«Todo es amarillo» es el primer libro de narrativa de Irene Delponte (Rosario, Argentina, 1984). Es un libro de una delicadeza absoluta, cargado de pasamanerías, perlas, porcelana y aromas, pero en él también hay lugar para las pérdidas, las infidelidades y los matrimonios que se desmoronan. A su vez, este libro puede leerse como una novela transicional, desde la niñez hasta la adultez, explorando la ingenuidad, las relaciones, la ternura, la memoria. En «Todo es amarillo» una planta nunca es una planta, es una dalia, una margarita, un potus o una kokedama. Todo es algo más de lo que parece ser.
Cada página es una atmósfera llena de descripciones en las que resulta fácil situarse. Es muy poético, hay colores y aromas, y también existe una transmisión de pensamientos clara, una mirada de los hechos que trasciende y deja una marca.
Está clarísima la impronta de la autora a lo largo de todo el libro 💖 Tiene todo: relaciones, duelos, engaños, amor, pérdidas, distintas etapas de la vida, escenarios que resultan familiares, fantasías, y, sobre todo, mucha sensibilidad.
Un libro que en realidad es una experiencia. Transmite sentidos, sensaciones, colores, aromas, vivencias y sonidos. Escenarios que tal vez nunca existieron pero que igual sentimos que estamos recordando. Nos hace revivir nuestro primer amor adolescente con la misma sensibilidad que significa un funeral, el aniversario de una persona viuda que quiere festejar la vida compartida con su difunto marido, o una ruptura amorosa luego de décadas de matrimonio. Un libro que narra una historia pero sobre todo narra recuerdos. Capitulos que abren y cierran momentos en la vida de nuestro personaje principal que no tiene nombre. Un punto de vista que pone al lector en primera persona, que vive, junto con la narradora, todo lo que ella relata, describe, imagina, piensa, desea, y también aquello de lo que se arrepiente. Un libro corto pero que sin ánimos de aleccionar, logra poner en perspectiva distintas situaciones de la vida, desde la niñez hasta la adultez, las felices y las no tanto, intentando que en cada relato, en cada experiencia vivida, haya un dejo de esperanza, como un rayo de luz tenue al atardecer, que nos recuerda que de alguna manera, todo es amarillo.
Un libro que te hace viajar en el tiempo y en el espacio, a rincones de la infancia, la adolescencia y la vida adulta. Te despierta recuerdos de imágenes, aromas, personas que marcan distintas etapas de nuestras vidas. Tantas emociones te hace recorrer que cuando querés acordar se terminó y querés más.
Es un libro íntimo y muy bien escrito. La infancia, las relaciones, la memoria, los dolores, la muerte. Me lo devoré en un par de horas y me dejó con ganas de seguir leyendo a Irene. Además, es una edición bellísima.
La nostalgia y los recuerdos te abrazan en el texto de Irene. Es fácil sentirse identificada con personas, hechos, sensaciones. Un libro que me sacó más de una sonrisa y me llevó a lugares que pensaba olvidados.
Me encantaron las descripciones, la construcción de la atmósfera de cada lugar, los detalles que volvían real cada escena. La segunda parte (La belleza de los monstruos) me gustó un poco menos que la primera.
Me encantó "Todo es amarillo", el barrio, la memoria, las voces el paso del tiempo. Pero la segunda parte muy nada que ver a la primera, me desarmó el libro.
Me acuerdo de una vitrina en el local de Santé en la Ciudad Vieja. Tenía un montón de adornitos con una estética muy kitsch que me encantaba mirar, porque además todo formaba como una especie de «relato». Algo así es lo que sentí al leer este libro tan especial.
Si bien funcionan como relatos independientes, toda la primera parte del libro está conectada a modo de colección de momentos particulares en la vida de la narradora. Los primeros, sobre todo, me llenaron de cierto confort nostálgico. Me gustan mucho las historias que mezclan lo cotidiano con esa cierta mitología que armamos de nuestra infancia y adolescencia. También disfruté un montón de la forma de mirar a la familia, los amigos, especialmente la abuela. No pude evitar pensar en esa canción de Taylor que dice «my mind turns your life into folklore». Algo así.
El lenguaje ayuda. Las referencias religiosas, el rol de la comida, las palabras elegidas con muchísimo cuidado. Es de esos libros que vale la pena leer despacio o incluso en voz alta y disfrutar de cómo suena. También quiero mencionar lo preciosísima que es la edición de Forma, una editorial independiente que no conocía y que ahora quiero conocer más.