«Edgar Allan Poe creía que sería inolvidable un libro que se llamara Mi corazón al desnudo, en el que el autor fuera fiel a ese título. Sin embargo, pensaba que nunca nadie podría escribirlo, porque al apoyar la pluma, el papel se prendería fuego. Parte de la felicidad hace creer que aquel libro imaginado por Poe, aunque con otro título, al fin pudo ser escrito por Dolores Gil», Aníbal Jarkowski
Un domingo de septiembre la enredadera de su casa familiar se prendió fuego, y lo que podría haber sido un pequeño accidente doméstico escaló a una tragedia terrible. Empezó así, para ella, el laberinto del duelo, del que saldría más de treinta años después, con un hijo y con la escritura de este relato. Parte de la felicidad es el primer libro de Dolores Gil, un libro único e inolvidable, que es el testimonio de una experiencia personal, pero también el nacimiento de una escritora. En pocas páginas logra trazar el arco que va de la pérdida a la reparación, con una prosa al mismo tiempo brutal y sofisticada, y hace de todos lo que antes era una herida privada.
Es un libro que se siente en todo el cuerpo y que devela la potencia total de la escritura.
Lo subrayé todo, pero esta parte me mata completamente: “De a poco su nombre dejó de sonar en la casa. No fue a propósito: el desconcierto fue tan grande que no encontramos la manera de que siguiera viviendo en el lenguaje”.
Muertes tempranas, embarazos perdidos, una pareja que pasa ser ex a sola vuelta de página, la montaña rusa de la maternidad y la paternidad, ¿Un relato duro? No, la vida misma.
Mi debut lector en esta editorial no podría haber sido mejor. Conocía a Dolores Gil por sus redes sociales y alguna cosa que leí en la web y me gustaba mucho. Acá cuenta su experiencia de vida en una nueva colección de libros destinados a leerse de una sentada. Y en este caso es así, las 65 páginas te congelan estés donde estés (a mí me cayó justo la tarde que se cayeron Instagram, Facebook y Whatsapp)
Tengo los otros tres libros que salieron en esta nueva editorial Vinilo, voy preparando el sofá.
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Un accidente, una hermana muerta ¿qué se hace con la ausencia, cómo se vive con el miedo y la angustia? Dolores ve al pasado con ojos del presente y se cuestiona todo lo que le pasó a ella por haber perdido a esa hermana siendo tan niñas, una ausencia que es presencia y el trauma de la pérdida que no le permite embarazarse
Puede un libro tan breve concentrar toda una vida? Puede un accidente doméstico trastocar la historia de una familia para siempre? Puede la escritura sanar?
“Si no escribo este libro no puedo seguir viviendo”, narra Dolores en una de sus páginas; y me recuerda los insondables caminos del dolor y del duelo. Escribe para poner en palabras el dolor y también para sanar una historia de pérdidas familiares. “Parte de la felicidad” te pega una trompada en la cara que es tan dolorosa como balsámica a la vez.
Dolores Gil conoció el dolor a los 11 años a raíz de un accidente doméstico que terminó en tragedia. Treinta años después y a poco de ser mamá parece empezar a procesar un duelo que lleva mucho tiempo silenciado y hasta incomprendido. Ser madre la conecta con la vulnerabilidad, con el miedo, con la posibilidad de que la vida en tan solo un segundo nos arrebate a quienes más amamos. “Si no escribo este libro no puedo seguir viviendo” con esa especie de desesperación escribe, con rabia, con culpa, con preguntas, con la necesidad de sentir cerca a quienes ya no están.
Un libro atravesado por la pérdida de una hermana primero y de varios embarazos después donde la escritura aparece como herramienta de reparación y como ese conducto invisible que conecta experiencias, que clarifica lo que no se puede ver y qué devuelve algún tipo de consuelo. “Me gustaría pedirle qué me perdone por haberla dejado ir, porque no supe qué otra cosa hacer. Qué a pesar de todo, tuve qué afianzarme en el corazón de la vida”. Me parece increíble la luminosidad que tiene el libro más allá de la tristeza y me parece hermoso ese aferro a la vida, que tan llena de contradicciones y de misterio, todavía tiene mucho para darle y para hacerla feliz. Un librito precioso qué nos habla de una experiencia personal de su autora y que a la vez marca su nacimiento como escritora. Super recomendado.
Es posible que crecer se trate de enfrentar el dolor que llega inesperadamente a cualquier edad. El pensamiento rumiante de que la tragedia era evitable es un cuchillo clavado en la espalda baja que nos paraliza. Como consecuencia, las experiencias posteriores quedan definidas por el episodio traumático inicial extendiendo el duelo a perpetuidad.
El duelo es el proceso de lidiar con el dolor que deja la ausencia impuesta. Muchas veces me he preguntado cómo avanzar, cómo disminuir su intensidad, cómo acogerlo, y casi siempre termino encontrando respuestas en la literatura. Dolores Gil pudo dar el paso a través de este breve texto que coagula una herida de décadas: ¿Cómo enfrentas la muerte de tu hermana cuando apenas tienes once años? ¿Cómo lo haces cuando te conviertes en madre años después? Quizás no haya respuesta. Sin embargo, estoy convencido, y creo que la autora así lo demuestra, de que hay formas de contener el dolor y asumir que tendremos que convivir con él para siempre.
Por último, les dejo la pregunta: ¿Por qué creen que se titula “Parte de la felicidad”? Los leo.
No sabía de qué se trataba el libro y lo leí en el trabajo.
Guardo mis cosas para irme luego, para llorar tranquila.
Comparto el grito desgarrador de Dolores al final del libro, por su hermana que partió y por mi hermano muerto también. Cuando somos niñas, nadie nos explica cómo atravesar el duelo. Se carga con ese dolor silencioso hasta adulta, y ahora intento soportar la presión en mi pecho mientras tecleo en esta oficina, que sigue su ritmo como si nada.
Yo también no pude articular palabras, Dolores. Yo también borré a mi hermano del lenguaje. Dejé de escribir durante años y saqué de mi memoria todo lo que ahora intento inútilmente recordar. Yo también tengo miedo de atravesar ese umbral para hacerle justicia a su partida a través de la literatura.
Pero la pena pende ahí, de un hilo. Y al final es que simplemente hacemos todo lo que tenemos al alcance, para sobrellevar un poco más esa partida que te cruza la vida como un tajo abierto.
Cómo 60 páginas pueden destruirte emocionalmente 💔 Hermoso y desesperante relato sobre una pérdida. Esas ganas de abrazar a la autora y decirle que todo va a estar bien, que su libro sana, que permite que no quede en el olvido.
Que terribles son algunos eventos, capaces de en un segundo cambiar la vida de una familia entera. Este libro es un duelo tardío en el que cada página exhala la necesidad de dejar atrás ese segundo con el anhelo de poder salir adelante.
Este libro habla del dolor y de lo duro que es darse cuenta que los seres que amamos no son inmortales. Pongo estrellas porque así es el juego de Goodreads y porque este libro significó mucho para mí.
me atrapó desde el inicio, me pareció un libro doloroso y bello a la vez. pensé mucho en los distintos duelos y todo lo que una se queda sin decir frente a la muerte.
Empecé el libro sin saber de que trata, capaz sea hora de empezar a saber qué estoy por leer jaja. Caí en un libro sobre el duelo, las pérdidas; desde la primera página la autora deja claro el tema. Es una lectura corta pero muy cargada; sencilla, cruda y real. La autora realmente logra llevarte por el duelo, el enojo, la inquietud e incertidumbre de no poder recordar momentos claves de su infancia y como todo eso repercute en su yo adulta, en la relación madre-hijo. El miedo a otra pérdida, a ese tipo específico de dolor. También hay una mención importante de los abortos que tuvo antes de tener a su hijo.
"De a poco, su nombre dejó de sonar en la casa. No fue a propósito: el desconcierto fue tan grande que no encontramos la manera de que siguiera viviendo en el lenguaje."
Me gustó cómo habla de la necesidad de hablar de su hermana pero no poder hacerlo, no poder recordarla, no seguir manteniendola viva recordando cosas de ella. Pero a la vez, como escuchando una canción o algo, se hace presente. Creo que en estas 72 páginas realmente puso en palabras todo lo que es el "después" de perder a una persona tan cercana e importante en tu vida.
"Trato de recordar. Hago el esfuerzo. No puedo convocar su voz ni sus rasgos de memoria. Pertenecen a una vida prestada, a una vida ajena. Una vida que llevo grabada en cada célula, fuera del alcance de mi consciencia, pero que me constituye enteramente."
En fin, se trata de una lectura fuerte y delicada, pero en algunos momentos es necesario leer sobre el duelo. Algunos necesitan hablar, y tal vez otros leer palabras que ayuden a validar o entender mejor este "proceso". Dolores Gil de la forma más sincera habló de y desde su dolor, algo que desde este lado como lectora, se agradece.
"Cuando vuelve en sueños, me despierto con una certeza. No es que me haya olvidado de ella, pero la borré de mi lenguaje, como una cobarde."
Soy una pesada con las citas, pero realmente este librito tiene algo para marcar en cada página.
<<¿Para qué querés recordar lo que pasó?, me pregunta. Le sugiero, un poco en serio y un poco con ironía, que debería probar con hipnosis: tal vez así se descorrería el velo que oculta todas las palabras que no puedo pronunciar sobre su muerte. Pero no es que no quiera: no las encuentro>>.
Con este libro me di cuenta de lo que amo las lecturas sobre el dolor y el tránsito de la perdida. De los caminos que abre, de la necesidad de ir cerrando. El mejor libro que leí en lo que va del año. Me encantó! Hermoso y TAN doloroso. Bravo!
Todo el viaje al trabajo en el colectivo escuchando el audiolibro con los ojos vidriosos.
Necesito aclarar, por las dudas, que no me encantó por eso: no creo que los libros capaces de hacernos conmover o llorar sean inherentemente mejores. Hay quizás una falsa percepción de valor en esto, quizás una tendencia a amar cualquier libro que a traición te mete un golpe bajísimo y te arranca lágrimas.
Este no es el caso.
Éste, el segundo Vinilo que leo, tiene un forma de narrar (a través de la escritura y a través de la voz de su autora) el dolor, la memoria y el trauma que es magistral. No se enrevesa, no es pretenciosa, no explota dicho trauma ni peca de las frases motivacionales vacías que inundan redes y libros de autoayuda. Es sincera, es cercana, y hace un excelente uso de la palabra, de la estructura en que se relata y de la extensión del libro.
Los temas centrales abundan en la literatura, y no es fácil hallar una forma "nueva", propia, de abordarlos. Dolores Gil lo logra.
A riesgo de sonar descorazonada y privada de emociones, este libro no me tocó ni una sola fibra. Será porque he leído tantas historias de hermanas muertas a las que las autoras se arrogan el derecho de escribirles una suerte de panegírico: como si fuere urgente para la literatura. Y no lo es. La muerte / reparación no puede ser el único locus de la Literatura porque si así fuera, todos estaríamos llamados a narrarlas.
Cito:
“Escribir este libro es la única reparación que puedo intentar con mi hermana”. Annie Ernaux lo dijo también. Y una colección extensa de voces que creen que su escrito es inefable para el curso de la Historia.