Nuestra pareja de detectives empieza una nueva etapa muy importante en su vida: la de ser padres. Compaginar esta aventura con su trabajo no va a ser fácil. Mucho menos cuando un asesino en serie no deja de matar de la forma más desgarradora, sin dejar otra pista que un rosario con números y unos cadáveres sin rostro. Mientras tanto, justo al otro lado de la ciudad, también se suceden varios crímenes. ¿Tendrán algo qué ver unos con otros? Dos investigaciones trepidantes en las que los eles, junto a sus compañeros, se enfrentarán a su caso más complicado sin dejar de lado su peculiar humor. Una vez más, Asia Lafant, en la cuarta entrega de la serie «Los detectives Leonor y Leo, eles para los amigos», consigue mantener al lector atrapado en una trama que no podrás dejar de leer hasta el final.
Otra maravilla de historia creada por Asia. No voy a comentar el caso que traen entre manos los eles si no que tambien se liga con otro caso de otros dos detectives. Me he reido mucho con la puerta y el amor que le tienen todos al bichillo de los eles. Incluso salgo yo de nuevoooo Es fantastico ver como se relacionan los otros casos de los eles que hemos podido conocer con los anteriores libros en este, incluso uno que no tiene nada que ver con los detectives tambien esta presente en este. Una maravilla!!
Una mujer es asesinada. La particularidad del caso es que le ha sido arrebatada la piel que cubría su rostro.
Cuarta historia protagonizada por los eles, la peculiar pareja de detectives creados por la autora. Tenía ganas de ver de nuevo a Leonor y a Leo cruzando la puerta del despacho del Capitán Rojas de la manera en la que solo ellos lo saben hacer.
Una historia sobre las barbaridades que puede llegar a cometer alguien que padece de un problema mental grave. Si traspasa la línea, ya no habrá marcha atrás y cada vez deseará más y más, hasta convertirlo en una auténtica obsesión. Llegará a sentirse como pez en el agua con sus actos.
Desde las primeras frases ya me he enganchado a la trama y he tenido la certeza de que la iba a disfrutar. El estilo de Asia es inconfundible y sabía que me iba a sorprender como ya me pasó en sus anteriores obras.
Me ha resultado sencillo seguir con interés su narración, todo lo que nos cuenta tiene su razón de ser y, por tanto, no deja lugar para el despiste ni para perder el hilo de la acción.
Ha sabido enlazar con habilidad el argumento del libro con otro suyo publicado con anterioridad y le ha sacado partido. Igual que en otras de sus obras, también ha recurrido al recurso de que personas de la vida real tengan un lugar en la ficción. Si tienes la suerte de conocerla, es más que probable que un buen día acabes apareciendo en alguna de sus novelas, igual que me sucedió a mí en "Cuando las paredes miran".
Le da un valioso espacio al cariño. Y es que todas aquellas personas que están junto a nosotros pueden llegar a considerarse familia, no solo aquellas con las que convivimos en el hogar. La forma de darnos cuenta se halla en los pequeños detalles, en como actúan ante lo que más amamos. Ahí podemos sentir el corazón de las almas bonitas.
Una novela apasionante, hasta la última página, y que no puedes soltar en ningún momento. En ella está presente también el buen humor y eso te garantiza siempre más de una sonrisa.