Matar, Crónicas desde el infierno, de Carlos Sánchez, es un libro que provocará adicción. Desde el momento en el que inicia su lectura, la adrenalina se desborda. Se trata de crónicas escritas en la alcantarilla misma de la vida, donde aun los de corazón más noble pasarían de largo. Justo es ahí, donde pareciera que no hay más esperanza, donde pareciese que termina la fe y principia la devastación moral, exactamente es ahí donde Sánchez se ha zambullido, como para ahogarse con nosotros y salir a tomar aire cuando todas las agujas marcan ceros. Matar es un libro que obliga a llamar a las cosas por su nombre. Más bien es un libro que obliga a nombrar. Yo lo leí y una gota de sudor escurrió por mi nuca. Intenté releerlo y las lágrimas nublaron mi vista. Hete aquí la prueba de dolor y de piedad, en que insistía Wilde. Hete aquí un libro que hay que leer de pie.
El mayor merito que tiene este libro es que el autor se decidió a hablar directamente con criminales y escuchar su situación, luego narrar su historia. Me parece más que necesario, ya que el crimen real se ha glamourizado. Pensamos que los asesinos, ladrones, narcotraficantes son personas descorazonadas a las que les falta una pieza. En realidad, los delincuentes son personas comunes en su mayoría. Todos somos criminales en potencia. Sencillamente decidimos no infringir la ley.
Hubiera deseado que el autor usara menos palabras rimbombantes, sentía que estaba fuera de tono. Fue algo que me molesto mientras leía la historia. En fin recomiendo este libro con esa única reserva. No me pareció que fuera demasiado explicito.