Recopilación privada; ajuste de cuentas con una madre desesperada y desesperante; desmontaje de una vida que va de la simbiosis al enfrentamiento, de la huida de la casa familiar a la clandestinidad revolucionaria, de la migración al descubrimiento de sí a través de la escritura, El corazón del daño es un dispositivo literario abierto y complejo que busca, en palabras de su autora, ser fielmente "un censo de escenas ilegibles".
Con una narrativa directa y voluptuosa a la vez, Negroni recurre a la nota íntima, la observación sagaz, la apostilla urbana, la crónica política, la balada del exilio y al canto lúgubre del duelo para escribir "un pequeño libro de mi puño y cuerpo, seguramente errado en su tristeza".
La crítica ha dicho...
«Una misteriosa configuración de presencia y ausencia. Un intrincado paisaje simbólico de la identidad, donde es posible atisbar la peligrosa y siempre elusiva frontera entre realidad e irrealidad.» Nicole Brossard
«Con una precisión magnífica y una especie de impersonal rigor, María Negroni revela, sin decirnos exactamente cómo, el amoroso accidente, la amorosa deficiencia de existir, su poético desajuste.» Luis Chitarroni
«Negroni escribe como nadie y lee lo que nadie. Es la descendiente única de un linaje rarísimo.» Miguel Dalmaroni
«Escritora de márgenes, María Negroni nunca cumple las expectativas del prejuicio ni escoge sus temas en función de modas o dictámenes. Habita las palabras con la fuerza, la intensidad y la fiereza de quien hace de la literatura un acontecimiento. Único. Distinto. Hermoso.» Esther Peñas
María Negroni is an Argentine poet, essayist, novelist and translator. As a poet she has published De tanto desolar (1985), La jaula bajo el trapo (1991), El viaje de la noche (1994), Diario Extranjero (2001), La ineptitud (2002) and Islandia (1994; PEN American Center Prize for the Best Poetry Book of the Year in translation, 2001). She has also published the book of essays Ciudad gótica (1994) the novels El sueño de Ursula (1998)and La anunciación (2007) and a book-object in collaboration with the Argentine visual artist Jorge Macchi, Buenos Aires Tour (2004). Much of her work has been translated into English and French. A Guggenheim fellow, she has also received fellowships from the Rockefeller foundation, the Octavio Paz foundation, The New York Foundation for the Arts, and the Civitella Ranieri. She currently teaches Latin American Literature and creative writing at Sarah Lawrence College, New York.
Me cae perfecto Maria Negroni, me gusta mucho el mundo en el que vive, la literatura. Me encanta lo que hace dentro de su mundo, las palabras y cómo cuenta. No sé si tanto ese reclamo, ese mamá no me quisiste, no sé, supongo que porque tengo la idea de que justo las palabras te ayudan a llegar a otro punto, aunque por otro lado me encanta que esta narrativa exista, esto de las relaciones materno filiales debe ser medio infinito y me gusta que esté. Supongo que a cualquier hija o madre nos puede interpelar, pero no me identifico con el reclamo, no sé, me incomoda de una manera medio me quiero alejar no me cuentes más. Igual hay momentos en donde medio inventa sus palabras, y esas partes fueron mis favoritas, como si tuviera que inventar su propio lenguaje para hablar con su madre, con su pasado y sus amores. Tanto requiem como ajuste de cuentas y repaso de su vida, yo creo que lo más lindo es su sinceridad, aunque se muestre todo el tiempo como una herida abierta.
Una belleza de libro sobre cómo la literatura ayuda a recomponer algunos pedazos de un corazón roto a causa de una pésima relación maternofilial. Está escrito como una larga carta o poema. Y al final se trata de una reflexión sobre el gesto mismo de la escritura íntima. En la línea de 'Escribir', de Marguerite Duras.
En «El corazón del daño» se habla de dos amores inexactos: uno hacia la literatura y otro hacia la madre. María Negroni nos narra la relación con su madre, una madre que me recuerda a la que Vivian Gornick describió en «Apegos feroces», mientras que Gornick dice: «con ella la cosa estaba clara: me costaba respirar, pero me sentía segura». Negroni presenta a quien llama «Reina loca»: «Mi madre: la ocupación más ferviente y dañina de mi vida»
¿Alguna vez atravesaron un bosque de noche? En lo negro, los bosques recuperan su voz, elaboran su propia música con todo lo que amanece —y muere— en él, envuelven la espesura con un sonido primitivo. Es el testigo, quien camina, el que se pierde y empequeñece ante lo sagrado.
Igual que en Marguerite Duras, algo de ese sonido está siempre presente en la escritura de María Negroni, algo oscuro que invita y seduce. Una ternura inexperta, que en el afán de acariciar, deja rasguño. Algo que se adivina, pero no se accede.
Una amiga que quiero mucho me dijo "este libro es buenísimo, pero no es para vos". Un poco de razón tuvo. Otro amigo diría "demasiada literatura". Tengo un problema, que es un absolutamente personal, y es que no me gustan estos libros donde cada oración revela un trabajo de orfebrería. A los que les gustan subrayar libros de ficción, no es mi caso, les va a encantar. Tiene un montón de frases inspiradísimas. Yo marqué un par, pero, admito que terminé este libro hace unos días y ya no me acuerdo de ninguna.
En las primeras páginas me asusté un poco, pensé que estaba ante otro caso de prosa poética sin más, pero después, a partir de que la narradora, digamos, adquiere cierta autonomía, me gustó un poco más. Lo que cuenta, en definitiva, es una vida reflejada en el espejo de una madre-contrapunto.
Igualmente María Negroni es una grandísima escritora, no por nada esta novela está en la lista larga de candidatas al premio FILBA 2022, pero mi amiga tenía razón: no era un libro para mí.
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No conocía la escritura de María Negroni y me gustó su forma poética de narración, la forma de escribir que me hizo sentir la tristeza, depresión, soledad, desesperación y la falta de amor pero también la catarsis. El libro habla de lo complicado que es la relación madre e hija y el daño y ver el lado positivo y hacer a un lado lo negativo. puede hacer durante toda una vida y el libro trae referencias a otros escritores, fotógrafo, películas y tiene varias frases que me gustaron mucho.
Dos cosas me quedan claro con este libro: que Negroni es muy culta y que la relación con su madre fue complicada.
Entre la autobiografía y la biografía (sesgada) de su madre, entre la prosa poética y el ensayo personal, es un libro difícil de clasificar. Entre la queja constante sobre su madre y lo mucho que dice que la amaba y su manera poco considerada de retratarla, su propósito resulta ambiguo.
“Mi madre detestaba la insolencia, sentía horror del qué dirán y juzgaba de muy pésimo gusto ventilar intimidades”, dice sobre un libro anterior que, supongo, hablaba de su madre. Y en este libro lo hace de nuevo, pero cuando ya no hay posibilidad de reclamo porque está muerta.
Pero su estilo es interesante. Están su léxico familiar y su forma de torcer el lenguaje. A veces escribe desgranando sus párrafos. Como si fuesen versos. Aunque de tanto usar este recurso, acaba por perder fuerza. O quedan párrafos de una sola palabra que dice poco o nada. Así. Pero escribe muy bien. Algunas de sus frases tienen la belleza de los versos. Algunas de sus imágenes son poderosas. Aunque eso no siempre alcanza.
En El corazón del daño nos encontramos en primera instancia con una carta de despedida de la hija hacia la madre muerta. Una carta-poema disfrazada de monólogo interno, una carta-manifiesto literario, dirigida a “la peor de las mejores cosas que me sucedieron”.
Una carta por momentos en pasado, por momentos en presente, la madre viviendo más allá de su muerte en el dolor de la hija, que busca ahora–¿o acaso su escritura no lo buscó siempre?—, desahogarse. Hacer memoria y desmemoria.
Negroni se pregunta: ¿es propio de la literatura pulverizar el mundo? Ella captura el léxico familiar para develar qué hay detrás de él. Qué mandatos. Qué docilidad. Y entonces sí, pulverizarlo ahora con el lenguaje propio, despojado del lenguaje materno, con una sintaxis y una gramática que le son propias.
(y que es, también, militancia de su forma de concebir la literatura).
Dice en un momento: “Un día empiezan a aburrirnos los libros que entretienen (ya lo advirtió Baudelaire, divertirse aburre) y nos volvemos adictos a la escritura indócil, la que acentúa su rareza”. Y entonces ella revisita sus libros publicados para hacer la puesta de sentido de la obra en su conjunto, dialogando también con otros autores, con poetas y poetisas que trazan las inevitabilidades, las posibilidades y las imposibilidades, de la escritura y sus silencios.
Es también fragmentos de su autobiografía, el respaso por los años de militancia política, su vida en Nueva York.
Porque, como dice la autora, la escritura es un requiem, y esta, su poética negra.
Les comparto este fragmento:
“Ignoraba también que huir de vos sería, como en el caso de Rimbaud, amorosa estrategema, forma rebuscada de volver, eterna rotación en torno al sitio en el que estás, y estarás siempre, desquerimiento mucho, antes del lenguaje. En mi corazón no hay límites para el amor. Para el odio tampoco”.
“Mi madre: la ocupación más ferviente y dañina de mi vida” dice María Negroni en esta novela que yo considero como una narración poética, donde nos habla de su relación difícil con su madre, desde su niñez hasta después de la muerte de esta. No había leído nada de María Negroni y me parece muy interesante todo lo que transmite en este libro, coincidencialmente acabo de leer apegos feroces de Vivian Gornick y veo una relación parecida entre madre e hija. Me gustó su forma de narrar, la poesía, su mención de algunos de sus otros libros y de otros autores y la manera en que transmite sus sentimientos a través de estas páginas, haciendo de este un libro especial.
Un texto sobre la madre y sobre la escritura, que no deja de ser otra madre.
Me gusta lo ambigua que es María, lo deliberadamente opaca e ilegible y por lo tanto lo fiel a sí misma. Eso precisamente es lo que ha hecho que quiera seguir leyéndola: es igual de incomprensible que un cuerpo. Y de eso precisamente habla, de cómo el cuerpo de su madre y el suyo no estaban hechos para juntarse en una misma habitación. Porque cuando pasaba, la identidad de la escritora, tan acostumbrada a la sumisión, desaparecía. Y de eso va también el libro, de luchar contra la vergüenza que provoca la propia identidad, de proteger el territorio que tiene una dentro.
¿Ya dije que mi madre me parecía obscena?, ¿que todo en ella me resultaba demasiado gráfico? Yo había sido una niña abierta, ella avanzaba sobre mí, invadiendo zonas, pensamientos, la totalidad del lóbulo frontal. Un batallón entero de promiscuidades. Testigo, cómplice, trinchera, abanderada. ¿Qué más quería pedirme ahora? Perdónala, no sabe lo que hace. De ese pantano, de ese agujero negro que me succionaba, me había protegido siempre. Había aprendido a huir.
podría seguir compartiendo versos y párrafos pero llegaría un momento que sería un completo sinsentido ya que reuniría el libro entero. una lectura violenta, llena de denuncia y suplicio, con atisbos de conformismo pero no del todo. siempre quedará la espinita. qué amor tan traumático, el de una hija a su madre que casi no parece ni amor sino algo más incorregible que ninguna conseguimos entender, solo, y a veces, sentir.
¿Qué es peor, tolerar la presencia o configurar una ausencia? Este hibrido ensayo-novela va a levantar el polvo de dolores que creían cerrados más de uno.
Para mi, realmente es una lectura que lo tiene todo y nada. Por un lado, tiene muchas citas bastante buenas a pesar de que el libro sea corto. Pero, siento que en gran parte del libro, no hay un orden ni una conexión y que hay un caos de ideas, citas, recuerdos o experiencias que hace que desconecte y no sienta que haya un hilo. Eso sí, las referencias a otros autores, cómo estas están conectadas y las reflexiones de literatura y vida son increíbles.
“La escritura es un asunto grave. No basta con recoger los restos del naufragio. Hay que instalar, en medio de las ruinas”
"Hay que estar apartado de la vida para entender la vida"
“Siempre se busca la noche originaria. Lo sensorial a oscuras. La única verdad no es la realidad”
Me pareció una lectura sólida, poética. Aproximadamente el 30% de la lectura la autora cita a otros muchos autores como Silvina Ocampo, Juan Gelman, Susan Sontag, Pizarnik entre otros. Pasando la mitad de este libro es que empezó a gustarme un poco más, se adentro desde su niñez hasta su vida adulta de mujer casada y madre, emigrante y escritora. Lo sentí como una historia más sobre literatura que de maternidad.
María Negroni no deja de impresionarme, libro tras libro, pero este es otra cosa. Otro nivel de introspección y honestidad absoluta, ahora acompañadas por una transparencia y una voluntad de ordenamiento de su mundo propio que asusta. Y asusta de tan bueno, de tan honesto, de tanta claridad y de tanto dolor. Un libro excepcional que, más que terminar mi racha de lectura con la autora, la ha extendido indefinidamente.
Se lee como escuchando una canción larga, enrevesada, es como una mini opera poética sobre la relación con la madre y crecer y morir y tantas cosas más. Está bueno que sea breve porque si no sería insostenible. De a ratos -sólo de a ratos- me hizo acordar a uno de mis libros preferidos: Sleepless Nights, de Elizabeth Hardwick.
Probablemente sea muy personal esto, pero sentí todo el tiempo ecos de Esto no es una novela y Altazor. Y en el medio, la literatura, el lenguaje y su mamá. Me gustó mucho.
Lo he dicho un millón de veces: mi tema literario favorito es el padre. Es fascinante leer cómo alguien se posiciona y se rebela ante esa figura que es límite, orden, y razón. Están Kafka, Roth, Knausgård. Pero a veces, el padre es la madre. Y esa permutación de roles es muy interesante: madres que no son brazos abiertos y amorosos, sino reinas de hielo a las que conquistar. Está el maravilloso “Apegos feroces” de Vivian Gornick, relatos de Marina Tsvietáieva, Lucía Berlin y Carson McCullers.
“El corazón del daño” es un reclamo póstumo a una madre que exigía perfección y obediencia, pero terminaba despreciando a la hija sumisa que hacía todo por complacerla. “Todo lo que pedía entonces era un poco de generosidad, algo que no exigiera más premio que mi pequeña existencia”, dice Negroni.
El libro serpentea entre la poesía y el micro ensayo, y la autora es perfectamente consciente del género híbrido que intenta. “Siempre busqué desmarcarme. Escribí poemas que son prosas, ensayos que no creen en nada, biografías apócrifas, y hasta dos engendros de novelas que proliferan hacia adentro como una fuga musical”.
Sin embargo, el experimento no funciona en este caso. El libro resulta enteramente autorreferencial, sin dejarle a la lectora rama alguna a la cual asirse para engancharse en la lectura. Creo que este libro sólo lo podrá disfrutar María Negroni o alguien que ha leído absolutamente todo lo que María Negroni ha escrito.
Brutal. Hermosa y terrible carta a madre, que también es una genealogía de su propia formación lectora, de cómo el lenguaje es en tanto existe una relación materna. Me pareció desgarrador. Hace tiempo que no marcaba tanto un libro. En el taller donde lo leí, dijeron que era el acercamiento de Negroni a la literatura del yo jjjjj. En general quedé bien garganta apretada, así que sí: el corazón dañado.
"Las dos aprendimos rápido que el lenguaje es tramposo, acatamos férreamente la disciplina, atesoramos —con resultados diversos— las migajas del sentido. La obsesión es requisito de nuestra supervivencia. Quedan cosas pendientes. Las cicatrices invisibles, por decir algo"
Segunda lectura: me gustó aún más. Marqué más. Me dolió más.
"Tu cuerpo fue siempre una espera, Madre. Ahora mismo, en este enmedio de todo, te estoy haciendo una pregunta inmensa: este libro. Y no contestás"
Me senté y lo leí de un tirón y siento como si hubiera estado María Negroni enfrente mío contándome esta historia, desgarrándose el corazón sobre un escenario. Mucho para pensar, mucho para sentir. Un ejemplo hermoso de poesía y narración como desahogo, introspección profunda y clara. Las madres, la mujer, su rol en sociedad, las ataduras que la definen y limitan, el sí, el no, un montón de cosas que me quedarán dando vueltas en la cabeza varios días. Me hizo pensar en La Hija Oscura de Elena Ferrante, me parece interesante comparar las vivencias de ambas historias con perspectivas opuestas.
Es como la carta al padre, versión de puros estrógenos. Me gusta su musicalidad, las pausas a las que obliga como un poema. Lo que no me gustó tanto fué ese regodearse en una desdicha sin cumbre, sin resolución.
Poética, críptica, densa, la prosa de Negroni es de una singularidad que se agradece, es demasiado ella.
"Tardé en saber, en cambio, que escribir es penoso. No se incuba un libro así nomás. Hay que gestarlo despacio, hurgar hasta dar con la carta infectada que, expuesta a la vista de todos, se oculta de él. A esas cartas le faltan letras, le sobran letras letras, dice siempre lo que no dice. Y encima, va dirigida a sí misma. ¿Cómo enviarla? Se escriben, dicen, con una mano arrancada a la infancia."
Este libro es exorcismo. Es una carta, es catarsis. Es poesía. Es un puñal y una herida que escuece. Es belleza, es poesía y es la cara más oscura del amor.
En "El corazón del daño" María Negroni nos relata la relación con su madre fallecida, y también su otro amor: la literatura. A lo largo de las páginas vamos a ir y venir por recuerdos o "escenas ilegibles" como ella misma los llama, en un monólogo interno descarnado, honesto y desesperado.
Me es muy difícil encontrar palabras para hablar de este libro, tampoco considero que alguna vez le pueda hacer justicia. Me quedo con la sensación que esta lectura genera de salir a tomar aire después de estar mucho tiempo conteniendolo. Esa bocanada que llega a cada parte del cuerpo y te hace dar cuenta de que el dolor late y devora como también lo hace el amor.
María escribe como brota la sangre porque lee desde las entrañas.
"...El lenguaje, como la maternidad, deja marcas en el cuerpo. El corazón del daño nos habla de la lengua materna como una herida abierta. Al venir al mundo, somos arrancados de un estado simbiótico, con el resguardo de ser los apacibles huéspedes dentro de otro individuo. Somos forzados a existir por cuenta propia imposibilitados de retornar a la madre que nos alumbró. Esta separación, tan necesaria como traumática, no lo es menos en el lenguaje. Andamos errantes por la vida en búsqueda de palabras que den sentido a nuestra existencia. Guardamos algunas en los bolsillos, otras, en el corazón. Negroni blande un sable en el suyo y nos regala la música tintineante de la caída en cascada."
Negroni narra la relación con su madre de una manera poética, intensa, con palabras que transmiten emociones fuertes. La autora incluye detalles de otras relaciones personales que complementan el viaje de la vida con su madre, narra sus vivencias desde una perspectiva de poesía bellísima y destructora a la vez. Incluye también muchas referencias literarias, desde Simon de Beauvoir hasta Nietzche y, evidentemente, muchos poemas de por medio. Me gusta mucho la forma en la que describe el papel del lenguaje en la sociedad, esa necesidad que tenemos de romantizar la vida con el fin último de sobrevivirla.