La obra de Tomás González está compuesta de novelas, cuentos y poemas. Tras más de una decena de libros, el autor antioqueño decidió revisar sus textos de no ficción, así como las entrevistas que había concedido durante veinte años a propósito de su obra, para reunirlos en un solo libro, como una suerte de poética de uno de los más entrañables escritores colombianos.
Dividido en tres partes, este libro es una suerte de revés de la trama: las ideas, la vida y las reflexiones sobre la propia obra resultan de una luminosidad y belleza sin igual. Cada parte conforma el todo de un escritor admirado que ha dejado la piel y el todo en cada uno de sus libros. Leerlo es entrar en un territorio al que el autor de Primero estaba el mar, no está acostumbrado.
Memorioso, a veces juguetón, en otras malgeniado, siempre lúcido, estas páginas nos muestran a un escritor que ha vivido desde la infancia una relación de extrañeza y gran profundidad con el mundo y con la literatura.
Tomás González nació en Medellín, en 1950, y comenzó a escribir a principios de la década de los setenta, poco después de empezar a estudiar filosofía en la Universidad Nacional de Colombia. A partir de entonces no ha parado de escribir, publicando sus libros en Colombia y México. Aparte de algunos poemas y cuentos que se sitúan en Nueva York, el resto de su obra se centra en Colombia. Ha publicado las novelas Primero estaba el mar y Para antes del olvido, esta última ganadora del V Premio Nacional de Novela Plaza & Janés de 1987; la colección de cuentos El Rey del Honka-Monka; y la colección de poemas Manglares.
Leer un libro es de alguna manera sostener una conversación con el autor.
Así es, esta fue una conversación especial, una lectura lenta y sentida que disfruté muchísimo en cada página. Admiro su obra y encuentro puntos comunes con mis reflexiones en las ideas que comparte González en este libro.
Creo que Tomas Gonzáles es un de los autores colombianos contemporáneos más importantes. Creo, también, que tiene una pluma extraordinaria. Y eso se ve claramente reflejado en algunos de los bellos ensayos reunidos en este libro. También creo que el libro no es compensado. Creo que hay cosas puestas sin mucho orden, textos completados de forma algo artificial (sobre todo en la parte dedicada a sus propios libros), y en general la obra completa me deja una pequeña sensación de "relleno". Sin embargo, considero que hay algunos ensayos muy bellos en los que las reflexiones sobre el Tiempo o la Memoria resultan fascinantes y abordados de una manera sencilla y profunda. Los relatos más de tipo "memoria personal" me gustaron muchísimo, tal vez por mi interés en conocer ese contexto particular en el que se cocina la literatura, creo que por ese tipo de escritos el libro vale la pena.
Este libro podría ser lo que el "Clases de literatura" es para la obra de Cortázar, o lo que la serie documental The Beatles Anthology para la banda de Liverpool. Tal vez. O al menos así se sintió para un admirador de Tomás González —nótese el sesgo—. Leer este libro fue como escuchar una larga entrevista que le hicieran al escritor, o como conversar con él. Como escucharlo al reflexionar sobre temas como el olvido, el dolor, la escritura, el asombro, la muerte, la vida. Lindo. Inspirador. Recomendado para lectores de González.
"El jardín es la puesta en práctica por parte de Esteban de la idea de que vinimos a este mundo, no para ser felices -cosa que no es posible mientras existan la sensibilidad, los sentidos, el dolor-, sino para dejarnos deslumbrar por la creación -haya o no haya Dios- y participar en ella. Y para estar contentos cada vez que se pueda.
El jardín al final es un éxito en el sentido de que Esteban lo considera ya completo y no le importa demasiado lo que vaya a pasar después con él. Lamentó la llegada de los bulldozers pero sabe que su jardín ahora lo pueden destruir, no dañar, como si podían haberlo hecho cuando estaba sin terminar. Aquí no hay derrota.
Lo que pasa es que los triunfos no duran para siempre y todo termina por morir y deshacerse. No es pesimismo sino la forma cómo se dan las cosas. Si se murió Gautama Buda!
La derrota está en aquello que muere antes de alcanzar su forma plena, no es lo que muere después de hacerlo. Se me ocurre que en cierto modo la vida es justamente eso: el proceso de los organismos de alcanzar su forma plena."
Tomás González un poco más desnudo. El lado B de sus libros. Su intimidad.
El escritor reflexionando sobre el tiempo, la vida, el oficio de escribir; sobre la literatura y sus libros. Su literatura como forma de estar y de habitar los lugares que se habitan: sus novelas que van desde New York, pasan por la montaña, llegan al río Magdalena y desembocan en el mar. ¡Siempre el mar!
El escritor hablando sobre poesía; los escritores clásicos, los viejos y los nuevos. Sobre los premios literarios y su inutilidad. La vejez y saber envejecer.
Muchos fragmentos sueltos de textos inéditos o publicados en revistas. No encontré una conexión entre los textos lo cual dificulta engancharse. Por muchos momentos sentí que eran incluso textos inacabados o introducciones a cosas mucho más grandes. Resaltó que si hay fragmentos muy interesantes. Es un libro recomendado, indudablemente, a la fanaticada de Tomas González, pero si no eres su fan, no te gusta si trabajo o nunca lo has leído, no lo recomendaría.
Tomás González se ha convertido en mi escritor Colombiano vivo favorito. Es un tipo brillante, AUTÉNTICO y con una pluma encantadora. Entre más uno lee a Tomás González, más quiere volver a leerlo. Será pronto de nuevo.
Leer este libro después de haber leído todo lo que Tomás González ha publicado es una buena manera de redondear las cosas. Creo que se disfruta más precisamente si conoces su obra y la disfrutas. Sino, de igual manera es una pequeña ventana al proceso creativo de un excelente escritor.
Leer a Tomás siempre es una maravilla, esta no es la excepción. Una narración preciosa, íntima, llena de recuerdos y de aprendizajes. Vale muchísimo la pena leerse este libro.