de 1997 hasta la actualidad, buscando un nuevo juicio en el que puedan presentar todas las pruebas a su favor y se lo declare INOCENTE. Mis oraciones con Nelson para que llegue el día que se le haga justicia y pueda cumplir su último deseo.
Y es que la literatura es rebeldía, denuncia, libertad. Eso es todo lo que encierra esta historia: un último grito de angustia, una voz que no debe ser silenciada, una verdad que no puede ocultarse más.
La literatura siempre encuentra la forma de filtrarse en el alma de los lectores, como aquellas hierbas silvestres que surgen entre las rocas de manera natural o, por pura tenacidad, se abren paso en los intersticios que deja la apabullante cimentación humana.
“Más que las enfermedades mortales, son los largos años de desdichas los que degradan a las personas”. Tomo esta frase de otro libro que cayó en mis manos estos días: Sobre los huesos de los muertos de la premio nobel polaca Olga Tokcartzuk. Cuando la leí pensé de inmediato en Nelson Serrano, en su cerrazón, en todos estos años que ha permanecido en prisión. En este punto: ¿se habrá degradado más su salud por la ceguera, la sordera o los intensos dolores de espalda, que su alma dolida por una condena que considera injusta?
La semilla que plata este libro sin duda es la indignación, indignación por un sistema tan corrupto y una justicia tan comprada, capaz de encerrar a inocentes bajo la excusa de juicios fraudulentos y patéticos.
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Un caso interesante y triste es el que nos narra Óscar Vela en su novela. Está narrado en primera persona, siendo el autor el protagonista. Es decir, está escrito a manera de un diario personal y se apoya en cartas y notas periodísticas. De esta manera, se nos presenta el caso real del ecuatoriano Nelson Serrano, quien está sentenciado a pena de muerte por un cuádruple asesinato. Vela, además de ser escritor, es el abogado de Serrano, y a lo largo de la novela nos irá mostrando todas las inconsistencias que se han presentado en el caso, así como las injusticias y la dureza de las cárceles estadounidenses. En general, es una gran novela narrada de manera no convencional, lo que permite al lector conocer en detalle el caso de Serrano y, a través de ello, empatizar con su padecimiento. Cabe aclarar que es una novela sin un final definido, porque el caso aún está en proceso.
"Todos estamos rotos, así es como entra la luz." Ernest Hemingway
“Somos apenas un paréntesis entre dos palabras gemelas: nada ( ) nada” Héctor Abad Faciolince
"Voluntaria o involuntaria, la memoria no reina sobre el recuerdo: es más bien su servidora"
Resulta altamente interesante para quienes hemos seguido la historia de Nelson Serrano (condenado a pena de muerte por el asesinato de 4 personas) y sostenemos dudas sobre su culpabilidad o inocencia. Sin embargo, esta novela (que creo no lo es en el sentido estricto) sigue dejando cabos sueltos en la historia, y no precisamente porque en la vida real aún no hay un desenlace, sino por quedarse fluctuando entre un relato con tintes anecdóticos y autobiográficos, y retazos de textos que quedan inconclusos en su propia coherencia narrativa (hay muchas redundancias y repeticiones de las mismas ideas o datos, por ejemplo). Las partes del rompecabezas no terminan de narrarse a sí mismas. Esa es su mayor falencia. No obstante, se deja leer muy fluidamente y resulta un documento interesante, gracias a datos e información novedosa que aporta el escritor/abogado, pero aún nos deja en puntos suspensivos...
Simplemente desolador, que impotencia tan grande te queda después de leerlo (o escucharlo como fue mi caso). Cuántas cosas pudieron cambiar solo si el gobierno del "mejor presidente de la historia de Ecuador" y su maravilloso fiscal general hubiesen actuado de forma honesta. Y nuevamente podemos ver como Don Moreno ha sido lo mejor que nos pudo pasar después de esa década ganada. Sé que este comentario se ha desviado completamente de lo que debería ser una recomendación literaria u opinión sobre el texto, lo único que puedo agregar es que el accionar del fiscal, así como del investigador y el sentimiento de injusticia general, más esa forma de pintar al pobre de Nelson como un ser frío, no hace más que traer a mi memoria lo que sentí al leer Devil's Knot, sobre los Tres de Menfis, escrito por Mara Leveritt.
El conocimiento de este caso, como abogado, me ha llenado de impotencia porque se puede evidenciar las manipulaciones a las que se someten muchos procesos para obtener el resultado que desean y nunca la justicia; como persona, me ha llenado de dolor por los atentados a lo derechos humanos que se siguen perpetrando en pleno siglo XXI, tanto por propios como ajenos. A qué mundo nos enfrentamos en donde más pesan los intereses particulares que la justicia; que certezas podemos tener si dependiendo, de los intereses de pocos, se puede condenar a un inocente? Es de verdad triste evidenciar casos Yam terribles como el de Nelson Serrano, hago votos para que un día no muy lejano se esclarezca la verdad y se reivindique su nombre. Lectura necesaria y recomendada!
La historia es real, los detalles del caso y el proceso que incluye el autor dejan mucho para pensar, es de conocimiento público los procedimientos irregulares que sucedieron con el único fin de encontrar un culpable pero dejando de lado toda una investigación que pudo dar otros resultados. El autor se esfuerza en hacer notar todas las inconsistencias que existieron en el caso, la narrativa es complicada en algunas ocasiones pero transmite el sentimiento de impotencia del autor, del imputado y su familia. Ojalá la Justicia prime y se pueda hacer un verdadero juicio al señor Serrano, aún hay tiempo.
Historia que deja un mal sabor por toda la injusticia que se teje alrededor. Un sistema legal como el estadounidense, que para muchos es el paradigma de la imparcialidad, es descubierto como un sistema lleno de corrupción, falsedades, discriminación e intereses sucios. Resulta frustrante ver que hay tanto por recorrer como seres "humanos" hacia un camino de justicia, respeto y tolerancia. Historia con un final trágico, que espero que se solucione de la mejor manera para Nelson y todos aquellos que están siendo procesados por delitos que no cometieron, solo en beneficio de unos cuantos.
Si apoyan la pena de muerte como una máxima de justicia y creen que el sistema judicial de EEUU es envidiable, este libro te va a abrir los ojos y mostrarte que no es así. Oscar Vela muestra todas las inconsistencias, las corruptelas y las injusticias que tienen a Nelson Serrano en la Death Row a sus 83 años. A la final uno termina el libro indignado y muy preocupado por la indefensión a la que muchas personas están expuestas en uno de los supuestos mejores sistemas de justicia del mundo.
Gran libro que busca concienciar en la gente a fin de buscar apoyos para lograr que Nelson Serrano, supuestamente acusado de varios asesinatos pueda salir del corredor de la muerte donde se encuentra ya por varios años en Estados Unidos, el autor revela la corrupta institucionalidad estadounidense y las estrategias que utiliza para tapar sus fechorías y lograr ascensos en detrimento de muchas víctimas, injustamente sentenciadas.
Soy abogado y me siento asqueado de los sistemas de justicia y la autoridad como tal. La vida de una persona como Nelson Serrano, puede estar en manos de un grupo de personas sin ningún escrúpulo.
Un libro muy fuerte, escrito al puro estilo de Oscar Vela. Te hace sentir desolado y esperanzado a la vez. Lectura absolutamente necesaria para un estudiante de Derecho que necesita entender lo delicado de esta profesión.
Un thriller FANTÁSTICO . La historia es muy interesante. Increíbles todos los detalles que se logró recopilar durante todos esos años . Me parece excelente que además del reportaje de Janeth Hinostrosa el autor haya plasmado esta historia en un libro para hacer justicia. Creo que hubo momentos del libro donde se repetía lo mismo y tal vez por eso le di 4 y no 5 estrellas.
Una historia triste enmarcada en procesos violatorios y de corrupción, que tras 18 años no han podido ser resueltos. Difiero la comparación realizada con el libro a Sangre Fría de Truman Capote pues resulta repetitivo, incluso cansón, y en varias partes subjetivo.
Los contenidos son especialmente importantes para los ecuatorianos y cualquier interesado en derecho y crimen internacional. Sin embargo en cuanto a la forma lo sentí a veces redundante. De todas maneras una lectura recomendada.
Es un grito pero no desgarrado sino altivo contra la injusticia que campea en todos los sitios. Escrito con prolijidad, haciendo del lector partícipe antes que testigo, un libro revelador e interesante.
Gran libro, muy poco triste ver todo lo que le pasó a Nelson Serrano y más aún saber que ya falleció y no lograron alcanzar la anhelada libertad! Este libro te hace sentir la impotencia de ver un sistema judicial podrido, policías corruptos y gente que compra a las personas con dinero.
El libro narra el caso de Nelson Serrano, un ecuatoriano condenado a muerte en Florida por el asesinato de cuatro personas en 1997, el autor reconstruye minuciosamente la historia la trayectoria empresarial de Nelson y los conflictos laborales que tuvo con sus socios, hasta el proceso legal que terminó convirtiéndose en una pesadilla judicial.
A lo largo de la investigación se revelan inconsistencias profundas: pruebas manipuladas, fallas procesales, testimonios dudosos, sesgos raciales y una actuación policial y fiscal que parece más interesada en cerrar el caso que en encontrar la verdad. Este libro expone cómo Serrano fue sentenciado a pesar de tener coartadas sólidas y de que muchos elementos del caso simplemente no cuadran.
El libro es una denuncia sobre las grietas del sistema judicial estadounidense y un alegato contra la pena de muerte, especialmente cuando se aplica en contextos donde predominan prejuicios y presiones políticas.
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Terminé este libro hace un par de semanas. Es una exhaustiva investigación y análisis del caso de Nelson Serrano, sentenciado a muerte en Estados Unidos por cuatro asesinatos que (obviamente) no cometió. Óscar Vela pone en evidencia un proceso judicial retorcido y corrupto desde el minuto uno. Al terminar el libro me quedó una sensación de impotencia y desesperación de ver cómo se manipuló todo y la defensa/familia de Serrano no actuaron con más firmeza para reclamar en contra de este juicio viciado. Sin duda lo recomiendo.
Es terrible lo que pasó con Nelson Serrano y toda las injusticias y corrupción que tuvo que soportar, no sólo de un país como EEUU, en el cual se supone que el sistema judicial es "modelo", sino también por su propio país que permitió que se lo llevaron de forma ilegal y hasta inhumana. El libro fue rápido de leer e interesante, descubrí todas las pruebas que fueron omitidas y tapadas solo para inculpar a alguien que teóricamente no pudo hacerlo tal vez solo por racismo. Lo único que no me gustó del libro y por el cual no le puse 5 estrellas, es la forma repetitiva de algunas cosas a lo largo del libro.
Este libro sencillamente es apasionante, el año pasado había leído This Is All I Got de Lauren Sandler Que habla sobre el problema de los sin hogar en NY y cómo se involucra ella en su investigación pero en esta novela de Oscar Vela y siendo ecuatoriano no puedo indignarme ante las injusticias y corrupción del imaginario que tenemos sobre el sistema de justicia Americano. No se cual sea el real final, pero se que sea lo que pase Nelson Serrano luchará para demostrar su inocencia.
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