Igual que Ulises emprendió el regreso desde una Troya derrotada a su hogar en Ítaca, y en su periplo encontró obstáculos y tentaciones, la voz que se escucha en estos poemas también intenta —pese a las dificultades— volver a un lugar que reconoce como suyo: Topanga, que aquí no significa casa sino exilio, sitio de paz para reconectar con todo. En su primer libro de poemas, Enrique Bunbury ha escrito la particular historia de ese viaje. Aquí se busca una casa, pero no solo: en ese proceso —en esa odisea— se aprende y se desaprende, se reflexiona sobre el mundo que nos rodea —y que muchas veces nos engulle—, se ama y se intenta comprender. Exilio Topanga cuenta —desde la ternura y la ironía, desde la crudeza, desde la crítica social hasta la demora en el paisaje, no postal sino símbolo— un viaje del héroe que se comprende como un viaje del antihéroe: en estos poemas se llama por teléfono a personajes que tienen mucho que ver con los de los relatos de Carver, se mira a quienes pasean por las malas calles igual que por los poemas de la generación beat, se sueña un espacio propio en el que confluyan la lírica, la conciencia y la realidad.
Este es el primer poemario de Enrique Bunbury y, antes de abordar la crítica del texto en sí, hay un aspecto que hay que tocar.
Que un autor llegue con su primera obra en una editorial como La Bella Varsovia solo puede significar dos cosas: o que el texto es estupendo —cosa que, desafortunadamente, no ocurre en este caso— o que debido a otras circunstancias —su talento como cantautor, su presencia escénica, su carisma, la renovación del rock español al frente de Los héroes del silencio, etc.— que sí, algo tienen que ver con la literatura, lo haya conseguido.
Sin embargo que este —y no algo de Carmen Jodra Davó, Luna Miguel o Bibiana Collado Cabrera, autoras del catálogo de la misma editorial— haya sido el primer libro que se distribuye en México, me dice que sí, había que ir a la segura y que la presencia de Enrique Bunbury en La Bella Varsovia es, más que nada, para vendernos libros (y está bien... Ya uno decide si los compra o no).
Ahora el texto: celebro que este poemario sea fresco, desenfadado, irónico a veces, y que no parezca una tesis donde el autor explora “poéticamente” algún tema de su interés (o del de el editor). Hay alusiones a la cultura pop, imágenes sencillas y directas que hacen muy fácil transitar por los versos de este libro. En algunos instantes, hay auténtica poesía; pero, lamentablemente, en otros no:
“El turismo, fortalecido, sentirá emociones incontrolables e indescriptibles en la naturaleza, y experiencias con soluciones de tecnología de asistencia digital en lugares remotos, con experiencias más auténticas y dinámicas de entretenimiento interactivo y Futurama”. (De El ‘Economist’ (III), p. 99).
Este párrafo —¡perdón, estrofa!— no es sino prosa cuyos cortes versales vienen dictados por la tecla ‘enter’. En otro poema (Las sirenas, las sirenas, p. 90-93) tenemos más de dos páginas completas de paja: el poema empieza en: “El pasado miércoles nos despertó/ un ladrón o un asesino” y de ahí, hasta el final del poema, tenemos verdadera poesía: hay una exposición y un verdadero descubrimiento poético por parte del “yo lírico” que habla en esta composición.
Más delicados son otros asuntos que tiene el libro: hay poemas con compromiso social: Fallo del sistema (pp. 75-78) es uno de ellos. En él, el autor nos muestra el paisaje de las personas en situación de calle en Los Ángeles, y termina diciendo:
“Un simple giro del destino, tropezar y caer; quien no tiene un amigo con sofá verá rodar la moneda por la orilla del callejón de la soledad y la miseria. Nadie puede hacer nada, o nadie quiere hacer nada, o nadie sabe realmente qué hacer contra este fallo del Sistema”. (P. 78).
Pero en Bellini Drive (pp. 81-84) leemos:
“Después de cien años de sobriedad, pone a prueba mi compromiso con la rehabilitación y me planteo, muy en serio, la suscripción vitalicia a la Compañía de Vino Natural y Ecológico del Valle de Napa, para leer —mientras atardece— a William Carlos Williams, saboreando una botella de Zinfandel del noventa y dos”. (P. 83).
¿Cómo conciliar la distancia, real o aparente, que separa a ambos poemas? Parecería que no hay suficiente trabajo autoral (o reflexión o compromiso social o empatía) detrás de Fallo del sistema y Bellini Drive para evitar el entre líneas que nos dice: “no tengo responsabilidad alguna al interior de este Sistema. Lo único que busco es una casa con terraza —leitmotiv que, nos advierten desde la cuarta de forros, es el que empuja la obra—donde podamos habitar mi hedonismo y yo”.
¡Claro! Me dirán que el héroe (o antihéroe) que está detrás de estos poemas es un ser de contrastes y claroscuros —¡como todos!—, pero entonces el libro se vuelve superficial y su mensaje lírico podría resumirse en el pasaje entrecomillado del párrafo anterior.
En suma, Exilio Topanga es un libro primerizo, con mucha paja, a cuyos poemas en apariencia les faltó tallereo, relectura, reescritura, acompañamiento por parte de otros autores y humildad.
«Desde el principio supimos que no nos íbamos a encontrar —en caso de hacerlo— hasta que no estuviéramos perdidos».
Una mudanza en la que el análisis del mundo exterior va paralelo a la reflexión interna, que se comparte sin escrúpulos y sin miedo a «la policía de lo correcto y las buenas costumbres de hoy». Muy interesante descubrir este otro lado del Bunbury letrista y, sobre todo, descubrirle también como observador de esos Estados Unidos que lleva habitando ya más de una década de una manera en la que no se ha detenido tanto en sus últimos discos.
Bravo para La Bella Varsovia por editar este libro.
me considero admiradora de lo que es la música de Bunbury, de manera hereditaria, mi mamá es MUY fan de Bunbury, y ahora a mí me ha tocado crecer escuchando su música. por lo cual, sabía que este libro me gustaría aunque sea un poco. y así mismo fue, y no decepcionó.
fue increíble encontrarme cara a cara con la escritura de una persona que bien puedo decir yo que ha sido parte musical importante en mi vida, porque puedo contar muchísimas anécdotas en el carro de mi infancia donde mi mamá tenía reproduciéndose un disco de algún álbum de Bunbury, no me imaginé lo que sería este libro, pero puedo decir que absolutamente superó mis expectativas.
creo que nunca hube leído poesía como este trabajo de Bunbury, que me haya sacado sonrisas y lágrimas y haya evocado tantos sentimientos en mí como lo hizo esta obra. porque siempre he pensado que la poesía más allá de qué tan bien o qué tan mal esté escrita (que obviamente juega un papel importante, claro está), simplemente traiga emociones, recuerdos, sentimientos, que haga sentir ese ALGO. y este libro lo logró, además de convertirse en mi libro favorito de poesía.
definitivamente, seas admirador/a o no de la música de Bunbury, vale mucho la pena leer este trabajo, leer sus palabras, más que escucharlas te proporciona una perspectiva totalmente distinta y única de lo que es el trabajo de Enrique, es una experiencia bastante enriquecedora.
Soy consciente de que -para mí- no merecería más de 3 estrellas pero no puedo/quiero ser objetiva con E. Bunbury. De "No te conviertas en un extraño" y "Tristeza Desconocida" podría subrayar verso a verso, además de algún que otro renglón suelto del resto de poemas que conforman la obra. Me quedo con ellos y volveré a revisitar el libro en un tiempo. Creo que algo más podré encontrar.
Pocas personas que me conozcan podrán desconocer mi antigua y eterna afición a Bunbury en tanto músico. Hoy llega a mis manos su primer poemario, “Exilio Topanga”, colección de versos que buscan contar la odisea personal del autor en busca de un lugar donde establecerse en California mientras acontece una pandemia y posterior confinamiento, y las extrañas cotidianeidades que lo aquejan mientras lo intenta («Todo el mundo lo sabe/ ¡El infierno son las obras!», declama). Y justamente, quizás lo primero que hay que rescatar es que la voz que habla en estos poemas se aleja voluntariamente de la atmósfera de la creación rockera, de los escenarios, las guitarras y las luces, para mostrar aquellos elementos del cotidiano que buscan ser rescatados como musas muy factibles de generar inspiración, como el tendido eléctrico sobre el patio de la casa, un cumpleaños, o la demarcación de las tierras de una propiedad. Bunbury se aleja de las grandes metáforas oscuras, se saca el traje de divo del rock, y nos muestra a un Enrique con problemas tan reales como los presupuestos de arreglos, las sirenas del ruido ambiental o un ladrón queriendo entrar por la ventana. El viaje que nos propone se disgrega entre estas situaciones y las dificultades propias de la pandemia, la crítica en cuanto al actuar en torno a las restricciones sociales, y la posibilidad –realidad, desde su perspectiva— de un presente distópico muy en la línea de 1984 de Wells. Este viaje, así, se nos presenta no sólo como el esfuerzo de buscar una casa sino también la necesidad de un lugar de exilio, un espacio seguro alejado de la distopia apocalíptica sanitaria en que Bunbury considera que hoy vivimos. El encuentro con la voz literaria no siempre va de la mano de la creación de la voz cantante. Enrique Bunbury, mediante esta primera colección de poemas, presenta un interesante ejercicio de esa posibilidad de autoría en el mundo de las letras, afirmándose a tópicos y formas que lo alejan de la teatralidad y grandilocuencia propias de su música para emprender la búsqueda de un nuevo personaje –como el propio Bunbury— tras el cual disparar dardos como acordes y versos.
No me pareció malo, pero tampoco bueno. Creo que hay muchas ideas, pero poca poesía. Salvo algunos momentos, la imágen poética no llega a concretarse.
Quizá le hubiera venido mejor otro formato, de texto breve, pensamiento en párrafo, qué se yo.
Pienso que quiso distanciarse de la música, pero precisamente eso es lo que le falta: musicalidad, ritmo, sonido. Encuentro más poesía en muchas de sus canciones.
Pero sí, hay momentos realmente buenos, como Los soñadores o Las llaves o No te conviertas en un extraño.
Bunbury sorprende con una lírica compleja e inspirada por la cultura americana que tan bien conoce. Esperando su próxima aventura literaria con ganas ☺️